Comí el otro día con mis amigos futurólogos –el temporal sufrido en las costas de Barcelona los ha apartado momentáneamente de la playa- y los vi absortos en los sucesos de Palestina. Normal, me dije, sabiendo como sé que el tema de Oriente Medio es uno de los que más han tratado estos dos adivinos del futuro.
- Ya lo decíamos hace tiempo, Israel lo tiene peliagudo.
- ¡Pero si son ellos los que atacan! ¡Yo más bien diría que son los palestinos los que lo tienen peliagudo! –exclamo.
- En el corto plazo, por supuesto. Pero nosotros vamos más allá, y el futuro lo tienen mal. Se trata de una obviedad que sorprende y extraña, en un pueblo tan inteligente como es el judío.
- Insisto en que la fuerza está de su parte.
- ¿Y quién lo duda? Pero la fuerza no es lo que importa aquí. Están minando su relato. De ser los perseguidos, se han convertido en los perseguidores. Esto no casa con su mito. En cambio, los palestinos cada vez tienen su historia más asegurada. Sus muertos son las semillas de los mitos que les acabarán dando la victoria. Y que eso no lo comprendan los israelitas, que han vivido durante miles de años sostenidos por mitos, es de lo más extraño.
Les pregunto que aclaren más este punto, algo oscuro según mi parecer.
- El mito del Judío Errante y de
- ¿Así que piensas que lo que en realidad quieren los israelitas es ser expulsados?... Me parece un poco exagerado.
- Hombre, no lo confesarán porque no lo saben. Pero si preguntas a los que entienden de estas cosas, verás como no lo dudan ni un momento. Y los palestinos, aunque tampoco lo saben, en realidad lo intuyen y por eso se dejan matar: no importa el número de muertos, al final acabarán ganando.
- Pero el presente lo tienen muy negro…
- ¿Que son veinte, treinta o cincuenta años en la historia de estos pueblos? Cuando se entra en episodios de guerra fratricida y total, el tiempo deja de importar, se contrae y fíjate en lo que te digo, lo nuevo e inesperado puede surgir cuando menos uno se lo espera. La lógica de la guerra ya no es la que era antes, cuando había una cierta racionalidad lineal en las batallas y los planteamientos estratégicos. Ahora se ataca por motivos raros e insólitos, sin estrategia alguna, por ejemplo para ganar unas elecciones, o mantener ciertos poderes de compra, o para satisfacer delirios inexplicables. Y la dinámica militarista, con sus poderosos efectos de destrucción masiva, explota por todas partes, especialmente por dónde menos te lo esperas. Aquí pueden surgir muchas paradojas y, en este escenario tan condicionado por la globalización del mundo, los resultados pueden ser muy sorprendentes.
Mercadal, que hasta el momento no había intervenido, tomó raudo la palabra para comentar lo siguiente:
- Lo que Bastides quiere decir es que las apariencias engañan y que las victorias de las modernas guerras cada vez son más pírricas. Mira cómo fue lo de Irak, o cómo está yendo lo de Afganistán, cada día más negro. El tema es que en estas batallas los militares no saben muy bien lo que están haciendo. Preparados para matar y destruir con extraordinaria sofisticación, algo que los americanos saben hacer muy bien, son incapaces en cambio de controlar el territorio, que se les escapa porque jamás supieron verlo como lo que es: un lugar dónde viven personas normales y corrientes. Para esos guerreros modernos, cualquier terreno es un campo de batalla, un escenario de operaciones, como lo llaman ahora, y los civiles que hay por allí sobran o son el cojín indispensable de las guerrillas a las que combaten. Metidos en este delirio tecnológico totalmente analfabeto, es lógico que tropiecen con la realidad una y otra vez.
- En eso tienes razón… -le digo, sorprendido de la fineza del doctor retirado.
- Volviendo a Israel, sorprende que el ejército de este país haya caído en el mismo delirio de los americanos. Se entiende porque son aliados y les compran las armas con sus correspondientes manuales de funcionamiento, pero extraña que traten el territorio con la misma desidia que los americanos han hecho gala en sus hazañas bélicas. Sobretodo porque Israel es un país pequeño y al fin y al cabo no hacen más que compartir suelo con los palestinos. Todo eso del muro y de las humillaciones diarias que infringen a los palestinos es de lo más extraño. Y si ahora le suman matanzas descomunales, la cosa irá a peor. Sabes, lo que les puede pasar a los israelitas es que de tanto atacar y bombardear el suelo palestino, acaben convirtiéndolo en extranjero para ellos mismos. ¿Cómo pueden matar en su propia tierra? Jamás podrían vivir sobre un suelo tan empapado de sangre…
- Bueno, eso es lo que hacen los colonos que se instalan día sí y día también en sus territorios…
- Sí, pero rodeados de alambradas, en constante estado de excepción. Los palestinos no son como los indios Apache, que pueden ser reducidos a campamentos testimoniales. Por de pronto, se multiplican a velocidades muy superiores a las de sus enemigos. Y pertenecen al mundo árabe, que es grande y ocupa toda la región. Este empecinamiento militarista de Israel no tiene futuro alguno: o paran y se toman en serio la convivencia con los palestinos, o acabarán de patitas en el mar, expulsados por sus propios errores y ondas bélicas.
- Veo difícil que alguien los pueda parar ahora…
- Todavía no hemos visto nada de las crisis que están por llegar. Las líneas estratégicas del mundo cambiarán sin duda los próximos años, y lo que ahora todo el mundo acepta como un dogma – el mantenimiento de Israel caiga quién caiga– podría dejar de serlo en otras circunstancias. Entonces, si no espabilan, podría ser demasiado tarde para ellos…
Los dejé impresionado por sus enigmáticas palabras, mientras en las televisiones del mundo resuenan los siniestros bombardeos de los aviones israelitas.