Bienvenidos, Benvinguts, Welcome, Bienvenus! Estáis invitados al blog personal de Toni Rumbau: Un retablo de títeres, ópera, música, política, viajes.... Intersecciones. Una ventana abierta al mundo.
miércoles, mayo 31, 2006
COLOQUIO SOBRE “MÁSCARAS Y SOMBRAS” EN ESTAMBUL.
Con el largo título de “La Europa de los espectáculos: transformaciones de la máscara cómica del teatro antiguo al teatro de sombras”, se ha celebrado del 25 al 27 de mayo en Estambul un encuentro organizado por el Instituto Francés de Estudios Anatolienses (IFEA) en el que he tenido el gusto de participar, gracias a la colaboración del Instituto Cervantes de Estambul, que ha sufragado los gastos de mi viaje. Los artífices y organizadores del evento fueron Pierre Chuvin (director del IFEA) y Sophie Basch (del Institut Universitaire de France y profesora de la Universidad de Poitiers).
El encuentro se ha realizado en dos lugares distintos: el primer día, en la sala noble del viejo y mítico Hotel Pera Palas (famoso por haber acogido a importantes escritores y periodistas durante los felices años en que circulaba aun el Orient Exprés) y los dos días siguientes en el salón de actos del no menos elegante Museo de Pera.
El encuentro ha tenido un carácter básicamente académico, con pocas intervenciones de personas procedentes del mundo teatral propiamente dicho. El largo título escondía a un protagonista claro: Karakoz, el teatro de sombras turco. Así lo indicaba el cartel del simposio, con dos imágenes pertenecientes a una máscara griega y la silueta de Karakoz respectivamente. Sin embargo, las ponencias abarcaron un amplio abanico temático, lo que dio al coloquio un interés ameno y variopinto, capaz de satisfacer el apetito cognoscitivo del más exigente de los comensales.
Desde luego, no voy a detallar las distintas intervenciones, en número de unas treinta (los interesados en el programa pueden consultar en http://www.ifea-istanbul.net/ ) pero sí me gustaría, en esta pequeña crónica del evento, destacar algunas de las que más llamaron mi atención.
El primer día se centró en el tema de la máscara, primero en el teatro clásico y luego en la Comedia del Arte. Tras varios análisis de un gran interés y conocimiento a cargo de varios especialistas en la materia, la mañana acabó con la intervención del ya clásico actor italiano Ferrucio Soleri, quién explicó con impactante y efectiva sencillez su visión de Arlequino. Todo un lujo conocer por boca de uno de sus últimos y más brillantes practicantes, la historia y la evolución de este segundo Zanni llamado Arlequino (el criado típico de la Comedia del Arte), gran escuchador y recibidor de palos, motivo por el que su ropa, en un principio también blanca (la utilizada por los Zanni, por ser la tela más barata, según nos iba contando con humor el señor Soleri), se va llenando de remiendos, hasta que, en su presentación más tardía y elaborada, se estiliza en el conocido traje de rombos de muchos colores por el que se le conoce. Ferrucio Soleri nos iluminó igualmente sobre el origen de Pantalone, que representa al rico veneciano por excelencia (de ahí su nonbre: el que “planta al León”, símbolo de Venecia), así como de los demás personajes de la Comedia del Arte.
Interesante fue la intervención de François Moureau (Universidad Paris IV), quién nos habló de una ópera de marionetas que se representó en el Théâtre du Marais, en la época de Louis XIV, llamada “L’Opéra des Bamboches”, representada con grandes maquinarias teatrales, y de la que se conocen dos de los libretos utilizados.
Sylvie Humbert-Mougin, de la Universidad de Tours, nos habló de la singularidad del periodista y erudito Charles Magnin (1793-1862), quién publicó en 1838 su libro “Histoire des Origines des Théâtres” dónde por vez primera se da importancia a las hasta entonces consideradas artes menores del teatro: el mimo, la máscara, el teatro de títeres... Este interés por los orígenes no ortodoxos del drama, le lleva a publicar un segundo libro en 1852 titulado “Histoire des Marionnettes en Europe”, un clásico para los amantes del género: a pesar de los años transcurridos desde su aparición, sigue guardando el frescor de los libros que abren nuevos horizontes, perspectivas y campos de estudio.
Mucho impacto e interés tuvo la intervención del profesor François Georgeon, del EHESS de París, titulada “La risa, del Imperio Otomano a la República Turca”, dónde explicó con profusión de detalles e imágenes proyectadas la evolución del humor en Turquía. Primero, el caleidoscopio cultural del Imperio otomano, en el que el humor era el efecto saludable del encuentro y la convivencia de la diversidad de lenguas, colores, acentos, razas, culturas y religiones. Luego, tras la proclamación de la República turca, el humor basado en la burla hacia todo lo que tenía que ver con el Imperio (el maltrato a las mujeres, las risas groseras de las distracciones tradicionales, los viejos trajes fantasiosos...). Este cambio explica que el teatro de sombras del Karakoz cayera pronto en desgracia, al ser un tipo de humor basado en el contraste urbano de las diferencias, algo inexistente en los primeras épocas de la moderna nación turca.
El gran especialista de Guignol, Paul Fournel, autor de varios libros sobre el tema, nos introdujo con un gran humor al famoso personaje nacido en la ciudad de Lyon, mostrándonos el interesante fenómeno de cómo un simple títere, surgido de las más humildes clases urbanas de principios del siglo XIX, llega a convertirse en un pequeño mito, casero y libertario, conocido hoy en el mundo entero. Igualmente buscó las semejanzas y distinciones con su homólogo Karakoz, difíciles de establecer dadas las diferencias de sus contextos referenciales.
El tema del Chat Noir (tratado ya en el encuentro de Lyon del pasado mes de abril por Mariel Oberthur) surgió también en Estambul de la mano de Hélène Védrine (Universidad París IV), quién nos ilustró con atractivas imágenes las características de este cabaret de finales del XIX, que tuvo dos líneas de desarrollo: la satírica y la lírica.
Varios especialistas turcos del Karakoz nos hablaron del importante sombrista Ragip Tugtekin, ya desaparecido, (a cargo de Cevat Çapan), de las influencias que ha tenido el personaje en el teatro y en la literatura turca (Enis Batur), así como sobre el universo femenino en el Karagöz (Altan Gökalp).
Finalmente, el último día y a modo de conclusión visual y animada del coloquio, el sombrista Metin Özlen representó un espectáculo de Karakoz en su teatrillo de sombras que hizo las delicias del público.
Un encuentro en el que se cumplió la ley que dice que, además del interés de las ponencias, también importa, y mucho, lo que se habla entre bastidores, los contactos que se establecen entre los participantes y el ambiente de la ciudad que te acoge. Una ciudad, Estambul, impactante como pocas, y que aparece cada vez más como la futura e indiscutible Capital de Europa del Sur.
lunes, mayo 22, 2006
Santa Rita, la abogada celestial para los casos difíciles e imposibles.
Hoy se celebra la festividad de Santa Rita, patrona de los imposibles. Para los muchos barceloneses convencidos de que viven en una ciudad del diseño, laica y moderna, sería una sorpresa, por no decir un verdadero schock, acudir un 22 de mayo a la Plaza de San Agustín, entrando por la calle Hospital a pocos pasos de La Rambla, y ver la inmensa multitud de fieles que acuden con un ramo de rosas a venerar a la Santa. En la iglesia que lleva el mismo nombre que la plaza, cuenta con una capilla y unas veneradas reliquias que por lo visto pertenecen al personaje. Pues bien, durante prácticamente toda el día, los municipales deben cortar el tráfico de la calle Hospital ante la avalancha de fieles que ocupan toda la zona alrededor de la iglesia, más los numerosos vendedores de rosas, estampitas, cirios y otros productos que hacen su agosto por Santa Rita, en la plaza y en las calles adyacentes.
