lunes, junio 15, 2009

Elecciones en Irán.

(Persépolis)

Encontré a mis amigos de la playa el otro día muy excitados. Conociéndoles como les conocía, supuse que estarían comentando las elecciones en Irán, dónde las últimas noticias daban la victoria a Ahmadineyad, con protestas de los partidarios de Musavi, el candidato reformista.

- ¿Estáis escandalizados por la manipulación habida? –les pregunté nada más verlos.

- Desde luego, parece que hubo pucherazo en Irán, pero la verdad es que estábamos hablando de otra cosa –contestó Mercadal al verme llegar.

- Vaya –exclamé–, ¿qué otros temas os han llamado la atención?

- El discurso de Netanyahu, el primer ministro israelí. Ya sabes que estamos en plena guerra de discursos. Primero fue el de Obama, y hoy nos llega el de Netanyahu. Deben entenderse como misiles lanzados a la opinión pública, provistos de múltiples cabezas publicitarias, pues van dirigidos a una variedad de públicos impresionantes. Mientras el de Obama se dirigía al mundo entero, y muy en concreto, al mundo de la región de Oriente Medio, el del míster israelí tiene un radio de acción mucho más limitado, atrapado como está por las exigencias del público patrio, que exigen oir lo que quieren escuchar. Visto así, comprenderás que los resultados de ambos misiles han tenido efectos bien diferentes. Mientras el primero se alzaba todo lo alto que le era posible, expandiendo sus efectos por los cinco continentes, el segundo ha tenido una altura más bien escasa, de modo que su acción no ha salido del marco local, para desesperación del emisor. El marco también ha sido diferente: una universidad de Cairo para el discurso de Obama, la más reputada del mundo islámico, y la Universidad de Bar Ilan, una “cueva integrista” como la han calificado los medios, para el de Netanyahu. O sea, el primero se atreve a pisar terrenos “enemigos”, mientras que el segundo se atrinchera en casa con los suyos. Mucha debilidad es la que muestra el premier israelita. En esta guerra de misiles conceptuales, se da la terrible paradoja de que una de las partes implicadas, la palestina, al no tener misil alguno que disparar, por carecer de ellos, se ve obligado a identificarse con el misil americano, lo que da al asunto rasgos casi de sainete. Buena jugada la de Obama, al situarse en un centro negociador que hacía tiempo los EEUU habían perdido. En este sentido, no estaría mal que los palestinos emitieran su propio discurso, aunque fuera pequeño. Lo que demuestra la poca categoría del Rais de Ramala, paralizado por sus contradicciones.

- Pero la jugada de Obama puede irse al garate con la victoria del impresentable Ahmadineyad en Irán –les digo, con el interés de situar a este país en la conversación.

- Desde luego, hubiera sido mucho más fácil ritualizar un encuentro con Musavi, si éste fuera el ganador, pero esta victoria del ultra iraní, por mucho bombo y platillo que le den, puede que se convierta en una victoria pírrica.

- ¿Qué quieres decir? –le pregunto.

- Pues que tarde o temprano veremos el inicio del fin. Irán no es un país cualquiera que se deje amedrentar así como así. Los persas son un pueblo antiguo y sólido, muy sólido, y toda esta juventud que busca desesperadamente aire para respirar, no se dejará pisotear por dictadorzuelos de tan poca monta como Ahmadineyad. Es evidente que éste intentará mantener sus posiciones internacionales que tan buenos resultados le han dado hasta ahora, pero verás como irá perdiendo fuelle. No es lo mismo gobernar con mano de hierro un país controlado al cien por cien, que un país cuyas bases sociales y urbanas empiezan a desmarcarse del poder. Y eso es lo que está pasando. Puro relevo generacional y la inercia de un país que siente orgullo de si mismo, de su pasado y de su cultura presente y futura.

- Pero el régimen de los Ayatolás está muy bien sujeto –le digo convencido de que pecan de optimismo.

- ¿Me puedes decir qué futuro pueden proporcionar esos curas ultras y retrógrados a sus juventudes? Lo que quieren es anclarse en el pasado, no salir de los principios inamovibles de su revolución islámica, y mantenerse en el poder. Pero en cuanto empiecen a surgir nuevos discursos de futuro en la región, verás cómo cambia la cosa.

- No acabo de entenderte, Mercadal.

- Estamos en un momento crucial en el que o se va hacia delante o te quedas atrapado en estructuras caducas que sólo llevan a la miseria. Los países de la región lo saben y empiezan a inquietarse profundamente. Veremos cambios que nos van a sorprender, Rumbau. Obama ha sido el primero en lanzar una clara oferta de futuro. Los demás no se van a quedar a la zaga. Verás cómo en Irak empiezan a salir voces nuevas, y en Líbano Hezbollá ya debe estar pensando en cómo reciclar su discurso, si no quiere quedarse en minoría. Y lo mismo Hamás en Gaza. Pero si hay algún país en la región con capacidad de crear futuro, aparte de Turquía, ése es Irán, no sus actuales dirigentes, sino sus ciudadanos y juventudes más despiertas. Y en cuánto surjan los primeros brotes de discursos de futuro, te aseguro que no habrá régimen de Ayatolás capaz de resistirlos. Y por una simple razón: verán en ellos su propia tabla de salvación. La derrota de Musavi y sus seguidores es un paso importante en esta dirección. Espero que no hagan falta muchas más derrotas, pero el proceso ya está en marcha.

- ¿Pero ahora qué va a pasar? –les pregunto, aturdido de tanto optimismo.

- Pues el tira y afloja de siempre, con sus picos altos y sus picos bajos. Una victoria de Musavi en Irán hubiera sido un regalo demasiado bonito a Obama. No se lo podían permitir los Ayatolás ni las fuerzas resistentes de la región. Y Obama lo sabía perfectamente, la victoria de Ahmadineyad estaba cantada. Pero por ahí se empieza. La nueva apisonadora americana se acaba justo de poner en marcha. Y juraría que ésta tendrá mejores resultados que la de Bush padre e hijo. Fíjate que la única manera de enfrentarse a ella es construyendo sus propios discursos de futuro. Turquía ha indicado el camino y te aseguro que Irán le seguirá en breve. Por cierto, que Israel está muy cojo en futuros, lo que debería preocuparles. En fin, las batallitas de los voceros darán todavía de qué hablar y producirán una buena cantidad de muertos, pero empiezan a ir de bajada. Tiempo al tiempo, Rumbau….

Los dejé convencido de aquel optimismo tenía más de senil que de racional. Pero por dentro, pensé que ojalá dispusiera yo de un entusiasmo por el futuro parecido al de los dos viejos futurólogos…

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