jueves, mayo 21, 2009

Paseo por la actualidad.


¡Caramba!, me digo tras pasar una larga temporada cumpliendo con mis deberes de titiritero y descuidando los de cronista de la actualidad, básicamente al servicio de mis amigos futurólogos, que a diferencia de mi no han dejado de leer La Vanguardia ni de pasear a diario por la tan entrañable playa de la Barceloneta. ¡Cómo está el mundo!...

Los vi ayer y me pusieron al día de los asuntos más candentes. Decía Bastides:

- Mira, Rumbau, comprendo a los críticos que dicen que no hay que fiarse de Obama, evidente, les digo, los americanos van a lo suyo, pero cuidado, aquí hay un cambio geoestratétigo en ciernes, y será interesante ver hasta dónde alcanza.

- Ya sabéis mi escepticismo sobre el asunto … -les digo deseoso de conocer sus opiniones.

- Sí –continuó Mercadal–, el embrollo de Oriente Medio no puede estar peor y pretender encararlo de frente parece suicida, pero precisamente aquí radica la rareza del caso, que Obama se haya lanzado sobre el mismo de cabeza. Creo que la razón es sencilla: para ser sujeto activo en un embrollo, hay que estar metido en él. Y eso es lo que ha hecho Obama. Su antecesor se retiró sin más del tablero y lo dejó en manos de los halcones israelitas, para que hicieran de él lo que se les antojara. ¡Y a fe mía que lo han hecho! ¡Se han crecido cuál Goliats de cuento de terror! Ahora, la presencia de la diplomacia americana situada de nuevo en el tablero, y con perspectivas estratégicas distintas, cambia la situación.

- Entiende, Rumbau, que ésta no es una historia de buenos y malos, sino un juego de estrategias con diferentes enfoques. Es muy posible que los americanos fracasen en esta nueva planificación estratégica que busca calmar las aguas y defender sus propios intereses con un cambio del status de la región mediante la diplomacia y las buenas formas. En realidad, el empeño es parecido al anterior, que buscaba lo mismo pero manu militare. Con una gran diferencia: en aquella estrategia, basada en el principio de en mar revuelta, ganancia de pescadores, sus promotores tenían siempre las de ganar, pues el caos sólo engendra más caos, para beneficio de las empresas implicadas –seguridad, armamento, petróleo… Por lo tanto, la nueva estrategia, a diferencia de la anterior, puede descarrilar, lo que hace más improbable su éxito. Pero aquí está el reto y la grandeza del momento, y también la posibilidad de su triunfo, por la simple ley de la paradoja y de la razón contradictoria. Es tan obvia la facilidad del camino hacia el caos y el incendio de la región, que pretender de pronto tomar otra senda y cambiar el modus operandi parece cosa de locos por no decir un imposible. ¡Y es este imposible lo que le da más visos de éxito! ¿Lo entiendes?

- No mucho, la verdad… -les dije, contento de ver que llevaban sus razonamientos hacia los extremos que más me divierten.

- ¡La razón contradictoria, Rumbau! Sabes de sobra a lo que me refiero. Apostar a caballo perdedor, cuando el vencedor se ha crecido tanto en la victoria, que se pierde en su empacho de gloria. El mismo Obama y su llegada a la presidencia es un ejemplo de lo que digo.

Hizo una pausa Bastides, que aprovechó Mercadal para exponer sus ideas:

- Fíjate en el panorama: Israel desbocado en su viaje hacia la autodestrucción; Irán en pleno proceso electoral, en el que no hay que descartar que ganen de nuevo los ultras; los palestinos acogotados pero peleones aunque peleados; Líbano disimulando en una esquina y Siria en la otra; los países árabes del Golfo, Jordania y Egipto preocupados en mantener sus tronos y sin saber como contener a sus pueblos; Afganistán hecho trizas y Pakistán a punto de saltar por los aires. Arriba, Rusia dubitativa, desconfiada y guardando la compostura a la espera de ver cómo se resuelve la partida. Como colchones, Turquía a un lado, y en el otro extremo, India y China, deseosos de rebajar el islamismo extremista y necesitados ambos de que los corredores de petróleo no cesen de bombear. Llega Obama y se pone frente al descontrol israelita y frente a la grosería ultra iraní. Le apoya China, Rusia a medias, mientras India se lo mira. De Europa, fíjate que no hemos hablado, pues aún no cuenta, aunque el mosaico, salvo los incordiantes países del Este, está más inclinado hacia el acuerdo.