Cómo se dice en las estampas, Santa Rita es “la mujer del perdón heroico”, “la abogada de las causas desesperadas” y “la santa de los casos imposibles”. El público que le es fiel pertenece a amplias capas de población, desde las más humildes y populares, hasta señoras e incluso jóvenes de clase media. Los de la clase alta, al no necesitar tantos imposibles por ser lógicamente gente de “posibles”, solicitan menos sus servicios. Es típico, por ejemplo, pedir a la santa remedios de todo tipo a problemas tanto económicos como de salud. Al caer en una época de exámenes, son muchos los estudiantes y especialmente las madres de los mismos que piden el milagro de un aprobado. Otra particularidad del culto es la urna que existe en su capilla dónde durante todo el año el público puede depositar papelitos con peticiones. Cuando la urna está llena, el párroco, acompañado de la Cofradía de Santa Rita (creada para organizar la logística de los servicios que le son propios), saca los papelitos y los quema en el pórtico de la iglesia, con la esperanza de que sus humos, con sus correspondientes contenidos, lleguen a la santa. Según he podido saber de fuentes bien informadas, esta festividad es una de las más importantes para la parroquia desde el punto de vista de la recaudación: miles y miles de estampitas, cirios, medalllitas y otros recuerdos son ofrecidos a buenos precios a los asistentes, que no dudan en comprarlos. Algo que hay que ver con simpatía, pues esta iglesia es de las que más ayudan a los pobres del barrio y de la ciudad entera. Igualmente se recomienda guardar pétalos de las rosas bendecidas el día de la santa por sus efectos benefactores. Muchos los guardan en cajitas de dinero, para que no falte durante el año. Otros hacen té con los pétalos, cuyas propiedades curativas son por lo visto considerables.
Intrigado por el fervor de este culto, he indagado sobre la vida de la santa, personaje histórico que nació en 1371 en la localidad de Rocca Porrena, en la Umbría italiana. La particularidad de su vida es que sufrió y fue ejemplo edificante durante todas sus etapas de la vida: de joven, por su bondad; de casada, por sufrir con paciencia a un marido con fama de pendenciero y vicioso; tras quedarse viuda al ser asesinado el marido, tuvo que hacer frente a los deseos de venganza de sus hijos: ambos murieron no se sabe si en el empeño o a causa del mismo; al quedarse viuda, quiso entrar en el monasterio de Santa María Magdalena, de las Madres Agustinas, algo imposible pues sólo aceptaban a mujeres vírgenes. Este obstáculo sería superado milagrosamente con la intervención de la Virgen y de santos de su devoción, S. Agustín, S. Nicolás de Tolentino y S. Juan Bautista, que, según refieren los biógrafos, la introdujeron en dicho monasterio estando cerradas puertas y ventanas. Murió a los 76 años de edad, tras cuatro años de padecer una enfermedad que soportó con admirable paciencia. En fin, una vida de santa que debería explicar la devoción de la que es objeto en el presente.
Creo, sin embargo, que una de las claves de su éxito es precisamente su definición de “santa de los imposibles”: a falta de otros recursos, es normal que los ciudadanos y ciudadanas, rodeados como estamos de tantos y tantos “imposibles”, busquen remediarlos sea como sea. Un culto simpático por su carácter humilde y popular, que se realiza sin aspavientos ni trucos, desde la sencillez de una parroquia situada en el corazón de uno de los barrios más céntricos y populares de Barcelona. Un culto que la municipalidad de Barcelona ve con muy buenos ojos, pues con la ayuda de la santa, seguro que se saca unos cuantos "imposibles" de encima, y sin que le cueste un céntimo...
jueves, mayo 18, 2006
FÚTBOL Y ESTATUT.
Cómo no podía ser de otro modo, el tema de la victoria del Barça en París, consiguiendo el “Bichampions”, como lo llamaba el periódico La Vanguardia, es y será noticia de muchos litros de tinta y de no pocas toneladas de papel impreso. Vi el partido, pues no verlo hubiera sido un insulto y un agravio a mi responsabilidad moral de buen ciudadano, y me emocioné como buen catalán que soy con los goles de Eto’o y de Belletti. Luego maldije durante un par de horas a un coche con altavoces que sin parar emitía el himno del Barça y el himno nacional catalán dels Segadors uno detrás de otro, como si se trataran de himnos siemeses. Me dormí maldiciendo el fútbol, la patria y a los patriotas, pero pronto me olvidé del tema.
Al día siguiente, bajé a Plaza Cataluña y Canaletas para observar como habían dejado los hinchas eufóricos el mobiliario urbano de la zona. Me extrañó ver sólo un par de farolas arrancadas, otras cuatro torcidas en algún extremo, un puesto de venta de cupones de la ONCE quemado, más tres o cuatro papaleras caídas por el suelo. Vaya, me dije, hubo contención emocional, a pesar del tumulto. No habían derribado ningún árbol ni arrancado de cuajo las cabinas telefónicas de la zona o los semáforos de la plaza, como ha sucedido en otras ocasiones. La fuente seguía en su sitio, y las estatuas de la Plaza Cataluña y los quioscos de la Rambla también. Tampoco habían roto los cristales ni saqueado Habitat o el FNAC. Un éxito de civismo, en una ciudad que ha padecido grandes ataques de incivismo durante los últimos meses. Aunque sí es verdad que por el suelo se veían muchos charcos sospechosos y los rincones y no tan rincones olían abundantemente a cerveza y a orín.
La victoria del Barça ha resultado ser un verdadero alivio para los políticos y para los que somos partidarios del Sí al Estatut. Una derrota hubiera despertado más ansias de venganza de las que ya existen contra el sainetismo político catalán. ¡Menos mal! La población perdonará a los administrativos los fallos del largo proceso estatutario, y los partidarios del No quedarán como unos pajarracos depresivos con ganas de aguar la fiesta. Una verdadera carambola.
Creo que lo tienen mal los del No. La gente quiere optimismo, imágenes felices de futuro, y sobretodo, no recordar las miserias del pasado. Y los de Esquerra Republicana, empeñados en su negatividad despechada, lo tendrán difícil para sacarse de encima su máscara agorera. ¡Qué error descomunal han cometido! ¡Con lo fácil que era sumarse al equipo anti PP! Además, ellos siempre han crecido en oposición a este partido. Y ahora, que lo tienen a favor, ¿cómo movilizarán a sus bases? ¿Qué problema! Se perderán en las disquisiciones y en los matices sutiles. Los socialistas han sido más listos, y basan su campaña en el antipepismo. Normal y lícito: lo mismo hicieron los del PP en las últimas elecciones que perdieron, atacando al Tripartito, origen de todo el mal de las Españas, y a la diabolizada ER. Ojo por ojo y diente por diente. Piqué se hace ahora el ofendido, pero en su momento, ¡qué partido sacaron a la entrevista del sagaz Carod con ETA! Ahora les toca a ellos pagar: el boicot al cava y la campaña andaluza contra Cataluña. Cómo niños, vaya… Aunque yo votaré que Sí.
En fin, banales comentarios de política local tras la resaca colectiva del triunfo del Barça.
Postdata: escribí este texto ayer, día después de la victoria, y hoy he leído en el periódico que hubo más destrozos de los que pensaba en la zona de los tumultos. Por lo visto, a la Fuente de Canaletas le faltaban las farolas, y sí que arrancaron una cabina telefónica, que usaron de ariete para romper los cristales de una tienda de ropa que fue eficazmente saqueada, amén de otros varios pillajes y destrucciones. El coste global de los desperfectos es de unos 100.000 euros, según primeros cálculos aproximativos. Aunque bien pensado, es lógico que las catarsis colectivas tengan su precio. Debería instaurarse para paliar sus efectos un seguro urbano relacionado con los Grandes Logros y las Victorias: el Barça y el Ayutamiento se harían cargo del mismo. Y es que yo me pregunto, ¿qué son 100.000 euros para un futbolista de éxito, para el mejor equipo del mundo o para una ciudad de fama mundial que a cada victoria del Barça suma más y más activos? Pura calderilla. Sobretodo si a la victoria puramente deportiva del Barça le sumamos la más estatutaria del Sí…
Al día siguiente, bajé a Plaza Cataluña y Canaletas para observar como habían dejado los hinchas eufóricos el mobiliario urbano de la zona. Me extrañó ver sólo un par de farolas arrancadas, otras cuatro torcidas en algún extremo, un puesto de venta de cupones de la ONCE quemado, más tres o cuatro papaleras caídas por el suelo. Vaya, me dije, hubo contención emocional, a pesar del tumulto. No habían derribado ningún árbol ni arrancado de cuajo las cabinas telefónicas de la zona o los semáforos de la plaza, como ha sucedido en otras ocasiones. La fuente seguía en su sitio, y las estatuas de la Plaza Cataluña y los quioscos de la Rambla también. Tampoco habían roto los cristales ni saqueado Habitat o el FNAC. Un éxito de civismo, en una ciudad que ha padecido grandes ataques de incivismo durante los últimos meses. Aunque sí es verdad que por el suelo se veían muchos charcos sospechosos y los rincones y no tan rincones olían abundantemente a cerveza y a orín.
