Playa de Barcelona |
La situación política catalana ha entrado en un impasse de
relativa tranquilidad, a la espera de que las próximas elecciones autonómicas
aclaren el paisaje o lo compliquen todavía más. Al menos, una cierta
tranquilidad de espíritu se ha impuesto en la sociedad catalana, y digo 'impuesto'
porque sin duda proviene de la imposición del artículo 155, tan denostado por
unos, el cual sin embargo ha sido muy bien recibido por la mayoría de la
población, como la indispensable aspirina que se toma para que baje la fiebre,
la ley se imponga y los ánimos encrespados regresen a sus casillas.
Como siempre cuando ando escaso de ideas y con ganas de
saber algo más sobre la complicada situación, voy a la playa a ver a mis amigos
futurólogos, quienes, haga el tiempo que haga, militan en esta extraña
costumbre que es pasear descalzos por la orilla del mar. Ante el anuncio de días
cubiertos y posibles lluvias en lontananza, acudo este viernes pasado,
aprovechando el magnífico sol y la temperatura casi veraniega que tenemos en
Barcelona.
- Bueno, parece que hay algo de tranquilidad en el patio,
¿no os parece? El correctivo judicial más la ley del 155 han surtido sus
efectos. Pero las espadas, aunque algo inclinadas, siguen estando en alto, y los
presagios son de más tormentas en el horizonte.
Bastides, muy contento esta mañana quizás por el día excelente
que hace, toma de inmediato la palabra.
- En verdad, Rumbau, que acostumbrados a los últimos vaivenes
y a este estar sin estar a lo que nos había acostumbrado la política catalana y
el Procés, tengo que decir que casi lo echo en falta. Los sucesos de este tipo
tienen la particularidad de que enganchan a la ciudadanía, y para muchos,
especialmente los jubilados y los de la tercera edad, les dan motivos para
estar despiertos, ir a comprar el periódico y soñar con futuros que ya creían
finiquitados. Para nosotros ha sido hartamente placentero, al versar sobre
asuntos de los que venimos pensando desde hace muchos años, aunque nos ha
distraído de otras geografías y de otros asuntos quizás más importantes, como
los que se cuecen en Oriente Medio.
- Pero ¿cómo veis la situación? ¿Pensáis que volverán a
ganar los independentistas, después del triste papel que han hecho y del
desplome económico que han producido?
- Mira, esto es lo menos importante. Claro que yo espero que
no vuelvan a ganar y me gustaría que se hiciera con la presidencia Miquel
Iceta, a quién veo como el más preparado para sacar al país del agujero en el
que se encuentra. Lo tiene difícil, pero
su victoria sería, desde la perspectiva estratégica que aquí nos interesa, lo
mejor que podría ocurrirle a Cataluña.
- ¡Vaya, Bastides, veo que tienes las ideas claras!
- Ya sabes que nuestra óptica es la del futuro y hay un
asunto que es clave: este descalabro del Independentismo debería ser el punto
final de una historia y el inicio de otra. Es el momento, Rumbau, de que surja el
nuevo catalanismo del que hace días venimos hablando aquí entre los amigos de
la playa -y lo dijo mirando a sus colegas, Mercadal, Paquito, Corominas y Conchita,
que escuchaban atentos y asentían con la cabeza, ansiosos de que el adivino de
la Barcelona expusiera sus ideas.
- Es verdad, habéis hablado de este tema, pero que yo sepa,
nunca habéis formulado en qué se basaría este nuevo catalanismo.
- Rumbau, el otro día hablábamos de Pascual Maragall en su
primera época, felices años que se fueron al garete con el triunfo del
pujolismo y con el nacionalismo de Convergencia. Pero ahora hay que pensar en
términos de futuro y olvidarnos del pasado. Y aquí es donde tarde o temprano
deberá surgir una nueva formulación del catalanismo que, siendo fiel a sus
esencias, de un paso más allá en una dirección de avance civilizacional.
Hizo una pausa como buscando inspiración en el horizonte, de
nítidos colores y limpio de nubes.
- Es el momento ideal para hacerlo. Ya sabes que lo básico
del catalanismo ha sido siempre defender la diferencia catalana dentro del
conjunto español, en un acto de afirmación que busca el poder de un lado, y el espacio
suficiente para desarrollar las potencialidades de la región, tanto económicas
como culturales, por el otro lado. Pues bien, el Independentismo ha chocado contra
su propia realidad, la del país en el que se encuentra, Cataluña, que resulta
que no es mayoritariamente partidario de separarse de España, por la simple
razón de que una mitad más o menos de su población se siente tan catalana como
española. Y si ha chocado contra esta realidad es porque su solución para
defender la diferencia consiste en separarse del resto de España, creando unas fronteras
interiores que nadie está dispuesto a aceptar. Y eso por no hablar de las
fronteras exteriores, me refiero a las que nos quieren separar de Valencia y de
Aragón, algo completamente absurdo en una Europa que precisamente se ha
construido para eliminar fronteras.
- ¡De cajón! -exclamó Mercadal, que seguía con suma atención
a su amigo.
