miércoles, diciembre 15, 2010

LAS IZQUIERDAS Y EL DERRUMBE DE LA REALIDAD

(foto de Laboratorio en Movimiento, "mar de plástico")

Como decían mis amigos de la playa en nuestro anterior encuentro, los cambios se suceden hoy a velocidades de vértigo. Han pasado ya algunos días desde las últimas elecciones catalanas, pero el bandazo proporcionado por las urnas sigue siendo tan enorme como fulgurante. De un plumazo, los electores han borrado del mapa la experiencia terminal del Tripartito y han puesto Cataluña en manos de Convergència i Unió. Consternado, veo como el PSC, el Partido Socialista de Cataluña que hasta hace poco representaba a la mayoría social del país, se hunde en una crisis de identidad y de supervivencia, traumatizado por una derrota que no por cantada ha sido menos dramática. Voy a ver a mis dos amigos, los adivinos de la Barceloneta, a los que suelo acudir cuando me siento perdido en mis reflexiones y les expongo mis congojas.

- Pero Rumbau –suelta muy ufano Mercadal, que siempre tiene respuesta para todo–, ya venimos diciendo desde hace tiempo que si no espavilaban los socialistas en levantar un discurso poderoso capaz de juntar en una síntesis original sus múltiples corrientes internas, acabarían desbordados por sus extremos. En realidad, empiezo a creer que semejante empresa estaba de antemano condenada al fracaso, y no porque no tuvieran personas de nivel, que las tienen o las han tenido, sino porque juntar lo contradictorio para elaborar un discurso fuerte y convincente es algo que está aún fuera de nuestro alcance, que requiere avances civilizacionales o situaciones especiales que todavía no se han dado. Claro que es una lástima no haber aprovechado la ocasión, pero el pragmatismo de la política, que tiene que ver mucho con el poder, borró lo importante, que se quedó para un luego que ya no volverá. Si a ello le sumas la crisis económica y el patético comportamiento que han tenido los socialistas en España, pues ya me dirás…

- Pero es en toda Europa que hay un movimiento de claro afianzamiento de la derecha y de derrota de las izquierdas… ¿Es que no lo veis muy peligroso?

- No sirve de nada quejarse. ¿Peligroso? Hum…, ya hace tiempo que avanzamos por el filo de la navaja. Además, hay que tener en cuenta que los movimientos sociales e históricos se mueven como las olas, y éstas siempre van en los dos sentidos cuando se levantan y chocan contra las rocas, es decir, contra la realidad. La fuerza de las grandes olas, al chocar contra una playa o una pared rocosa, se rompe y se desarma, generando los reflujos que llevan la onda a reorganizarse. Cuando más alta y repleta de energía es la ola, más plana y desarmada se queda tras el choque. Eso es lo que les ha ocurrido a las izquierdas: de tanto levantarse cargadas de energía y de razón por querer cambiar las cosas, al chocar contra la realidad, se quedan sin fuelle y se hunden en la nada. Seguramente buscaban otra realidad o no querían ver la que tenían enfrente, subidos ellos también a la ola que nos ha tirado a todos contra la realidad de nuestros delirios.

- Lo has explicado muy bien, Mercadal –dice Bastides, siempre atento a las palabras de su amigo y colega de paseo–, las derechas conocen bien la realidad contra la que hemos chocado, pues de hecho ellas son los que la han construído: la realidad económica con sus delirios financieros y especulativos. Es lógico que siendo sus autores, quieran ahora recomponer los destrozos para seguir chupando del bote. Por otra parte, no tendría ningún sentido que las izquierdas quisieran reordenar y rehacer un sistema del que aparentemente han renegado sin jamás renegar de él. Para ello, mejor que lo hagan los de la derecha, que saben muy bien de qué va la cosa y además lo hacen convencidos.

- En verdad en verdad que lo que dices tiene mucho sentido y ya lo he escuchado en otros lugares –añade Mercadal con entusiasmo–, fíjate sino en el triste papel que está haciendo Zapatero, actuando sin disimulo alguno al dictado de los jerifaltes de la derecha europea. El dúo Merkel-Sarkozi, más el polo anglosajón, saben muy bien cuales son sus deberes, que dictan a los despistados del sur y a los que se les subieron demasiado los humos. El problema es que las izquierdas no elaboraron ninguna alternativa real al economicismo rampante de los últimos tiempos, sino que se subieron a él para gozar de sus mieles, pensando que con cuatro bonitas palabras lo hacían un poquito más humano.