La victoria del Barça ha resultado ser un verdadero alivio para los políticos y para los que somos partidarios del Sí al Estatut. Una derrota hubiera despertado más ansias de venganza de las que ya existen contra el sainetismo político catalán. ¡Menos mal! La población perdonará a los administrativos los fallos del largo proceso estatutario, y los partidarios del No quedarán como unos pajarracos depresivos con ganas de aguar la fiesta. Una verdadera carambola.
Creo que lo tienen mal los del No. La gente quiere optimismo, imágenes felices de futuro, y sobretodo, no recordar las miserias del pasado. Y los de Esquerra Republicana, empeñados en su negatividad despechada, lo tendrán difícil para sacarse de encima su máscara agorera. ¡Qué error descomunal han cometido! ¡Con lo fácil que era sumarse al equipo anti PP! Además, ellos siempre han crecido en oposición a este partido. Y ahora, que lo tienen a favor, ¿cómo movilizarán a sus bases? ¿Qué problema! Se perderán en las disquisiciones y en los matices sutiles. Los socialistas han sido más listos, y basan su campaña en el antipepismo. Normal y lícito: lo mismo hicieron los del PP en las últimas elecciones que perdieron, atacando al Tripartito, origen de todo el mal de las Españas, y a la diabolizada ER. Ojo por ojo y diente por diente. Piqué se hace ahora el ofendido, pero en su momento, ¡qué partido sacaron a la entrevista del sagaz Carod con ETA! Ahora les toca a ellos pagar: el boicot al cava y la campaña andaluza contra Cataluña. Cómo niños, vaya… Aunque yo votaré que Sí.
En fin, banales comentarios de política local tras la resaca colectiva del triunfo del Barça.
Postdata: escribí este texto ayer, día después de la victoria, y hoy he leído en el periódico que hubo más destrozos de los que pensaba en la zona de los tumultos. Por lo visto, a la Fuente de Canaletas le faltaban las farolas, y sí que arrancaron una cabina telefónica, que usaron de ariete para romper los cristales de una tienda de ropa que fue eficazmente saqueada, amén de otros varios pillajes y destrucciones. El coste global de los desperfectos es de unos 100.000 euros, según primeros cálculos aproximativos. Aunque bien pensado, es lógico que las catarsis colectivas tengan su precio. Debería instaurarse para paliar sus efectos un seguro urbano relacionado con los Grandes Logros y las Victorias: el Barça y el Ayutamiento se harían cargo del mismo. Y es que yo me pregunto, ¿qué son 100.000 euros para un futbolista de éxito, para el mejor equipo del mundo o para una ciudad de fama mundial que a cada victoria del Barça suma más y más activos? Pura calderilla. Sobretodo si a la victoria puramente deportiva del Barça le sumamos la más estatutaria del Sí…
DE ÉLITES Y MASAS.
La Revolución de las Masas anticipada por Ortega y Gasset ha triunfado plenamente. Creo que todo el mundo está de acuerdo en esta aseveración, aunque cada uno luego la interprete a su manera. Como no soy ni filósofo, ni sociólogo, ni nada que se le parezca, atacaré el tema a la manera titiritera, es decir, por las buenas y a la brava. Y que dios (y los filósofos) me perdonen.
El anterior párrafo es un buen ejemplo de lo que estamos hablando: cualquiera hoy en día se arroga el derecho a filosofar. Incluso los titiriteros… O, sin ir tan lejos, aquí está el mismo fenómeno bloguero, dónde cualquiera pontifica desde su particular púlpito catedralicio. ¡Un escándalo!
Lo comentaba el otro día con Bastides y Mercadal, los dos amigos de la playa, mientras paseábamos por la arena dónde las suaves olas del mar rompen. Decía Mercadal:
- No me parece mal, Rumbau, lo que haces del blog. Lo miro de vez en cuando, aunque cada vez me cansa más la letra pequeña. Creo que es positiva esta explosión de opiniones. No sé porque te preocupa tanto la masificación…
Había planteado yo la canallización creciente de la sociedad de masas, que está bajando el nivel moral, por no hablar del estético, de las poblaciones a unas cotas hasta ahora nunca alcanzadas. La democratización del consumo y de la pequeña propiedad ha disparado esta arrogancia popular que se manifiesta con brutal impudicia en los programas de televisión, en las escuelas, en los estadios o en la misma calle. España es, en este sentido, un país paradigmático, ejemplar, se diría. Un santuario democratizador del mal gusto, de la desfachatez hortera, de la burrería institucionalizada, del rebuznar orgulloso de las poblaciones. Un modelo de bienestar y enriquecimiento que deslumbra a nuestros vecinos y especialmente a los países latinoamericanos, que nos miran con envidia y admiración. Así razonaba yo cuando Mercadal, doctor jubilado y astrólogo profesional, me interrumpió:
- No eres objetivo. Las cosas hay que verlas con la distancia que sólo las estrellas otorgan. Es normal que las élites estén preocupadas: se les acabó el chollo. ¿Acaso tienen la exclusividad ética, la del gusto y la del correcto pensar? Digamos que son profesionales del tema, y por eso temen perder sus puestos. Y reconocer que ya no pintan nada es demasiado doloroso para ellas. ¿Es que todavía pretenden las élites gobernar el mundo, dirigir los acontecimientos? No lo veo realista…
Intervino en aquel punto el amigo Bastides, zapatero de la Barceloneta y futurólogo intuitivo:
- Comparto lo que dices, Mercadal. Los técnicos del pensamiento sólo pueden interpretar lo que ocurre, teorizar sobre los aconticimientos, explicarlos a las poblaciones. Van a remolque de los hechos. Éstos acontecen y lo ponen todo patas arriba, y vuelta a empezar, a razonar lo ocurrido, a teorizar… No, las élites de verdad, las que importan, si es que existen, ya no son las “pensantes” sino las “actuantes”…
- Me estás dando la razón, Bastides –repuse yo, cogiendo al vuelo las palabras del futurólogo–, estas élites que “hacen”, actúan sin pensar, con cerebro de mosquito, y así estamos y nos vemos, obligados a buscar nuestros modelos y referentes en personajes de risa, que tienen todo el poder del mundo y una inteligencia de ratón.
- Es verdad, y no hay más que ver adónde nos ha conducido este Micky Mouse metido a presidente del mundo, o mejor, adónde ha conducido a los pobres irakíes, sirios, palestinos… -dijo Mercadal, tomando de nuevo la palabra– Pero en verdad te digo que hay un error de perspectiva. Si lo miras de cerca, es evidente que estos personajillos de tres al cuarto son los grandes protagonistas, del mismo modo que enfocando el detalle de un día cualquiera de cualquier ciudad española, sólo veremos al ciudadano de turno rebuznar muy ufano sus imbecilidades ante las cámaras del mundo. Pero si te alejas y lo miras con distancia, verás que las fuerzas que mueven los acontecimientos no provienen de esos personajillos, simples peones cogidos al azar, sino que responden a otra logística mucho más compleja, que tiene que ver con los desequilibrios poblacionales, los azares emergentes, los impactos tecnológicos, las soluciones energéticas, por decir algo.
- En efecto, la masificación está cambiando el mundo –apuntó Bastides–, esto hace tiempo que lo vemos Mercadal y yo en nuestros estudios del Futuro. Una de las constantes que hemos visto es la poca durabilidad de las cosas, lógico, pues cambia todo tan deprisa, que no es posible detenerse ni agarrarse a nada. Ahora bien, ¿por qué hay tanto cambio? ¿Acaso es fruto de un deseo de alguien o de algunos en particular? No lo creo. Más bien se trata de una consecuencia de la masificación, pues al haber tanto cruce, viaje y contacto, la capacidad de cambio y transformación de modos y ciudades se ha disparado como nunca. Es una pura cuestión matemátiva.
