sábado, noviembre 25, 2017

El nuevo catalanismo y sus líneas estratégicas de futuro



Playa de Barcelona
La situación política catalana ha entrado en un impasse de relativa tranquilidad, a la espera de que las próximas elecciones autonómicas aclaren el paisaje o lo compliquen todavía más. Al menos, una cierta tranquilidad de espíritu se ha impuesto en la sociedad catalana, y digo 'impuesto' porque sin duda proviene de la imposición del artículo 155, tan denostado por unos, el cual sin embargo ha sido muy bien recibido por la mayoría de la población, como la indispensable aspirina que se toma para que baje la fiebre, la ley se imponga y los ánimos encrespados regresen a sus casillas. 

Como siempre cuando ando escaso de ideas y con ganas de saber algo más sobre la complicada situación, voy a la playa a ver a mis amigos futurólogos, quienes, haga el tiempo que haga, militan en esta extraña costumbre que es pasear descalzos por la orilla del mar. Ante el anuncio de días cubiertos y posibles lluvias en lontananza, acudo este viernes pasado, aprovechando el magnífico sol y la temperatura casi veraniega que tenemos en Barcelona. 

- Bueno, parece que hay algo de tranquilidad en el patio, ¿no os parece? El correctivo judicial más la ley del 155 han surtido sus efectos. Pero las espadas, aunque algo inclinadas, siguen estando en alto, y los presagios son de más tormentas en el horizonte. 

Bastides, muy contento esta mañana quizás por el día excelente que hace, toma de inmediato la palabra.

- En verdad, Rumbau, que acostumbrados a los últimos vaivenes y a este estar sin estar a lo que nos había acostumbrado la política catalana y el Procés, tengo que decir que casi lo echo en falta. Los sucesos de este tipo tienen la particularidad de que enganchan a la ciudadanía, y para muchos, especialmente los jubilados y los de la tercera edad, les dan motivos para estar despiertos, ir a comprar el periódico y soñar con futuros que ya creían finiquitados. Para nosotros ha sido hartamente placentero, al versar sobre asuntos de los que venimos pensando desde hace muchos años, aunque nos ha distraído de otras geografías y de otros asuntos quizás más importantes, como los que se cuecen en Oriente Medio. 

- Pero ¿cómo veis la situación? ¿Pensáis que volverán a ganar los independentistas, después del triste papel que han hecho y del desplome económico que han producido?

- Mira, esto es lo menos importante. Claro que yo espero que no vuelvan a ganar y me gustaría que se hiciera con la presidencia Miquel Iceta, a quién veo como el más preparado para sacar al país del agujero en el que se  encuentra. Lo tiene difícil, pero su victoria sería, desde la perspectiva estratégica que aquí nos interesa, lo mejor que podría ocurrirle a Cataluña. 

- ¡Vaya, Bastides, veo que tienes las ideas claras!

- Ya sabes que nuestra óptica es la del futuro y hay un asunto que es clave: este descalabro del Independentismo debería ser el punto final de una historia y el inicio de otra. Es el momento, Rumbau, de que surja el nuevo catalanismo del que hace días venimos hablando aquí entre los amigos de la playa -y lo dijo mirando a sus colegas, Mercadal, Paquito, Corominas y Conchita, que escuchaban atentos y asentían con la cabeza, ansiosos de que el adivino de la Barcelona expusiera sus ideas. 

- Es verdad, habéis hablado de este tema, pero que yo sepa, nunca habéis formulado en qué se basaría este nuevo catalanismo. 

- Rumbau, el otro día hablábamos de Pascual Maragall en su primera época, felices años que se fueron al garete con el triunfo del pujolismo y con el nacionalismo de Convergencia. Pero ahora hay que pensar en términos de futuro y olvidarnos del pasado. Y aquí es donde tarde o temprano deberá surgir una nueva formulación del catalanismo que, siendo fiel a sus esencias, de un paso más allá en una dirección de avance civilizacional. 

Hizo una pausa como buscando inspiración en el horizonte, de nítidos colores y limpio de nubes.

- Es el momento ideal para hacerlo. Ya sabes que lo básico del catalanismo ha sido siempre defender la diferencia catalana dentro del conjunto español, en un acto de afirmación que busca el poder de un lado, y el espacio suficiente para desarrollar las potencialidades de la región, tanto económicas como culturales, por el otro lado. Pues bien, el Independentismo ha chocado contra su propia realidad, la del país en el que se encuentra, Cataluña, que resulta que no es mayoritariamente partidario de separarse de España, por la simple razón de que una mitad más o menos de su población se siente tan catalana como española. Y si ha chocado contra esta realidad es porque su solución para defender la diferencia consiste en separarse del resto de España, creando unas fronteras interiores que nadie está dispuesto a aceptar. Y eso por no hablar de las fronteras exteriores, me refiero a las que nos quieren separar de Valencia y de Aragón, algo completamente absurdo en una Europa que precisamente se ha construido para eliminar fronteras.  

- ¡De cajón! -exclamó Mercadal, que seguía con suma atención a su amigo.

- Ante esta situación, el catalanismo debería hacer un giro de timón y afirmar de una vez por todas la nueva visión histórica que se espera de un movimiento hasta ahora considerado progresista y avanzado. La fórmula es muy sencilla y ya hemos hablado de ella otras veces, pero cuando se aplica a nuestro contexto, cobra una especial relevancia. Consiste en lo siguiente: exaltar la diferencia, que es la esencia nuclear del catalanismo , conlleva exaltar la unión. Fijaros en el cambio radical que significa: en vez de exaltar la separación, que es lo habitual cuando las personas se afirman en sus diferencias, se exalta la unión, como si las diferencias fueran la condición necesaria para que haya unión y entendimiento entre las personas. 

