Playa de la Barceloneta.
Aunque no hayan sonado las trompetas que marcan el inicio de la carrera, está claro que estamos en periodo electoral, ya que la situación en Cataluña se aguanta por los pelos. Es por ello importante situarse en el actual escenario para ver qué es lo que más nos puede satisfacer.
Decidido a conversar sobre estas cuestiones con mis amigos, los futurólogos de la Barceloneta, fui el pasado jueves a la playa, con ganas de encontrármelos más o menos por el lugar de siempre. Vi al buen amigo Mercadal con muchas ganas de hablar, mientras que Bastides permaneció mudo casi todo el paseo.
—¿Como ves la situación? Parece que por fin vamos a elecciones en Cataluña.
—Así lo parece, sí. Ya era hora, porque este vacío que hay aquí no podía durar mucho más tiempo. Y piensa que nosotros, de tiempo, con el virus ese dando vueltas por ahí, ya no nos queda mucho.
Pasaban de los setenta y cinco años los dos, y en eso tenían toda la razón del mundo.
—Hay ir al grano de la realidad, y esta nos dice que estamos entrando en uno de estos períodos regresivos, en los que todo vas para atrás: la justicia, la democracia, la decencia, el futuro y la esperanza.
—Caracoles, Mercadal, sí que lo ves mal.
—En absoluto. No vamos bien, eso es evidente, pero en la vida nunca se avanza en línea recta sino en zigzag, y aún te diría que lo normal es ir de adelante para atrás. Sobre todo cuando estamos embarcado en un tipo de cultura que nos obliga a quemar etapas y a tomar atajos sin haber estudiado el terreno ni tener ninguna idea de hacia dónde nos dirigimos. Luego, es de cajón que se impongan períodos de retroceso, que sirven para situarnos.
—¿Quieres decir que esto es lo que ocurre ahora, con toda esta crisis del Covid-19 y el consecuente parón que está matando la economía?
—Ni más ni menos. Y fíjate que cuando las clases medias de la sociedad, que son las que siempre se dejan poseer por los entusiasmos y las iluminaciones de la Historia, se excitan demasiado y se ponen a hacer tonterías y a soñar imposibles, no tarda mucho en bajar el telón de la realidad.
—¿Y como lo ves, este telón de la realidad?
—Autoritarismo y jarabe de porra. Todo el mundo lo está buscando. Unos con conciencia, los demás inconscientemente. Y no creas que las izquierdas son las buenas aquí. En realidad, son las que más añoran la porra: al estar vacías de ideas, necesitan que las espoleen y tener objetivos fáciles contra los que luchar. Ahora se entretienen con eso de la Monarquía y con querer reescribir el pasado, como si no hubiera cosas más importantes que hacer y pensar. Lo que hay que escribir es el futuro, dejar en paz el pasado y practicar el pensamiento complejo, Rumbau...
—Pero aun así, ¿te sigues considerando optimista?
—Por supuesto. yo y Bastides somos unos optimistas impenitentes. Lo que nos extraña incluso a nosotros mismos, tan mal lo vemos todo.
—Hoy me cuesta seguirte, Mercadal. Regresemos a Cataluña, ¿cómo veis las próximas elecciones?
—No saldremos del hoyo hasta que no superemos la concepción dual. Observa que vuelven a hablar de referéndum, es decir, obligar a la gente a optar entre el sí y el no, entre lo bueno y lo malo, o lo que ellos consideran bueno y malo, un pensamiento caduco. La solución está en el tres, quiero decir, en tirar por en medio aceptando tanto el sí como el no, haciendo que salte por los aires la polaridad. Cosa difícil, ya que todos viven de ella. Este es el pensamiento del futuro, allí donde nos debemos dirigir. Pero nuestros políticos aún se encuentran en la fase infantil del nosotros contra los demás, los de dentro contra los de fuera, de los buenos y los malos, así no hay nada que hacer. Solo ponerte en un bando y a luchar. Lo que me parece espantoso y, a mi edad, ridículo.
—Eso del referéndum lo tienen metido en la mollera.
—Es anclarse en el pasado. La solución no es optar entre ser español o ser catalán, la solución es optar por ser las dos cosas a la vez, con diferentes proporciones, si quieres, pero aceptando esta dualidad o alteridad mínima y evidente, ya que nadie puede negar que somos ambas cosas, aunque no queramos. A partir de ahí, todo se hace posible y los problemas se desmenuzan. Querer obligar a definirte en una oposición de sí/no, de blanco/negro, no sólo es retrógrado, es perverso.
—Tú lo ves muy claro, pero la mayoría se siente muy cómoda con las polaridades enfrentadas. De hecho, yo diría que las necesitan.
—Se les debería enseñar eso que tú sabes hacer, títeres: ser dos a la vez, que una mano machaque a la otra, que la pelea entre el sí/no sea dentro del teatrillo que tenemos en la mente. Sobre todo a los políticos, se les debería obligar a aprender algo de títeres.
—Pues ahora, eso de la cachiporra, lo encuentran violento y pernicioso.
—Pura hipocresía. El juego de la cachiporra es la mejor pedagogía para aprender a ser dos opuestos dentro de uno mismo. Debería ser obligatorio en la escuela.
—Estoy de acuerdo, pero mientras tanto, algo tenemos que hacer.