- Cuidado, cuidado, porque ya os veo venir –les digo, algo irritado por el ninguneo que hacen mis amigos a las políticas de izquierda–, según vosotros no existe ninguna alternativa al sistema capitalista imperante, pero eso no es cierto, hay multitud de economistas y de pensadores de todo el mundo que desde hace años se estrujan los sesos y proponen modelos distintos de crecimiento y de desarrollo, modelos que parten de la realidad y que huyen de los delirios utopistas o simplemente especulativos.

- No digo que no los haya, Rumbau, pero ¿qué político de izquierdas los ha explicado o se ha atrevido a defenderlos ante la sociedad? Algunos lo han hecho, desde luego, pero desde posturas tan minoritarias y siempre tan fuera de las grandes corrientes consideradas de izquierda, que su influjo ha sido escaso o nulo.

- Y eso explica una de nuestras más claras predicciones, nada original, por cierto, pues coincide bastante con lo que se dice y ocurre en todo el mundo: el hundimiento de los socialistas, la victoria de la derecha economicista y el surgimiento de una nueva izquierda radical que se atreverá a hablar de modelos distintos sin por ello salirse de la realidad. Una contradicción ésta a todas luces, pero ya hemos dicho otras veces que la fuerza del futuro está en la paradoja de poder conciliar opuestos y contradicciones, como lo es luchar contra la realidad estando metido en ella.

- ¡Muy bien Bastides, muy bien! –salta entusiasmado Mercadal.

- Esta situación tardará en cuajar, de modo que ahora nos esperan años largos de vivir con esa derecha que lo único que busca es satisfacer su afán cortoplacista de riqueza y de poder, con desprecio de cualquier otra consideración de las que ellos llaman “blandengues”: la naturaleza, el clima, el arte, la cultura, el teatro… En este sentido, podemos estar contentos con la derecha que nos ha tocado en Cataluña, Convergència y Unió, de las consideradas blandas y que gracias al nacionalismo cree todavía que la cultura es algo importante. Pero cuidado, por mucho que en el mundo se insista en la burrería, nuestro sistema exige creatividad e innovación, aunque sea sólo para seguir haciendo negocio y poner contenidos en las estanterías del mercado, de modo que los flujos y reflujos de estas cuestiones se irán sucediendo y estabilizando, mal les pese a los matones del arte, hasta que nuevas y sucesivas crisis acaben rompiendo la realidad en pedazos irrecomponibles y para siempre. Entonces es cuando deberemos recurrir a esas izquierdas preparadas, que espero que ya no se llamen izquierdas sino de alguna otra manera más interesante, con sus modelos que ya habrán sido probado y rehechos en miles de pruebas y experimentos un poco por doquier…

- ¿Y cuándo calculáis que eso puede suceder? –les pregunto asombrado por el entusiasmo que muestran mis amigos.

Bastides, que tiene visiones y combina sus augurios con altas dosis de racionalidad y de sentido común, dice:

- Mira, Rumbau, siendo optimistas, yo le daría entre cien y ciento cincuenta años para que las cosas maduren y puedan realizarse. Pero estoy tan escamado con la rapidez de los movimientos actuales, que no me extrañaría que las realidades se hundieran antes de la cuenta y nos encontráramos de pronto con situaciones muy peligrosas que obliguen a determinadas emergencias. Sin embargo, y aquí está lo jodido de la cosa, del mismo modo que las emergencias pueden surgir desde lo positivo, también pueden hacerlo desde lo negativo y lo más oscuro que se agazapa en los rincones de nuestra naturaleza animal. Por eso es importante tener el ojo avizor y no bajar la guardia. El futuro está más cerca de lo que nos pensamos, y sería una irresponsabilidad dejarlo únicamente en manos de los cretinos. ¡No, Rumbau, el Futuro es cosa de todos, ahora o nunca!

Impresionados con las contundentes palabras de Bastides, continuamos los tres en silencio paseando por dónde las aguas rompen en la playa. Profundamente imbuído por las imágenes de mis amigos, no puedo dejar de ver en los granos de arena, en las piedrecitas y en el sinfín de pequeños e inútiles deshechos que el mar escupe a la tierra, los restos del naufragio de esta falsa izquierda europea cuyas olas parecen haberse roto al chocar contra las barreras de la demencial realidad.

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