- ¡Pero eso es un absurdo, Bastides! -exclamó Paquito, siempre inclinado a las tesis independentistas aunque muy sensible y educado hacia las ideas de los demás. 

- Es una paradoja y quizás una contradicción, pero es el tipo de contradicciones que el futuro nos obliga a aceptar y a resolver. Lo más interesante de esta formulación es que dispara sus potencialidades de dinamismo de un modo jamás visto ni alcanzado. Este catalanismo no se arredra a la hora de defender la singularidad catalana, al revés, la exalta y la enfatiza con toda la fuerza posible, porque sabe que a más energía invertida en esta exaltación, más energía de contacto y complicidades encontrará en sus vecinos, al ser la afirmación de singularidad la afirmación por un igual de la unión entre los diferentes y las diferencias que componen el país. 

- ¡Realmente paradójico, Bastides, e irrefutable al cien por cien! -exclamó Mercadal entregado a las ideas del zapatero de la Barceloneta. 

- Y aquí está el quid político de la cuestión. ¿Quién, de entre los políticos y los partidos que pugnan en estas elecciones, es capaz de defender semejante postura? Yo sólo veo a uno, Iceta, y un único partido, el suyo, el único que ha sabido sobrevivir a la época convulsa de polarizaciones y exclusiones que ha sido la política catalana de estos últimos años. Los independentistas tienen este camino cerrado, al menos hoy por hoy. El resentimiento y los odios vecinales se han instalado en sus imaginarios, que sólo contemplan la afirmación catalanista desde la exclusión, la separación, las barreras y las nuevas fronteras. El componente básicamente pequeño burgués de sus seguidores ha obligado a sus políticos a aplicar la táctica del molusco: cerrazón, oscuras justificaciones de los errores y de los engaños, acusaciones de traición a diestro y siniestro... El Independentismo, aunque gane estas elecciones, tiene demasiadas puertas cerradas y concentra demasiadas dosis de rencor en sus corazones para que tengan el menor recorrido. Pueden ganar, sí, pero será para seguir cayendo, hundir aún más el país y hundirse ellos en la desesperación del que se obstina en romperse los cuernos contra la misma pared una y otra vez.

- No sé si comparto todo lo que dices, Bastides. Creo que exageras y que hay más inteligencia de la que supones en el bando independentista. 

- Tienes toda la razón del mundo, Paquito, pero eso no impide que estén donde están, lo que  no deja de ser una verdadera lástima. Fíjate que por el lado constitucional, los partidos más radicalmente contrarios al independentismo, el PP y los Ciutadans, tienen a favor que creen en la unión, pero hoy por hoy jamás entenderían que la unión vaya pareja a la afirmación de la diferencia. Se llaman unionistas, muy loable, pero su objetivo es la uniformización. Sí que es verdad que la líder de Ciutadans, Inés Arrimades, a la que valoro mucho, ha intentado en algunas ocasiones plantear una defensa de la diferencia catalanista, al reivindicar la figura de Tarradelles, por ejemplo. Pero dentro de su partido, la inercia del movimiento está en rasurar las diferencias para imponer homogeneidad al conjunto español. El único que se mantiene en este difícil equilibrio de defender la diferencia y defender la unión es el PSC, a solas, pues su socio español, el PSOE, no entiende tampoco estas contradicciones. De ahí la importancia de una victoria de Iceta: sería el primer paso para empezar a elaborar este discurso nuevo de un catalanismo de nuevo cuño, capaz de afirmar unión y diferencia por un igual. 

- Te has olvidado de los Comuns de Ada Colau...

- Es un caso aparte y complejo. Por un lado parece que están por la contradicción, incluso se acusa a Ada Colau de 'emperatriz de la ambigüedad', como la denominó Borrell en su famoso mitin, pero en realidad no afirma la paradoja sino que va a uno u otro extremo cuando más le conviene. Es evidente que se trata de una fuerza con capacidad de estar en este espacio del nuevo catalanismo, pero le está pasando lo que le pasó al antiguo PSC, cuando era atacado por el nacionalismo, que lo ancoró hacia su lado. Esa es la especialidad del catalanismo nacionalista y excluyente, el chantaje a sus rivales próximos con sus patentes y sus carnets de catalanidad. Y Colau está  en esta zona de riesgo. Su rompimiento con los socialistas en el Ayuntamiento nos indica que actúa por motivos de ambición política puramente electoral, sin  defender una postura propia de conciliación paradójica. Si no es capaz de gobernar con los socialistas, que ocupan el mismo espacio ideológico en el tema catalanista, quiere decir que los Comuns prefieren irse con los nacionalistas, con los que por lo visto no tienen problemas de conciencia. ¿Dónde estará entonces la unión? Volverán a la separación, al conflicto de la diferencias, a la consigna del referéndum que no es más que enquistarse en la división de la mitad más uno o de la mitad menos uno. Un camino sin salida. 

- Pero quizás uno de los problemas, Bastides, es que desde el mismo catalanismo no parece obvio que haya personas con ganas de sustentar este nuevo tipo de afirmación doble.

- Todavía no, pero la realidad acabará cayendo por su propio peso, Rumbau. Los primeros que entiendan y hagan suya la fórmula de que a más diferencia más unión, y lo digan de un modo explícito, como ha hecho Iceta últimamente, conseguirán muy rápidamente resultados positivos. Mira en Valencia, están ansiosos para empezar a tejer complicidades desde el respeto de la diferencia buscando salida a sus múltiples problemas, que tienen que ver con el mismo tema. 

- Pero entonces, ¿porqué no son los valencianos los que formulan estos nuevos principios? -pregunta Paquito.

