martes, enero 29, 2013

El día a día de los enigmas del Tiempo



En estos días en los que la llamada “actualidad” hierve como una olla a presión, bien activada por los periódicos, las televisiones y una realidad de signo agorero, constato alarmado como la cifra de parados no cesa de crecer y como el nivel de tráfico rodado urbano cada vez nos remite más a las noches de los años sesenta. Algunos periodistas hablan de inminente estallido social, aunque la verdad es que en parte alguna se ven indicios de ella. Como suelo hacer cuando los interrogantes se acumulan en demasía, acudo a la playa para charlar con mis amigos futurólogos. Los encuentro animados y con muy buen aspecto, como si sus raciones diarias de crisis y actualidad con las que se desayunan con los periódicos fueran el mejor de los sustentos.

- Os veo muy animados. ¿Acaso tenéis buenas noticias del futuro?

Se ríen de mi broma, pero educados y sensibles como son, me responden al acto con ganas:

- Mira, Rumbau, las cosas están que hierven, eso lo sabemos todos, pero pensar el futuro como hacemos nosotros, aunque no siempre sea halagüeño, es algo que nos llena de satisfacción. ¿Y sabes por qué? Pues porque al proponer nuestras soluciones, que son las que vemos llegar del futuro, nos sentimos partícipes del mismo, y nada hay de más gratificante que acompañar el devenir del mundo y de la historia. Y fíjate que aunque haya errores y fallos monumentales, pues es obvio que no podemos acertar en todo, ello no impide que propongamos nuestras visiones, que quizás yerren en unos aspectos y detalles, pero que seguro aciertan en otros. Es como si viviéramos subidos al tiempo, ese tiempo que ahora corre acelerado para imponer sus nuevas realidades, pues ya sabes que el tiempo que ahora se ha puesto en marcha es de los de tipo “creativo”, a diferencia de otras épocas en las que los tiempos eran más perezosos y repetitivos, lo que daba esta sensación a los mortales de estar mecidos siempre por los mismos vaivenes de la historia. Hoy no, es un  tiempo de “si te he visto no me acuerdo”, lo que nos obliga a estar muy atentos.

- ¿Y qué queréis decir con esto de “tiempo creativo”?

El que habla y responde es Mercadal, el médico jubilado y astrólogo de afición, quién gusta teorizar sobre futurología, lo que siempre provoca largos silencios a su colega Bastides, que suelen acabar en súbitas visiones, como si las abstracciones rimbombantes del doctor le empujaran a los abismos donde se esconde el futuro.

- El tiempo es creativo por definición y por necesidad. Pero lo curioso del caso es que los tiempos cambian y adquieren distintas cualidades según lo observamos de una manera u de otra. Fíjate que esto ya lo anticipó Einstein cuando dijo que el tiempo era relativo al punto de observación. El punto de vista que nos ofrecían las culturas antiguas era bastante estable, a causa de la misma estabilidad en la manera de concebir el mundo y en cómo los poderes se asentaban en apelaciones divinas. Hoy nuestras culturas urbanas viven procesos de cambio acelerados a causa de la complejidad caótica que las aqueja, de imprevisibles comportamientos, a los que debemos sumar todas las imprevisiones que se superponen concernientes al deterioro medioambiental, a los cambios climáticos, a las innovaciones tecnológicas, a las migraciones, etc. Nosotros lo único que hacemos es seguir a Einstein: nos colocamos en los puntos de observación acelerados de la Historia, es decir, en el mismísimo futuro que asoma en nuestras visiones. Podemos equivocarnos en las deducciones, pero no en la corrección de nuestros puntos de vista y observaciones. Dicho en otras palabras: al ponernos de lado del tiempo, aceptamos su valor creativo, lo que nos permite serlo al estar subidos a su lomo. Ya te digo, podemos equivocarnos, pero qué placer inventar el futuro sabiendo que lo hacemos al compás del tiempo, que quizás nos engañe, como suele hacer, pero que se lo inventa tanto como lo hacemos nosotros. ¿Lo comprendes?

La verdad es que me he perdido pero no se lo digo a Mercadal, para no desanimarlo y sacarle de su estado de inspiración.

- Entonces, si no he comprendido mal, ¿cada uno es libre de inventarse el futuro que quiera?

- Desde luego, sólo faltaría que no se pudiera. De hecho, es algo que está prohibidísimo, pues ¡ay de aquél que escape al rebaño!, se dice y se ha dicho siempre. Pero en realidad, jamás como hoy han podido los humanos inventarse el futuro según su propio placer.             Es cosa de pocos, eso es cierto, pero de “muchos pocos”, de modo que visto globalmente son un montón los que lo hacen. Por eso decimos que el tiempo corre acelerado que es un contento. Lo que pasa es que muchos inventan el futuro sin saberlo, atados a las cadenas de mando de los que sí lo saben. Es decir, suben al tiempo a lomos de una corporación, de una marca, de un estado o de una nación, como si el tiempo fuera un caballo al que se puede embridar y domar. Pero todo ello es un espejismo. No, Rumbau, el tiempo hoy sólo se deja cabalgar individualmente. Cualquier pretensión de engancharlo a una colectividad, a un fin común, a una caravana de locos innovadores, está condenada al fracaso. ¡Vaya uno, el Tiempo, para dejarse atrapar y conducir! Pero desde el simple individuo, sin pretensiones de globalidad alguna, entonces el Tiempo se convierte en un punto de vista y en una caja de herramientas para la creación.

