Atónito ante
el desarrollo de los acontecimientos en Cataluña, con esta mística del
altercado que se ha desatado en las huestes nacionalistas, con la subsiguiente contaminación
de las franjas universitarias más sensibles al jolgorio ácrata de la calle, me
pregunto si hemos llegado a algún punto y aparte, y sin retorno, en la cuestión
planteada por los independentistas.
Acudo raudo
a la playa para charlar con mis amigos futurólogos, que siempre me ayudan a
relativizar los hechos, por muy excitados que se presenten.
- ¿Habéis
visto hasta dónde hemos llegado? -les increpo nada más verlos.
- Rumbau, comprendo
que estés preocupado y, en cierto modo, es evidente que también nosotros lo estemos,
y, sin embargo, nada de esto es relevante en el contexto de futuro con el que
estamos trabajando.
- Pero,
¿cómo puedes decir eso, Bastides? -le pregunto al zapatero futurólogo de la
Barceloneta.
- Ya hemos
dicho muchas veces que España es el país europeo por excelencia condenado a vivir
los procesos de fragmentación a los que nuestra civilización nos conduce de un
modo inexorable. Una tendencia que a la larga deberá llevarnos al Mosaico
Ibérico. Pero por el momento, lo que se impone es la entrada a marchas forzadas
en esta etapa de la historia en la que lo importante es el desacuerdo.
- Vaya, ¡pues
si qué vamos bien!
- Es
interesante ver los esfuerzos de quienes piensan que es posible frenar esta
deriva fatídica y que por el momento se manifiesta a modo de polarización entre
posturas opuestas e irreconciliables. Poco hay que hacer, pues la polarización
extrema ha llegado para quedarse. Ya pueden buscar acuerdos los hombres de buena
fe, están buscando un imposible. Y no porque la polarización de los opuestos
sea la solución de nada, al revés, es la peor degradación de lo humano, lo que
podría llevarnos a la hecatombe si nos descuidamos. Pero lo que nosotros vemos
es como, para salir de este embrollo, es necesario mantenerse en las
diferencias comprendiendo que todas ellas tienen un parecido por no decir igual
grado de legitimidad. Hasta que no aceptemos las diferencias de nuestros
semejantes, por obtusas, obcecadas y absurdas que sean, procurando que no se
salgan demasiado de los códigos penales, no habrá solución a los problemas que
nos acosan.
- Pues lo
veo muy difícil, francamente.
- Y lo es,
por eso somos pesimistas en el corto plazo, aunque muy optimistas en el largo,
como bien sabes. Es posible que este proceso de alcanzar los extremos más incendiarios
de las polarizaciones, que estallan hoy en día un poco por todo el mundo, se
lleve a una o dos generaciones por delante, tragadas por el fuego de las mutuas
destrucciones. Nada podrá impedirlo. Así es la condición humana, que sólo aprende
a porrazos y con las lecciones aprendidas a fuego y martillo.
- Pero
Bastides, Cataluña siempre ha sido una región sensata y culta, me extrañaría
que se dejara llevar por estos vientos tan apocalípticos que dices que soplan.
- Ojalá
tengas razón y me equivoque. Pero muy me temo que vamos directamente a la boca
del lobo. Y lo haremos con ganas, cantando himnos patrióticos y la Estaca de
Luís Llach los unos, y los himnos de la Legión los otros, pues así se comportan
los poseídos por las verdades polarizadas.
- Pero el
acuerdo entre el PSOE y Podemos no deja de ser una noticia tranquilizadora, en
el sentido de que propicia una desinflamación en busca de concordia.
Mercadal,
que escuchaba con atención, quiso intervenir entonces:
- Quizás lo
sea, Rumbau, quizás lo sea, pero lo que dice Bastides es que se trata de una
misión casi imposible. Fíjate que lo moderado y sensato que queda en este
país se encuentra atrapado como en un sándwich por los dos muros que claman con
creciente excitación sus verdades absolutas. Los nacionalistas catalanes buscan
el incendio hispánico y el triunfo de Vox, que para ellos sería un éxito, pues
demostraría de una vez por todas que España es un país derechista y opresor, con
tendencias al fascismo. Y los de Vox, esperan que los insurrectos catalanes sigan
en sus trece cada vez más recalcitrantes y subidos de tono, para así armarse de
razones y convencer a los que aún piensan en componendas. Las filigranas negociadoras
que intentan socialistas y podemitas parecen ejercicios de funambulista sin
red, en medio de una atmósfera de tempestades, tornados y empujones
traicioneros de todo tipo. Es una misión casi imposible. Pero ya te digo, ojalá
me equivoque y el sándwich engorde su parte central, los del PP se sumen a él, y acabe sacándose de encima
a los que se lo quieren comer desde los extremos.