- Desde luego, no me extrañaría que surgieran allí voces en esta dirección, y de hecho, ya están sonando. Pero es Cataluña la región de España que más ha invertido en pensar el problema de las diferencias y debe ser desde el catalanismo donde se formulen las nuevas ideas. Primero porque sería una corrección redentora indispensable para la misma supervivencia del catalanismo. Y segundo, porque el día que este ideario se imponga aquí, va a ser una verdadera revolución lo que veremos, un estallido inimaginable de creatividad, al liberar un tal caudal insospechado de energías ansiosas de salir y conquistar el mundo, hoy prisioneras de la degeneración catalanista que es el independentismo y su cerrazón estratégica.

Mercadal, que hasta entonces había escuchado sin decir nada, no pudo contenerse más, estallando con las siguientes palabras: 

- ¡Por todos los planetas del universo, Bastides, que has dado en el clavo! ¡Y ahora se entienden nuestras anticipaciones de las grandes ocurrencias de la excentricidad catalana, las cuales no se explican sin que antes haya cuajado este nuevo catalanismo del que hablas, capaz de liberar tantas energías y de llevar sus inventos a cotas jamás alcanzadas, de modo que acabarán revolucionando el mundo entero, siendo el Polimonarquismo uno de sus puntos más vistosos, aunque ahora empiezo a barruntar que no serán los únicos, sino que habrá muchos más que esperan en la antesala de la agudeza catalana! 

- Desde luego, así será, Mercadal, y habría aquí que incluir a las escuelas de los Llampecs de Reus, destinados a revolucionar los protocolos burocráticos de las administraciones hoy colapsadas por la inoperancia funcionarial, cuyas fórmulas serán capaces de aunar y hacer operativas las diferencias más recalcitrantes en materia de polimonarquismo, así como la complejidad de las múltiples instancias de gobierno que habrá en el futuro, con los varios parlamentos y los dos o tres senados trabajando al unísono, por lo que estas fórmulas de los Llampecs de Reus serán buscadas, compradas e implantadas en todo el mundo, ansioso éste de resolver los inacabables conflictos de las diferencias de las partes con sus respectivos todos. 

- De ahí la importancia de este nuevo catalanismo destinado a revolucionar el pensamiento y los sistemas de convivencia, siendo España el laboratorio natural donde estas nuevas ideas deberán encontrar rápida aplicación, a pesar de las resistencias lógicas que encontrará. 

Nos quedamos callados, ante la magnitud de las visiones de futuro que el entusiasmo de los dos futurólogos nos habían despertado. Mercadal, muy inspirado tras las palabras de Bastides, continuó hablando del siguiente modo:

- No sé si Miquel Iceta es consciente del papel que la Historia en mayúscula le tiene  reservado, tras el fiasco evidente de los últimos presidentes de la Generalitat, que pasarán en los libros de historia como los ejemplos postreros de lo que los catalanes deben evitar de una vez por todas si no quieren seguir haciendo el ridículo en el foro mundial de los avances de la civilización humana. A mí me parece que Iceta algo huele en el ambiente, pues cuando el Tiempo se presta a mostrar sus cartas como hace ahora, señala con la manecilla de sus relojes invisibles a los afortunados o desafortunados elegidos que deben llevar su cruz. Y no os olvidéis que estas elecciones tendrán lugar el día 21 de diciembre de 2017, justo un día después de que Saturno entre en el signo de Capricornio, que es su casa y donde gusta que lo que cae por el peso propio de su verdad, se acabe imponiendo sin más en la realidad...

Palabras que nos dejaron pensativos y soñadores, cada uno con sus cábalas, sus diferencias y sus particulares preferencias.

martes, noviembre 07, 2017

Más de lo mismo o el Procés infinito. La emergencia de lo nuevo.



Cuando todo parecía apaciguarse, cuando incluso los espíritus independentistas se habían calmado, quizás escasos de munición, enfrentados a unas elecciones que no se esperaban, de pronto todos los pistolones vuelven a cargarse con el encarcelamiento del Govern catalán. La juez ha llenado de fresco victimismo, que es la munición del Procés, las armas independentistas y el ambiente levantisco y crispado vuelve a respirarse en el ambiente. Harto de tanta sobreactuación de unos y otros, voy a la playa para encontrarme con mis amigos, los futurólogos de la Barceloneta.

El sol aprieta fuerte y es una delicia ver como tantos barceloneses, pobres, jubilados e inmigrantes la mayoría, se dejan achicharrar por el astro, quizás ansioso de quemar los sobrantes emocionales de la ciudad, muy elevados estos días. Encuentro a mis amigos cerca del monumento al Quart de Casa.

- ¿Pero habéis visto como está el patio? De nuevo estamos en el mismo callejón sin salida.

- ¿Te refieres al encarcelamiento del Govern? Sí, lo hemos leído en La Vanguardia, y no nos ha sorprendido nada. 

- ¿Pero qué dices, Bastides? ¡Con lo bien que estábamos con las elecciones, todo paradito, y esta juez loca lo manda todo a paseo!

- Sí, comprendo que se hayan torcido las ilusiones. Y es feo meter a personas en la cárcel. Pero me parece que estos políticos catalanes han confundido eso de separarse de España con una gymkhana en la que se sigue una ruta muy excitante sin que haya peligro alguno.  Vamos a ver, crear una nueva frontera nunca ha salido gratis, y lo común es pagar un alto precio en vidas. Igual no lo han pensado antes, pero no hay que ser un genio de la historia para saberlo. 

- Eres muy duro, Bastides, con los pobres políticos, que en efecto creían que todo sería más suave.
Corominas, el periodista jubilado y viejo zorro barcelonés, no pudo contenerse más: 

- Lo llaman revolución líquida, una insurrección de sonrisas, pero la mitad de los catalanes que no se insurreccionan no lo ven del mismo modo. Y menos el resto de España, que no pueden perder sin más un trozo de país. 