Caray, pienso. ¡Menudos estrategas están hechos mis amigos de la playa! Mercadal, que aún no había acabado, siguió del siguiente modo:

- El meollo del asunto es Israel. Hasta ahora, este país se ha visto a si mismo como pieza fundamental e indispensable de cualquier estrategia en la zona, mediante una política de acoso moral (la mala conciencia occidental hacia los judíos) y de acoso territorial (el dominio militar de la región). Pero en el ínterin, el mundo ha crecido: en el Oriente Lejano China se ha agigantado e India empieza a contar. Por abajo, Brasil hace sonar su voz, en conjunción con Sudáfica, todavía muy enana. Estos contrapesos, en una situación de crisis económica casi sistémica, pesan lo suyo, sobretodo cuando China es quién soporta la deuda americana. La pinza estratégica es clara: Obama busca en China y demás países emergentes el contrapunto que obligue a resituar el escenario de las fuerzas dominantes, buscando, cómo no, una situación preferente. El problema de la bomba atómica iraní es ridículo si lo comparamos con el belicismo israelita o con el volcán pakistaní. Habrá que mantener las formas, por supuesto, obligar a los iraníes a disimular sus logros, pero lo importante es torcer el brazo a los belicistas judíos, los únicos capaces de incendiar la región y disparar el caos. De ahí la importancia de los gestos de Obama: su entrevista con Netenhayu y su anunciado discurso en El Cairo, que todos esperan en candeletas: con ilusión unos y con pavor otros. El pulso es enorme, hay inercias militaristas de todos los signos sueltas y capaces de cualquier jugarreta. Y aunque el realismo nos inclina a pensar que ganarán los de siempre, Obama tiene todavía la flor en el culo y su prisa en visitar la región tiene que ver con la susodicha flor: recoger la ola de suerte antes de que se la traguen los contratiempos y los desastres. ¿Entiendes?...

Me quedé mudo ante un análisis tan certero y claro como simplista.

- Los críticos dicen que los objetivos de Obama son los mismos que los de Bush: asegurar el dominio americano. Cierto. Pero la diferencia es sustancial para los distintos pueblos que habitan en la zona. Pregúntaselo a los palestinos, a los libaneses, sirios o irakíes. Todos pendientes de la próxima hazaña bélica de los pirómanos israelitas. Estas poblaciones, sirios, libaneses, jordanos e incluso los irakíes, andan locos por dejarse de guerritas y empezar a hacer negocios, que es de lo que más gustan estos pueblos. Y con incendios, hay negocios, sí, pero sólo para unos pocos: la mayoría a chincharse y a emigrar. ¿Lo entiendes? Esta es la gran diferencia entre una estrategia y la otra.

- China juega, como has dicho muy bien, un papel primordial –interviene Bastides, siempre muy amigo de este gigante oriental.- La evolución de este país en los próximos años es crucial. ¿Has leído a Poch?

- ¿Poch? ¿Qué Poch…?

- El libro de Rafael Poch, quién fue corresponsal de La Vanguardia en China. Ha escrito un libro titulado “China, un mundo en crisis, una sociedad en gestación”. Uno de los libros más importantes de los últimos meses. Fundamental para entender la situación. Allí está el meollo de todo este berenjenal.

Desbordado ante semejante racha de datos y de entusiasmo, decidí preguntar a mis amigos futurólogos:

- ¿Y cuáles son en definitiva vuestros pronósticos?

Se callaron ambos, calibrando la gravedad de la pregunta, y finalmente contestó Mercadal, ante el silencio continuado de su amigo:

- El momento es crucial, como ha dicho Bastides. Estamos en la cresta de una ola que puede romper tanto en una dirección como en la otra. Un pronóstico claro es imposible a todas luces, y fíjate que nadie se aventura a decir nada sobre el tema, ni siquiera los entendidos se atreven con la crisis económica. Pero ya sabes que nosotros no nos basamos en análisis rigurosos sino en simples apreciaciones visionarias y en nuestras modestas luces y lecturas de periódicos. Lo cual nos empuja a la más irracional de las actitudes: ¡somos optimistas, sí señor, estamos convencidos de que todo va para bien, aunque aparentemente vaya para mal! ¿Lo entiendes? Y la razón es muy simple: puede que nos equivoquemos en el calendario, y confundamos los plazos de las entregas históricas, de modo que incluso puede que a Obama le pongan un petardo en el culo, lo que es bien posible, pero eso no haría más que retardar entre quince y veinte años nuestras predicciones, además de cambiar ligeramente el modus operandi de la Historia. La cuestión radica en cómo quiere finiquitar Israel su predominio en la región: si por las buenas o por las malas. Lo más seguro es que sea por las malas, lo que retrasaría el desenlace, pero nosotros pensamos que siempre hay una oportunidad y que la singular inteligencia de los judíos podrá más que sus instintos mitológicos de autodestrucción. La otra razón del optimismo es la cuestión espinosa de los “ases en la manga”: desconocemos los que tiene Obama, así como los que esconden los chinos, y los belicistas israelitas, por supuesto. Esta incertidumbre juega claramente a nuestro favor. Aunque los resultados saldrán pronto a la luz pública y entonces podremos corregir nuestras apreciaciones.

