Playa de la Barceloneta |
La suma de acontecimientos de los últimos días, con cambios
inesperados en el panorama de la política doméstica y también de la
internacional, me excita a acudir con ganas a la playa para encontrarme con mis
amigos futurólogos, ávido de comentar la situación.
El mar está estupendo, lo podríamos cualificar de bello y
sosegado, más el brío fresco de la primavera, ideal para estos tiempos que
exigen una mente despierta y puntos de vista amplios y generosos. Quizás por
eso me siento optimista y pienso que los últimos cambios pueden, en efecto,
cambiarlo todo.
- ¿Habéis visto lo ocurrido? Cae Rajoy y en un rápido ‘aquí
te quito y aquí me pongo’, Sánchez es Presidente. ¡Inaudito!
- ¡Admirable al cien por cien, Rumbau! Estas semanas han
sido de ésas que tanto gustamos Mercadal y yo, cuando en menos de lo que canta
un gallo, se pasa página a un capítulo de la Historia y todo fluye que es un
contento, ¡como si hubieran puesto vaselina a los días!
- Entonces, ¿creéis que con este cambio pueden mejorar las
cosas? Quizás toca ser optimistas…
- Eso nunca se sabe. Hoy en día lo que parece que va para
bien puede acabar en su contrario, y viceversa. Pero aún así, yo diría que
algunos pasos positivos se han dado. Por de pronto, en el contencioso catalán.
A los procesistas, que han vivido del PP todos estos años, de pronto se les ha
acabado el chollo: la fuente declarada de sus males ya no está y eso les
obligará a hacer política, de momento ya han votado en el Congreso. Además, con
Borrell en Exteriores, lo tendrán más crudo para engatusar a los públicos
internacionales: su conocimiento de la situación catalana y del discurso
nacionalista augura un cambio en la visión internacional del tema. Ya no podrán
decir que España es un país retrógrado, autoritario y toda esta mandanga.
España cuenta de pronto con un gobierno avanzado, puesto al día, femenino en un
elevado porcentaje y con ministros de peso y de prestigio europeo. En eso
parece que se ha ganado algo.
- Pero tanto Ciudadanos como el PP parecen dispuestos a
chafarle la gaita, a Sánchez…
- Desde luego, el espectáculo circense de este gobierno está
asegurado: será un continuo juego de equilibrios de altura y sin red. Aunque
quizás la red sea Europa, que parece haber jugado fuerte en la solución de la
crisis.
- Aquí se comprobará el grado de madurez de Ciutadans…
- Han crecido muy rápido y todos se han conjurado contra
ellos. Fíjate que volvemos a la misma situación que antes: lo decisivo vuelve a
ser Catalunya y cómo se encara el problema.
- Iceta parece tenerlo muy claro. Quizás ha llegado su
momento.
- Sí, impresiona la tenacidad de este político, aunque creo
que le pierde una cierta tendencia a maniobrar sin discurso claro. Su intento
de buscar un consenso interior catalán de mínimos entre todas las fuerzas lo
ensalza como la figura con más visión estratégica, esto es cierto. El tándem que
consiga hacer con Arrimadas y luego con Domènech, serán decisivos. Veremos si
realmente cuenta con la fuerza y la capacidad creadora que exige el momento.
- ¿Qué quieres decir con eso de que le gusta maniobrar?
- Me refiero a que le falta discurso. Conoce el medio
político como nadie, ha sido el fogonero del PSC durante muchos años, sus ideas
son claras y acertadas, pero le cuesta tener visiones de futuro que consigan
entusiasmar al público. Pesa en él un inevitable escepticismo fruto de chocar
siempre con el mismo pedrusco, el nacionalismo, que ha martirizado a los
socialistas desde el principio de la Democracia, y eso le impide volar y mirar
más allá de los conceptos de nación y toda la parafernalia de los irredentos.
Aquí falta un Maragall de los primeros tiempos, con visiones futuristas arriesgadas,
rompedoras y atractivas, y con capacidad de entusiasmar a una nueva generación
de catalanes. ¿Dónde están las llamadas a unirse en red con las ciudades
vecinas, la necesidad de aliarse en una potente euro-región dejándose de nuevos
estados y de sus ridículas nuevas fronteras? El discurso nacionalista ha
corrompido el lenguaje y ha destrozado cualquier visión abierta de futuro, de
ahí la importancia de retomar las riendas hacia otra dirección.
- Ciudadanos podría hacerlo pero le pesa más el ir en contra
que pensar en positivo.
- Nacieron fruto del desprecio del nacionalismo catalán hacia
los castellanohablantes, y les cuesta pasar al estado de proposición. No saben
el poder que tienen, les falta confianza y atrevimiento, pese al enorme
esfuerzo que han hecho para sacarse de encima los estigmas que les han endosado
los nacionalistas, que los han demonizado y lo sigue haciendo con el mayor
descaro. Quizás por eso la opción de sacarse a Valls de la manga puede ser
finalmente una buena idea.
- ¿Tú crees? Fíjate cómo lo han crucificado nada más sacar
la nariz por la ventana...
- Sí, no lo tiene fácil, pero tiene la mente libre para
proponer visiones rompedoras de futuro, por mucho que las izquierdas abominen
de él.
- Puede ser interesante, es cierto, pero si sólo sirve para
polarizar más la situación, no creo que le vaya demasiado bien.
- Sí, el peligro es ése, y ahí veremos si es un político
inteligente de verdad.
Mercadal, que escuchaba con atención, quiso intervenir:
- El futuro es la clave, siempre lo hemos dicho. Me dirás
que nada hay más oscuro que lo que está por devenir, y tendrás toda la razón
del mundo. Pero aún así, lo que interesa a todos es salir del bucle perverso en
el que los independentistas han llevado a Cataluña y a toda España. Y sólo con
una elaborada visión de futuro, capaz de superar las dicotomías de exclusión
mutua, podremos ir para adelante. Ideas claras, nuevas y trempades, como decimos en catalán.
Un futuro que mis amigos parecen tener muy claro y que yo
veo cada día más oscuro...
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