- Mira, lo
ideal sería que el desacuerdo se quedara en desacuerdo y que poco a poco
empezáramos a convivir sin necesidad de avanzar ni hacia una opción ni hacia la
otra, con alternancias periódicos en el poder ejecutivo para ir equilibrando la
situación. Así lo hemos hecho en los últimos años. Ahora tocaría que gobernaran
durante un tiempo los que se oponen a la Independencia, afín de consolidar sus
posiciones, y al cabo de unos años, volver de nuevo a las andadas con otro
cambio de gobierno, y así sucesivamente. Este camino, que sería el mejor para
todos, permitiría que, con el tiempo y una caña, los contendientes y bandos
opuestos, además de multiplicarse y fragmentarse entre sí, se fueran
acostumbrando a convivir, aunque sea de espaldas y a regañadientes, con los que
son y piensan deferente. Hasta que, pasados una, dos o tres generaciones, surja por
fin la perspectiva liberadora de la comprensión, un Entremedio o Between,
como decía esta amiga tuya de la danza Butoh, entre los opuestos, en cuyos
meandros se abrirían nuevos espacios de libertad que dieran alas a la creación de
algo nuevo. Y para llegar aquí, es necesario explorar las propias diferencias que
nos conforman, nuestras polaridades irreconciliables que vivimos interiormente
y que solemos proyectar a los terceros, a esos con los que nunca nos ponemos de
acuerdo.
- ¡Ui, qué
difícil y complicado lo veo, Mercadal!
- Por eso te
digo que la cosa pinta mal, pues se han abierto las compuertas y los demonios
están saliendo con ganas de lanzarse los unos contra los otros. Pero ya te
digo, a la larga, vamos por el buen camino, pues la fragmentación es el paso
previo a una nueva etapa en que las polarizaciones sean más un juego del
conocimiento que una maldición hereditaria. Y España es el lugar idóneo donde
este cambio deberá producirse, según nuestras predicciones. Faltan todavía unos
cuarenta o cincuenta años, siendo optimistas, pero consideramos que las semillas
del Mosaico Ibérico, que también podríamos llamar el Jardín Ibérico de los Diferencias,
ya están echadas y enraizadas en las tierras peninsulares, como lo demuestran
las posiciones irreconciliables de ahora. El fuego destructor de las actuales
polarizaciones servirá para limpiar los terrenos de las malas hierbas que
impiden a estas semillas crecer, pero a la larga, germinarán y darán sus
frutos, que nosotros hemos visto como una explosión insólita del concepto
monárquico que se individualizará hasta extremos inauditos, y cuya aplicación
temática se extenderá como un virus pr las sociedades ibéricas, hartas de
pelear por nada. Puestos a pelear, ¡pelear por algo, dirán!
-¿Te refieres al Polimonarquismo?
- Claro, con el Polimonarquismo todo el mundo podrá competir pero con ideas creativas y planes diferentes de desarrollo y explotación comercial e industrial. El furor competitivo será tremendo, pero en vez de propiciar la eliminación de los contrarios, al revés, excitará la multiplicación de las diferencias, siendo el único denominador común del conjunto el hecho de ser todos y cada uno radicalmente diferentes, con derecho a competir sin frenos, aceptando, eso sí, las regulaciones necesarias que surgirán en el seno de la nueva estructura del conjunto del país, que entonces se llamará la FEAA – Federación Española de Autonomías Autodeterminadas (aunque quizás el nombre sea otro, por supuesto)–, regulaciones que los nuevos adalides de la ingeniería social, salidos casi todos de las escuelas de Reus y de Alcañiz –los famosos Llampecs de Reus– extenderán por todo el suelo peninsular y poco a poco por toda Europa y el mundo entero. ¡He aquí nuestro futuro, Rumbau!
-¿Te refieres al Polimonarquismo?
- Claro, con el Polimonarquismo todo el mundo podrá competir pero con ideas creativas y planes diferentes de desarrollo y explotación comercial e industrial. El furor competitivo será tremendo, pero en vez de propiciar la eliminación de los contrarios, al revés, excitará la multiplicación de las diferencias, siendo el único denominador común del conjunto el hecho de ser todos y cada uno radicalmente diferentes, con derecho a competir sin frenos, aceptando, eso sí, las regulaciones necesarias que surgirán en el seno de la nueva estructura del conjunto del país, que entonces se llamará la FEAA – Federación Española de Autonomías Autodeterminadas (aunque quizás el nombre sea otro, por supuesto)–, regulaciones que los nuevos adalides de la ingeniería social, salidos casi todos de las escuelas de Reus y de Alcañiz –los famosos Llampecs de Reus– extenderán por todo el suelo peninsular y poco a poco por toda Europa y el mundo entero. ¡He aquí nuestro futuro, Rumbau!
Asombrado de
tanto entusiasmo a pesar del pesimismo ambiental que nos rodea, tuve que
dejarlos, pues ya había sonado el himno del Club y me esperaban para comer. Fui
a las duchas con las ideas de mis amigos hirviendo en mi cabeza. ¿Será verdad
que a la polarización irreductible le deberá seguir el jardín creativo de las
diferencias? ¿Y no podría llegar un poquito antes una idea tan buena y
excitante?...