Querido bloguero,
me encuentro en una difícil situación, de la que soy el único culpable, consistente en tener que hacer la crítica de una obra que en su origen fue escrita por mi. La primera condición que se exige a la crítica -¡objetividad!- rueda aquí por los suelos, al ser literalmente el crítico parte implicada de la parte ejecutante. Pero fíjate que he dicho “en su origen”, que se refiere sobretodo al tiempo transcurrido desde que ello sucedió, exactamente 27 años (se estrenó en 1980), de modo que no sólo ha llovido mucho desde entonces, sino que tanto los textos como las personas cambian con el paso del tiempo más de lo que nos pensamos. Además, la obra tiene también una parte muy importante de autoría colectiva, la constituída por los tres de La Fanfarra, que dieron forma a las palabras iniciales, lo que rebaja el subjetivismo de la autoría única. Conclusión: el tiempo pasado, con sus elixires alquímicos transformadores, más la distancia de lo colectivo, ha puesto objetividad dónde no la había, y es normal que ahora, al contemplar la criatura desde las alturas que otorga la edad, pueda cumplir sin reparos con mis deberes de “crítico residente de La Puntual”.
En efecto, desde hace unas semanas se representa en las sesiones habituales del teatro de Eugenio Navarro “La Historia de Li o Malic en la China”, obra emblemática de La Fanfarra, estrenada en una versión con marionetas de hilo y sombras (1980), para luego ser retomada (1983) en una versión corta y sólo con sombras. La que ofrecen los Navarro Néstor y Eugenio, es una mezcla de ambas presentada a través del lenguaje de las sombras.
Cuando lo supe, pensé que no era poca la dificultad del empeño. Sabido es que el teatro de sombras chinescas, para ser llevadero más de veinte minutos seguidos, requiere de una afilada dramaturgia amén de un estudiado ritmo antibostezo. Y si en la época de La Fanfarra reducimos su duración a veinte minutos, fue precisamente para ponerle ritmo. Pues bien, creo que el nuevo espectáculo de los residentes de La Puntual logra salvar con rotundo éxito el escollo y que la obra les ha salido a los dos titiriteros más que redonda.
Para ello, los Navarro no han dudado en reducir tanto como han podido pero menos de lo que esperaba, las largas frases del texto original para marionetas, lo que tanto es de agradecer en el teatro. Siempre he tenido una debilidad por la frase larga y la redundancia calificativa, vicio que he intentado corregir con los años, y por eso un buen afeite del texto era condición indispensable para conseguir lo que han logrado: que la obra fluya desde el principio hasta el final sin contratiempos y con estudiadas y medidas dosis de humor, gracia y poesía.
Dos son, creo, las razones de este fluir elegante y acompasado de la obra: la elección de las escenas y de los personajes más adecuados, con el acierto de haber repescado la figura de Tul’alí, el hermano poeta de Champú; y la riqueza de matices y el buen hacer de las dos voces que se reparten los personajes de la obra. En este sentido, Néstor Navarro se ha revelado como un titiritero con gancho, al hacer las voces de Malic y de Champú con una gracia extraordinaria, mientras Eugenio se encarga de las más vetustas de Fumanchú y de Tul’alí, a los que da vida con su característica ironía que tan bien sabe combinar el canallismo de corte popular-callejero con una dulce ingenuidad de canarias raíces.
Pero hora es de hablar de la obra y de su argumento, para que el lector profano sepa de qué estamos hablando. Malic, el aventurero ibérico (personaje creado por La Fanfarra en 1976, cuya cabeza de cerámica fue modelada por Mariona Masgrau en Copenhague, su cuerpo hecho en Perpiñán, sus hilos puesto en Lisboa por Eugenio Navarro, bautizado en Barcelona por Toni Rumbau, y puesto a andar como protagonista de la obra “Malic en Babilonia”, en noviembre de 1976), llega a una China imperial de fábula dónde tropieza con la historia de Li, una niña recogida y criada por un Dragón de la raza de los buenos.
Después de encontrarse con un viejo moribundo a punto de ser recogido por la Muerte, se dirige a la cueva del dragón para rescatar a Li. Allí debe pasar por unas pruebas que supera con facilidad y consigue que Li vuelva a la sociedad humana. Pero al llegar al palacio del emperador, deberá enfrentarse a las maniobras del malvado Fumanchú, dispuesto a casarse con la Li, y ser así el futuro emperador...
De la antigua versión, Eugenio y Néstor han sacado como 17 veces la palabra Muerte, unas cuantas frases, un par de escenas y el personaje de Agustinet, gran amigo de Malic. Han puesto algunas escenas nuevas, con bailes y momentos para la música. Y es que la música tiene en esta versión un papel destacado: una parte de ella está compuesta ex profeso por Octavi Rumbau (rica y sugerente con sus ondulaciones tímbricas de sutil sonoridad), otra pertenece al folclore chino, y el conjunto está punteado por instrumentos de percusión en directo a cargo de los manipuladores.
Con estos cambios y añadidos, la obra se enriquece para el teatro de sombras, las escenas se suceden con más ritmo, y se consigue mantener la atención del público durante los cincuenta minutos de la función.
Sin embargo, lo mejor del espectáculo es el tono entre irónico y dulcemente poético logrado por los dos titiriteros, tanto a través de las imágenes como de la voz hablada. En este sentido, la obra cobra un relieve de gran categoría, al combinar inteligencia, sensibilidad, humor, sorpresas, ráfagas de intenso lirismo, gags agradecidos, dosis altas de agradecida ingenuidad , y un ritmo humano y musical lleno de sutilezas y momentos mágicos.
Un placer para mi fue redescubrir esta obra que pertenece a la leyenda de la historia de La Fanfarra, con nuevas voces y figuras, que tanto hubiera deleitado a Mariona Masgrau de haberla visto. Los tres la representamos centenares de veces en los años ochenta. Que ahora se represente con participación además de los jóvenes Néstor y Octavi, es un plus añadido de satisfacción personal. Creo que haberle dado nueva vida metidos ya en el siglo XXI constituye un regalo y un lujo para el público de Barcelona, que recupera parte de su memoria teatral sin que le cueste un duro, gracias a la iniciativa de los dos titiriteros residentes de La Puntual: el Maestro Eugenio Navarro y el aprendiz de maestro Néstor Navarro.
Bienvenidos, Benvinguts, Welcome, Bienvenus! Estáis invitados al blog personal de Toni Rumbau: Un retablo de títeres, ópera, música, política, viajes.... Intersecciones. Una ventana abierta al mundo.
jueves, noviembre 29, 2007
lunes, noviembre 19, 2007
Reflexiones playeras
Tuve la suerte ayer de encontrar a los dos futurólogos de la Barceloneta paseando, cómo hacen cada día, por la arena mojada de la playa. Hacía un día espléndido, frío y seco pero muy luminoso. El agua del mar todavía mantiene una temperatura suave, aunque pronto lo perderá ante los rigores del invierno. Me sumé a su marcha inmediatamente, con el cuerpo bien protegido por un par de camisetas, feliz de gozar de su animada compañía, pues tanto sus opiniones como sus predicciones de futuro jamás me han defraudado ni creo que defraudarían al más escéptico e impasible de los paseantes playeros.