Veo que Mercadal está hoy lanzado en sus elucubraciones, que gusta de oscurecer con soflamas paradójicas, lo que las hace tan incomprensibles. Pero aún así, disfruto de escucharlas, a pesar de que entienda menos de la mitad de lo que dice. Bastides, callado como un muerto, parece concentrado en sus más hondos pensamientos. 

- ¿Pero de qué le sirve al individuo “ser creativo” si luego el tiempo impone sus propias creaciones que afectan a la globalidad de los seres humanos, arrasando con las singularidades que se han atrevido a levantar cabeza?

- Rumbau, comprendo tu pregunta, y acepto que tienes toda la razón del mundo. Pero hay aquí unos misterios de difícil entendimiento que afectan a la Creación en mayúscula, es decir, a lo que verdaderamente debemos considerar como creativo. Y es lo siguiente: cuando hay Creación, cuando irrumpe de verdad lo nuevo, inmediatamente ocupa su lugar en el vacío del devenir, sumándose a las otras creaciones que hayan podido irrumpir en el mismo momento. Es decir, lo Nuevo es Nuevo porque está vivo, y al estar vivo acude al encuentro de lo que también está vivo, que es poco frecuente en los espacios del tiempo. Piensa que hablamos aquí de una vida distinta a la biológica, mucho más poderosa, pues es la que establece nuevos paisajes, condiciones y leyes. Por eso a veces una simple visión del futuro aparecida en el más humilde de los humanos pero dotada de una ingente carga potencial, gana por goleada a las visiones de menor peso y fuerza, por muy asentadas que éstas estén.

- Qué quieres decir que gana por goleada…

- Pues que lo que surge como más interesante por su profunda carga gravitatoria, substituye y se impone a la levedad de lo que simplemente se arrastra en su existencia. Pero debo decirte una cosa: la creación es hoy individual, y sólo entonces el Tiempo la hace real y operativa.

- Pero también pueden haber creaciones colectivas, creo yo. Las afirmaciones nacionales, por ejemplo, pueden considerarse impulsos creativos de nuevas realidades…

- Desde luego, hay grados diferentes de creatividad, y las afirmaciones colectivas tienen una fuerza todavía importante y operativa, pues por algo nos encontramos aún en fases que algunos llaman “pre-humanas”, propias de este largo Neolítico cuyo fin se estira desde hace siglos… Los asuntos del Poder Político tal como los entendemos dependen en un noventa y nueve por ciento de estos impulsos de lo tribal-colectivo, qué duda cabe. Y no hay que menospreciarlos. Es como el tema del fútbol: vale la pena distanciarse, pero si uno es del Barça, no hay distanciamientos que valgan…

Tengo que decir que tanto Mercadal como Bastides, además de grandes aficionados a los toros, son ambos del Barça, aunque suelen seguir los partidos por la radio o por la tele, a causa de sus escasos presupuestos de jubilados.

- También en los temas del Poder hay niveles y registros diferentes. Pero no voy a entrar en estos temas, muy difíciles, confusos y siniestros, sino que aquí estamos discutiendo sobre las visiones de futuro, que es lo que nos interesa. Visiones que son imágenes y realidades. Las imágenes hablan de realidades y las imponen. Y el futuro gana por goleada al presente cuando su peso es superior a éste. Creo que esto es obvio. Una cosa es lo que quieren los humanos, otra las mismas realidades, más sagaces y objetivas en su apreciación de probabilidad. Tampoco podemos darlo todo por hecho al cien por cien, por supuesto, pero sí existen unos grados de posibilismo histórico ciertamente altos. Y es en estos intersticios de lo posible, lo aconsejable y lo probable, donde intervenimos nosotros. Aunque insisto en que no hay que dar nada por hecho, y que es necesario saber y aceptar que andamos la mayor parte del tiempo a ciegas.

De pronto, Bastides, cuyos ojos hacía rato se habían clavado en la línea del horizonte, dijo en un arrebato de inspiración:

- ¡En verdad en verdad os digo que el futuro sólo existe en nuestras invenciones, que no son tales sino las visiones que tenemos de ellas, llegadas de un futuro que no existe! ¡De ahí su fuerza y pujanza, pues al llegar del vacío de no ser nada, nacen con la fuerza primigenia de lo nuevo, que rompe incluso lo que se arrastra con ganas de ser futuro!

Impresionados por las palabras de Bastides, nos callamos intentando entender su contenido. Finalmente Mercadal, tras ver que su amigo no tenía más que decir, exclamó:

- ¡De cajón, Bastides, de cajón! Lo que has dicho a la perfección: el misterio de nuestras visiones. Creo que la cosa ha quedado clara, Rumbau. Lo que explica que la lógica de la historia a veces se quede tan corta y que por lo general sea más bien un estorbo al futuro que llega. No lo dudes, el tiempo hoy vuela, y sólo volando con él podemos gozar de un punto de vista sólido y fiable.

Decido dejarlos, incapaz de seguir sus afirmaciones contradictorias que sin embargo consiguen fascinarme. ¿Tendrán razón estos dos viejos y el tiempo hoy se inventa el devenir a su antojo y capricho, como hacen ellos mismos cada día en sus paseos por la playa? Tiempo al tiempo, responderían ambos, tiempo al tiempo…

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