Cuando la
confusión aprieta, suelo acudir a la playa para ver a mis amigos futurólogos. Lo
hago a pesar del frío que estos días ha ocupado la Península, pues ya habrá
comprendido el amable lector que esta manera tan curiosa de ver el futuro, paseando
por la orilla del mar para situarse lo más cerca posible de la línea del
horizonte, lo practican mis amigos haga el tiempo que haga, aunque a veces, en
días de lluvia, el doctor Mercadal obliga a Bastides a quedarse en casa.
Frío en la
atmósfera pero calor en la contienda; así podríamos definir la realidad
política de nuestro país. Parece que los que viven de ella hayan abrazado la condición de púgiles, pues estén donde estén,
para ellos el lugar siempre es un ring. Se usa la palabra, desde luego, pero
desde la razón verdadera e irreductible de cada uno, es decir, enfrentada a la
del otro. ¿Y hay algo más cansado y aburrido que ver discutir a los políticos
con las mismas palabras y la misma ambición de
someter al rival, no por convencimiento ni por el arte del raciocinio,
sino por la fuerza de la potencia de voz o de las exiguas mayorías que da hoy
el voto?
- Nosotros
estamos ya en otro capítulo, Rumbau -me suelta Mercadal, nada más empezar a
comentar esta saturación de la política.
- ¿Qué
quieres decir?
- Pues que
cuando se llega a estos niveles de colapso y de repetición, hay que dar un
salto y situarse en otra fase, a poder ser un poco más avanzada en el calendario.
- ¿Y en qué
fase os habéis colocado?
- Hace falta
distancia y tiempo para llegar a entender lo que ocurre y relativizar las
oposiciones que tan irresolubles parecen hoy. Y nosotros, al ser ya unos
vejestorios, no podemos cruzarnos de brazos y esperar que el tiempo pase.
Debemos adelantarnos y situarnos en un futuro avanzado, para analizar desde
allí la situación.
A eso se
dedican mis amigos en el día a día de sus paseos por la playa.
- ¿Y qué os
dice esta posición avanzada?
- Que hay
una enorme confusión en nuestros días, a causa de la poca claridad que existe
sobre el quehacer político. Fíjate que vivimos en una época que podríamos
llamar de 'libertades' que sin embargo no son reconocidas. Me refiero a la
libertad de aceptar las diferencias y de dejarlas vivir y respirar a su aire,
sin pretender homogeneizar lo que es diferente. El problema es que cada uno ve
su propia diferencia, que busca afirmarse, pero no ve las que están a su
alrededor, que tienen igual derecho a serlo. Pero para que unos y otros acepten
las diferencias ajenas, debe ensancharse el marco de convivencia, capaz de
garantizarlas. Pero también exige un cierto cambio de mentalidad, desde luego.
- Recuerdo
que el otro día ya hablabais de esto, cuando postulabas la nueva tríada de
Libertad, Diferencia y Fraternidad.
- Exacto. Y
esto tiene más que ver con lo de la mentalidad que con la política. En lo
social, el viejo lema de la Revolución Francesa, Libertad, Igualdad y Fraternidad,
sigue vigente, cuando la igualdad se refiere a que la ley es igual para todos. Pero
a lo que nosotros nos referimos es a algo más profundo, una nueva tríada que
haga referencia no sólo a lo social sino también a lo personal. Y aquí se
impone substituir la igualdad por la diferencia. Cambia de un modo radical el
contexto. Hay que leerlo así: la Libertad de ser diferentes conlleva a la
Fraternidad, algo nuevo, pues hasta ahora, lo diferente ha llevado a la separación.
Mientras que en el viejo lema, la Fraternidad llega desde la igualdad: la
libertad de los que son iguales es la base de la Fraternidad. Fíjate que así
podríamos definir a los nacionalismos, hijos precisamente de la Revolución
Francesa: fuera de los que somos iguales y por lo tanto fraternales entre
nosotros, hay confrontación. Pues las igualdades comunes se enfrentan a las que
son diferentes. De ahí la importancia y la necesidad de asociar la Libertad no
a la igualdad sino a la Diferencia.
