viernes, septiembre 22, 2017

El incendio emocional de la revuelta catalana



Ante la magnitud de los acontecimientos y los ardores políticos que se están viviendo estos días en Barcelona, no he tenido más remedio que acudir a la playa para bañarme y para preguntar a mis amigos futurólogos como ven el estado de la cuestión. Sólo he encontrado a Bastides, pues Mercadal está por lo visto en cama con fiebre. 

- ¿Pero has visto, Bastides, como están las cosas? ¿Acaso no piensas que el futuro se nos echa encima de un modo alarmante?

- Calma, Rumbau, cuando nos enfrentamos al presente  para conocer el futuro, hay que ir con mucha calma. Ciertamente, todo parece indicar que en Cataluña hay movimientos tectónicos inesperados. Seguramente habrá consecuencias a largo plazo, pero no tanto en el corto plazo. Fíjate que en toda esta comedia, pues de comedia humana se trata al fin y al cabo, en este gran teatro que es el mundo, como dijo Calderón, todos tienen cosas que ocultar y de las que avergonzarse.

- ¿Qué quieres decir?

- Por un lado, los nacionalistas han quemado sus naves para ir a por todas, pero lo han hecho sin respetar las formas, lo que mina los cimientos de su pretensión. Me refiero  a la votación de las dos leyes que han roto la legalidad vigente, sin el amparo de la mayoría legal. Lo mismo ocurre con el gobierno de España, que no supo o más bien no quiso encarar el tema con la suficiente honradez y antelación. Esto crea una situación inédita: ambos frentes necesitan mucha impostación para ocultar su endeblez congénita y sus vicios de partida. Y aquí está el peligro del momento, Rumbau, pues cuando dos partes enfrentadas son incapaces de aceptar sus errores de base, la huída hacia adelante está servida.

- O sea, que ves la cosa complicada...

- Lo es, en efecto, pero el resultado, que puede ser dramático en sus formas más vistosas, sólo puede acabar con unas tablas de doble derrota: el gobierno central por haber atajado mal y a destiempo el problema, y los insurrectos por sus prisas inconfesables que les han empujado a romper las reglas de juego.

- Pero unas tablas no son de recibo ahora, quiero decir, que nadie las aceptaría...

- Aquí hay un plus de dramatismo: cuando se llega a un punto de empate entre los contendientes, gana de entrada el más fuerte. Y no cabe duda que por mucha insurrección que haya, el aparato del estado sigue siendo una máquina inexpugnable, al menos en teoría. Por lo tanto, drama, enfrentamiento, violencia y represión los habrá. Este es el cuadro al que nuestros brillantes políticos se han atado, y de rebote a todos nosotros .

- Pero a los independentistas ya les va bien eso, no? Pierden, pero han encendido a toda la población. En realidad, éste y no otro parece haber sido el objetivo de su pronunciamiento.

- En eso tienes razón y también es verdad que una buena parte de la población está fervorosamente encendida. Parece que ganan, y ciertamente, así lo pensarán todos, a pesar de la represión y de la autonomía más o menos suspendida. Creerán los alzados que la independencia está a la vuelta de la esquina otra vez, como siempre por otra parte, lo que les garantiza seguir controlando la agenda, pero aquí se suman otros cambios a la vista: una crisis del gobierno de Rajoy y un nuevo gobierno, tarde o temprano,  en manos socialistas o de alguna coalición reformista, que ofrecerá un marco diferente y atractivo a los catalanes. Y éstos, tras el trauma de su levantamiento, divididos otra vez tras haberse realizado una lectura racional de los hechos, es muy posible que se inclinen mayoritariamente por aceptar este nuevo marco constitucional. Ofrecerán bicapitalidad -fíjate, lo que ya había pedido el avanzado Maragall en sus días y que fue despreciado por toda la clase política de Madrid-, hacienda propia, autogobierno casi total, y podrán ahorrarse los gastos de defensa y otras infraestructuras globales.