- Y aquí es dónde debemos situar el acanallamiento o disminución moral de las poblaciones a la que te referías: para adaptarse a este nuevo marco de cambio e inseguridad, las personas tienen que soltar lastre, deben sacarse de encima todos los bagajes moralistas de las épocas anteriores. ¿Por qué? Pues porque ya no sirven, no funcionan con este nuevo régimen de las cosas, que es un régimen sin régimen alguno, todo hay que decirlo... Y eso, no es ni bueno ni malo, es simplemente práctico, o más bien, inevitable. ¿No te parece?
Los argumentos de mis amigos de playa eran contundentes, pero había en ellos un punto de optimismo que no acababa de entender. Pintaban un panorama casi apocalíptico y, en cambio, parecían tan felices, como si aquello fuera de lo más divertido y entretenido.
- Bueno, no niego que tengáis razón en lo que decís, pero la realidad es que llegamos a la misma conclusión: nos estamos hundiendo en los barrizales del mal gusto y de la más baja calaña moral.
- Sí, pero esta caída que para ti es tan catastrofista e irreparable, para Bastides y para mi no es más que un final de época, una curva en el acontecer del mundo –respondió Mercadal.
- ¿Y qué tiene eso de maravilloso?
- Nada, es una simple cuestión de perspetiva. Míralo con distancia.
- ¿Distancia? ¿Y adónde os ponéis para tener distancia? ¿En la luna?... –interpuse algo impaciente, pues no acababa de comprender sus posiciones.
- En el futuro, Rumbau, en el futuro y en las estrellas –dijo enigmático Mercadal.
De pronto caí en la cuenta que estaba hablando con dos iluminados que habían hecho, del futuro uno, y de la astrología el otro, sus principales ocupaciones. Al estar ambos jubilados, aunque Bastides seguía trabajando media jornada en su taller de zapatero de la Barceloneta, tenían todo el tiempo del mundo y una imaginación desbocada, con la que se inventaban el futuro del mundo mientras paseaban por la playa. Y debo confesar que algunas de las predicciones de los dos futurólogos me hacían mucha gracia, como aquélla que pronosticaba la conversión de España en la FEAA, siglas que significaban Federación Española de Autonomías Autodeterminadas. Aunque había otras muchas más, a cual más descabellada y divertida, como la irrupción Polimonárquica en Cataluña extendida luego en la FEAA, que habían teorizado y desplegado con profusión de detalles, algo sorprendente tratándose de predicciones que situaban a mediados y finales del siglo XXI, ¡o a principios del XXII!
- Mira, Rumbau, hay algo a lo que tendremos que acostumbrarnos pronto –dijo entonces Mercadal, que gustaba de ponerse pedagógico, seguramente porque era mayor que Bastides (tendría unos setenta y cinco años) y además porque había sido doctor, lo que le daba aquel tono didáctico que a veces tienen los médicos cuando hablan a sus pacientes–, se acabó lo de mirar hacia el pasado como único lugar de referencia. A partir de ahora, las cosas van a cambiar, y la perspectiva correcta será mirar hacia el futuro.
Y se quedó tan tranquilo, como si estuviera hablando de una realidad a todas luces evidente, de la que no cabía discusión alguna.
- ¿Y qué haces con el pasado? ¿Desaparece, lo olvidas? ...
- No te precipìtes. Lo pasado importa y pesa, pero nos llega desde el futuro. Aquí está la gran diferencia.
- ¿Desde el futuro? Me cuesta imaginármelo...
- Pues sólo tienes que mirar alrededor, y ver lo que ya está ocurriendo. Fíjate que antes tomábamos los modelos de referencia del pasado: mitos y ritos no hacían más que revivir escenas y momentos primordiales de los pasados arcaicos, y aquí hallábamos las matrices de nuestros comportamientos. Pero con la modernidad, estos modelos se han derrumbado estrepitosamente. Las religiones son globos pinchados, ruinas decrépitas, y los mitos de hoy en día, los modelos referenciales que mueven el mundo, son las marcas, los ídolos de la publicidad, del consumo y de la industria de masas. ¿Y qué es todo eso sino simples proyectos de futuro, hechos por nuestros modistos y por nuestros empresarios más emprendedores? Los mitos ya no son las repeticiones calcomaníacas de los ídolos del pasado, sino “proyectos de futuro”. ¿Ves la diferencia? ¡El mundo al revés, Rumbau, completamente al revés!
Me quedé callado, algo impresionado por la rotundidad de sus palabras, que se atrevían a darle la vuelta a las cosas con tanta alegría.
- Interesante lo que dices, Mercadal, pero todavía no entiendo dónde colocas el pasado y la historia en este mapa...
- Pues muy fácil: ya basta de mirar la historia como algo fijo y muerto. Fíjate que al estar muerto, cada uno se construye su “propio muerto”, el cual, como sólo hay uno y es fijo, se convierte en una verdad incontestable. ¡Un diaparate! ¡No es eso, Rumbau, no es eso! La historia debe verse mirando al futuro, y sólo entonces nos llegará viva, cambiante, dinámica, energética. Necesitamos motores potentes para crear el futuro, y para alimentar esos motores, no podemos usar “historia muerta”, que no sirve para nada, sino “historia viva”. Aquí no habrá peleas ni fijaciones, pues al estar viva, la historia habla, discute, propone y rectifica. ¿Lo entiendes? El futuro es la clave, la perspectiva correcta.
- ...¿de qué motores estás hablando?...
- La imaginación, así avanza el futuro. Y el tiempo. He aquí los motores. Tiempo e imaginación. No me invento nada. ¿No avanza así la naturaleza? ¿Qué son los árboles, las montañas, los pájaros, las flores y los caballos sino tiempo e imaginación? La imaginación del tiempo, que nos sorprende cada día...
Llegamos en aquel momento frente al Club Natación Barcelona y ya sonaba el himno por los altavoces, indicando a los socios la hora de ir pasando a las duchas, pues eran las dos de la tarde, para muchos la hora de ir a comer. Me despedí de mis amigos, que no tenían prisa alguna, y subí para la piscina. Los vi a lo lejos caminando a paso lento, ajenos al griterío de los niños y de los chicos y chicas que llenaban la playa. Me dije que tenía mucha suerte de conocer a aquellos dos sabios populares, con los que podía discutir de temas harto anodinos y singulares. Conversaciones que siguen el ritmo de las olas y de las estaciones, y que espero poder ir relatando, poco a poco, en el día a día de las páginas de este blog.
El anterior párrafo es un buen ejemplo de lo que estamos hablando: cualquiera hoy en día se arroga el derecho a filosofar. Incluso los titiriteros… O, sin ir tan lejos, aquí está el mismo fenómeno bloguero, dónde cualquiera pontifica desde su particular púlpito catedralicio. ¡Un escándalo!
Lo comentaba el otro día con Bastides y Mercadal, los dos amigos de la playa, mientras paseábamos por la arena dónde las suaves olas del mar rompen. Decía Mercadal:
- No me parece mal, Rumbau, lo que haces del blog. Lo miro de vez en cuando, aunque cada vez me cansa más la letra pequeña. Creo que es positiva esta explosión de opiniones. No sé porque te preocupa tanto la masificación…
Había planteado yo la canallización creciente de la sociedad de masas, que está bajando el nivel moral, por no hablar del estético, de las poblaciones a unas cotas hasta ahora nunca alcanzadas. La democratización del consumo y de la pequeña propiedad ha disparado esta arrogancia popular que se manifiesta con brutal impudicia en los programas de televisión, en las escuelas, en los estadios o en la misma calle. España es, en este sentido, un país paradigmático, ejemplar, se diría. Un santuario democratizador del mal gusto, de la desfachatez hortera, de la burrería institucionalizada, del rebuznar orgulloso de las poblaciones. Un modelo de bienestar y enriquecimiento que deslumbra a nuestros vecinos y especialmente a los países latinoamericanos, que nos miran con envidia y admiración. Así razonaba yo cuando Mercadal, doctor jubilado y astrólogo profesional, me interrumpió:
- No eres objetivo. Las cosas hay que verlas con la distancia que sólo las estrellas otorgan. Es normal que las élites estén preocupadas: se les acabó el chollo. ¿Acaso tienen la exclusividad ética, la del gusto y la del correcto pensar? Digamos que son profesionales del tema, y por eso temen perder sus puestos. Y reconocer que ya no pintan nada es demasiado doloroso para ellas. ¿Es que todavía pretenden las élites gobernar el mundo, dirigir los acontecimientos? No lo veo realista…
Intervino en aquel punto el amigo Bastides, zapatero de la Barceloneta y futurólogo intuitivo:
- Comparto lo que dices, Mercadal. Los técnicos del pensamiento sólo pueden interpretar lo que ocurre, teorizar sobre los aconticimientos, explicarlos a las poblaciones. Van a remolque de los hechos. Éstos acontecen y lo ponen todo patas arriba, y vuelta a empezar, a razonar lo ocurrido, a teorizar… No, las élites de verdad, las que importan, si es que existen, ya no son las “pensantes” sino las “actuantes”…
- Me estás dando la razón, Bastides –repuse yo, cogiendo al vuelo las palabras del futurólogo–, estas élites que “hacen”, actúan sin pensar, con cerebro de mosquito, y así estamos y nos vemos, obligados a buscar nuestros modelos y referentes en personajes de risa, que tienen todo el poder del mundo y una inteligencia de ratón.