- Ante esta situación, el catalanismo debería hacer un giro
de timón y afirmar de una vez por todas la nueva visión histórica que se espera
de un movimiento hasta ahora considerado progresista y avanzado. La fórmula es
muy sencilla y ya hemos hablado de ella otras veces, pero cuando se aplica a
nuestro contexto, cobra una especial relevancia. Consiste en lo siguiente: exaltar
la diferencia, que es la esencia nuclear del catalanismo , conlleva exaltar la
unión. Fijaros en el cambio radical que significa: en vez de exaltar la
separación, que es lo habitual cuando las personas se afirman en sus
diferencias, se exalta la unión, como si las diferencias fueran la condición
necesaria para que haya unión y entendimiento entre las personas.
- ¡Pero eso es un absurdo, Bastides! -exclamó Paquito,
siempre inclinado a las tesis independentistas aunque muy sensible y educado
hacia las ideas de los demás.
- Es una paradoja y quizás una contradicción, pero es el
tipo de contradicciones que el futuro nos obliga a aceptar y a resolver. Lo más
interesante de esta formulación es que dispara sus potencialidades de dinamismo
de un modo jamás visto ni alcanzado. Este catalanismo no se arredra a la hora
de defender la singularidad catalana, al revés, la exalta y la enfatiza con toda
la fuerza posible, porque sabe que a más energía invertida en esta exaltación,
más energía de contacto y complicidades encontrará en sus vecinos, al ser la
afirmación de singularidad la afirmación por un igual de la unión entre los
diferentes y las diferencias que componen el país.
- ¡Realmente paradójico, Bastides, e irrefutable al cien por
cien! -exclamó Mercadal entregado a las ideas del zapatero de la Barceloneta.
- Y aquí está el quid político de la cuestión. ¿Quién, de
entre los políticos y los partidos que pugnan en estas elecciones, es capaz de
defender semejante postura? Yo sólo veo a uno, Iceta, y un único partido, el
suyo, el único que ha sabido sobrevivir a la época convulsa de polarizaciones y exclusiones que ha sido la política
catalana de estos últimos años. Los independentistas tienen este camino
cerrado, al menos hoy por hoy. El resentimiento y los odios vecinales se han
instalado en sus imaginarios, que sólo contemplan la afirmación catalanista
desde la exclusión, la separación, las barreras y las nuevas fronteras. El
componente básicamente pequeño burgués de sus seguidores ha obligado a sus
políticos a aplicar la táctica del molusco: cerrazón, oscuras justificaciones de
los errores y de los engaños, acusaciones de traición a diestro y siniestro...
El Independentismo, aunque gane estas elecciones, tiene demasiadas puertas
cerradas y concentra demasiadas dosis de rencor en sus corazones para que
tengan el menor recorrido. Pueden ganar, sí, pero será para seguir cayendo,
hundir aún más el país y hundirse ellos en la desesperación del que se obstina
en romperse los cuernos contra la misma pared una y otra vez.
- No sé si comparto todo lo que dices, Bastides. Creo que
exageras y que hay más inteligencia de la que supones en el bando
independentista.
- Tienes toda la razón del mundo, Paquito, pero eso no
impide que estén donde están, lo que no
deja de ser una verdadera lástima. Fíjate que por el lado constitucional, los
partidos más radicalmente contrarios al independentismo, el PP y los Ciutadans,
tienen a favor que creen en la unión, pero hoy por hoy jamás entenderían que la
unión vaya pareja a la afirmación de la diferencia. Se llaman unionistas, muy
loable, pero su objetivo es la uniformización. Sí que es verdad que la líder de
Ciutadans, Inés Arrimades, a la que valoro mucho, ha intentado en algunas
ocasiones plantear una defensa de la diferencia catalanista, al reivindicar la
figura de Tarradelles, por ejemplo. Pero dentro de su partido, la inercia del
movimiento está en rasurar las diferencias para imponer homogeneidad al conjunto
español. El único que se mantiene en este difícil equilibrio de defender la
diferencia y defender la unión es el PSC, a solas, pues su socio español, el
PSOE, no entiende tampoco estas contradicciones. De ahí la importancia de una
victoria de Iceta: sería el primer paso para empezar a elaborar este discurso
nuevo de un catalanismo de nuevo cuño, capaz de afirmar unión y diferencia por
un igual.
- Te has olvidado de los Comuns de Ada Colau...
- Es un caso aparte y complejo. Por un lado parece que están
por la contradicción, incluso se acusa a Ada Colau de 'emperatriz de la ambigüedad',
como la denominó Borrell en su famoso mitin, pero en realidad no afirma la
paradoja sino que va a uno u otro extremo cuando más le conviene. Es evidente
que se trata de una fuerza con capacidad de estar en este espacio del nuevo
catalanismo, pero le está pasando lo que le pasó al antiguo PSC, cuando era
atacado por el nacionalismo, que lo ancoró hacia su lado. Esa es la
especialidad del catalanismo nacionalista y excluyente, el chantaje a sus
rivales próximos con sus patentes y sus carnets de catalanidad. Y Colau está en esta zona de riesgo. Su rompimiento con
los socialistas en el Ayuntamiento nos indica que actúa por motivos de ambición
política puramente electoral, sin defender
una postura propia de conciliación paradójica. Si no es capaz de gobernar con
los socialistas, que ocupan el mismo espacio ideológico en el tema catalanista,
quiere decir que los Comuns prefieren irse con los nacionalistas, con los que
por lo visto no tienen problemas de conciencia. ¿Dónde estará entonces la unión?