—Me gustó mucho eso de los catañoles que se ha inventado el estudioso Adolf Tobeña, quien por lo visto acaba de sacar un libro con este título. Lo leí en los diarios (ver entrevista aquí https://conversesacatalunya.cat/es/entrevista-dr-adolf-tobena-autor-del-libro-catanoles-de-arrimadas-a-rufian/). Creo que tiene toda la razón del mundo: la solución está en los catañoles, en los que se sienten y por lo tanto son catalanes y españoles a la vez. Según indica el señor Tobeña, conforman un 65% de la población catalana, es decir, una buena mayoría, mientras que los secesionistas convencidos de pata negra son sólo un 25%. Esta minoría se ha propuesto imponerse sobre los demás, aprovechando que la sociedad catalana es compleja y que hasta ahora no había sufrido pulsiones de identidad de tipo fanático-nacionalista de una manera mayoritaria. Al radicalizar la polaridad, obliga a todos a posicionarse, y de ahí esta división perversa de Cataluña que han conseguido los independentistas.
—Pero estos catañoles que dices, con los que me siento plenamente identificado, por ser dos cosas a la vez, lo tienen difícil para entrar en posiciones de gran convencimiento monolítico, que es lo que exige hoy la política. ¿Cómo expresarse políticamente desde esta posición
—La cuestión es que hasta ahora eso de ser dos cosas a la vez se ha visto como una debilidad, cuando de hecho es todo lo contrario, la posición fuerte y más rica en todos los aspectos es la de los catañoles. Claro que uno dirá: si se ocupan dos posiciones a la vez, significa que aplicas un relativismo hacia uno u otro lado, y el relativismo siempre se ha considerado una posición de debilidad. Un gran error, cuando la misma ciencia nos indica por dónde van los tiros de la realidad. Ya lo decía Einstein: hay dos posiciones a tener en cuenta, estar dentro del tren y verlo pasar desde afuera, dos tiempos y dos perspectivas que no pueden ser más diferentes. ¿Qué hizo Einstein para entenderlo y explicar la Teoría de la Relatividad? Ponerse a la vez en los dos puntos diferentes y opuestos de observación, hacer el esfuerzo de imaginarse en las dos posiciones. Pues eso es lo que toca hacer: estar dentro y estar fuera del tren, y quien dice el tren, dice la historia, la lucha partidista, las elecciones, todos los temas de la política y de la realidad. Hasta que no aprendamos a estar dentro y fuera de las situaciones, de las identidades y de los problemas, no habremos aprendido nada de esta vida, y seguiremos siendo carne de cañón de los que nos manipulan en sus intereses de polarización. Por eso digo que la idea del referéndum para solucionar la cuestión catalana es arcaica, tramposa y, para mí, perversa.
—Estoy de acuerdo con lo que dices, pero me pregunto, ¿quién podría representar a los catañoles en la actual situación de las elecciones catalanas?
—A título individual, lo decía el mismo Tobeña en una entrevista: personas aisladas de diferentes tendencias y partidos que han expresado esta posición. A nivel de partido, Ciutadans se acercó mucho en las últimas elecciones catalanas, motivo por lo que fue el partido más votado. Después se descolgaron o, mejor dicho, no trabajaron ni desarrollaron esta sana dualidad. En estos momentos, creo que el PSC es el que más se acerca a esta dualidad catalana y española. De ahí sus contradicciones e incluso sus vaivenes. No saben, o quizá lo saben pero no se atreven a decirlo en voz alta, que en ello radica su fuerza. Es decir, sólo les falta que se lo crean de verdad, que se digan catañoles con orgullo y con ganas. Pero son los que más se acercan con sinceridad. Por eso considero que hoy, el único político que puede encauzar la cuestión catalana, a pesar de sus debilidades y contradicciones, y a falta de otro mejor, es Miquel Iceta.
—Ciertamente, el PSC como mínimo gobernaría buscando los mínimos comunes denominadores de todos los catalanes, mientras que los independentistas sólo piensan en sus parroquias. Esto creo que es evidente. ¿Y cómo ves a los Comuns?
—Desgraciadamente, los veo tan pegados al sí/no como los nacionalistas. Fíjate que no rechazan el referéndum. Y en sus políticas españolas, siempre dividen el campo entre los buenos y los malos. Viven rodeados de rayas rojas y de tabúes. Como hacéis vosotros, los titiriteros, necesitan un demonio con el que poder enfrentarse y decir que ellos son los buenos. Ahora tienen a Vox y al PP de Aznar, un nacionalismo español que no existía y que ha renacido por obra y gracia de la acción independentista. Para ellos, son unos Diablos perfectos con los que pegarse. Ridículo. No son ninguna solución.
—No veo mucho a Iceta mirar hacia el futuro...
—Es su defecto principal. Todavía no han encontrado la manera de generar visiones complejas, basadas en el 3, en la resolución de las polaridades, en la 'catañolidad’, y con capacidad de generar entusiasmo e ilusión, pero son los únicos que indirectamente lo intentan y tienen capacidad de hacerlo. Desarrollar la 'catañolidad’ con toda su rica complejidad, este debería ser el objetivo. El día que se lo planteen con más ganas, entusiasmo y energía, quitándose de encima la pereza, el miedo a lo desconocido y el ‘qué dirán', entonces se empezará a hilar algo diferente, y su alternativa comenzará a tener brillo.
—¡Que los dioses y los catañoles te escuchen!
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