- Es verdad, y no hay más que ver adónde nos ha conducido este Micky Mouse metido a presidente del mundo, o mejor, adónde ha conducido a los pobres irakíes, sirios, palestinos… -dijo Mercadal, tomando de nuevo la palabra– Pero en verdad te digo que hay un error de perspectiva. Si lo miras de cerca, es evidente que estos personajillos de tres al cuarto son los grandes protagonistas, del mismo modo que enfocando el detalle de un día cualquiera de cualquier ciudad española, sólo veremos al ciudadano de turno rebuznar muy ufano sus imbecilidades ante las cámaras del mundo. Pero si te alejas y lo miras con distancia, verás que las fuerzas que mueven los acontecimientos no provienen de esos personajillos, simples peones cogidos al azar, sino que responden a otra logística mucho más compleja, que tiene que ver con los desequilibrios poblacionales, los azares emergentes, los impactos tecnológicos, las soluciones energéticas, por decir algo.
- En efecto, la masificación está cambiando el mundo –apuntó Bastides–, esto hace tiempo que lo vemos Mercadal y yo en nuestros estudios del Futuro. Una de las constantes que hemos visto es la poca durabilidad de las cosas, lógico, pues cambia todo tan deprisa, que no es posible detenerse ni agarrarse a nada. Ahora bien, ¿por qué hay tanto cambio? ¿Acaso es fruto de un deseo de alguien o de algunos en particular? No lo creo. Más bien se trata de una consecuencia de la masificación, pues al haber tanto cruce, viaje y contacto, la capacidad de cambio y transformación de modos y ciudades se ha disparado como nunca. Es una pura cuestión matemátiva.
- Y aquí es dónde debemos situar el acanallamiento o disminución moral de las poblaciones a la que te referías: para adaptarse a este nuevo marco de cambio e inseguridad, las personas tienen que soltar lastre, deben sacarse de encima todos los bagajes moralistas de las épocas anteriores. ¿Por qué? Pues porque ya no sirven, no funcionan con este nuevo régimen de las cosas, que es un régimen sin régimen alguno, todo hay que decirlo... Y eso, no es ni bueno ni malo, es simplemente práctico, o más bien, inevitable. ¿No te parece?
Los argumentos de mis amigos de playa eran contundentes, pero había en ellos un punto de optimismo que no acababa de entender. Pintaban un panorama casi apocalíptico y, en cambio, parecían tan felices, como si aquello fuera de lo más divertido y entretenido.
- Bueno, no niego que tengáis razón en lo que decís, pero la realidad es que llegamos a la misma conclusión: nos estamos hundiendo en los barrizales del mal gusto y de la más baja calaña moral.
- Sí, pero esta caída que para ti es tan catastrofista e irreparable, para Bastides y para mi no es más que un final de época, una curva en el acontecer del mundo –respondió Mercadal.
- ¿Y qué tiene eso de maravilloso?
- Nada, es una simple cuestión de perspetiva. Míralo con distancia.
- ¿Distancia? ¿Y adónde os ponéis para tener distancia? ¿En la luna?... –interpuse algo impaciente, pues no acababa de comprender sus posiciones.
- En el futuro, Rumbau, en el futuro y en las estrellas –dijo enigmático Mercadal.
De pronto caí en la cuenta que estaba hablando con dos iluminados que habían hecho, del futuro uno, y de la astrología el otro, sus principales ocupaciones. Al estar ambos jubilados, aunque Bastides seguía trabajando media jornada en su taller de zapatero de la Barceloneta, tenían todo el tiempo del mundo y una imaginación desbocada, con la que se inventaban el futuro del mundo mientras paseaban por la playa. Y debo confesar que algunas de las predicciones de los dos futurólogos me hacían mucha gracia, como aquélla que pronosticaba la conversión de España en la FEAA, siglas que significaban Federación Española de Autonomías Autodeterminadas. Aunque había otras muchas más, a cual más descabellada y divertida, como la irrupción Polimonárquica en Cataluña extendida luego en la FEAA, que habían teorizado y desplegado con profusión de detalles, algo sorprendente tratándose de predicciones que situaban a mediados y finales del siglo XXI, ¡o a principios del XXII!
- Mira, Rumbau, hay algo a lo que tendremos que acostumbrarnos pronto –dijo entonces Mercadal, que gustaba de ponerse pedagógico, seguramente porque era mayor que Bastides (tendría unos setenta y cinco años) y además porque había sido doctor, lo que le daba aquel tono didáctico que a veces tienen los médicos cuando hablan a sus pacientes–, se acabó lo de mirar hacia el pasado como único lugar de referencia. A partir de ahora, las cosas van a cambiar, y la perspectiva correcta será mirar hacia el futuro.
Y se quedó tan tranquilo, como si estuviera hablando de una realidad a todas luces evidente, de la que no cabía discusión alguna.
- ¿Y qué haces con el pasado? ¿Desaparece, lo olvidas? ...
- No te precipìtes. Lo pasado importa y pesa, pero nos llega desde el futuro. Aquí está la gran diferencia.
- ¿Desde el futuro? Me cuesta imaginármelo...
- Pues sólo tienes que mirar alrededor, y ver lo que ya está ocurriendo. Fíjate que antes tomábamos los modelos de referencia del pasado: mitos y ritos no hacían más que revivir escenas y momentos primordiales de los pasados arcaicos, y aquí hallábamos las matrices de nuestros comportamientos. Pero con la modernidad, estos modelos se han derrumbado estrepitosamente. Las religiones son globos pinchados, ruinas decrépitas, y los mitos de hoy en día, los modelos referenciales que mueven el mundo, son las marcas, los ídolos de la publicidad, del consumo y de la industria de masas. ¿Y qué es todo eso sino simples proyectos de futuro, hechos por nuestros modistos y por nuestros empresarios más emprendedores? Los mitos ya no son las repeticiones calcomaníacas de los ídolos del pasado, sino “proyectos de futuro”. ¿Ves la diferencia? ¡El mundo al revés, Rumbau, completamente al revés!
Me quedé callado, algo impresionado por la rotundidad de sus palabras, que se atrevían a darle la vuelta a las cosas con tanta alegría.
- Interesante lo que dices, Mercadal, pero todavía no entiendo dónde colocas el pasado y la historia en este mapa...
- Pues muy fácil: ya basta de mirar la historia como algo fijo y muerto. Fíjate que al estar muerto, cada uno se construye su “propio muerto”, el cual, como sólo hay uno y es fijo, se convierte en una verdad incontestable. ¡Un diaparate! ¡No es eso, Rumbau, no es eso! La historia debe verse mirando al futuro, y sólo entonces nos llegará viva, cambiante, dinámica, energética. Necesitamos motores potentes para crear el futuro, y para alimentar esos motores, no podemos usar “historia muerta”, que no sirve para nada, sino “historia viva”. Aquí no habrá peleas ni fijaciones, pues al estar viva, la historia habla, discute, propone y rectifica. ¿Lo entiendes? El futuro es la clave, la perspectiva correcta.
- ...¿de qué motores estás hablando?...
- La imaginación, así avanza el futuro. Y el tiempo. He aquí los motores. Tiempo e imaginación. No me invento nada. ¿No avanza así la naturaleza? ¿Qué son los árboles, las montañas, los pájaros, las flores y los caballos sino tiempo e imaginación? La imaginación del tiempo, que nos sorprende cada día...