Paquito, siempre condescendiente con la idea de la Independencia, se sumó a la conversación:

- Corominas, todos tenemos derecho a decidir. Y a los miembros del Govern los han encarcelado por sus ideas y esto es muy injusto. 

- Más bien por sus acciones, Paquito, pues llevan muchos años enarbolando las mismas ideas sin tropezar con la ley. Sólo cuando han empezado a ejecutarlas, han aparecido los obstáculos. 

- Sea como sea, la cuestión es que estamos de nuevo en las mismas: enfrentados, divididos y sin solución al final del camino -les digo yo.- Ya me diréis cómo podemos salir de ésta...

Mercadal, que permanecía callado escuchando la conversación, interrumpió de pronto:

- Rumbau, es la hora de aplicar nuevas ideas. Los nacionalistas intentan imponer la suya, que es una y muy simple, la Independencia y viva la nación, que es como no proponer nada. Y fíjate qué te digo, si nadie aporta nuevas ideas, todos acabaremos girando alrededor del mono-tema, atrapados en este bucle que actúa como un maléfico agujero negro. Y como que es una idea sin solución, el agujero nos tragará a todos en el remolino sin fin del enfrentamiento binario, en su tremenda entropía gravitacional, como dirían los entendidos, es decir, en el caos más absoluto. 

- ¿Y qué quieres decir con eso de 'nuevas ideas'?...

- Pues eso, ideas nuevas. Fíjate que nuestras mismas visiones de futuro están repletas de ocurrencias que tarde o temprano tendrán que plantarse para que germinen con el tiempo.

- Comprendo lo que dices, Mercadal, pero deberás reconocer que no es nada fácil. 

- Claro que no, incluso te diré que es muy difícil. Pero si nosotros no ponemos ideas, otros nos pondrán las suyas, y andaremos apañados. Por eso nosotros interrogamos el futuro, que es tanto como inventarlo. 

Conchita, que seguía la discusión sin perderse una palabra, dijo entonces: 

- Quizás sea el momento de instaurar la nueva fórmula de la razón contradictoria y del 1+2=3, del que tanto hemos hablado...

- ¡Conchita, has dado en el clavo! -exclamó Bastides, siempre muy admirado de la visión aguda y pragmática de la joven del grupo, estudiante de antropología de día y camarera de noche.- En verdad en verdad os digo que sólo una idea nueva puede enfrentarse al vacío auto-destructor de la Independencia: frente al dilema del dentro versus fuera, del nosotros contra ellos, del que gana y el que pierde, del 50% más uno, es decir, del uno contra el otro, sólo cabe mantener la disyuntiva contradictoria de lo uno y lo otro, no enfrentados, sino parejos y en vecindad, no para que se entiendan, algo que debemos dar por imposible, sino para que pase el tiempo suficiente y surja al fin el 3 que, integrando al 1 y al 2, los supere como algo nuevo. Paciencia pues es la receta, y dejar que el empate se enquiste lo suficiente para que estalle su absurdo enfrentamiento y surja el 3 creativo que se ríe de los viejos contendientes. 

- Sí, con los años y una caña es posible que salga ese tres en el que tanto confías -apostilló Corominas con una risita. 

- Es verdad, Bastides -repuso Mercadal que seguía con atención las palabras de su amigo y colega-, lo hemos dicho mil veces en relación a conflictos eternos e insolubles, como es el de Israel y los palestinos, que no hay modo de resolverse, pues las razones de cada uno son tan opuestas y están tan arraigadas, que no hay quien las mueva. La suerte que tenemos aquí en España es que al menos los independentistas no tienen armas y no hay muertos a poner sobre la mesa. Eso permite alargar el empate tanto como unos y otros quieran, llevando el Procés al infinito. 

- Pero en algún momento uno de los dos bandos se va a cansar, digo yo, o el otro va a ganar, ¿no crees?

- No, en absoluto, ambos están perfectamente mentalizados para no bajar la guardia y mantenerse en sus trece. Fíjate que esto es lo que más les une, y de este choque, ambos lados sacan beneficios electorales, por eso los mediadores chocan una y otra vez con sus verdades inamovibles. Y lo que a la larga traerá la resolución del conflicto, no será ni el entendimiento ni el pacto ni la negociación, sino la irrupción de algo nuevo que surja entre lo uno y lo otro: ¡ese tres que está destinado a marcar una época nueva en la historia de las civilizaciones! ¡Ese alud de creatividad que todos esperamos y de la que los catalanes andamos sobrados!

- ¡Que Dios y Santa Rita te escuchen! -repuso Corominas.

- ¡La Época del 3! -exclamó Paquito con admiración, pues muchas veces habían hablado de aquella época del futuro en la que aparecería el nuevo paradigma marcado por el 3, que establece la creación de lo nuevo. 

- ¡La fórmula del 1+2=3! -exclamó Conchita con emoción. 

- Algo que los niños ya se saben de memoria pero que los adultos por lo visto todavía no hemos acabado de entender, que 1+2 hacen tres.

- ¡Pero Bastides, esto es una perogrullada como un templo! 

- Lo es, y de ahí que no se entienda, pues los humanos tardamos mucho en comprender lo obvio, por mucho que nos lo refrieguen por el morro.

Alarmado ante lo que parecía una espiral hacia el disparate, intento poner un poco de orden a la conversación.

- A ver, Bastides, comprendo lo que dices en parte, pues algunas veces hemos hablado aquí de la Época del 3, que vosotros ya habéis pronosticado como un salto civilizatorio definitivo y sin retorno. Pero ¿podrías explicar un poco más en qué consiste?