Contaba Mercadal las reflexiones que le había producido una discusión mantenida con un sobrino nieto suyo y sus amigos, jóvenes de apenas dieciocho años de edad, con los que tropezó en una visita realizada a su hermana Elisenda.
Decía Mercadal:
- Tengo que confesar que quedé impresionado por sus comentarios. Nosotros que a veces descalificamos a la juventud por su indiferencia...
- Nunca me oirás hablar mal de ella –protestó el zapatero Bastides–, ya sabes que tengo en muy alta estima a los jóvenes, y muy en especial a los jóvenes españoles, sin duda una de las juventudes más preclaras de Europa, aunque no la que más, que sigue siendo la alemana, según he podido advertir en mis indagaciones sobre el tema.
Los escuchaba estupefacto, pues parecía bastante raro que dos viejos de más de setenta años se dedicaran a indagar cuestiones de tanta complejidad sociológica.
- ¿Y por qué te impresionó? –pregunté con ganas a Mercadal.
- Por la sagacidad de sus opiniones. Hablamos del futuro, que ellos veían muy negro. Ya sabes que tanto Bastides como yo somos dos impenitentes optimistas, lo cual no tiene demasiada justificación hoy en día, y si digo que lo somos no es porque seamos tontos, sino porque los dos tenemos visiones del futuro que avalan indirectamente nuestro optimismo.
Hizo una pausa para ver si lo seguía, y prosiguió con el mismo tono entusiasta:
- Lo propio de las personas sensatas y racionales es inclinarse por el pesimismo, como aquellos jóvenes hacían, inspirados por una visión científica del mundo propia de quién se halla en fase de estudios. Pero lo sorprendente fue constatar la profundidad de sus análisis y la razón de sus dudas e inquietudes. Se preguntaban, por ejemplo, hacia dónde deberían dirigir sus ímpetus de rebeldía, cuando ya las generaciones anteriores habían derribado sin contemplación los viejos ídolos y tabús. ¿Dónde estaban las batallas de las vanguardias de hoy en día? De alguna manera, planteaban el vacío de nuestra época, pero sin lamentaciones, pues lo abordaban con el extraño pragmatismo de quién quiere acometer sus deberes históricos con el mínimo desgaste y la máxima eficacia.
- ¡Caramba!... –contesté impresionado por la larga perorata del viejo Mercadal.
- Estos jóvenes llegarán mucho más lejos que nosotros, en su empeño de arreglar las cosas de este mundo –apuntó muy convencido Bastides.– Piensa, Rumbau, que el mundo se encamina hacia procesos cada día de mayor abstracción. Los lenguajes que utilizan los jóvenes, me refiero a estos asuntos del Internet y de los móviles, con la mensajería como tema estelar, son sistemáticamente criticados por los intelectuales de lo viejo, al ver en ellos síntomas de cretinismo cultural y de banalización escalofriante de los contenidos. Lo cual es a todas luces cierto, pero también lo es que la mensajería así simplificada es un paso más hacia la utilización de lenguajes cada vez más abstractos, los cuales son lógicamente más simples y sintéticos, motivo por el que toman esta apariencia de bobería y banalidad. Sin embargo, hay aquí mucho error apreciativo y estratégico, pues la comunicación sintética da alas a la capacidad de abstracción, el mejor ariete contra las barreras diferenciales que separan países, personas y culturas. Propicia la interconexión constante y acumulativa, y eso genera los famosos tejidos sociales que dan alas a las emergencias y, a través de sus nudos de complejidad multidimensional, a la implosión de lo nuevo.
Habló Bastides atrapado por uno de esos arrebatos de inspiración que tanto impresionan a sus escuchantes, yo el primero. Mercadal, entusiasmado por las palabras de su colega en futurología, exclamó:
- ¡Es eso, Bastides, es eso! ¡La multidimensionalidad de los agujeros negros que son los nudos dónde se concentran la información y el cúmulo de los intercambios! ¡Al implosionar, generan mundos nuevos! ¡Es de cajón!
Tras unos minutos de silencio, prosiguió el astrólogo, retomando el hilo de su pensamiento:
- Pero lo que más me sorprendió de mi sobrino nieto fue la convicción sobre la necesidad de alcanzar una conciencia planetaria como única solución de partida para arreglar las cosas de este mundo. Sólo entonces, dijo con un aplomo sorprendente, tendrá sentido defender, proteger y desarrollar lo local y lo concreto, desde la conciencia global que acepta la complejidad y la multidimensionalidad del mundo. Ideas que socavan tanto las tentaciones nacionalistas, excluyentes y aislacionistas, como las globalistas uniformadoras propias del totalitarismo de lo abstracto. ¿Te das cuenta? Jóvenes hablando de conciencia planetaria...
- Eso parece ciencia ficción... –dije muy admirado con el fin de darle ánimos y alimentar su vehemencia verbal.
- ¡Es el futuro que se nos hecha encima, Rumbau! Estos jóvenes, aun sin saberlo, se ejercitan en el lenguaje abstracto que simplifica pero eleva, para desde arriba dilucidar los temas conflictivos. Para ello deberán aprender a proyectarse en el futuro, cuyo suelo es el único válido para sustentarse en la búsqueda de las soluciones. Pues sólo desde el futuro es posible superar el pasado.
Fingí sorpresa ante esta defensa tan irracional del futuro, tema ya conocido del que gustaban mucho hablar. También pensé que tratándose de dos futurólogos, era lógica aquella declaración de principios tan rotunda.
Mercadal, que vio la confusión en mis ojos, intervino para decir:
- Aquí entra el tema mitológico.
- ¿Te refieres a vuestras ideas sobre los mitos actuales, que en vez de sustentarse en el pasado, lo hacen en el futuro?... –dije, informado como estaba de sus ideas al respecto.
- Exacto –contestó Mercadal–, al ser los mitos proyectos de modelos hechos para automodelarnos a partir de ellos...
- ¡Mitos que en vez de ser un regreso a los orígenes, suceden y se arraigan... en el futuro! ¡Inaudito! –exclamé para darle ánimos.
- Tú lo has dicho, ¡inaudito!, pero tan cierto como dos y dos son cuatro. Hablé de ello con mi sobrino y sus amigos, y me miraron algo confusos, pero sin la extrañeza que veo en tus ojos. Pues para ellos, es normal pensar en paradojas, aunque no lo sepan. Viven estos jóvenes rodeados de contradicciones que les superan pero que deben encajar para vivir y seguir avanzando en sus carreras. ¡Y esto es nuevo!, ¿te das cuenta?...