Llegamos en aquel momento frente al Club Natación Barcelona y ya sonaba el himno por los altavoces, indicando a los socios la hora de ir pasando a las duchas, pues eran las dos de la tarde, para muchos la hora de ir a comer. Me despedí de mis amigos, que no tenían prisa alguna, y subí para la piscina. Los vi a lo lejos caminando a paso lento, ajenos al griterío de los niños y de los chicos y chicas que llenaban la playa. Me dije que tenía mucha suerte de conocer a aquellos dos sabios populares, con los que podía discutir de temas harto anodinos y singulares. Conversaciones que siguen el ritmo de las olas y de las estaciones, y que espero poder ir relatando, poco a poco, en el día a día de las páginas de este blog.
martes, mayo 16, 2006
LAS MARIONETAS DEL TIBIDABO
Fui el otro día al Tibidabo, el Parque de Atracciones que se encuentra en lo alto de la montaña que domina Barcelona, allí dónde se levanta el impresionante Templo Nacional Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, perteneciente a los Salesianos, esa mole siniestra que sin embargo es para los barceloneses una silueta tan amada y característica, al ser el referente visual por excelencia de la ciudad en su lado montaña. Por fortuna, junto a la Iglesia se extiende deparramándose por la ladera el antiguo y entrañable Parque de Atracciones, creado por la S.A. El Tibidabo, Sociedad impulsada por el farmacéutico y hombre de negocios Salvador Andreu, el inventor de las famosas pastillas del Dr. Andreu. Aunque las primeras atracciones no aparecerían hasta más tarde, el tranvía y el funicular que conducen a la cima fueron inaugurados en el año 1901, fecha que de alguna manera constituye el inicio de este empeño tan singular como emblemático de Barcelona.
Hacía tiempo que no acudía al Parque y tenía muchas ganas de ver si había cambiado mucho desde su compra por el Ayuntamiento de Barcelona en el año 2001. Puedo decir de entrada que la impresión fue positiva, sobretodo porque se veía muy lleno de público (era domingo al mediodía), de gente joven y muchas familias, y porque sus atracciones más emblemáticas estaban todas en buen estado de funcionamiento: el avión que da vuelas impulsado por su propia hélice, la atalaya de dos brazos que sube y baja sus cincuentra metros de longitud llevando en sus cestas de seis a ocho personas, la noria imponente y elegante de grandes alturas, las montañas rusas de siempre, el magnífico tren aereo que se mete por grutas, túneles mágicos y misteriosos, o cuelga al vacío ante una despampanante vista de Barcelona, el Castillo Encantado… Claro que junto a estas viejas atracciones, proliferan otras nuevas, todas muy ruidosas y excitantes, sobretodo para los que buscan emociones fuertes. Vi los autos de choque, siempre tan solicitados por los jóvenes conductores sin carnet, dándose golpes capaces de hacerlos saltar un palmo de los asientos, las máquinas tragaperras que te miran con sus luces chispeantes, el barco que se balancea a grandes alturas, etc. Regado todo con muchos decibelios de música y los chillidos de niños y jóvenes en estado de frenesí.
Ante esta apabullante presencia de maquinarias y artefactos chirriantes e industriosos, más el griterío humano que le acompaña, noté a faltar el sosiego que daban atracciones más tranquilas como el famoso Laberinto al aire libre, ajardinado con hileras de árboles recortados y que ocupaba una parte central y bastante grande del Parque. El Laberinto daba un respiro al ajetreo convulso de la diversión activa, y permitía a algunos padres filosofar apaciblemente con sus hijos mientras recorrían los pasillos, buscando la salida. Algo a todas luces impensable hoy en día.
Pero si en algo ha mejorado el Parque en su última versión municipalizada, es por dos cosas: por el magnífico aunque pequeño Museo de Autómatas, y por el Teatro de Marionetas o “Marionetàrium”, situado en el lugar dónde antes había el restaurante La Miranda.
Los autómatas eran una de las atracciones más típicas del Tibidabo. Hace años, sufrieron grandes deterioros y acabaron casi todos medio moribundos en los almacenes del Parque. Sin embargo, y gracias a la labor emprendida primero por Antonio Lázaro Díaz, y más tarde por los actuales restauradores del lugar, gozan hoy de muy buena salud y se les puede ver en una sala funcionando casi todos tras apretar un botón. Un verdadero placer visitarlos y charlar un ratito con la Monyos, que te guiña el ojo y mueve los ombros, con el Payaso y sus Micos, o con el otro Payaso que lleva una rana en la rodilla, con el Poeta Que Se Duerme, y con muchos otros que siguen en sus puestos de siempre, haciendo sus gestos misteriosos a cuantos niños y adultos acuden a visitarlos. Mantener esta colección y haberla acondicionado para la visita es un acierto que da al Parque ese toque de exquisitez artística que siempre había tenido y que la modernidad de los ruidos y las velocidades a veces socava.
Pero lo que realmente acentúa esta categoría de singularidad y pintoresquismo del Tibidabo es su Teatro de Marionetas, llamado Marionetàrium. Nos encontramos aquí ante una realidad de mucha categoría estética, poética, humana y entrañable de la ciudad y del Tibidabo, pues en el hermoso espacio dónde están ubicadas, se reúnen varios factores de muy distinta consideración, presentados a su vez con mucha gracia y sencillez, que es lo máximo que se puede pedir en estos casos.
Pero vayamos de visita al lugar, y dejémonos llevar por la música y los carteles que nos indican el camino hacia el Marionetàrium, justo detrás de dónde se lavanta la Gran Montaña Rusa. Nada más entrar en el amplio pasillo que hace de vestíbulo, nos encontramos con una gran pantalla de sombras dónde una orquesta recortada en magníficas siluetas nos da la bienvenida. A la derecha, nos reciben algunos de los miembros de la compañía, colgados de sus hilos que penden de sofisticados mandos, sentados sobre las cajas y los baúles de mimbre con los que suelen viajar. En el suelo, un cartel dice “Compañía Marionetas Herta Frankel”. Constituyen en realidad las "vedetes" de la antigua compañía de Herta Frankel, y los que tengan memoria de aquellos años, identificarán a los dos payasos Tonto y Gruñón, a la Tía Cristina y a Pepito, así como a los llorones Ruki y Muki. Todos ellos nos miran expectantes, con sus grandes ojos abiertos, rodeados de artilugios que tienen que ver con los viajes y las estaciones de trenes. Parece que se han detenido sólo para saludarnos, como si los hubiéramos interrumpido en medio de sus preparativos para salir de gira, dar la vuelta al mundo y volver.
Vemos luego a un trío flamenco con su guitarrista sentado, un violinista al lado, un caballo blanco, una marioneta de Indonesia y otras figuras que componen un cuadro estático pero cargado de vida. Aquí los personajes cuelgan algunos sin tocar el suelo, mostrando esa manera tan especial de estar en el espacio que tienen las marionetas, al depender de dos fuerzas de atracción de signo opuesto: la gravitatoria de la tierra, que tira de ellas hacia abajo, y la vitalista de los mandos que las empuja hacia arriba. Al fondo, en solitario, una primera figura de la compañía, el payaso de rojo que ríe. Se llama Karam, pero lo que impacta de esta marioneta es la impresionante cruz que la sostiene: un enorme y grácil insecto hecho de madera, cuerda e hilos, tan grande como el cuerpo que pende de él, como si fuera su doble abstracto, su sombra estilizada, quintasencia de sus latidos vitales.
Entramos en el teatro propiamente dicho: frente a un escenario triple (una boca central, y dos pequeños escenarios laterales y redondos), nos sentamos en las tres hileras de gradas dónde caben unos sesenta espectadores. Y empieza la función. Personajes misteriosos unos (como la figura enraizada en la tierra que teje los hilos del destino, situada en el lateral derecho), divertidos y locuaces otros (como los dos presentadores payasos, que se contradicen y hacen las delicias de grandes y chicos), o impresionantes personajes de la mitología popular: un gigantesco Pato Donato, que llena con su cuerpo todo el escenario, con una impudicia casi obcena, mientras canta y toca la trompeta; o la actriz Marlene Dietrich, magnífica en un largo vestido de oropeles, cantando “where have all the flowers gone?”, mientras del suelo van saliendo de una multitud de agujeritos, empujados por pequeños disparos de aire comprimido, verdes matojos de hierba y exhuberantes ramos de flores. Poético y surrealista. De pronto, se abre el lateral izquierdo y surge el pianista, número clásico del teatro de marionetas, con un magnífico piano de cola. Hay también un cuadro de música brasileña, con maracas y procaces movimientos de caderas, acompañando ni más ni menos que a... ¡Carmen Miranda! Finalmente, acaba el espectáculo con los aplausos del público, que durante una media hora larga ha gozado de un repertorio sofisticado y muy bien ejecutado de números clásicos de las marionetas de hilo, un género difícil que requiere mucha práctica y una esmerada atención.