- Pero Bastides, acuérdate de lo que dice todo el mundo: España carece de un relato atractivo. Mientras que en Cataluña llevan años urdiendo el suyo, un compendio de ilusiones más o menos fantasiosas, si quieres, pero que han conseguido enardecer a los jóvenes y a los no tan jóvenes...

- Cierto, pero los independistas se equivocan al despreciar España. este relato por el que tanto han invertido, resquebrajado tras su derrota aparente (para ellos una victoria), puede ser rápidamente clonado y adaptado al nuevo marco español, fagocitando de este modo el trabajo realizado por los catalanes.

- Bueno, según como, eso es lo que pretenden hacer Podemos i la Colau, o al menos, lo intentan...

- Exacto, aunque dudo que sean ellos los que finalmente se queden con el tesoro. Esto, Rumbau, se ha convertido en un incendio emocional, es decir, en una especie de revolución, y ya sabes que las revoluciones gustan mucho de tragarse a sus protagonistas. Cuando el Tiempo se mueve, devora a los que pretenden controlarlo con fines siempre desorbitados. Al final, se regresa a un status quo con las élites de siempre más las nuevas emergidas que pactan los mutuos intereses e imponen su pax romana. Y ya sabes, aunque todo sea diferente, todo cambia para que todo siga igual.

- Te veo muy pesimista, Bástides...

- ¡En absoluto! Al revés, cada día veo más claro que nos dirigimos a la FEAA, ya sabes, nuestra Federación Española de Autonomías Autodeterminadas, pronosticada por Mercadal y yo mismo. Pero algo ha cambiado: lo que pensábamos que ocurriría lejos en el tiempo, se está precipitando a marchas forzadas, como si el Tiempo tuviera prisas... ¡Admirable al cien por cien!

- Pero regresando al presente, ¿no te preocupa el ambiente de excitación emocional que se vive? Estas amenazas a los alcaldes socialistas y a los que no piensan como la masa de los convencidos, dan mala espina, ¿no crees?

- Evidente. Han provocado un incendio y han desatado a todos los demonios de la raza, como se dice. Estos andan sueltos y buscan carnaza. Y ya sabes que las masas, por muy honradas que se sientan -todas se sienten así-, no soportan las diferencias. Su razón de ser es imponer su verdad única, representada aquí por la liberación catalana y por el embrujo de sus himnos y banderas . Por eso es peligroso estos días disentir y expresar lo que se piensa cuando no coincide con sus verdades.

- Pero si sólo hablan los mismos, mal asunto estamos haciendo a la democracia y a nuestros descendientes...

- Déjate de palabras, Rumbau, para esto ya están los políticos que cobran y que gustan de polarizarse, encarnando verdades y emociones. Cuando se alcanzan situaciones de este calibre, para los que no tenemos ideas fijas ni banderas tatuadas, como diría la canción, lo propio es desaparecer del mapa y dejar que pase el incendio, no sea que te atrape y acabes chamuscado.

- Mucha gente está saliendo quemada de este fuego...

- Sí, y más que habrá. Es el sino de las revoluciones emocionales. Y las que son protagonizadas por pueblos ricos, como es el caso de Cataluña, suelen ser aún más feroces, por el mayor convencimiento de sus verdades, acuérdate del culto pueblo alemán...

- No exageres, Bastides, los catalanes siempre hemos sido gente moderada.

- Y tú no te engañes, Rumbau, el "ahora o nunca" es un cohete en el culo que no pide permiso a nadie. Va a la suya y que se aparten los turbios y los dudosos.

- Y vosotros, ¿qué vais a hacer?

- Lo de siempre, leer los periódicos de la mañana, y pasear por la playa para mirar el horizonte, como hacemos cada día, buscando las imágenes del futuro que nos expliquen la razón del presente que vivimos. 

Dejé al futurólogo con estas palabras resonando en mi espíritu, mientras continuaba con su paseo en dirección al Hotel Vela. Yo me metí raudo a la piscina de agua de mar del Club, para refrescarme un poco de los ardores del incendio catalán.

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