Asentí convencido realmente de que tenían razón, más por el ardor de sus palabras que por la racionalidad de las mismas.
- Todo esto de los ordenadores es pura ejercitación para ir un paso más allá hacia una civilización mental, capaz de superar las etapas primitivas basadas en las emociones, en las pulsiones de atracción y repulsión –añadió Bastides en un tono hermético.
- ¿Una civilización mental? A qué te refieres... –dije afín de sonsacarles más sobre aquel tema.
- Es el lógico colofón de las tendencias actuales –interpuso Mercadal a modo de aclaración.– La gente se queja de la publicidad, por ejemplo, pero deberían comprender que es el síntoma más claro de que estamos entrando en una fase nueva de civilización, en la que las guerras se ganan en las mentes y no en los campos de batalla. Por eso es importante disponer de una cabeza bien puesta y ordenada, si no quiere uno que los vientos publicitarios y la propaganda se te la lleven a la primera de tres, y te conviertas en un esclavo de vulgares magnates sin alma.
- Eso explica que la guerra de Irak se dé por ganada cuando todo indica que está perdida, pues para los estrategas americanos cuenta más el diseño de futuro con victoria incorporada que la realidad de los resistentes atrapados en sus emociones de combate. Éstas ganan sobre el terreno, pero a base de sucumbir en la batalla, pues el único dividendo que sacan es la muerte de sus propios combatientes más la de los civiles obligados a acompañarles al otro barrio. Estas tácticas de guerrilla emocional ganan a corto plazo, pero en el largo, no pueden nada contra las estrategias mentales de los que se dedican a planificar el futuro. Y si Bush tiene dificultades en convencer de la victoria a sus conciudadanos, es porque él mismo vive atrapado por las religiones y el maniqueísmo emocional, de modo que es incapaz de elevarse hacia lo abstracto que permite ver los verdaderos campos de batalla, con sus ganadores y perdedores reales, virtuales todavía, pero verdaderos más tarde.
Habló Bastides de un tirón, mirando el horizonte del mar rizado, de un vivo y brillante color azul. Calló luego, agotado seguramente por el esfuerzo realizado. Mercadal, impresionado por las palabras de su amigo, calló también, y los tres caminamos en silencio por la orilla del mar.
Pensé que la tarde ya no daría más parlamentos de aquel calibre, pero decidí acompañarlos un rato. Los pocos bañistas que había en la playa nos miraban pasar indiferentes. No tardaría el día en plegarse tras esconderse el sol en su lecho de casas. Y aunque un vientecillo fresco empezaba a hacerse notar, seguí caminando junto a mis amigos futurólogos, rumiando como ellos el futuro...
Contaba Mercadal las reflexiones que le había producido una discusión mantenida con un sobrino nieto suyo y sus amigos, jóvenes de apenas dieciocho años de edad, con los que tropezó en una visita realizada a su hermana Elisenda.
Decía Mercadal:
- Tengo que confesar que quedé impresionado por sus comentarios. Nosotros que a veces descalificamos a la juventud por su indiferencia...
- Nunca me oirás hablar mal de ella –protestó el zapatero Bastides–, ya sabes que tengo en muy alta estima a los jóvenes, y muy en especial a los jóvenes españoles, sin duda una de las juventudes más preclaras de Europa, aunque no la que más, que sigue siendo la alemana, según he podido advertir en mis indagaciones sobre el tema.
Los escuchaba estupefacto, pues parecía bastante raro que dos viejos de más de setenta años se dedicaran a indagar cuestiones de tanta complejidad sociológica.
- ¿Y por qué te impresionó? –pregunté con ganas a Mercadal.
- Por la sagacidad de sus opiniones. Hablamos del futuro, que ellos veían muy negro. Ya sabes que tanto Bastides como yo somos dos impenitentes optimistas, lo cual no tiene demasiada justificación hoy en día, y si digo que lo somos no es porque seamos tontos, sino porque los dos tenemos visiones del futuro que avalan indirectamente nuestro optimismo.
Hizo una pausa para ver si lo seguía, y prosiguió con el mismo tono entusiasta:
- Lo propio de las personas sensatas y racionales es inclinarse por el pesimismo, como aquellos jóvenes hacían, inspirados por una visión científica del mundo propia de quién se halla en fase de estudios. Pero lo sorprendente fue constatar la profundidad de sus análisis y la razón de sus dudas e inquietudes. Se preguntaban, por ejemplo, hacia dónde deberían dirigir sus ímpetus de rebeldía, cuando ya las generaciones anteriores habían derribado sin contemplación los viejos ídolos y tabús. ¿Dónde estaban las batallas de las vanguardias de hoy en día? De alguna manera, planteaban el vacío de nuestra época, pero sin lamentaciones, pues lo abordaban con el extraño pragmatismo de quién quiere acometer sus deberes históricos con el mínimo desgaste y la máxima eficacia.
- ¡Caramba!... –contesté impresionado por la larga perorata del viejo Mercadal.
- Estos jóvenes llegarán mucho más lejos que nosotros, en su empeño de arreglar las cosas de este mundo –apuntó muy convencido Bastides.– Piensa, Rumbau, que el mundo se encamina hacia procesos cada día de mayor abstracción. Los lenguajes que utilizan los jóvenes, me refiero a estos asuntos del Internet y de los móviles, con la mensajería como tema estelar, son sistemáticamente criticados por los intelectuales de lo viejo, al ver en ellos síntomas de cretinismo cultural y de banalización escalofriante de los contenidos. Lo cual es a todas luces cierto, pero también lo es que la mensajería así simplificada es un paso más hacia la utilización de lenguajes cada vez más abstractos, los cuales son lógicamente más simples y sintéticos, motivo por el que toman esta apariencia de bobería y banalidad. Sin embargo, hay aquí mucho error apreciativo y estratégico, pues la comunicación sintética da alas a la capacidad de abstracción, el mejor ariete contra las barreras diferenciales que separan países, personas y culturas. Propicia la interconexión constante y acumulativa, y eso genera los famosos tejidos sociales que dan alas a las emergencias y, a través de sus nudos de complejidad multidimensional, a la implosión de lo nuevo.
Habló Bastides atrapado por uno de esos arrebatos de inspiración que tanto impresionan a sus escuchantes, yo el primero. Mercadal, entusiasmado por las palabras de su colega en futurología, exclamó:
- ¡Es eso, Bastides, es eso! ¡La multidimensionalidad de los agujeros negros que son los nudos dónde se concentran la información y el cúmulo de los intercambios! ¡Al implosionar, generan mundos nuevos! ¡Es de cajón!