(Habría que hablar aquí de lo que hay detrás de las cortinas: un “puente” desde dónde se manejan las marionetas, y todo un sistema de cables, poleas, motores y raíles ideados por el escénografo José Menchero y que sirven para que el ritmo de las escenas sea impecable, con cambios realmente rápidos y sorprendentes. Al ser yo marionetista, pude visitar estos espacios secretos, dónde se esconden los trucos viles que sirven para dar vida a las marionetas y que el público no debe ver.)
Los espectadores luego somos invitados a visitar el taller dónde se hacen las marionetas: hay más ejemplares colgados, algunas máscaras y muñecos de los utilizados por Herta Frankel y, sobretodo, unas magníficas ilustraciones que nos orientan sobre la “ciencia del hilo”: tipos de cruces o mandos, gráficos pertenecientes a distintas escuelas (la checa, la inglesa, la rusa, la del marionetista inglés Harry Tozer, que residió, enseñó y murió en Barcelona), etc.
¿Cómo ha sido posible levantar este teatro y mantener vivo el espíritu de las marionetas de Herta Frankel a pesar de su muerte en el año 1996, a los 82 años de edad? La explicación está en el buen hacer y el tesón mostrado por dos marionetistas, grandes amigos y colaboradores de Herta, que heredaron sus marionetas con el encargo de mantenerlas vivas y actuantes, cosa a la que han dedicado sus vidas durante los últimos veinte años. Son Pilar Gálvez y Fernando Gómez, promotores y directores de la compañía, metidos en el asunto de las marionetas desde 1985 (año en que entraron a formar parte del elenco de Herta Frankel). Fernando, alumno de Harry Tozer, es un sofisticado constructor de marionetas que, como su maestro, no duda en pasarse horas y meses enteros creando una sola marioneta, como nos imaginamos que hacía Geppetto para construir a su Pinocho. Su técnica es exquisita y destaca en el buen hacer de los sistemas pendulares de cruces y mandos, de modo que con sólo sutiles movimientos, los personajes pueden andar, cantar, bailar, saltar o llorar.
Pili Gálvez, “alma mater” de la compañía, mujer inteligente y de armas tomar, es la encargada de dirigir la logística del teatro. Su fuerza y su empeño, junto a los de Fernando, son el secreto que explica el milagro de este pequeño santuario dedicado al arte y a la poesía en el Tibidabo, perfectamente adaptado al espíritu del Parque y dándole un plus de exquisitez difícil de encontrar en otros lugares similares. Gracias a esta presencia, se puede decir que en el Tibidabo se da el milagro que uno espera encontrar, muchas veces en vano, en los parques antiguos de atracciones: rincones mágicos dónde lo ficticio engañe y desdoble a la realidad; lugares dónde el mundo se detiene por unos instantes dando paso a otros mundos inexistentes pero cuya realidad vemos desplegarse ante nuestros ojos. El Marionetàrium es uno de esos espacios. Y es de esperar que goce de larga vida en pro de la salud psíquica y estética tanto de los barceloneses como del mismo Tibidabo.
sábado, mayo 06, 2006
Dilemas del Estatut.
Permíteme, querido bloguero, que trate este tema estrictamente local, perteneciente a la política catalana, pero que sigue incansable en su remolino de controversias dando vueltas como una peonza. Imposible explicar en cuatro líneas al neófito los arcanos del asunto, sólo decir que en él se da esta combinación contradictoria que hoy en día mueve todo lo político, a saber: 1- mezcla infantil de lo sentimental-emotivo con lo racional-objetivo, 2- consecuentemente, considerar el despecho como una legítima postura política, 3- analizar un tema que requiere visión de conjunto desde la visión miope del llamado “ombliguismo pasional”, 4- confundir pues sin reparos ni pudor alguno “la velocidad con el tocino”, etc.
En efecto, uno de los partidos, llamado Esquerra Republicana, de esos considerados “radicales” por tener una clientela de naturaleza juvenil y exaltada, considera que el pacto al que han llegado mayoritariamente los partidos políticos catalanes (ellos incluídos) con el resto de las fuerzas políticas en el Parlamento Español es muy malo e inadmisible, pues no responde a sus deseos iniciales. Éstos se concretan en querer ser lo más independientes posible (respecto al resto del país, España), pero da la casualidad que la mayoría de los catalanes no lo quieren, ni tampoco el resto de los españoles, de modo que sus deseos se quedan en simples ilusiones, que sin embargo determinan sus decisiones políticas.
Pues bien, ahora hay un referéndum para aprobar el susodicho Estatut, y ellos han decidido votar no, junto con el Partido Popular, ése de Aznar que vive colgado en los oropeles pequeño-nacional-imperiales de la España de antaño. Estos votarán no, porque dicen que su España se rompe. Los otros votarán no, porque dicen que la España de aquéllos se rompe poco, no tanto como ellos querrían. Los dos defienden sus posturas puras, frente a los demás que defienden las impuras.
Es ese juvenil purismo lo que les da a ambos partidos (PP y ER) este tufo de partidos extremadamente viejos, anacrónicos, juvenil-antiguos, pegados a sus verdades, las cuales son únicas y verdaderas, como lo son las Grandes Verdades de Verdad, que son las Suyas. Y lo peor es que alardean de ello, de ser puros, cuando hoy en día la realidad y la ciencia nos dicen que todo es impuro y contradictorio, mestizo y complejo, poliédrico y ambiguo.
Nos encontramos ante uno de los más típicos comportamientos políticos de todas las épocas, la propia del homo-fanáticus i simplicus, cuyo virus se resiste a morir en la época moderna, a pesar de haberse demostrado tantas y tantas veces la perniciosidad del mismo, capaz de desencadenar todos los desastres imaginables. Y aún así, el virus se agarra a los cerebros humanos, reduciendo el número de sus neuronas y provocando esos comportamientos casi simiescos y rebañiles, muy vociferantes, con muchos insultos a los que no participan de su Verdad.
En el caso de Cataluña, es posible que el tiro les salga por la culata a esos representantes de la pureza. Región laica por excelencia (aunque muy monárquica y fiel a la estirpe de los Borbones), hace tiempo que los catalanes hemos aprendido que el seny y la rauxa (palabras difíciles de traducir, serían como el sentido común y el despelote) deben ir juntos y son necesarios pero con una condición: que ambos sean contradictorios. ¿Qué sería del seny sin sus contradicciones? ¿Y de una rauxa que no tenga paradojas y absurdas oposiciones en su seno? Los del PP de Aznar serían los representantes de un seny puro, de esencias irrenunciables, algo a todas luces irrealista y reaccionario. Los de Esquerra Republicana defienden, al contrario, la pureza de una rauxa adelgazada, simplona y banal, futbolística, por decirlo en téminos coloquiales, aunque también dotada de grandes esencias irrenunciables. En fin, esperemos que la ciudadanía catalana, en un alarde de seny y rauxa combinados, es decir, aceptando las impurezas de todas las contradicciones del caso, vote sí al Estatut y mande a los simplones a reciclarse en la derrota.
En efecto, uno de los partidos, llamado Esquerra Republicana, de esos considerados “radicales” por tener una clientela de naturaleza juvenil y exaltada, considera que el pacto al que han llegado mayoritariamente los partidos políticos catalanes (ellos incluídos) con el resto de las fuerzas políticas en el Parlamento Español es muy malo e inadmisible, pues no responde a sus deseos iniciales. Éstos se concretan en querer ser lo más independientes posible (respecto al resto del país, España), pero da la casualidad que la mayoría de los catalanes no lo quieren, ni tampoco el resto de los españoles, de modo que sus deseos se quedan en simples ilusiones, que sin embargo determinan sus decisiones políticas.
