Foto de Rebecca Horn. |
Tras los comentarios obligados al buen tiempo y al
inicio de la temporada playera a la que ya todo el mundo se está preparando, entramos
directamente en materia, es decir, a hablar de los acontecimientos políticos y
de lo que nos depara el futuro, tanto el que cae lejos como el que se nos echa
encima.
- No os podréis quejar, las sorpresas del día a día
son cada vez mayores. ¿Qué os parece la renuncia del Papa? ¿No es realmente
algo insólito?
Mercadal, que suele ser el más parlanchín de los dos
amigos, me contesta raudo, con ganas de explayarse en este tema, que por lo
visto le encanta.
- ¡Insólito, grandioso y monumental, tienes toda la
razón del mundo, Rumbau! Siglos hacía que ningún Papa renunciaba, como se ha
dicho y repetido, algo que rompe con inercias centenarias en los ritos y en la
mente de los responsables de la Iglesia, que se han quedado desnortados, como
si les hubieran dado un puñetazo en la barriga. Y los católicos modernos, esas
juventudes que empezaban a acostumbrarse a considerar a los papas como figuras mediáticas de alto voltaje, en el
sentido de conectar directamente con la divinidad, se pronto se han dado de
bruces con una realidad que no esperaban: la súbita relativización del ídolo
divino, que se convierte en alguien humano, viejo y moribundo.
Nos detuvimos para contemplar la magnífica panorámica
del mar abierto, con el fastuoso hotel Vela al fondo rompiendo el azul vibrante
del cielo.
- Fíjate qué curioso que el Papa haya sido alemán. Ratzinger
nació en Baviera, que es la Alemania católica por excelencia, pero aún así
alemana por sus cuatro costados, de modo que el contagio luterano, no en la
doctrina pero sí en los modos, es evidente. Su comportamiento ha sido más
propio de un protestante que de un católico, es decir, ha puesto en primer
lugar su individualidad y la defensa de su propia dignidad humana, amenazada
por el acoso de la Curia. Abandona el rebaño y se ocupa por su destino personal.
¡Insólito para las ovejas! Se entiende que algunos curas rurales hayan quemado
en Italia su efigie: para estos nostálgicos contrarreformistas, el gesto de
Benedicto XVI es herético. ¿Cómo osa enfrentarse a la inercia colectiva? Fíjate
que el mismo nombre escogido, Benedicto, relacionado con una de las más
importantes órdenes monásticas, ya anunciaba posibles desajustes con la Ortodoxia.
Su conocimiento y admiración por la vida monástica, que había seguido de cerca,
ha resultado decisiva, creo, en esta decisión, pues bien sabido es que la vida
de los monjes es a todas luces heterodoxa y levemente anarquizante,
especialmente en nuestros días, por el contraste con el jolgorio consumista del
mundo de hoy. Con su gesto, ha marcado un nuevo camino a la Iglesia: el del
individualismo. Un alemán no podía aceptar esta falta de responsabilidad
individual de la Curia Romana, para quienes todo vale en aras de los poderes colectivos
y mundanos de la Iglesia. Responsabilidad individual frente a la divinidad: un
gesto luterano, Rumbau, el gran Ratzinger famoso por ser el defensor de la ortodoxia
a ultranza, ha resultado ser un luterano agazapado que esperaba su momento para
revelarse al mundo y dar la zarpada definitiva a la Iglesia.
- Pero bueno, tampoco creo que su gesto vaya a
cambiar la Iglesia…
- No, desde luego, pero abre caminos. Y fíjate que
esto ocurre en paralelo al compás de espera que se vive en Cataluña, que tiene
parecidos con el momento romano. También aquí lo colectivo está en crisis. El
nacionalismo, que parece mayoritario, no acaba de enganchar y más bien se
desinfla. La pequeña curia catalana que ha representado siempre el partido de
CiU, hace aguas por sus cuatro costados: ¡corrupción, escándalos y acopio de
imputados! Cataluña necesita a su Ratzinger, alguien que haga entender a estos
políticos que si quieren hacer algo, deben responsabilizarse individualmente. El
paraguas colectivo del “todo vale por la patria”, bajo cuya bandera se han
escondido los mil trapicheos de CiU, ya no funciona. Los escándalos se
amontonan y para enfrentarse a los poderes de Madrid, hay que hacerlo desde
bases sólidas, que hoy en día sólo existen en las posturas individuales
responsables. En este sentido, creo que estos jóvenes de la CUP crecerán mucho
en las próximas elecciones. Es época de aprendizaje, de dejar las ideas en
barbecho, como ya hemos dicho otras veces, y de sentar las bases de los poderes
de verdad.
- Pero parece que en Madrid, el PP se está
afianzando, y que la política de dejar pasar que usa Rajoy funciona y tiene sus
réditos.