Tras unos minutos de silencio, prosiguió el astrólogo, retomando el hilo de su pensamiento:
- Pero lo que más me sorprendió de mi sobrino nieto fue la convicción sobre la necesidad de alcanzar una conciencia planetaria como única solución de partida para arreglar las cosas de este mundo. Sólo entonces, dijo con un aplomo sorprendente, tendrá sentido defender, proteger y desarrollar lo local y lo concreto, desde la conciencia global que acepta la complejidad y la multidimensionalidad del mundo. Ideas que socavan tanto las tentaciones nacionalistas, excluyentes y aislacionistas, como las globalistas uniformadoras propias del totalitarismo de lo abstracto. ¿Te das cuenta? Jóvenes hablando de conciencia planetaria...
- Eso parece ciencia ficción... –dije muy admirado con el fin de darle ánimos y alimentar su vehemencia verbal.
- ¡Es el futuro que se nos hecha encima, Rumbau! Estos jóvenes, aun sin saberlo, se ejercitan en el lenguaje abstracto que simplifica pero eleva, para desde arriba dilucidar los temas conflictivos. Para ello deberán aprender a proyectarse en el futuro, cuyo suelo es el único válido para sustentarse en la búsqueda de las soluciones. Pues sólo desde el futuro es posible superar el pasado.
Fingí sorpresa ante esta defensa tan irracional del futuro, tema ya conocido del que gustaban mucho hablar. También pensé que tratándose de dos futurólogos, era lógica aquella declaración de principios tan rotunda.
Mercadal, que vio la confusión en mis ojos, intervino para decir:
- Aquí entra el tema mitológico.
- ¿Te refieres a vuestras ideas sobre los mitos actuales, que en vez de sustentarse en el pasado, lo hacen en el futuro?... –dije, informado como estaba de sus ideas al respecto.
- Exacto –contestó Mercadal–, al ser los mitos proyectos de modelos hechos para automodelarnos a partir de ellos...
- ¡Mitos que en vez de ser un regreso a los orígenes, suceden y se arraigan... en el futuro! ¡Inaudito! –exclamé para darle ánimos.
- Tú lo has dicho, ¡inaudito!, pero tan cierto como dos y dos son cuatro. Hablé de ello con mi sobrino y sus amigos, y me miraron algo confusos, pero sin la extrañeza que veo en tus ojos. Pues para ellos, es normal pensar en paradojas, aunque no lo sepan. Viven estos jóvenes rodeados de contradicciones que les superan pero que deben encajar para vivir y seguir avanzando en sus carreras. ¡Y esto es nuevo!, ¿te das cuenta?...
Asentí convencido realmente de que tenían razón, más por el ardor de sus palabras que por la racionalidad de las mismas.
- Todo esto de los ordenadores es pura ejercitación para ir un paso más allá hacia una civilización mental, capaz de superar las etapas primitivas basadas en las emociones, en las pulsiones de atracción y repulsión –añadió Bastides en un tono hermético.
- ¿Una civilización mental? A qué te refieres... –dije afín de sonsacarles más sobre aquel tema.
- Es el lógico colofón de las tendencias actuales –interpuso Mercadal a modo de aclaración.– La gente se queja de la publicidad, por ejemplo, pero deberían comprender que es el síntoma más claro de que estamos entrando en una fase nueva de civilización, en la que las guerras se ganan en las mentes y no en los campos de batalla. Por eso es importante disponer de una cabeza bien puesta y ordenada, si no quiere uno que los vientos publicitarios y la propaganda se te la lleven a la primera de tres, y te conviertas en un esclavo de vulgares magnates sin alma.
- Eso explica que la guerra de Irak se dé por ganada cuando todo indica que está perdida, pues para los estrategas americanos cuenta más el diseño de futuro con victoria incorporada que la realidad de los resistentes atrapados en sus emociones de combate. Éstas ganan sobre el terreno, pero a base de sucumbir en la batalla, pues el único dividendo que sacan es la muerte de sus propios combatientes más la de los civiles obligados a acompañarles al otro barrio. Estas tácticas de guerrilla emocional ganan a corto plazo, pero en el largo, no pueden nada contra las estrategias mentales de los que se dedican a planificar el futuro. Y si Bush tiene dificultades en convencer de la victoria a sus conciudadanos, es porque él mismo vive atrapado por las religiones y el maniqueísmo emocional, de modo que es incapaz de elevarse hacia lo abstracto que permite ver los verdaderos campos de batalla, con sus ganadores y perdedores reales, virtuales todavía, pero verdaderos más tarde.
Habló Bastides de un tirón, mirando el horizonte del mar rizado, de un vivo y brillante color azul. Calló luego, agotado seguramente por el esfuerzo realizado. Mercadal, impresionado por las palabras de su amigo, calló también, y los tres caminamos en silencio por la orilla del mar.
Pensé que la tarde ya no daría más parlamentos de aquel calibre, pero decidí acompañarlos un rato. Los pocos bañistas que había en la playa nos miraban pasar indiferentes. No tardaría el día en plegarse tras esconderse el sol en su lecho de casas. Y aunque un vientecillo fresco empezaba a hacerse notar, seguí caminando junto a mis amigos futurólogos, rumiando como ellos el futuro...
sábado, noviembre 10, 2007
Novedades en el Festival de Ópera de Bolsillo
El Festival d'Òpera de Butxaca i Noves Creacions avanza en su desarrollo a lo largo del mes de noviembre. Este fin de semana se ha estrenado con gran éxito La Cuzzoni, ópera de Agustí Charles (música) y Marc Rosich (libreto). Esta obra triunfó en su presentación en Alemania, en la ópera de Darmstadt (es una producción alemana de dicha casa operística), y va a reponerse en enero. Igualmente, otras óperas de Alemania están interesadas en programarla, como una joya de pequeño bolsillo, escrita por dos artistas de Barcelona y cantada en ¡catalán!...
La próxima semana, toca en el Liceu, la gran casa de ópera de Barcelona, presentar "Hangman, Hangman!" y "The Town of Greed", del compositor catalán Lleonard Balada, que se representará en el Foyer del Gran Teatre del Liceu. Esta obra es una coproducción del Liceu con la Fundación Caixa de Cataluña y el Festival d'Òpera de Butxaca i Noves Creacions.
Seguirá el estreno de Odola, ópera de Jordi Rossinyol (música) y Albert Mestres (libreto), que se podrá ver en la Sala Beckett de Barcelona. 3 funciones del 22 al 24 de noviembre. La ópera se verá en versión de concierto, a la espera de poder presentar su versión escénica definitiva. Será una primera degustación de la refinada música de Rossinyol y de la inventiva creadora del poeta, dramaturgo y novelista Albert Mestres.