Con más de setanta años los dos, admiré el optimismo del que hacían gala, como si tuvieran por delante otros cincuenta años más para ver los resultados de sus predicciones. Con aquellas palabras los dejé y me dirigí a las duchas, pues el himno acababa de sonar en el Club y el hambre se me despertó de inmediato.

lunes, mayo 04, 2009

El último Contador de Historias de Damasco

¿Contadores de Historias en el estilo tradicional? Pues sí, todavía existen en algunos países. Al menos en Damasco, la capital siria, dónde tuve la ocasión de viajar recientemente invitado por el Instituto Cervantes de Damasco. Su director, Pablo Martín Asuero, persona con una sólida formación en historia (ha publicado varios libros sobre Oriente Medio), fue el introductor de este encuentro.

Buen conocedor de mi interés por las artes de la palabra y de la imaginación, el mismo día de nuestra llegada nos llevó al café que hay detrás de la esplendorosa mezquita de los Omeyas dónde cada día, después de la oración de la tarde, interviene el señor Rashid Al Halak Abo Shadi, el último Hakaoati o Contador de Historias de Damasco.

(Pablo Martin Asuero, el señor Abo Shadi y Octavi Rumbau)

Sorprende de entrada la misma factura del café, de un kitsch hipérbolico y maravilloso, con la inaudita presencia de multitud de pajaritos cantarines encerrados en sus jaulas que deleitan a los parroquianos con sus subidísimos trinos. Todo ello en medio de una atmósfera cargada del humo de los narguilés y rodeados de imágenes y cuadros de todas las épocas y estilos inimaginables.

En el centro, apoyado en la pared, un asiento elevado de madera pulcramente trabajada, con una mesita para el cenicero y el vaso de agua, y otra de bronce para descargar en ella los golpes de espada, espera al Hakaoati que la ocupará. Cuando llegamos, el señor Abo Shadi fumaba tranquilo sus cigarrillos esperando la hora de empezar la función. Con él nos sentamos, pues Pablo lo conocía por haberlo contratado en anteriores ocasones para actuar en el Centro. Supe así que su hijo es uno de los pocos titiriteros de Damasco que se dedica al Karakoz, el teatro de sombras turco que solía representarse en los cafés de las principales capitales otomanas y que algunos esforzados marionetistas mantienen en vida. Tras intercambiar cordiales palabras, y no después de pedirnos unos narguilés para pasar la tarde, ermpezó su actuación.

Con la ayuda de un libro manuscrito que sostiene con una mano, el Contador de Historias va desgranando un episodio de la antigua épica árabe, que relata con gestos enfáticos y precisos, acompañándose de un sable con el que se dirige al público, con signos amenazadores unas veces, o con ruidosos golpes sobre la mesita de bronce, que sirve para galvanizar (y despertar) a la audiencia en los pasajes más dramáticos.

Aún sin entender un ápice de lo que decía, me dejé llevar por la vehemencia estudiada y medida del señor Abo Shadi, siempre repleta de ironía como sus ojos chispeantes delataban, al dirigirse sobretodo a los parroquianos habituales, con los que compartía secretas historias domésticas. Los extranjeros, la mayoría del público, seguíamos hechizados las palabras y los gestos de aquel hombre que encarnaba uno de los oficios más antiguos del mundo, anterior incluso al de los títeres, pues siempre se ha dicho que contar historias es la primera de las manifestaciones consideradas como propiamente humana.

(Columnas del Templo de Júpiter, en la entrada del Zook)

Aquel contacto con la tradición fue el primero de los encontronazos que tuvimos de realidades solapadas en el tiempo, tan propio en una ciudad como Damasco, considerada como una de las más viejas del mundo (con restos documentados del tercer milenio antes de Cristo). Cuatro son las capas más evidentes: la ciudad romana, la árabe medieval de los Omeyas, la otomana y la actual. Estas capas se cruzan constantemente a cada paso, pero dónde más sobresale la intersección es allá dónde termina la arteria principal del Zook: las imponentes columnas del Templo romano de Júpiter, construído sobre un primitivo templo arameo del siglo IX antes de Cristo, se levantan majestuosas ante la entrada de la Mezquita de los Omeyas construída a su vez sobre una primera Basílica cristiana. Debajo de aquel vaivén de épocas que se cruzan, se instalan los vendedores ambulantes, con sus reclamos coloridos y chillones, mientras los murmullos del gentío y los cantos de los almuacines llenan la atmósfera de una densa y palpitante vitalidad. A dos pasos de la mezquita, entretanto, el Contador de Historias se prepara para la sesión de la tarde.

A modo de complemento ilustrado, vean el pequeño video adjunto colgado en youtube.