- Sí y no. Si miramos el corto plazo, ganan por
goleada, cierto, pero ya sabes que a nosotros nos interesa el largo plazo, que
es lo que en definitiva acabará imponiéndose. Y aquí el PP no está tan bien
como parece. Están blindando las estructuras del Estado, esto es cierto, como
el Tribunal Constitucional, que ya lo tienen a su medida, pero no sé si les
servirá de mucho a la larga. Cuánto más aprieten y ahoguen, más serán los
desperfectos y las reacciones. Fíjate que hoy los regímenes duran poco. No digo
que no estiren hasta los cinco o incluso los diez años, lo cual no estaría nada
mal para permitir que algunas cosas vayan cambiando en las periferias, aunque dudo
que duren tanto. En Cataluña, por ejemplo, sería un tiempo razonable para
propiciar un cambio generacional, algo muy deseable. A su vez, estos años
servirían para que brotaran alianzas hasta ahora inimaginables entre los
periféricos, maniobra a todas luces necesaria. Pero para ello, la fragmentación
del Estado debe empezar a ser responsabilidad de los agentes individualizados,
sin las coberturas de tipo nacionalista que ya no convencen. Y eso sólo
ocurrirá cuando los partidos entren en crisis total. Tanto el PP como el PSOE
son partidos del pasado, viejos y condenados a morir pronto. Los del PP lo
están haciendo muy bien, llevando el país a la bancarrota, lo que es un paso
previo a esta caída en desgracia de los partidos.
- ¿Y no os dan miedo los populismos?
- ¡Pero si ya estamos en ello! Todo lo que dicen los
partidos es pura retórica populista, pues ninguno va al grano y todos tienden a
mentir, a mantener los engaños y a distraer al personal. No creo que podamos
caer a más populismo. Incluso las izquierdas, cuando tocan las cuerdas emotivas
y sentimentales de la moral, están haciendo populismo. Me parece que muy pocos
están llamando las cosas por su nombre. Se comprende, pues quién es el guapo
que lo tiene hoy claro, esto es verdad. Pero al menos reconocer la impotencia,
o las dudas, o las incertidumbres. Este es el primer paso.
- O sea que para vosotros, estamos en un compás de
espera en vistas a la gradual fragmentación de la unidad española.
- En efecto, época de aprendizaje. Piensa que España
no es un castillo de naipes que se caiga al primer soplo. Fíjate lo que costó
que las élites del viejo estado renunciaran al pastel de Cuba. Y Cataluña no es
una isla en el Caribe. ¿Significa esto que no habrá separación? En absoluto, la
fragmentación está garantizada por el curso de los tiempos, que ya no están para
unidades de destino en lo universal, como
decían los franquistas, pero requiere de sus ritmos y compases, y la fuerza
centrífuga que asola a la Península debe aún activar otras regiones.
Bastides, que no había dicho nada en todo el rato,
de pronto se detuvo y mirando la raya del horizonte, exclamó:
- ¡En verdad, en verdad os digo, que ya nada será lo
que es! Veo a España viva en el futuro, no en la unidad, sino en la variedad,
con otros nombres y colores de bandera, actuando cada región y comunidad con la
más sana independencia, compitiendo todos por el aluvión de turistas, cuyo maná
seguirá cayendo gracias al sol y a la sequía, que hará aún más playeras las
zonas del norte, con necesidad de muchos refrescos y bares llenos de camareros,
lo cual será en beneficio de todos, hasta que el consenso de lo contradictorio
emerja como la nueva filosofía capaz de convencer a los más recalcitrantes de
que las diferencias son lo único que une, consenso que acabará gobernando el
mundo, saturado éste hasta el límite de separatismos y de fragmentaciones sin
fin, de modo que la experiencia catalana y española será el punto de partida de
nuevas ideologías y prácticas políticas que permitirán dar un vuelco a la
civilización de los humanos!
Calló Bastides
tras su arrebato visionario. Mercadal, afectado por el impacto de las palabras
de su amigo, dejó pasar unos instantes hasta que finalmente dijo:
- Comparto al
cien por cien tus palabras, Bastides. Y añado que la centrifugación ibérica
sólo podrá ser contenida por la geografía, pues por mucho que quiera escapar la
periferia, lo impiden las aguas del mar que encierran la Península en lo que es
su unidad sustancial. Lo que explica que Cataluña haya tenido tantos buenos
nadadores, como si las naciones díscolas, que no saben nadar, animaran a hacerlo
a sus habitantes, con la secreta aunque vana intención de que así puedan arrastrar
a la misma tierra que los ha parido. ¿No te parece, Rumbau?
Quedé impresionado
de tanta cuerda locura. Cabizbajos y meditabundos, seguimos todavía un rato bajo el sol, cuyos
potentes rayos amortiguaban el frescor del viento que removía las aguas aún heladas
del mar a nuestros pies.