El día 23 de noviembre habrá un único concierto de la conocida y reputada cantante británica Mary Carewe que presentará su Serious Cabaret, un recital de canciones de autores anglosajones la mayoría, acompañada al piano por Philip Mayers.
Y bajará el telón del Festival Tarabàbula, una Performance Musical de Una Ysamat, artista inclasificable, pianista y cantante, que dialoga con su piano y su vida de intérprete en un espectáculo que transita por los mundos interiores, llenos de humor y surrealismo, de la autora.
Para información fresca del Festival, ver la página web del mismo (http://www.festivaloperabutxaca.org/2007/home.php) o bien el Blog del Festival, repleto de interesantes artículos, como las crónicas de Conrado Domínguez, las críticas de Aurora Carreras, entrevistas, reportajes y otras informaciones: (http://fobnc.blogspot.com/)
jueves, noviembre 08, 2007
Cuando el pasado llega del futuro.
Querido bloguero,
abrumado por los compromisos de mis labores organizativas, productoras y creativas, centradas en la temática operística durante esta época del año, me he visto bastante imposibilitado de acudir a mi querido Club Natación Barcelona, del que soy socio. Puede que al lector le parezca trivial este contratiempo, lamentación más bien burguesa y decadente, pero sólo los que han vivido las mieles del citado Club pueden entender lo que digo.
Finalmente, este domingo pude escaparme bastante temprano por la mañana, que es cuando mejor se está. Además, es a horas tempranas cuando mis buenos amigos Bastides y Mercadal suelen pasear por la playa los días de fiesta. Me refiero a los dos futurólogos de la Barceloneta que en anteriores ocasiones he citado en este blog. Me cambié en el Club y salí disparado hacia la playa. Los encontré cuando se iban acercando con su paso lento y meditabundo hacia dónde termina la arena, lugar en el que se está construyendo en la actualidad un hotel de dimensiones por lo visto descomunales.
Nos saludamos, y en seguida vi que estaban hablando de política. Me alegré de ello, pues por lo general sus opiniones suelen revestir perfiles curiosos y por lo general bastante acertados.
- Estábamos comentando, Rumbau -entre nosotros, nos llamamos siempre por el apellido y de tú, aunque ellos sean bastante mayores que yo–, el drama éste de Cercanías, que por lo visto han colapsado después de estar durante años algo así como en abandono.
Se refería Mercadal a la catastrófica situación de los trenes comarcales que parten de Barcelona, llamados De Cercanías, que ha culminado estos últimos días en un parón total y absoluto, de modo que las autoridades han tenido que substituir los trenes por autobuses y barcos, aunque este último extremo ha sido por lo visto descartado.
- ¡Sí, un drama absoluto, sobretodo para los pobres usuarios que lo usan cada día! –dije yo, impresionado aún por las noticias al respecto leídas por la mañana en la prensa.
- Un drama, sí –puntualizó Mercadal–, pero drama relativo, al fin y al cabo.
- ¿A qué te refieres? –le pregunté sorprendido por aquellos deseos de desdramatizar algo tan explosivo.
- Pues que no hay para tanto. Veamos, entra dentro la lógica de las cosas de este mundo. Lo que se hace viejo, se estropea, y si no se cambia a tiempo, al fallar causa problemas que deben solventarse simplemente renovando lo que ya no sirve. Tal es la situación. No comprendo este rasgarse las vestiduras de unos y otros. Se les hizo viejo el tren y el sistema de vías, no lo vieron a tiempo, pues a arreglarlo. Creo que éso es lo que están haciendo ahora. El problema sería que no quisieran arreglarlo, o que lo solventaran con chapuzas. Entonces sí que sería un drama. Pero si están en ello y tan sólo es una cuestión de tiempo, pues paciencia y a pensar en otras cosas.
- Tú lo dices, Mercadal, porque ya estás jubilado, vives aquí al lado y jamás tomas un tren.
- No lo niego, pero no deja de sorprenderme esta exigencia casi sagrada de que la ciudad funcione sin tacha alguna. ¡Esto es imposible! Siempre debe haber un tiempo para las reparaciones, los cambios y la renovación de los utensilios. Pasa con las casas, con las calles, las aceras, el mismo Club tuyo que siempre está en obras...
Intervino Bastides que escuchaba con atención:
- Lo que Mercadal quiere decir es que nos hemos subido de tal modo al tiempo, que ya no concebimos momentos de parón ni retraso alguno. Y lo comprendo en parte, pues bien cierto es que tenemos prisa, pero la gente confunde la prisa de las épocas por la prisa absurda del día a día, que sólo consigue volvernos locos y cargarnos de ansiedad.
- ¿Qué quieres decir con las prisas de la época? –le pregunté, consciente de que había tocado algún filón de los que gustaba desarrollar el futurólogo de la Barceloneta.
- Tenemos prisa, Rumbau, pero no en llegar temprano al trabajo –allá cada uno con sus manías y necesidades– sino en salir lo antes posible de este atolladero de la sinrazón en la que nos hallamos metidos. Fíjate que los tiempos se han acelerado últimamente a marchas forzadas, y eso es bueno, pero todavía no están las direcciones claras, y en vez de conducirnos por líneas de creación, en consonancia con la esencia del tiempo, lo que hacemos es marearnos con circunvalaciones absurdas que no llevan a ninguna parte. Si hay averías, que se arreglen rápido, pero que dejen de marear la perdiz repitiendo lo mismo día tras día o creando dramas dónde no los hay. A eso me refería, ¿entiendes?
- Sí, lo comprendo, pero insisto en que para las personas normales que van a trabajar cada día, las prisas de la época les importan un pepino, mientras que las del momento son las que importan de verdad.
- Y tienes razón –apostilló Mercadal en defensa de su amigo–, y eso es debido a que la mayoría de la gente vive tan amorrada a la dura realidad, que es incapaz de abstraerse y observar las cosas desde una mínima altura y distancia. Pero aún así, puedo asegurarte que estos parones y averías son más útiles de lo que parecen: de entrada, sirven para que la gente normal aprenda a distanciarse del problema en si y lo sitúe en su justo lugar. Lástima que los políticos, con sus prisas electorales y sus fobias mutuas, lo aprovechen para tirarse los trastos. Su labor no es otra que distraer a los usuarios afectados, llamarles la atención para que no puedan distanciarse y entender el orden de las cosas. En vez de ser los motores del tiempo sano y creativo, los políticos y sus partidos son, hoy en día, palos en las ruedas del tiempo. Por eso hay que desdramatizar el tema, para no dejarse llevar por estas ansias absurdas de prisas irracionales, pues lo que es evidente es que arreglar Cercanías lleva su tiempo y no se hace de un día para otro, ¿verdad?