- Sí, en
esto tienes razón, pues ser fraternales entre los que se sienten iguales no
cuesta demasiado, es lo común, mientras que ser fraternales entre los que son
diferentes, eso ya escuece más.
- Aquí en
España, el problema se presenta en una doble vertiente: los nacionalismos por
un lado, y las convicciones ideológicas por el otro lado. Ambas enardecen las
diferencias sin aceptar la libertad de las ajenas, buscan la igualdad de ideas
o de sentimientos para crear así sus fraternidades que sólo pueden ser parciales.
Las defienden a capa y espada, con el enardecimiento de los poseídos por la
verdad, sin aceptar la pluralidad de ideas y de sentimientos de pertenencia. Te
dirán los convencidos de las ideas de que las suyas son las más avanzadas en
relación al progreso y que las otras a
las que combaten son, por ejemplo, retrógradas, caducas, ancladas en decrépitas
tradiciones, o al revés, demasiado avanzadas, extrañas, elitistas, etc. Los
nacionalistas te hablarán de la patria, de la lengua, de la historia, palabras
que pondrán en mayúscula, indicando así su singularidad (¡de Patria, de Lengua
y de Historia sólo hay una!, exclamarán enardecidos), motivo por el que buscarán
chocar contra las demás exaltaciones singulares. En ambos casos, estas fraternidades
igualitarias se manifiestan como impostaciones que tienen su razón de ser en la
Victoria Final, por la que luchan sin cuartel. Y cómo sucede en estos casos,
los objetivos siempre justifican los medios empleados. De ahí la tentación
totalitaria que se esconde en las pulsiones ideológicas o nacionalistas.
- Tienes
razón, Mercadal, pero los convencidos te dirán que lo tuyo es un relativismo
exagerado, incluso te lo tildarán de totalitario, pues es imposible aceptar
tantas diferencias si no es por imposición.
- Y tendrán
toda la razón del mundo, pues es evidente que pretender imponer el relativismo
sería absurdo e imposible, una idea sin duda totalitaria.
- Pues
entonces, ¿cómo ves tú la acepción de unas posturas tan difíciles de
aceptar?...
- El tiempo
y la cachiporra de la Historia se
encargarán, usando palabras que a ti tanto te gustan. O con los años y una caña,
como diríamos en tiempos pasados. Pero además, piensa, Rumbau, que las cosas
son más complejas de lo que parecen. Fíjate que a estas realidades de los
nacionalismos y de las ideologías se juntan otras más prosaicas: me refiero a las
élites y a los grupos de presión y de intereses que se sitúan detrás de estas
pulsiones, para manipularlas y servirse de ellas. Y aquí es donde se constata
si una sociedad ha alcanzado grados elevados de complejidad y de futuro o aún
se halla anclada en las viejas pendencias de toda la vida. Pues si las élites,
los creativos sociales y los grupos de presión se limitan a las pulsiones
típicas de las patrias y de las revoluciones, habrá que esperar a que se quemen
estos cartuchos, que suelen consumirse con dramatismo. Pero si, en cambio, buscan
otras formas de singularizarse, desarrollando nuevas diferencias capaces de
satisfacer sus necesidades de creatividad personal, social, política y económica,
entonces se implantará de un modo natural el anhelado relativismo liberador,
que para que funcione y se acepte, debe ser dinámico y generador de riquezas y de
nuevas ilusiones, vocaciones y querencias de las personas.
- Pues
todavía lo veo más difícil...
- No creas,
Rumbau. Nuestras sociedades modernas ya
están yendo poco a poco por estos caminos. Todo este mundo de las start-ups y del emprendimiento
empresarial y económico es un claro
síntoma de estos apuntes de relativismo y de descentralización de los proyectos
y de las ideas de producción y socialización. Pero todavía se mueven en las
órbitas de los grandes intereses, de los tópicos de siempre y de los centros de
poder, de modo que carecen de suficiente potencialidad innovadora. Nosotros nos
inclinamos por la emergencia de los polimonarquismos que llegarán a la Península
hacia los años sesenta de este siglo.