- Me extraña que lo preguntes tú, Rumbau, cuando ya has utilizado mil veces estos conceptos al hablar de marionetas y todo este asunto de los artefactos de mediación que tanto te gustan. Fíjate que en el fondo nos referimos a lo mismo, pero dando un salto que más allá en el tiempo y en nuestra imaginación. Hay algo que parece evidente: vivimos un siglo en el que las razones, lejos de buscar consensos y acuerdos entre sí, se afirman cada día con más rotundidad, sin que importe demasiado la verdad o la no verdad de las razones. Lo que importa es afirmarse en su propia especificidad, en su peculiar credo y modo de ser, frente al vecino que ostenta otra peculiaridad, siempre distinta y por lo general opuesta a la del vecino. Esta es la realidad del mundo en el que vivimos, aupados por este nuevo individualismo casi libertario que se ha impuesto con el neoliberalismo y la globalización, que ha roto los diques de contención nacionales. Y se entiende que frente a esta irrupción desreguladora, las comunidades se defiendan resucitando particularidades de todo tipo, sean nacionales, folclóricas, turísticas, empresariales, comarcales, pueblerinas... 

- ¡De cajón! -exclamó Mercadal, que parecía querer puntuar con pequeñas pausas el largo parlamento de su amigo futurólogo.

- Lo global excita lo particular, y la exaltación de lo local obliga a pensar desde una perspectiva planetaria del conjunto. He aquí el inicio de esta nueva ley de lo que es una paradoja entre lo local y lo global, en la que nos vemos, o mejor, nos veremos obligados a vivir, aceptando que aún siendo ambos extremos opuestos, van juntos por imperiosa necesidad de supervivencia, pues si lo global por si sólo lleva al desastre del reduccionismo más burdo, simplista y autoritario, lo local nos lleva al desastre por la miopía de no prever las consecuencias de la actuación en solitario. ¿Significa eso que hay que optar por uno o por el otro? En absoluto, es obligado optar por los dos a la vez, aún siendo opuestos, y ahí es donde empieza el meollo del asunto. Fíjate que el desarrollo aislado de lo uno o de lo otro, nos lleva siempre al desastre. Y lo que se impone es la pura lógica del 3 emergente: la creación de algo nuevo que siendo original y particular en un cien por cien, es a la vez universal también en un 100 por cien, al interesar a todos los humanos por un igual. Para que ello ocurra es necesario que entre en acción nuestra capacidad creadora, permitir que emerja en nosotros algo nuevo que maraville a todos por su singularidad. Sin ir más lejos, así lo hizo Gaudí con su Sagrada Familia, motivo por el que este edificio es tan denostado por las inteligencias barcelonesas, que no aceptan esta dualidad estrafalaria de la paradoja hecha piedra, un templo-monumento que se alza como una extravagancia indefinible en medio de la ciudad y que sin embargo es capaz de atraer a millones de personas, sean del credo que sean. Gaudí consiguió su "tres" al hacer compatibles contradicciones insuperables, como son juntar la piedra con el espíritu, la singularidad con lo universal, lo catalán con lo planetario, lo clásico con lo futuro. 

- ¡En eso tienes toda la razón del mundo, Bastides! -exclamó Corominas muy excitado con las palabras del futurólogo.- Esta manía de cargarse la Sagrada Familia siempre me ha parecido un indicio de mala fe y de mediocridad, propio de una ciudad que no soporta que algunos de sus hijos se escapen de la mediana y se atrevan a subirse por las ramas de lo imposible. ¡Y si me apuras, diría incluso que el nuevo catalanismo del que hablábamos el otro día debería alzarse por estos derroteros de lo singular que busca lo universal!

- ¡Totalmente de acuerdo, Corominas! -exclamó Bastides, cada vez más animado con sus ideas.- Aquí es donde está el criadero de las nuevas ideas, en esta zona fluctuante donde conviven las contradicciones y las diferencias, el caldo de cultivo de las ideas que se convierten en paradojas vivas, pues aceptan la oposición, y de cuyo dinamismo interno emerge lo nuevo que revierte la esterilidad del conflicto sin solución y lo transmuta en energía creadora del 3. 

- ¡Pero si eso es lo que hacemos a diario cuando interrogamos el futuro, cuando avanzamos en nuestras visiones del devenir, con sus mil detalles de una originalidad apabullante! -exclamó con entusiasmo Mercadal.- Emerge el futuro que da al traste con la oposición oxidada de lo mismo, de lo que bien podríamos llamar ese Procés infinito en que se ha convertido nuestra realidad estancada, encerrada en el bucle irrealista de su desazón consumida.

- ¡El Mosaico Ibérico! -exclamó Paquito, contagiado por el entusiasmo de los futurólogos.

- ¡Y el Polimonarquismo que conseguirá encauzar las energías de fragmentación de Cataluña, siempre tan propensa al alzamiento de lo particular! ¡Pero esta vez, de lo particular singular, es decir, desde la atomización del florecimiento en libertad de las apetencias individuales, que se asociarán según intereses, gustos y amores temáticos!

- ¡El Rey de la Casa, la monarquía dedicada a los arquitectos y a la arquitectura catalana! ¡O el linaje de los Fogones catalanes, reyes que serán de la mejor cocina internacional jamás vista, o la Monarquía de la Ópera, en Vic, como venimos prediciendo desde hace tiempo, cuna de la nueva operística catalana, que llevará el género lírico a dimensiones hasta ahora jamás imaginadas, o la Reina del Amor, linaje de reinas dedicadas al deleite de los amores venales, con el Palau de la Música convertido en un nuevo templo amatorio universal, burdel de los más visitados del mundo!