- ¡Tienes razón, Mercadal! –dijo un Bastides excitado por las palabras de su amigo astrólogo–, mejor harían las personas en dirigirse ya de una vez y sin cortapisas hacia el futuro, que es hacia dónde debemos mirar si no queremos quedarnos para siempre paralizados en la catástrofe. Sólo el futuro nos puede salvar, pues el pasado es un campo de minas, y el presente, un campo de batalla.
- ¡Pero cómo queréis avanzar sin tener en cuenta el pasado! –les digo yo algo escandalizado.
- ¡No nos olvidamos del Pasado –responde Bastides enigmático–, sino que ésste nos llega a través del futuro. Es lo que nosotros llamamos la gran inversión. El pasado debe ser conocido y debemos aceptarlo, pero sólo cuando nos llega desde el futuro: entonces aparece vivo, dinámico, capaz de provocar reacciones creativas, mientras que si nos llega del pasado, lo hace muerto, y al estar muerto, sólo produce rencores, discusiones sin fin, nostalgias insalvables y enquistaciones emocionales de difícil superación.
- ¡Exacto, Bastides! –dijo aún más entusiasmado Mercadal. Y dirigiéndose a mi, añadió:– Sabes, Rumbau, éste es uno de nuestros descubrimientos más importantes. En un futuro próximo, mirar hacia atrás estará prohibido. Eso no significa que deberá olvidarse todo, no, muy al revés, la memoria y la historia estarán en su máximo apogeo, pero en vez de llegarnos desde el pasado, lo harán desde el futuro. Ésta es la diferencia. Para que me entiendas, tiene que ver con la mitología. Ya sabes que los mitos siempre han sido patrones de repetición de hechos del pasado que nos remiten a los orígenes del grupo, del país, de la especie, etc. Pues bien, los mitos, hoy, lo son de futuro. Lo que funda las sociedades ya no está en el pasado sino en el futuro. ¡Radical diferencia! Mira la publicidad, las empresas, las marcas, los nuevos dioses del mundo... ¿Acaso no son proyectos de emprendedores que los postulan como operaciones de futuro? Cuando se hacen viejos, se acaban como mitos y son substituídos por otros nuevos, recién inventados. Las mitologías del presente son proyectos abstractos que cada uno se inventa para vivir en ellos el futuro. Y es desde este futuro ordenado según nuestros mitos particulares que nos llega el pasado, la memoria, nuestros muertos. Y fíjate bien en lo que te digo, gracias a esta inversión, los muertos nos llegan al presente desde el pasado a través del futuro “¡vivos”!, mientras que si vienen del pasado, lógicamente lo harían “muertos”...
Me quedé de piedra al escuchar aquellos argumentos extravagantes y casi diría que disparatados del ex-doctor astrólogo, siempre tan entusiasta en sus descubrimientos.
- Pero, pero... –quise decir a modo de protesta...
- No hay pero que valga, Rumbau. Las cosas son así aunque no le guste a todo el mundo. Tenemos motivos sobrados para afirmarlo.
- ¿A qué te refieres? –pregunté, esperanzado de arrancarles alguna confidencia del género de las jugosas.
- Hoy no toca, como diría nuestro emérito President Pujol. Pero un día te contaremos la Intercronomaquía...
- ¿La qué...? –pregunté sorprendido por aquellos atisbos de locura.
- Hoy no toca. Pero es evidente que tarde o temprano tendrás que conocer lo que sucedió en julio del 2005 en plena ciudad de Barcelona.
- ¿Y qué ocurrió entonces?
- Una importante reunión de muertos llegados del futuro. Pero ya basta por hoy. Volvamos sobre nuestros pasos, que se está haciendo tarde y es hora de desayunar...
No hubo manera de sonsacarle más sobre este tema tan misterioso. Les acompañé comentando los últimos partidos del Barça, a los que mis labores operísticas me habían alejado y, al llegar a la escultura dedicada al Quart de Casa, dónde cuatro cubos metálicos se superponen uno encima del otro, les dejé continuar su paseo. Regresé yo al Club y ocupé una tumbona junto a la piscina de agua fría procedente del mar. Tras cerrar los ojos, echado bajo un irradiante sol otoñal, dejé que las palabras de mis amigos futurólogos siguieran jugueteando en mi imaginación.
abrumado por los compromisos de mis labores organizativas, productoras y creativas, centradas en la temática operística durante esta época del año, me he visto bastante imposibilitado de acudir a mi querido Club Natación Barcelona, del que soy socio. Puede que al lector le parezca trivial este contratiempo, lamentación más bien burguesa y decadente, pero sólo los que han vivido las mieles del citado Club pueden entender lo que digo.
Finalmente, este domingo pude escaparme bastante temprano por la mañana, que es cuando mejor se está. Además, es a horas tempranas cuando mis buenos amigos Bastides y Mercadal suelen pasear por la playa los días de fiesta. Me refiero a los dos futurólogos de la Barceloneta que en anteriores ocasiones he citado en este blog. Me cambié en el Club y salí disparado hacia la playa. Los encontré cuando se iban acercando con su paso lento y meditabundo hacia dónde termina la arena, lugar en el que se está construyendo en la actualidad un hotel de dimensiones por lo visto descomunales.
Nos saludamos, y en seguida vi que estaban hablando de política. Me alegré de ello, pues por lo general sus opiniones suelen revestir perfiles curiosos y por lo general bastante acertados.
- Estábamos comentando, Rumbau -entre nosotros, nos llamamos siempre por el apellido y de tú, aunque ellos sean bastante mayores que yo–, el drama éste de Cercanías, que por lo visto han colapsado después de estar durante años algo así como en abandono.
Se refería Mercadal a la catastrófica situación de los trenes comarcales que parten de Barcelona, llamados De Cercanías, que ha culminado estos últimos días en un parón total y absoluto, de modo que las autoridades han tenido que substituir los trenes por autobuses y barcos, aunque este último extremo ha sido por lo visto descartado.
- ¡Sí, un drama absoluto, sobretodo para los pobres usuarios que lo usan cada día! –dije yo, impresionado aún por las noticias al respecto leídas por la mañana en la prensa.
- Un drama, sí –puntualizó Mercadal–, pero drama relativo, al fin y al cabo.
- ¿A qué te refieres? –le pregunté sorprendido por aquellos deseos de desdramatizar algo tan explosivo.
- Pues que no hay para tanto. Veamos, entra dentro la lógica de las cosas de este mundo. Lo que se hace viejo, se estropea, y si no se cambia a tiempo, al fallar causa problemas que deben solventarse simplemente renovando lo que ya no sirve. Tal es la situación. No comprendo este rasgarse las vestiduras de unos y otros. Se les hizo viejo el tren y el sistema de vías, no lo vieron a tiempo, pues a arreglarlo. Creo que éso es lo que están haciendo ahora. El problema sería que no quisieran arreglarlo, o que lo solventaran con chapuzas. Entonces sí que sería un drama. Pero si están en ello y tan sólo es una cuestión de tiempo, pues paciencia y a pensar en otras cosas.