Volverán a la separación, al conflicto de la diferencias, a la consigna del
referéndum que no es más que enquistarse en la división de la mitad más uno o de
la mitad menos uno. Un camino sin salida.
- Pero quizás uno de los problemas, Bastides, es que desde
el mismo catalanismo no parece obvio que haya personas con ganas de sustentar
este nuevo tipo de afirmación doble.
- Todavía no, pero la realidad acabará cayendo por su propio
peso, Rumbau. Los primeros que entiendan y hagan suya la fórmula de que a más
diferencia más unión, y lo digan de un modo explícito, como ha hecho Iceta últimamente,
conseguirán muy rápidamente resultados positivos. Mira en Valencia, están ansiosos
para empezar a tejer complicidades desde el respeto de la diferencia buscando
salida a sus múltiples problemas, que tienen que ver con el mismo tema.
- Pero entonces, ¿porqué no son los valencianos los que
formulan estos nuevos principios? -pregunta Paquito.
- Desde luego, no me extrañaría que surgieran allí voces en
esta dirección, y de hecho, ya están sonando. Pero es Cataluña la región de
España que más ha invertido en pensar el problema de las diferencias y debe ser
desde el catalanismo donde se formulen las nuevas ideas. Primero porque sería
una corrección redentora indispensable para la misma supervivencia del
catalanismo. Y segundo, porque el día que este ideario se imponga aquí, va a
ser una verdadera revolución lo que veremos, un estallido inimaginable de
creatividad, al liberar un tal caudal insospechado de energías ansiosas de
salir y conquistar el mundo, hoy prisioneras de la degeneración catalanista que
es el independentismo y su cerrazón estratégica.
Mercadal, que hasta entonces había escuchado sin decir nada,
no pudo contenerse más, estallando con las siguientes palabras:
- ¡Por todos los planetas del universo, Bastides, que has
dado en el clavo! ¡Y ahora se entienden nuestras anticipaciones de las grandes
ocurrencias de la excentricidad catalana, las cuales no se explican sin que
antes haya cuajado este nuevo catalanismo del que hablas, capaz de liberar
tantas energías y de llevar sus inventos a cotas jamás alcanzadas, de modo que
acabarán revolucionando el mundo entero, siendo el Polimonarquismo uno de sus
puntos más vistosos, aunque ahora empiezo a barruntar que no serán los únicos,
sino que habrá muchos más que esperan en la antesala de la agudeza catalana!
- Desde luego, así será, Mercadal, y habría aquí que incluir
a las escuelas de los Llampecs de Reus, destinados a revolucionar los protocolos
burocráticos de las administraciones hoy colapsadas por la inoperancia
funcionarial, cuyas fórmulas serán capaces de aunar y hacer operativas las
diferencias más recalcitrantes en materia de polimonarquismo, así como la complejidad
de las múltiples instancias de gobierno que habrá en el futuro, con los varios
parlamentos y los dos o tres senados trabajando al unísono, por lo que estas fórmulas
de los Llampecs de Reus serán buscadas, compradas e implantadas en todo el
mundo, ansioso éste de resolver los inacabables conflictos de las diferencias
de las partes con sus respectivos todos.
- De ahí la importancia de este nuevo catalanismo destinado a
revolucionar el pensamiento y los sistemas de convivencia, siendo España el laboratorio
natural donde estas nuevas ideas deberán encontrar rápida aplicación, a pesar
de las resistencias lógicas que encontrará.
Nos quedamos callados, ante la magnitud de las visiones de
futuro que el entusiasmo de los dos futurólogos nos habían despertado. Mercadal,
muy inspirado tras las palabras de Bastides, continuó hablando del siguiente
modo:
- No sé si Miquel Iceta es consciente del papel que la Historia
en mayúscula le tiene reservado, tras el
fiasco evidente de los últimos presidentes de la Generalitat, que pasarán en
los libros de historia como los ejemplos postreros de lo que los catalanes deben
evitar de una vez por todas si no quieren seguir haciendo el ridículo en el
foro mundial de los avances de la civilización humana. A mí me parece que Iceta
algo huele en el ambiente, pues cuando el Tiempo se presta a mostrar sus cartas
como hace ahora, señala con la manecilla de sus relojes invisibles a los
afortunados o desafortunados elegidos que deben llevar su cruz. Y no os olvidéis
que estas elecciones tendrán lugar el día 21 de diciembre de 2017, justo un día
después de que Saturno entre en el signo de Capricornio, que es su casa y donde
gusta que lo que cae por el peso propio de su verdad, se acabe imponiendo sin más
en la realidad...
Palabras que nos dejaron pensativos y soñadores, cada uno
con sus cábalas, sus diferencias y sus particulares preferencias.