- "los Cuatro Palos Reales de la Baraja Catalana" -exclamó con gran entusiasmo Paquito,- más sus otras muchas monarquías, nacidas todas ellas dentro de la ley y bien encajadas en el contexto monárquico español, pues nacerán como ocurrencias privadas de promoción de lo particular. 

- Estas monarquías, aún afirmando sus absolutos, no serán más que monarquías temáticas que competirán todas en el activísimo mercado ibérico de las extravagancias, para atraer a más y más turismo -repuso Mercadal secundando la emoción del momento.

Bastides, que seguía concentrado en su idea del 3, continuó con su pensamiento:

- Ideas nuevas que tengan fuerza y vida, y fijaros que para que una idea tenga vida, necesita este fuego interior que sólo da la paradoja, ese juego de oposiciones que luchan por imponerse y que genera el 3, la nueva idea forma que llega para sustituir a las ideas viejas y huecas, perdidas en el desgaste de lo unívoco. Y en verdad en verdad os digo, que el nuevo catalanismo que debe substituir al viejo del Independentismo no es más que esta zona de identidades múltiples, de respeto a las alteridades y a las diferencias interiores, de paradojas que dan solución al enquistamiento de lo estancado, del conflicto caduco por irresoluto. 

- Bastides, espero que no se te ocurra decirles a los independentistas de ahora que deben convertirse en monárquicos temáticos... -dijo Corominas son su socarronería habitual. 

- Todavía es temprano para que llegue el Polimonarquismo, que nosotros vemos emerger hacia los años cincuenta de este siglo, pues las semillas existentes necesitan todavía una larga maduración... 

Viendo el cariz que tomaba la conversación, con ese desliz hacia una de sus obsesiones predilectas, el pluri o poli-monarquismo, creo pertinente interrumpir aquí este diálogo de la playa, no sea que el lector acabe también excitándose y entre por contagio en la locura extravagante de los futurólogos de la Barceloneta.

miércoles, noviembre 01, 2017

Las caras del Tiempo y el nuevo Catalanismo



Por fin ha sucedido lo que todo el mundo esperaba: la declaración de independencia de Cataluña. Ocurrió el viernes 27 de octubre, y la noticia estalló en medio de la sociedad catalana como una bomba de incalculables consecuencias: como si de un hachazo se tratara, partió el país en dos. A continuación, llegó la votación del famoso 155 en el Senado, y una nueva bomba, que Rajoy tenía escondida en el bolsillo, estalló: convocatoria inmediata, para el 21 de diciembre, de elecciones autonómicas. ¡Inaudito! Han pasado apenas dos días de estos sucesos, y Cataluña ha recobrado de pronto la calma que muchos ansiábamos, después de haber sido prisioneros de un Procés decidido a llevar al abismo la convivencia entre los catalanes. Es como si sobre Cataluña hubiera caído de pronto el pesado manto de la ley tapando el incendio de la nonata República Catalana. Atónito y aún en estado de shock por los tremendos vaivenes emocionales que hemos vivido unos y otros, acudo a la playa a encontrarme con mis amigos los futurólogos de la Barceloneta, siempre atentos aunque indiferentes a la actualidad, volcados como están en el futuro. 

- ¿Pero habéis visto todo lo que ha pasado?

- ¿El qué?, pregunta Bastides con la expresión de quién acaba de bajar del huerto.

- Hombre, ¡se declara la República Catalana, se suspende al Govern y se convocan elecciones al Parlament para el 21 de diciembre! ¿Te parece poco?

Ambos, Bastides y Mercadal, se miraron con misteriosa complicidad. 

- Debes comprender, Rumbau, que al estar inmersos en los cruciales acontecimientos de principios del siglo XXII, lo de estos días nos queda muy lejano. Pero si regresamos a la actualidad, yo diría que, en efecto, el Tiempo ha tomado como siempre las riendas del devenir y que los desenlaces se precipitan. Creo que estamos a punto de cruzar umbrales importantes.

Junto a los dos futurólogos, estaban en esta ocasión sus amigos del lunes, Paquito, profesor de historia en un instituto, Corominas, periodista jubilado aunque medio en activo, y Conchita, una estudiante de antropología fascinada por los debates de aquel grupo de viejos eruditos de sus cosas. Todos ellos muy interesados en el tema del futuro, por supuesto.

- ¿A qué te refieres, Bastides, con eso de los umbrales? -preguntó Conchita.

- Hace tiempo que intuimos que nos estamos acercando a aceleraciones históricas importantes. Momentos que son como nudos del tiempo en el que líneas diversas y contrapuestas del devenir se lían y se enzarzan entre sí como si quisieran pararlo, al tiempo, y elevarse hacia absolutos para los que necesitan satisfacerse con esta exaltación de la conflictividad emocional a modo de catarsis de la Historia, bajo la forma de grandes fuegos purificadores que sin embargo, en su pequeñez humana,  no dejan de ser fuegos fatuos que como todos los fuegos, queman, consumen y se apagan. Y es que al tiempo no hay quién lo pare ni quién lo pueda domesticar, por mucho que se insista, sobre todo si quién lo pretende es una fuerza colectiva muy bien compactada. Y éste es uno de sus misterios más bien guardados, pues se ignora a veces que el devenir sólo se deja aprehender y cabalgar cuando quién lo acosa es un individuo, pues el carácter libertario del tiempo, que necesita siempre tener al azar a su lado y gusta de hacer lo que le da la gana, sólo se entiende con la persona individual que también es libre y actúa en consecuencia. Entonces, ambos, persona y tiempo, se compenetran y avanzan aunque sea sin avanzar, al unísono y con total entendimiento. 

- ¡De cajón! -afirmó Mercadal que no se perdía una palabra de su amigo.