- Tú lo dices, Mercadal, porque ya estás jubilado, vives aquí al lado y jamás tomas un tren.
- No lo niego, pero no deja de sorprenderme esta exigencia casi sagrada de que la ciudad funcione sin tacha alguna. ¡Esto es imposible! Siempre debe haber un tiempo para las reparaciones, los cambios y la renovación de los utensilios. Pasa con las casas, con las calles, las aceras, el mismo Club tuyo que siempre está en obras...
Intervino Bastides que escuchaba con atención:
- Lo que Mercadal quiere decir es que nos hemos subido de tal modo al tiempo, que ya no concebimos momentos de parón ni retraso alguno. Y lo comprendo en parte, pues bien cierto es que tenemos prisa, pero la gente confunde la prisa de las épocas por la prisa absurda del día a día, que sólo consigue volvernos locos y cargarnos de ansiedad.
- ¿Qué quieres decir con las prisas de la época? –le pregunté, consciente de que había tocado algún filón de los que gustaba desarrollar el futurólogo de la Barceloneta.
- Tenemos prisa, Rumbau, pero no en llegar temprano al trabajo –allá cada uno con sus manías y necesidades– sino en salir lo antes posible de este atolladero de la sinrazón en la que nos hallamos metidos. Fíjate que los tiempos se han acelerado últimamente a marchas forzadas, y eso es bueno, pero todavía no están las direcciones claras, y en vez de conducirnos por líneas de creación, en consonancia con la esencia del tiempo, lo que hacemos es marearnos con circunvalaciones absurdas que no llevan a ninguna parte. Si hay averías, que se arreglen rápido, pero que dejen de marear la perdiz repitiendo lo mismo día tras día o creando dramas dónde no los hay. A eso me refería, ¿entiendes?
- Sí, lo comprendo, pero insisto en que para las personas normales que van a trabajar cada día, las prisas de la época les importan un pepino, mientras que las del momento son las que importan de verdad.
- Y tienes razón –apostilló Mercadal en defensa de su amigo–, y eso es debido a que la mayoría de la gente vive tan amorrada a la dura realidad, que es incapaz de abstraerse y observar las cosas desde una mínima altura y distancia. Pero aún así, puedo asegurarte que estos parones y averías son más útiles de lo que parecen: de entrada, sirven para que la gente normal aprenda a distanciarse del problema en si y lo sitúe en su justo lugar. Lástima que los políticos, con sus prisas electorales y sus fobias mutuas, lo aprovechen para tirarse los trastos. Su labor no es otra que distraer a los usuarios afectados, llamarles la atención para que no puedan distanciarse y entender el orden de las cosas. En vez de ser los motores del tiempo sano y creativo, los políticos y sus partidos son, hoy en día, palos en las ruedas del tiempo. Por eso hay que desdramatizar el tema, para no dejarse llevar por estas ansias absurdas de prisas irracionales, pues lo que es evidente es que arreglar Cercanías lleva su tiempo y no se hace de un día para otro, ¿verdad?
- ¡Tienes razón, Mercadal! –dijo un Bastides excitado por las palabras de su amigo astrólogo–, mejor harían las personas en dirigirse ya de una vez y sin cortapisas hacia el futuro, que es hacia dónde debemos mirar si no queremos quedarnos para siempre paralizados en la catástrofe. Sólo el futuro nos puede salvar, pues el pasado es un campo de minas, y el presente, un campo de batalla.
- ¡Pero cómo queréis avanzar sin tener en cuenta el pasado! –les digo yo algo escandalizado.
- ¡No nos olvidamos del Pasado –responde Bastides enigmático–, sino que ésste nos llega a través del futuro. Es lo que nosotros llamamos la gran inversión. El pasado debe ser conocido y debemos aceptarlo, pero sólo cuando nos llega desde el futuro: entonces aparece vivo, dinámico, capaz de provocar reacciones creativas, mientras que si nos llega del pasado, lo hace muerto, y al estar muerto, sólo produce rencores, discusiones sin fin, nostalgias insalvables y enquistaciones emocionales de difícil superación.
- ¡Exacto, Bastides! –dijo aún más entusiasmado Mercadal. Y dirigiéndose a mi, añadió:– Sabes, Rumbau, éste es uno de nuestros descubrimientos más importantes. En un futuro próximo, mirar hacia atrás estará prohibido. Eso no significa que deberá olvidarse todo, no, muy al revés, la memoria y la historia estarán en su máximo apogeo, pero en vez de llegarnos desde el pasado, lo harán desde el futuro. Ésta es la diferencia. Para que me entiendas, tiene que ver con la mitología. Ya sabes que los mitos siempre han sido patrones de repetición de hechos del pasado que nos remiten a los orígenes del grupo, del país, de la especie, etc. Pues bien, los mitos, hoy, lo son de futuro. Lo que funda las sociedades ya no está en el pasado sino en el futuro. ¡Radical diferencia! Mira la publicidad, las empresas, las marcas, los nuevos dioses del mundo... ¿Acaso no son proyectos de emprendedores que los postulan como operaciones de futuro? Cuando se hacen viejos, se acaban como mitos y son substituídos por otros nuevos, recién inventados. Las mitologías del presente son proyectos abstractos que cada uno se inventa para vivir en ellos el futuro. Y es desde este futuro ordenado según nuestros mitos particulares que nos llega el pasado, la memoria, nuestros muertos. Y fíjate bien en lo que te digo, gracias a esta inversión, los muertos nos llegan al presente desde el pasado a través del futuro “¡vivos”!, mientras que si vienen del pasado, lógicamente lo harían “muertos”...
Me quedé de piedra al escuchar aquellos argumentos extravagantes y casi diría que disparatados del ex-doctor astrólogo, siempre tan entusiasta en sus descubrimientos.
- Pero, pero... –quise decir a modo de protesta...
- No hay pero que valga, Rumbau. Las cosas son así aunque no le guste a todo el mundo. Tenemos motivos sobrados para afirmarlo.
- ¿A qué te refieres? –pregunté, esperanzado de arrancarles alguna confidencia del género de las jugosas.
- Hoy no toca, como diría nuestro emérito President Pujol. Pero un día te contaremos la Intercronomaquía...
- ¿La qué...? –pregunté sorprendido por aquellos atisbos de locura.
- Hoy no toca. Pero es evidente que tarde o temprano tendrás que conocer lo que sucedió en julio del 2005 en plena ciudad de Barcelona.
- ¿Y qué ocurrió entonces?
- Una importante reunión de muertos llegados del futuro. Pero ya basta por hoy. Volvamos sobre nuestros pasos, que se está haciendo tarde y es hora de desayunar...
