Ante la magnitud de los acontecimientos y los ardores
políticos que se están viviendo estos días en Barcelona, no he tenido más remedio
que acudir a la playa para bañarme y para preguntar a mis amigos futurólogos
como ven el estado de la cuestión. Sólo he encontrado a Bastides, pues Mercadal
está por lo visto en cama con fiebre.
- ¿Pero has visto, Bastides, como están las cosas? ¿Acaso no
piensas que el futuro se nos echa encima de un modo alarmante?
- Calma, Rumbau, cuando nos enfrentamos al presente para conocer el futuro, hay que ir con mucha
calma. Ciertamente, todo parece indicar que en Cataluña hay movimientos tectónicos
inesperados. Seguramente habrá consecuencias a largo plazo, pero no tanto en el
corto plazo. Fíjate que en toda esta comedia, pues de comedia humana se trata al
fin y al cabo, en este gran teatro que es el mundo, como dijo Calderón, todos
tienen cosas que ocultar y de las que avergonzarse.
- ¿Qué quieres decir?
- Por un lado, los nacionalistas han quemado sus naves para
ir a por todas, pero lo han hecho sin respetar las formas, lo que mina los
cimientos de su pretensión. Me refiero a
la votación de las dos leyes que han roto la legalidad vigente, sin el amparo
de la mayoría legal. Lo mismo ocurre con el gobierno de España, que no supo o más
bien no quiso encarar el tema con la suficiente honradez y antelación. Esto
crea una situación inédita: ambos frentes necesitan mucha impostación para
ocultar su endeblez congénita y sus vicios de partida. Y aquí está el peligro
del momento, Rumbau, pues cuando dos partes enfrentadas son incapaces de
aceptar sus errores de base, la huída hacia adelante está servida.
- O sea, que ves la cosa complicada...
- Lo es, en efecto, pero el resultado, que puede ser dramático
en sus formas más vistosas, sólo puede acabar con unas tablas de doble derrota:
el gobierno central por haber atajado mal y a destiempo el problema, y los
insurrectos por sus prisas inconfesables que les han empujado a romper las
reglas de juego.
- Pero unas tablas no son de recibo ahora, quiero decir, que
nadie las aceptaría...
- Aquí hay un plus de dramatismo: cuando se llega a un punto
de empate entre los contendientes, gana de entrada el más fuerte. Y no cabe
duda que por mucha insurrección que haya, el aparato del estado sigue siendo
una máquina inexpugnable, al menos en teoría. Por lo tanto, drama,
enfrentamiento, violencia y represión los habrá. Este es el cuadro al que
nuestros brillantes políticos se han atado, y de rebote a todos nosotros .
- Pero a los independentistas ya les va bien eso, no?
Pierden, pero han encendido a toda la población. En realidad, éste y no otro
parece haber sido el objetivo de su pronunciamiento.
- En eso tienes razón y también es verdad que una buena
parte de la población está fervorosamente encendida. Parece que ganan, y
ciertamente, así lo pensarán todos, a pesar de la represión y de la autonomía
más o menos suspendida. Creerán los alzados que la independencia está a la
vuelta de la esquina otra vez, como siempre por otra parte, lo que les
garantiza seguir controlando la agenda, pero aquí se suman otros cambios a la
vista: una crisis del gobierno de Rajoy y un nuevo gobierno, tarde o
temprano, en manos socialistas o de alguna
coalición reformista, que ofrecerá un marco diferente y atractivo a los
catalanes. Y éstos, tras el trauma de su levantamiento, divididos otra vez tras
haberse realizado una lectura racional de los hechos, es muy posible que se
inclinen mayoritariamente por aceptar este nuevo marco constitucional.
Ofrecerán bicapitalidad -fíjate, lo que ya había pedido el avanzado Maragall en
sus días y que fue despreciado por toda la clase política de Madrid-, hacienda propia,
autogobierno casi total, y podrán ahorrarse los gastos de defensa y otras
infraestructuras globales.