- Muy
convencidos estáis de esta emergencia, Mercadal, pero yo francamente no lo veo
tan claro...
- Porque te
limitas a ver el presente y el pasado, sin enfocar el futuro. Es como si
caminaras mirando atrás y al suelo, para no caerte, pero sin jamás mirar hacia
adelante. Y cuando se mira enfrente, el futuro aparece y se inventa. ¿Acaso piensas
que esos futuros que Google y los grandes centros de poder nos ofrecen no han
sido inventados? No veas el dinero que han invertido para pagar a los visionarios
que tienen a sueldo. Con una ligera desventaja: sus pautas de futuro llegan
marcadas por las líneas de intereses de las compañías, que saben muy bien lo
que buscan. De ahí que el futuro que nos ofrecen sea tan poco interesante, pues
está apañado por esos intereses y por el pensamiento tecnológico que sustenta a
estas corporaciones.
- Esto es verdad, todas sus inversiones están
puestas en la Inteligencia Artificial, que debe ser la panacea del futuro.
- En cierto
modo, buscan el relativismo de las diferencias, pero sólo las ofrecidas por
ellos o bajo los impulsos de sus intereses. De ahí este halo de modernidad
futurista que tienen sus inventos y sus profecías. Nos ofrecerán un infinito consumo
de las diferencias al que podremos optar y acceder a través de sus mecanismos
de participación tecnificada. Será un relativismo totalitario, como decíamos
antes, impuesto por los centros mundiales de poder y de control, en el caso de
que se pongan de acuerdo en unificar sus ofertas, en caso contrario se
establecerá en base a bloques de confrontación provistos de diferentes modos de
instaurar y garantizar las diferencias, algo así como lo pronosticado por Orwell
en su famosa novela 1984.
Bastides,
que aún no había abierto la boca, intervino entonces poseído por alguna visión
que le llegaba del horizonte:
- ¡En verdad
en verdad os digo, que tienes toda la razón del mundo, Mercadal! Los
polimonarquismos que nosotros vemos con tanta claridad llegarán sin que nadie
se dé cuenta de ello y por la puerta de atrás, como suele suceder cuando se
filtran las novedades que llegan para quedarse. Será un despertar de la
creatividad catalana que por fin podrá liberarse de sus cadenas procesistas,
pues el Procés durará buena parte del siglo XXI para quedar finalmente cristalizado
en pequeñas formas sociales de unidades diminutas aunque siempre muy activas,
perfectamente integradas en el mapa neomonárquico que despertará el furor
innovador de Cataluña a cotas jamás alcanzadas. Será una verdadera revolución silenciosa
que emergerá a la chita callando y que cambiará para siempre el paisaje de la
Península Ibérica, ya preparada entonces para acoger y desarrollar en su seno
las nuevas ideas de excitación de lo particular.
Siguió
perorando Bastides con inspiradas palabras sobre Poli y Neomonarquismo, estos emergencias
sociales que ellos ven en el futuro lejano de la Península y que están destinadas
a cambiar Europa y el mundo entero. Lo hizo mientras avanzábamos hacia el Hotel
Vela, los pies mojados por un mar de olas largas y frías que tanto ayuda a hacer
volar la imaginación de los futurólogos. Pero dejaremos esta cuestión para otro
día, necesitada como está de mayores extensiones. De hecho, podemos anunciar
desde este blog la próxima publicación de un nuevo paquete de cartas escritas
por Romà Bastides a sus conciudadanos, tras aquella primera entrega que hizo en
2005 (cartas publicadas en catalán por Arola Editors con el título de 'La Colla
de la Platja i el Futur de Catalunya'). Lo anunciaremos en breve.
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