Ya habrá adivinado el lector que soy de los que están
preocupados por la situación catalana, asombrado de constatar cómo una tal
cantidad de personas al parecer sensatas se están lanzando con tanta alegría
hacia el abismo. Un abismo anunciado de enfrentamiento
que puede hundir la convivencia que gozamos desde hace años en Cataluña. Y
cuando las cosas se ponen feas, suelo acudir a la playa para charlar un rato
con mis amigos los futurólogos de la Barceloneta, Bastides y Mercadal, esos dos
ancianos que combinan el paseo con la interrogación del futuro.
- Chicos, creo que
estamos a punto de caer en un precipicio más que anunciado.
- Desde luego, todo
apunta a que tienes razón, Rumbau -dice Bastides.- Ya hablamos el otro día del
gusto que encuentran las personas por vivir la catarsis de los grandes
rompimientos. Para nosotros, que lo vemos desde la perspectiva del futuro que
contemplamos a lo lejos, no deja de ser un fenómeno recurrente de los pueblos y
de las masas, que cada equis tiempo necesitan bañarse en dramas colectivos. Y
Europa es una región del mundo muy propensa a estas compulsiones. Por lo visto,
la lección de Yugoslavia no ha sido aún comprendida, y más recientemente, Ucraína
nos ha mostrado lo fácil que es dar este saltito mortal que nos lleva al
desastre.
- Pero Cataluña es un país avanzado, Bastides, una de las
zonas más ricas de Europa por no decir del mundo, goza de una buena salud
económica, los europeos gustan vivir en ella y tiene tanto turismo que hasta le
sobra. ¿Cómo explicas entonces este brote suicida?
Mercadal, que ya se encuentra mejor tras la larga gripe que
lo ha mantenido alejado del futuro, intervino con ganas:
- Ciertamente, eso es verdad, y quizás una de las razones de
esta súbita pasión independentista sea que muchos catalanes se lo han creído,
me refiero a eso que decías de ser una región única por su riqueza y bienestar.
Es como una de esas reacciones que tienen los niños mimados, que se acaban creyendo
únicos y maravillosos de tanto mirarse al espejo, y que por ello tienen derecho
a cumplir con todos sus deseos.
- Pero alguien les tendría que haber dicho que estaban entrando
en zona peligrosa...
- Sabes qué pasa, cuando sucede un fenómeno de
auto-exaltación de este tipo, todo el mundo se lo acaba creyendo más o menos y
todos participamos de un cierto delirio de excepcionalidad. Incluso nosotros,
Rumbau. Luego, añádele las circunstancias políticas de las corruptelas
descubiertas que necesitan taparse, la lucha por el poder de determinados grupos
sociales que buscan substituir a otros, los sueños de algunos emprendedores que
se imaginan convertir Cataluña en algún tipo de Mónaco, Andorra o Luxemburgo
del Mediterráneo, y el interés que tuvo el PP en alimentar el conflicto para
vivir de él, y ya tenemos una cierta explicación. Por otra parte, los
descontentos sociales sumados al eterno descontento catalanista radical, hasta
hace poco minoritario, han dado no poco combustible a los motores del movimiento.
- Pero vosotros que veis el futuro, ¿cómo encajáis esta crisis
en vuestras visiones?
- Es uno de los arranques de los procesos de fragmentación
que caracterizarán este siglo. La sociedad catalana, por todas las razones que
antes hemos apuntado y por otras que no acabamos aún de pescar, es una sociedad
altamente sensible a las corrientes de cambio que circulan por el mundo, y fíjate
que ir a una fragmentación que da más poder a lo local, no es más que una
consecuencia propia de la globalización, que está creando este contrapeso un
poco en todo el mundo. Los conflictos de las partes con el todo son hoy la
madre de todos los conflictos.
- De acuerdo, Mercadal, pero esto no justifica el actual
rompimiento.
- Fíjate como los nacionalistas catalanes, que siempre han
soñado en ser un país independiente, se dieron cuenta de que si no espabilaban
en su proyecto, pronto España entraría en una fase de descentralización de los
poderes, tal como las nuevas realidades políticas del país parecen apuntar. Lo
propio sería que los catalanistas se hubieran sumado a ellas, pero estas
corrientes hispanas vienen por la izquierda, con unos grados aún de inmadurez
considerables aunque sólidos en algunos casos, mira Valencia, unas corrientes
pues que no gustan nada a los nacionalistas de aquí. Eso explica que hayan optado
por las prisas y la línea recta. A ellos les importa un rábano que con esta
decisión se hundan las perspectivas de las demás periferias peninsulares, al
revés, una España avanzada en formato de mosaico sacaría brillo y fuerza a su pretensión
independentista, que se vería diluida en el conjunto. De ahí el arranque súbito
de sus prisas.