Pues bien, ahora hay un referéndum para aprobar el susodicho Estatut, y ellos han decidido votar no, junto con el Partido Popular, ése de Aznar que vive colgado en los oropeles pequeño-nacional-imperiales de la España de antaño. Estos votarán no, porque dicen que su España se rompe. Los otros votarán no, porque dicen que la España de aquéllos se rompe poco, no tanto como ellos querrían. Los dos defienden sus posturas puras, frente a los demás que defienden las impuras.
Es ese juvenil purismo lo que les da a ambos partidos (PP y ER) este tufo de partidos extremadamente viejos, anacrónicos, juvenil-antiguos, pegados a sus verdades, las cuales son únicas y verdaderas, como lo son las Grandes Verdades de Verdad, que son las Suyas. Y lo peor es que alardean de ello, de ser puros, cuando hoy en día la realidad y la ciencia nos dicen que todo es impuro y contradictorio, mestizo y complejo, poliédrico y ambiguo.
Nos encontramos ante uno de los más típicos comportamientos políticos de todas las épocas, la propia del homo-fanáticus i simplicus, cuyo virus se resiste a morir en la época moderna, a pesar de haberse demostrado tantas y tantas veces la perniciosidad del mismo, capaz de desencadenar todos los desastres imaginables. Y aún así, el virus se agarra a los cerebros humanos, reduciendo el número de sus neuronas y provocando esos comportamientos casi simiescos y rebañiles, muy vociferantes, con muchos insultos a los que no participan de su Verdad.
En el caso de Cataluña, es posible que el tiro les salga por la culata a esos representantes de la pureza. Región laica por excelencia (aunque muy monárquica y fiel a la estirpe de los Borbones), hace tiempo que los catalanes hemos aprendido que el seny y la rauxa (palabras difíciles de traducir, serían como el sentido común y el despelote) deben ir juntos y son necesarios pero con una condición: que ambos sean contradictorios. ¿Qué sería del seny sin sus contradicciones? ¿Y de una rauxa que no tenga paradojas y absurdas oposiciones en su seno? Los del PP de Aznar serían los representantes de un seny puro, de esencias irrenunciables, algo a todas luces irrealista y reaccionario. Los de Esquerra Republicana defienden, al contrario, la pureza de una rauxa adelgazada, simplona y banal, futbolística, por decirlo en téminos coloquiales, aunque también dotada de grandes esencias irrenunciables. En fin, esperemos que la ciudadanía catalana, en un alarde de seny y rauxa combinados, es decir, aceptando las impurezas de todas las contradicciones del caso, vote sí al Estatut y mande a los simplones a reciclarse en la derrota.
jueves, mayo 04, 2006
Lyon: ciudad doble.
¿Es posible decir que una ciudad es doble? Creo, querido bloguero, que podemos responder afirmativamente a esta pregunta, sobretodo después de haber estado unos días en la ciudad francesa de Lyon.
En primer lugar, por un hecho casual pero muy “sui generis” y para el caso, muy cabal: disponer de una figura de desdoblamiento (un títere) que la representa a efectos prácticos y simbólicos: Guignol
Hay bastantes ciudades que disponen de esta característica (pienso en Nápoles con Pulcinella, Londres con Punch, Barcelona con Titella o Malic) pero en ninguna de ellas existe un vínculo tan estrecho entre el personaje y la ciudad que lo acoge o le ha dado vida, como en el caso de Lyon y Guignol. Un personaje que aún siendo conocido en el mundo entero, sigue asociado íntimamente a Lyon, su ciudad natal.
Curioso fenómeno cuyo conocimiento me fascina cada día más, al ilustrar como un simple personaje local, fiel representación del titiritero que lo creó a principios del siglo XIX (un tal Laurent Mourget, sacamuelas que complementaba su cháchara con funciones de títeres, y que acabó siendo titiritero profesional, convertido más tarde por los lioneses en uno de los prohombres de la ciudad, cuyo rostro es reconocible en la inmortalizada cara de Guignol), puede llegar a convertirse en un mito. Pequeño mito callejero al principio, símbolo de la clase popular de los “canuts” (los trabajadores de la seda, principal industria de la ciudad en aquel entonces) para de ahí extenderse a la ciudad entera, traspasar las fronteras de ésta, alcanzar otros rincones del país, instalarse en el mismo corazón de París, y acabar expandiéndose por el mundo entero, al menos el europeo, como una etiqueta que denota al títere de filiación política, que gusta de reírse con descaro y aguda brillantez de los ostentadores electos –y no electos– del poder.
En Lyon, además de los titiriteros que mantienen viva su estirpe (como es el caso de mis amigos de la compañía Zonzons, magníficos manipuladores e “improvisadores” de Guignol, con su fantástico teatrillo situado en el número 2 de la Rue Louis Carrand, muy cerca de la Gare Saint Paul), se suele encontrar a Guignol en las tiendas de souvenirs, es decir, ocupando las estanterías de su imaginario mercantil. Recomiendo especialmente la que se encuentra en el número 6 de la Rue Saint Jean, dónde el visitante encontrará títeres, figuritas, imanes para la nevera de su casa o coche, pañuelos, copas, vasos, tazas y mil objetos distintos todos con Guignol como protagonista. Igualmente, en el interior de la tienda encontrará un pequeño y simpático museo, “Le Petit Musée Fantastique de Guignol”, algo casero pero bien organizado, dónde se explica al turista los orígenes del personaje.
Una ciudad pues que se deja desdoblar y representar por este personaje inteligente y bufonesco, com si quisiera desdramatizarse acogiéndose a una máscara titiritesca, tal vez para relativizar la máscara oficial y más pomposa del León con la que a veces parece querer representarse.
El otro desdoblamiento de la ciudad responde más a una intervención hecha desde arriba, aunque deriva de una costumbre popular muy asentada en la ciudadanía. Me refiero al énfasis que la ciudad de Lyon ha puesto en la iluminación nocturna, de modo que calles, plazas, puentes y edificios se desdoblan por la noche en otros diferentes que maravillan y enriquecen la percepción que los ciudadanos tienen de su ciudad.
Se trata de un fenómeno realmente insólito, que proviene de una vieja costumbre religiosa de la ciudad: la de poner velas encendidas la noche del 8 de diciembre en las ventanas de las casas. Ante la originalidad del caso, el alcalde de la ciudad quiso dar más relieve a la fiesta, y animó a los ciudadanos a aumentar la presencia lumínica en puertas, balcones y ventanas. Finalmente, y ante el éxito conseguido, se decidió atacar el tema a lo grande, y aquella fiesta que empezó con discretas velitas ha acabado convirtiéndose en un verdadero festival de la iluminación, promocionado por los cuatro vientos mediáticos y motivo de visita de miles de turistas.
Por desgracia, sólo he visto proyecciones y fotografías de algunas de las transformaciones que tienen lugar en las calles, plazas y edificios emblemáticos de Lyon, realmente espectaculares, durante estos días de diciembre. Pero en cambio, sí tuve la suerte de conocer, en el coloquio sobre títeres y sombras, a uno de los factòtums de este fenómeno lionés: al iluminador Laurent Fachard, que nos “iluminó” con una extraordinaria presentación de su trabajo. Palabras que me abrieron las puertas para una “percepción doble” de la ciudad de Lyon, iluminada con estudiado primor por la noche, sin abuso de los kilovatios, dejando que las sombras den realce a la plasticidad nocturna de los edificios. Un ejemplo típico es la Place des Terreaux, situada en el corazón de la ciudad, dónde sólo tres de sus lados aparecen iluminados para resalzar sus arquitecturas (los correspondientes al Hotel de Ville, el Museo de Arte y unos viejos Almacenes), iluminando de rebote el cuarto lado (de pisos privados) y la misma plaza en si, aparentemente oscura pero con luz de sobra para ver, dejarse ver y gozar. Otro ejemplo es el nuevo metro de la ciudad, con una muy estudiada iluminación que carece de la agresividad que busca desesperadamente la luz diurna, como es propio que ocurra en la mayoría de los metropolitanos del mundo, y que en cambio modela los espacios con el uso de los colores y los puntos de luz indirecta.
La dualidad básica entre el día y la noche queda así resaltada y apoyada por la iluminación nocturna, que juega a su favor y permite este juego de desdoblamiento. Desdoblamiento que abre espacios interiores de la ciudad, espacios nuevos de percepción doble y, por lo tanto, de encuentro y de cruce entre sus perceptores, locales y visitantes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)