martes, julio 17, 2012

La Historia y las Matemáticas del futuro


Mezquita de Córdoba.
Foto de Tímor Espallargas. Wikipedia


Ante la tremenda situación en la que nos encontramos, intervenidos por Europa y atrapados en una vorágine de decisiones y de hechos consumados que nos caen encima con implacable fatalidad, decido ir a la playa para encontrarme con mis dos amigos futurólogos. Aunque sus opiniones a veces resultan chocantes, suelen acertar bastante más de lo que podría esperarse de dos ancianos que pasan ya de los setenta y cinco años. Pero sobretodo aprecio en ellos un optimismo incorregible que no deja de ser sorprendente en los tiempos que corren.

- ¿Cómo os sentís, tras los últimos anuncios de Rajoy? -les pregunto a bocajarro.

- Mal, por supuesto. Nadie puede estar contento con los políticos que nos gobiernan. La vergüenza es mayúscula y lo que nos cae encima, de aúpa.

Lo dice Bastides, el más visionario de los dos amigos, pero también el más realista. Tal vez a causa de su profesión de zapatero: trabajar con los vestidos del pisar es de alguna manera estar en una constante toma de tierra. Mercadal, que suele explayarse más en sus intervenciones, también quiso dar su opinión:

- Ciertamente, las cosas se están poniendo negras. Son unos nubarrones históricos que vienen cargados, eso es indudable, y a quién coja al descubierto, de poco le valdrá echarse a correr, a no ser que corra mucho, claro. En estos casos, algunos piensan que hay planes ocultos y que ciertos cerebros poderosos lo están controlando todo. Una tesis que no comparto. Claro que hay cerebros que están detrás de los acontecimientos, muy convencidos ellos de que están al mando de la Historia, pero ¡cómo se equivocan! Los que creen controlar, son los que menos controlan. Y no hablo por hablar, Rumbau. Fíjate que las mismas leyes de la física, hoy tan de moda, me dan la razón: quién se implica en los acontecimientos, acaba arrastrado por ellos. Y cuánto más intentas controlarlos, más te engañas y más te envuelven sus efectos. Todo eso lo digo porque cuando se trata de observar la realidad afín de comprender un poco lo que ocurre, lo mejor es dejarse de actitudes paranoicas e intentar acercarse desde una sana y distante indiferencia. Eso no quiere decir que no nos apasione nuestro trabajo de observadores indiferentes, qué duda cabe, pero es un apasionamiento más de la tercera edad, de longitudes estiradas de onda, por decirlo de alguna manera. Es difícil que nos entiendas, pues todavía eres joven, pero es la única manera de dar con un mínimo de objetividad...

Aunque Mercadal se acerque a los ochenta, no deja de ser extravagante que me llame joven, yo que paso de los sesenta...

- Pero bueno, lo que parece innegable es la gravedad de la situación... -les digo para excitarles a hablar. Bastides, muy callado y circunspecto, interviene con su voz grave y más bien apagada:

- En verdad en verdad os digo, que la gravedad es suma, como bien dices, Rumbau. E incluso me atrevería a decir que hay un antes y un después a estas fechas fatídicas que establecen casi un punto cero de no retorno. Las cuerdas sociales y políticas se están tensando por todas partes, lo cual no es cosa de unos pocos, sino un impulso de la mayoría, de la que, evidentemente, no podemos excluir a los poderosos. Y si todo el mundo tensa, los poderosos tensarán más y mejor, según sus intereses y provistos de grandes medios. Es como si la Historia hubiera entrado en una catarsis gigantesca, algo que venimos oliendo desde hace tiempo, pero nunca imaginamos que ocurriría tan pronto y que sus efectos fueran a ser tan espectaculares. A esos momentos yo los llamaría "sacudidas", como una especie de grandes terremotos de la sociología, como si el espíritu humano hubiera decidido desentumecerse. ¡Fuera lastres!, parece decir, y a cada grito caen víctimas y más víctimas por las cunetas del tiempo. Y lo explico así para indicar el alto grado de fatalidad que existe en lo que nos ocurre. Me refiero a la gran dificultad existente para dar hoy con respuestas racionales y operativas capaces de enfrentarse a las fuerzas que nos empujan al desfiladero. Es obvio que unos grupos de grandes intereses pretenden someter todo el sur de Europa, arruinarnos con la deuda y tenernos a su merced para unos cuantos lustros. Pero lo malo para nosotros es que lo hacen cuando ya nadie cree en respuestas colectivas, y cuando éstas, al nacer, se levantan ya heridas de muerte. Este es el drama, Rumbau, nuestras sociedades del sur que se creen tan espabiladas, en realidad son aún rebaños impotentes que carecen de la suficiente autonomía individual para enfrentarse a los poderes financieros y especulativos del norte.