- Pero cuando quién busca cabalgar al Tiempo es un colectivo compactado, cargado de una emoción doctrinal, el Tiempo se lo saca de encima, si no a la primera, a la segunda o a la de tres. Y es posible que haya ocurrido algo parecido con el movimiento independentista, que se ha configurado como una aglomeración compacta de individuos muy orquestados en una única voz, algo muy poderoso, especialmente en épocas anteriores, cuando estas fuerzas colectivas se imponían en el mundo. Pero hoy, cuando pretenden cabalgar al Tiempo y subirse a su ola, éste se los saca de encima con la violencia del équido que rechaza al jinete que no es uno sino muchos. Es un drama cósmico, Conchita, lo que está ocurriendo estos días en Cataluña, por mucho que lo veamos como una batalla de emociones y de sentimientos patrios. El Tiempo manifiesta así su naturaleza ácrata y libertaria, ignora las banderas y se ríe de quiénes quieren maniatarlo según sus intereses. 

- Cósmico o cómico, Bastides, pues la cosa, si no fuera tan dramática, muchas veces es de risa -interrumpe Corominas, siempre atento a los lados jocosos de sus amigos futurólogos.

- El Tiempo... Es curioso eso que dices, Bastides, cuando siempre se ha considerado a Saturno el dios maléfico de los impedimentos, de la lentitud y de la ley -dijo entonces Mercadal, gran amante de la astrología-. Y aquí me atrevería a hablar de dos maneras diferentes de ver al Tiempo, una desde la óptica del individuo que es capaz de percibir, conectar y entenderse directamente con él, como tú has explicado, y otra desde la óptica de las comunidades que lo viven como la imposición de lo inevitable, del destino al que no podemos escapar. Un tiempo libertario y creador, el de los artistas, aventureros y de los que van a su aire, en un caso, y un tiempo de disciplina y rigidez, que impone la ley, en el otro caso. Y fijaros que estas elecciones catalanas se han convocado para el día 21 de diciembre, que es justo el día después en que el planeta Saturno entra  en el signo de Capricornio, es decir, cuando entra en su casa natural, de modo que sus rasgos disciplinarios e impositivos van a manifestarse sin resistencia alguna. 

- ¿Significa eso que aquí se acaba el proceso de la Independencia? -preguntó Paquito, inclinado sentimentalmente al independentismo aunque él lo sitúa en un futuro lejano.

- Eso no lo sabe nadie, Paquito, aunque todo apunta a que las ilusiones sin fundamento lo tendrán difícil para sostenerse, pues Saturno no lo va a permitir. Y sería el momento para sentar unas bases sólidas a la idea catalanista, ajustadas a la realidad, pues el momento en el que nos encontramos quiere ir al grano y tocar de pies al suelo. 

Bastides, que escuchaba con atención y sumo respeto a su amigo astrólogo, intervino entonces.

- En verdad en verdad os digo que los tiempos que se avecinan deben encajar dos necesidades perentorias: de un lado, si no queremos irnos al carajo pronto, hay que encontrar nuevas ideas distintas a las actuales para que las sociedades evolucionen a estados más avanzados de lo que hoy se llama sostenibilidad y gobernanza; pero del otro lado, estas ideas deben asentarse sobre bases sólidas para que puedan enraizarse en la realidad. Y eso afecta de lleno al catalanismo, hoy desvirtuado al estar sometido a la idea separadora del independentismo, y afecta también a la idea de España, que no puede continuar negando su realidad diversa y periférica. Y aquí es donde podríamos estar cruzando los umbrales que antes hemos comentado con Mercadal: el inicio de una nueva fase histórica del país en la que se vaya de verdad a una descentralización acordada e inteligente, capaz de alcanzar los nuevos paradigmas de las identidades múltiples. 

- ¿Te refieres a este tema eterno de confundir las partes por el todo? -pregunté, interesado como estoy por este asunto.- Eso es lo que hacen los nacionalismos, que siendo una parte de la sociedad, consideran que son el todo que debe imponerse. 

- Exactamente, Rumbau, eso que tú llamas la alteridad y que te gusta tanto relacionar con el teatro de títeres, es uno de los puntos clave. De hecho, el catalanismo nace y se sitúa en el corazón de esta temática, pues su lucha ha sido siempre la de afirmarse como diferencia en la España igualitaria. De ahí que en su actual deriva independentista, al negar la alteridad interior de Cataluña, que es su parte española, y al tomar la parte por el todo, buscando imponer la independencia sin tener una mayoría suficiente para ello, ha desvirtuado el sentido más profundo del catalanismo, que no es otro que la defensa y el respeto de las alteridades dentro de un todo. Por eso lo urgente en este momento sería elaborar las bases de un nuevo catalanismo que aceptara las diferencias del todo que es Cataluña, buscando los denominadores comunes de la convivencia en su seno, sin despreciar sus partes complementarias aparentemente contradictorias. 

- Ese fue el catalanismo de Tarradellas, y también el del primer Maragall -indico yo, muy interesado en las ideas de Bastides-. Él propuso un catalanismo abierto a todas las culturas dentro de Cataluña y también fue amigo de  España, buscando complicidades con otras regiones, o elaborando proyectos como el de la euro-región que cosía acuerdos con Valencia, Aragón, Baleares y el sur de Francia. Era un catalanismo que no buscaba crear nuevas fronteras sino al revés, eliminar las existentes, y que profundizaba en la idea europea con fecundas visiones de futuro. Pero ya sabemos cómo acabó, atacado por los nacionalistas y por todo el mundo, incluyendo a los mismos socialistas... 