No hubo manera de sonsacarle más sobre este tema tan misterioso. Les acompañé comentando los últimos partidos del Barça, a los que mis labores operísticas me habían alejado y, al llegar a la escultura dedicada al Quart de Casa, dónde cuatro cubos metálicos se superponen uno encima del otro, les dejé continuar su paseo. Regresé yo al Club y ocupé una tumbona junto a la piscina de agua fría procedente del mar. Tras cerrar los ojos, echado bajo un irradiante sol otoñal, dejé que las palabras de mis amigos futurólogos siguieran jugueteando en mi imaginación.
miércoles, noviembre 07, 2007
Noticias frescas sobre el Taller de Pepe Otal
Finalmente, parece que las cosas se han ido aclarando respecto al tema de qué pasará con el legado de Pepe Otal, fallecido el mes de agosto, y su taller.
Tras una reunión mantenida con los responsables del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB), organización dependiente del Ayuntamiento de la ciudad, Jordi Martí y Rosa Mac mostraron su beneplácito e interés en encontrar la manera de conservar la obra del tiriritero fallecido así como el taller de la calle Guàrdia, afín de mantener sus actividades docentes, teatrales y poético-culturales. Mostraron la necesidad de que hubiera una entidad legalmente instituída al frente del proyecto, capaz de gestionarlo, pedir subvenciones, etc, y se vio la conveniencia de que esta entidad fuera una fundación, puesto que existe un legado artístico importante para establecerse como patrimonio de la misma.
Tras este primer encuentro, y tras visitar el local los responsables del Ayuntamiento y confirmar lo dicho en la reunión anterior, se decidió en una reunión celebrada este lunes 5 de noviembre, en el Café de la Ópera de Barcelona, crear una comisión ejecutora encargada de redactar los estatutos, definir los propósitos de la entidad y llevar a cabo las tareas operativas del proyecto.
Esta comisión está formada por las siguientes personas: Jordi Bertrán, Jordi Vizcaíno, Carles Codina “Litus”, Maria Llinàs, Paula López, Jordi Pinar e Irma Borges. De éstas, serán las más propiamente ejecutoras Carles Codina “Litus”, Paula López e Irma Borges, con la ayuda de Jordi Vizcaíno y Jordi Bertrán. Colaborará en la redacción de los estautos Xavier Gimeno, conocedor de esta temática. Una vez redactados los estatutos de la futura entidad, se pedirá una entrevista al ICUB para presentarlos y establecer líneas concretas de actuación.
En paralelo a esta comisión, hace días que un grupo de amigos y allegados a Pepe está realizando la ingente tarea de inventariar todas sus marionetas, cuadros, artefactos, libros, dibujos, carteles… Son Pep Gómez, Luis Fellini, Antonio el Farero y Lucas. Existe ya, por lo visto, una base de datos con el nombre de cada títere y objeto, con fotografía de la misma, descripción, etc. Este grupo trabajará en íntima conexión con la comisión ejecutora afín de redondear el proyecto.
El tema parece pues encauzado, con un equipo joven al frente, ilusionado y comprometido en la labor. El hasta ahora llamado Consejo de Ancianos, formado por Carles Canyelles, Jordi Bertrán (que también está en la comisión, al ser el encargado de los talleres), Pep Gómez, el poeta David Castillo, el fotógrafo Jesús Atienza, yo mismo, más otros que me dejo, seguirá orbitando alrededor del proyecto, sin inmiscuirse en las labores ejecutoras, ajeno pues a la Fundación, pero apoyando a la misma y sosteniendo el espíritu abierto, creativo, interdisciplinar y libertario de Pepe Otal.
Tras una reunión mantenida con los responsables del Instituto de Cultura de Barcelona (ICUB), organización dependiente del Ayuntamiento de la ciudad, Jordi Martí y Rosa Mac mostraron su beneplácito e interés en encontrar la manera de conservar la obra del tiriritero fallecido así como el taller de la calle Guàrdia, afín de mantener sus actividades docentes, teatrales y poético-culturales. Mostraron la necesidad de que hubiera una entidad legalmente instituída al frente del proyecto, capaz de gestionarlo, pedir subvenciones, etc, y se vio la conveniencia de que esta entidad fuera una fundación, puesto que existe un legado artístico importante para establecerse como patrimonio de la misma.
Tras este primer encuentro, y tras visitar el local los responsables del Ayuntamiento y confirmar lo dicho en la reunión anterior, se decidió en una reunión celebrada este lunes 5 de noviembre, en el Café de la Ópera de Barcelona, crear una comisión ejecutora encargada de redactar los estatutos, definir los propósitos de la entidad y llevar a cabo las tareas operativas del proyecto.
Esta comisión está formada por las siguientes personas: Jordi Bertrán, Jordi Vizcaíno, Carles Codina “Litus”, Maria Llinàs, Paula López, Jordi Pinar e Irma Borges. De éstas, serán las más propiamente ejecutoras Carles Codina “Litus”, Paula López e Irma Borges, con la ayuda de Jordi Vizcaíno y Jordi Bertrán. Colaborará en la redacción de los estautos Xavier Gimeno, conocedor de esta temática. Una vez redactados los estatutos de la futura entidad, se pedirá una entrevista al ICUB para presentarlos y establecer líneas concretas de actuación.
En paralelo a esta comisión, hace días que un grupo de amigos y allegados a Pepe está realizando la ingente tarea de inventariar todas sus marionetas, cuadros, artefactos, libros, dibujos, carteles… Son Pep Gómez, Luis Fellini, Antonio el Farero y Lucas. Existe ya, por lo visto, una base de datos con el nombre de cada títere y objeto, con fotografía de la misma, descripción, etc. Este grupo trabajará en íntima conexión con la comisión ejecutora afín de redondear el proyecto.
El tema parece pues encauzado, con un equipo joven al frente, ilusionado y comprometido en la labor. El hasta ahora llamado Consejo de Ancianos, formado por Carles Canyelles, Jordi Bertrán (que también está en la comisión, al ser el encargado de los talleres), Pep Gómez, el poeta David Castillo, el fotógrafo Jesús Atienza, yo mismo, más otros que me dejo, seguirá orbitando alrededor del proyecto, sin inmiscuirse en las labores ejecutoras, ajeno pues a la Fundación, pero apoyando a la misma y sosteniendo el espíritu abierto, creativo, interdisciplinar y libertario de Pepe Otal.
Respecto al nombre que tomará la entidad, yo propongo Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal, denominación que conjunta el carácter práctico y pedagógico con el museístico, al relacionar la Fundación con el local utilizado por Pepe en los últimos quince o veinte años. De todos modos, esta cuestión será decidida en su momento por los interesados en sus propias deliberaciones. Esperamos igualmente que pronto las noticias nos lleguen directamente de la Fundación.
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