- Pero Bastides, acuérdate de lo que dice todo el mundo: España
carece de un relato atractivo. Mientras que en Cataluña llevan años urdiendo el
suyo, un compendio de ilusiones más o menos fantasiosas, si quieres, pero que han
conseguido enardecer a los jóvenes y a los no tan jóvenes...
- Cierto, pero los independistas se equivocan al despreciar
España. este relato por el que tanto han invertido, resquebrajado tras su
derrota aparente (para ellos una victoria), puede ser rápidamente clonado y
adaptado al nuevo marco español, fagocitando de este modo el trabajo realizado
por los catalanes.
- Bueno, según como, eso es lo que pretenden hacer Podemos i
la Colau, o al menos, lo intentan...
- Exacto, aunque dudo que sean ellos los que finalmente se
queden con el tesoro. Esto, Rumbau, se ha convertido en un incendio emocional,
es decir, en una especie de revolución, y ya sabes que las revoluciones gustan
mucho de tragarse a sus protagonistas. Cuando el Tiempo se mueve, devora a los
que pretenden controlarlo con fines siempre desorbitados. Al final, se regresa
a un status quo con las élites de siempre más las nuevas emergidas que pactan los
mutuos intereses e imponen su pax romana. Y ya sabes, aunque todo sea
diferente, todo cambia para que todo siga igual.
- Te veo muy pesimista, Bástides...
- ¡En absoluto! Al revés, cada día veo más claro que nos
dirigimos a la FEAA, ya sabes, nuestra Federación Española de Autonomías
Autodeterminadas, pronosticada por Mercadal y yo mismo. Pero algo ha cambiado: lo
que pensábamos que ocurriría lejos en el tiempo, se está precipitando a marchas
forzadas, como si el Tiempo tuviera prisas... ¡Admirable al cien por cien!
- Pero regresando al presente, ¿no te preocupa el ambiente
de excitación emocional que se vive? Estas amenazas a los alcaldes socialistas
y a los que no piensan como la masa de los convencidos, dan mala espina, ¿no
crees?
- Evidente. Han provocado un incendio y han desatado a todos
los demonios de la raza, como se dice. Estos andan sueltos y buscan carnaza. Y
ya sabes que las masas, por muy honradas que se sientan -todas se sienten así-,
no soportan las diferencias. Su razón de ser es imponer su verdad única, representada
aquí por la liberación catalana y por el embrujo de sus himnos y banderas . Por
eso es peligroso estos días disentir y expresar lo que se piensa cuando no
coincide con sus verdades.
- Pero si sólo hablan los mismos, mal asunto estamos haciendo
a la democracia y a nuestros descendientes...
- Déjate de palabras, Rumbau, para esto ya están los
políticos que cobran y que gustan de polarizarse, encarnando verdades y
emociones. Cuando se alcanzan situaciones de este calibre, para los que no
tenemos ideas fijas ni banderas tatuadas, como diría la canción, lo propio es
desaparecer del mapa y dejar que pase el incendio, no sea que te atrape y
acabes chamuscado.
- Mucha gente está saliendo quemada de este fuego...
- Sí, y más que habrá. Es el sino de las revoluciones
emocionales. Y las que son protagonizadas por pueblos ricos, como es el caso de
Cataluña, suelen ser aún más feroces, por el mayor convencimiento de sus
verdades, acuérdate del culto pueblo alemán...
- No exageres, Bastides, los catalanes siempre hemos sido gente
moderada.
- Y tú no te engañes, Rumbau, el "ahora o nunca"
es un cohete en el culo que no pide permiso a nadie. Va a la suya y que se
aparten los turbios y los dudosos.
- Y vosotros, ¿qué vais a hacer?
- Lo de siempre, leer los periódicos de la mañana, y pasear
por la playa para mirar el horizonte, como hacemos cada día, buscando las
imágenes del futuro que nos expliquen la razón del presente que vivimos.
Dejé al futurólogo con estas palabras resonando en mi
espíritu, mientras continuaba con su paseo en dirección al Hotel Vela. Yo me
metí raudo a la piscina de agua de mar del Club, para refrescarme un poco de
los ardores del incendio catalán.
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