Corominas, que conoció bien al malogrado ex-presidente, intervino entonces:

- En eso tienes toda la razón, Rumbau. Maragall encarnó un catalanismo sano y abierto al futuro, y fruto del mismo es su gran logro, esas Olimpiadas del 92 que con el espíritu tolerante, de colaboración y de abertura que mostraron los barceloneses hacia los visitantes, conquistaron al mundo, situando Barcelona en el palmarés de las ciudades que cuentan. 

- Es también el catalanismo de los grandes artistas geniales que ha dado este país, capaces de crear obras  muy singulares pero que interesan a todo el mundo. El caso de Gaudí es el ejemplo clásico, con una Sagrada Familia que es uno de los edificios más visitados del mundo, o el caso de Dalí, de Miró y de tantos otros artistas creadores que han modelado la cultura de Cataluña. Todos ellos únicos y profundamente contradictorios. El pujolismo arrasó con este catalanismo abierto, al crear separaciones donde no debería haberlas: el buen catalán del mal catalán, la lengua catalana enfrentada a la española, el nosotros frente a ellos..., mientras él iba haciendo su dinerito. Un desastre que nos ha llevado a la situación actual. 

Bastides, que escuchaba con atención, dijo:

- Por eso es importante ahora elaborar un nuevo catalanismo que recupere aquellas virtudes de la época de Maragall así como de las épocas más fecundas que ha dado la creatividad catalana. 

Conchita, que al ser estudiante de antropología se hallaba realizando un trabajo de investigación sobre el independentismo, añadió: 

- Pues no sé si será fácil lo que dices, Bastides. El Independentismo parece muy fuerte y consolidado. 

- Quizás en eso nos equivoquemos, Conchita -contestó Bastides, siempre muy respetuoso con la única joven del grupo, a la que quería mucho-. Fíjate que lo que aglutina a las masas que se han insurreccionado estos meses son cuatro ideas muy simples. Una es la Independencia, idea que ellos ven repleta de sentido, pero que en realidad está vacía por dentro, pues sólo se sostiene por sus ropajes emocionales e ilusionantes, por una promesa de futuro sin sostén real alguno, pues Europa no está hoy en día por estas labores de crear nuevas fronteras interiores. Las otras ideas son todas de corte reactivo y negativo: España nos roba, España es un país fascista, el PP es toda España, nosotros somos más buenos y europeos que los españoles, etc. Lo cual nos indica la fragilidad interior del movimiento: su principal idea es como un globo que se alza triunfante pero que tarde o temprano va a reventar, como un Ícaro que volara al sol de la Independencia. Y sus otras ideas de corte reactivo son simplificaciones y falsedades huecas, que no sostienen el más mínimo análisis objetivo. Y tienen en contra algo muy importante: para defender su idea, no les importa envenenar la relación con la otra mitad de la población catalana que no quiere dejar de ser española. Ésta es su gran debilidad, su "pecado original" que mina el movimiento ética y jurídicamente, y que traiciona al viejo catalanismo integrador de los años setenta. Estar dispuesto a romper la convivencia de un país por un ideal que además no se sostiene por sí mismo, es algo que no tiene futuro y que jamás obtendrá el reconocimiento que buscan, ni local ni internacional. Por eso te digo que el Independentismo es muy fuerte como movimiento de masas pero a la vez muy frágil en su consistencia. Se anima y se hincha cuando el juego de acción y reacción se inclina a su favor, pero eso conduce al victimismo, al que se puede recurrir durante un tiempo pero que se gasta por cansancio. 

- La "matraca independentista" que decía el compañero de celda de uno de los Jordis -apuntó el irónico Corominas. 

- Resumiendo, Bastides, ¿cómo veis entonces estas próximas elecciones?

- Son un punto de inflexión, esto es seguro. Los resultados estarán muy reñidos, pues la realidad es tozuda y las mayorías están repartidas y el país dividido en dos.  De modo que nunca se sabe lo que puede pasar. Pero muy me temo que la balanza puede inclinarse esta vez del otro lado, y que los independentistas pierdan el espacio de confortabilidad que siempre han tenido. Provocaría una depresión nacional, eso es seguro, pero sería la base para iniciar otros recorridos con vistas al futuro mucho más interesantes. En el caso contrario, la victoria de los independentistas sería un déjà vu que por pura necesidad retórica, no podría reproducir el mismo discurso, obligado a buscar otros caminos, al estar cerrado el de la confrontación con la otra media parte del país. 

Mercadal intervino entonces del siguiente modo:

- Para mí, que haya sido Rajoy el convocante de las elecciones es un punto muy importante. Creo que  Puigdemont se equivocó profundamente al no hacerlo él cuando pudo, el día anterior al de la proclamación. Quién convoca establece de algún modo las reglas de juego, aunque éstas deban adaptarse a la legalidad. Los independentistas hubieran mantenido el gobierno en pie y desde aquí podían controlar los tiempos y los contenidos a placer. Esta potestad la perdieron absurdamente y se la sirvieron en bandeja a Rajoy. Y permitió una justificación aún mayor al denostado 155, al satisfacer un deseo mayoritario en Cataluña de rebajar la tensión y poner las urnas. Insisto, lo que se ha impuesto y aún se impondrá más en estos meses que llegan, es el peso de la ley, un peso al que será muy difícil que los independentistas puedan resistirse, al no ofrecer a cambio ninguna otra ley capaz de generar orden, sino al revés, sólo pueden ofrecer desorden. El victimismo subirá muchos enteros, pero de él no podrá salir un programa electoral ni tampoco seguir entusiasmando más al grupo de los convencidos. El pesado manto de la ley ha caído sobre Cataluña.

Palabras con las que acabo este paseo por la playa tras los dramáticos días vividos en Barcelona, esta ciudad que gusta tanto de estar en el centro de la atención mundial, para bien y para mal.