Cada vez más inspirado, Bastides, que se ha detenido frente al mar dejando que su mirada se pose en el horizonte, continúa hablando del siguiente modo:

- El desfase es evidente. La matemática se ha impuesto, y el reino de lo abstracto se ha apoderado del planeta. La mecanización del mundo es imparable, a ella todos hemos sucumbido, porque tal es la dirección que nos empuja. Los mediterráneos estamos todavía en fases infantiles de la historia: nos gusta comer, beber, fumar puros, ir a los toros, hacer la siesta, regatear y trapichear con los impuestos. Confiados en los créditos, nos hemos dejado endeudar sin sospechar la trampa en la que nos metíamos. ¿Significa esto que todo está perdido? Sí y no. A corto plazo, la derrota es aplastante. Los números cantan y hoy mandan, y nadie con dos dedos de frente se atreve a salirse de las matemáticas. Dos y dos son cuatro, aquí y en Helsinkí. Pero a la larga, es evidente que el partido de las matemáticas lo tiene más crudo. Hoy manda la aritmética, pero otras matemáticas más acordes con nuestra psicología latina, esas matemáticas que se atreven a hablar de caos y que aceptan tan campantes las contradicciones, éstas se acercan más a nosotros. Nuestro problema es que siempre hemos sido pueblos de letras y que nos contentamos con las primeras reglas de la aritmética. Somos incapaces de entender los sofisticados algoritmos de las finanzas, que sin embargo se basan en el dos más dos igual a cuatro, es decir, en el burdo principio de la propiedad privada. ¡Cada uno con su pisito! Qué bajo hemos caído...

Azulejo de Lacería. (Wikipedia)
- ¿Tan mal lo ves? -le pregunto, asombrado de la dirección que ha tomado su pensamiento.

- No a la larga. Hoy nadie da dos duros por los pueblos del Norte de África. Esos musulmanes parecen estar fuera de la Historia. Y si los del norte europeo nos miran a nosotros con la sonrisa irónica del vencedor, a los de más abajo simplemente los despachan con desprecio. Mal haríamos nosotros en imitarles. ¿Y sabes por qué? ¡Por las matemáticas, claro! Fíjate que los pueblos del Islam son los que inventaron el cero y el cálculo moderno. El carácter iconoclasta de estas culturas les abre las puertas de lo abstracto. No se distraen en el arte figurativo sino en simetrías geométricas. Por eso el Occidente dominante ha procurado mantenerlos siempre a raya con el analfabetismo y la incultura. Saben los anglosajones que si se les dejara estudiar, podrían llegar a competir con ellos. Por eso mantienen el régimen feudal de Arabia Saudita, que financia la paralización evolutiva de los pueblos de la región. Fíjate como se han  apresurado los salafistas a inundar de dinero las nuevas democracias surgidas de la Primavera árabe. Y la guerra que están cocinando en Siria con Irán de fondo no busca más que eternizar el atraso entero de la región. Pero el hundimiento de España, Italia y Grecia, será muy importante al producir un interesante acercamiento de estos pueblos con sus vecinos del otro lado del Mediterráneo. Empezará entonces el desarrollo de la cuenca mediterránea en su conjunto, de un modo lento pero imparable, bajo la tutela turca, si esta potencia consigue salvar los escollos de las trampas guerreras a las que se verá sometida. Un desarrollo que será distinto al actual, centrado evidentemente en el turismo, pues tal es el destino de nuestros pueblos, pero no por ello menos interesante, al propiciar curiosas emergencias aparentemente muy anodinas pero de profundo alcance interseccionista y revolucionario. Me refiero a los nuevos procesos autonomistas de carácter neomonárquico que desde hace tiempo venimos postulando, como muy bien sabes…

- ¿Quieres decir que el Mediterráneo tendrá entonces un mayor protagonismo?

- Su aportación será indirecta. Gracias a la iconoclastia musulmana y al contagio de lo abstracto, pero desde las profundidades hedonistas de la complejidad latina, siempre tan cargada de dualidades y contradicciones, nacerá aquí una nueva matemática que será escrita con números pero también con gestos vitales, un nuevo lenguaje de la complejidad que aquí tendrá un uso aplicado básicamente al turismo. Esta será nuestra aportación. Fruto de ella procederá el renacer de la Corrida de Toros que tanto hemos anticipado, los neomonarquismos de la Cocina, la Ópera y los Placeres, cuyo epicentro será por cierto la tierra catalana… Pero hasta que los chinos y sobretodo los rusos no nos mimeticen y asimilen estas nuevas modalidades de formulación vital y matemática, no se empezará a resquebrajar el aplastante fundamentalismo de lo abstracto que los anglosajones y el norte europeo imponen sobre el planeta.

Mercadal, que escuchaba entregado las palabras de su amigo, no pudo contenerse más y exclamó:

Caligrafía tuluth. Meknes, Marruecos.(Wikipedia)
- ¡Genial, Bastides, genial, te has explicado como un libro!

Bastides, que parecía no escuchar a nadie, se quedó mudo y absorto, como si en el horizonte del mismo mar Mediterráneo objeto de sus visiones estuviera contemplando con nitidez las imágenes que le habían llegado del futuro: las nuevas matemáticas latinas que habrían de dar al traste con el dominio del mundo anglosajón.

- ¿Y sabes qué te digo? Pues que si la Historia se apresura un poco, todavía llegaremos a verlo, Rumbau, todavía llegaremos a verlo…

¡Extravagantes futurólogos! Risueño, pero inquieto e intrigado por las palabras que acababa de oír, me despedí de ellos para regresar cabizbajo a la realidad oscura de nuestro país intervenido…

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