- Pero es curioso que los de Podemos, que teóricamente defienden
esta España en mosaico, ahora apoyen a los independentistas...
- Intentan los podemitas subirse al carro de las
movilizaciones de Cataluña, sin comprender que son proyectos antitéticos.
Piensan que a mar revuelto, ganancia de pescadores. Es una alianza táctica en
la que todos intentan sacar tajada. Pero los organizados aquí son los
independentistas, pronto se darán cuenta de cómo se han dejado utilizar los de
Colau y los podemitas.
- A no ser que todo salte por los aires, Mercadal. Entonces,
es fácil pensar que nos encaminemos a una deriva autoritaria para hacer frente
al desbarajuste general. La misma Europa querrá poner orden a uno de sus
apartamentos de abajo. ¿Crees que en este contexto Cataluña podría alcanzar la
independencia?
- Podría ser, y quizás ésta sea su estrategia oculta. Con
una España en caos, que una región se afiance con un orden asegurado, aunque
sea el independentista, sería algo incluso bien recibido en Europa.
- Son escenarios terribles, Mercadal, pues una España en
caos puede ser un infierno. Y una Cataluña independiente en un contexto
caótico, no tendrá más remedio que configurarse como estado totalitario.
- La historia siempre ha avanzado así, sin tener en cuenta
el bienestar de las personas. Las ideas y los intereses se imponen fríamente,
sin pedir permiso a nadie..
- ¡Pero entonces no hay que hablar de avance sino de
retroceso!
- Sí, la historia suele moverse así, avanza sin avanzar, es
decir, simplemente se mueve en la dirección del tiempo, y las variables no entienden
de sentimientos ni de valores. Fíjate como en estos momentos los más
interesados en el choque puro y duro son los gobiernos del PP y de Puigdemont. De
este modo, ante el caos creado y la deriva autoritaria que se produciría, se
neutralizarían los intentos periféricos de los podemitas y de la Colau.
- Para cargarse la convivencia en Cataluña y en España.
- A la derecha eso no le importa. Los intereses siempre
están por encima de los valores. Y tan derecha es la que gobierna en Madrid
como en Barcelona.
- Pero entonces, ¿cuándo vendrá el Mosaico Ibérico que tanto
habéis pronosticado?
- Habría un retraso de algunas décadas, es posible. Pero a
la larga, acabará imponiéndose el principio de la FEAA, ya sabes, la anunciada
Federación Española de Autonomías Autodeterminadas, que será una nueva España
muy parecida a la actual, quizás con otra bandera y con un sinfín de nuevas
instituciones de coordinación peninsular.
- ¡Es terrible que para llegar adónde ya estamos, debamos
liarnos a porrazos y entrar en una fase oscura de enfrentamientos tribales!
- Sí, se produciría lo que nosotros llamamos un "tour
de piste", una vuelta de tuerca de la historia sobre sí misma, como quien
se toma un respiro, algo agitado, eso sí, para reemprender el mismo camino que
ya se llevaba, con la madurez aprendida de un "déjà vu" repetido una
y otra vez..
- ¿Pero creéis que la convivencia se verá afectada?
Bastides, que llevaba un rato callado, tomó entonces la
palabra.
- En verdad en verdad os digo, que la convivencia de los
exaltados se verá muy afectada. Los que pierdan, se sentirán muy agraviados, y
lo malo que es que en esta batalla no puede haber unos ganadores claros y
verdaderos, de modo que los agraviados serán los dos bandos enfrentados, lo cual
augura crispaciones y ambientes muy enrarecidos. Pero los que vivimos al margen
de la excitación, como nosotros y toda esta gente que acude a diario a la playa
para quemar sus emociones al sol, todos ellos seguiremos como si no hubiera
pasado nada, sorprendidos de ver el furor de los contendientes, sus
impostaciones sobreactuadas, sus dramas e incluso sus violencias
desproporcionadas y gratuitas. Lo veremos como quien ve un espectáculo malo, de
serie B de televisión, uno de estos culebrones de bajo presupuesto, de modo que
intentaremos mirar lo menos posible y pasar de largo si podemos. Para nosotros,
será una buena ocasión para enfocar nuestra óptica visionaria hacia el futuro
que se nos echa encima...
Los dejé más preocupado que nunca, pues si a ellos la
situación parece que les resbala, no puedo decir lo mismo en mi caso. Y siendo
yo más joven que ellos, me asombra que se entusiasmen por el futuro, futuro del
que bien poca cosa alcanzarán a ver...