martes, marzo 28, 2006

Elogio del burro

Me refiero al animal. Creo que, junto al perro, el burro es el animal tradicionalmente más amigo de los humanos. Estoy seguro de que la historia nos confirmaría esta afirmación, pues menos en América, encontramos al burro en todas las viejas culturas del mundo, tanto las más antiguas como las que todavía se mantienen a flote en la actualidad. Antes del caballo, estaba el burro, animal fuerte y seguro, algo terco y cabezudo, es verdad, lo que sin duda le confiere mayor personalidad.

Es curioso que al burro no lo hemos mitificado, a diferencia del caballo, que para nosotros simboliza la fuerza bruta del instinto sublimada. Retratar al caballero montado en su noble caballo alzándose sobre sus patas de atrás, ha sido una constante en la Historia del Arte, perfecta ilustración de la dualidad hombre/bestia, tan amada de los barrocos, cuya intención básica era la de ensalzar la naturaleza humana, lo que explica que los reyes y los grandes aristócratas se hayan retratado todos o casi todos en esa posición. El caballo aparece, pues, siempre pegado al hombre, como un complemento salvaje pero noble del que nos orgullecemos de haber domado. En este sentido, no hay duda que el caballo ocupa un lugar destacado en el palmarés de los animales amigos de la Humanidad. Y sin embargo, y tal como veremos al compararlo con el burro, esta simbiosis del caballo con el hombre le quita personalidad y, desde luego, autonomía. Son muy bonitos, pero porque nosotros proyectamos en ellos toda la fuerza y la nobleza que nos gustaría tener pero de la que por desgracia carecemos.

Todo lo contrario del burro. En él no proyectamos fantasías sino realidades: las oscuridades de nuestro carácter, la terquedad que nos define como especie, el egoísmo del que somos hijos, y la idiotez que tanto nos caracteriza. Se entiende que tradicionalmente se haya tratado tan mal al burro: espejo de nuestra sombra, nos vemos a nosotros mismos tal como no nos queremos ver, y por ello, bastón y estacazo. Pobre asno, válvula de escape de nuestros complejos y auto-odios. Y no sólo lo dicen los cuentos. Esto lo he visto yo en países dónde todavía se lo usa como animal de carga: recibiendo palos a mansalva, atados de una pata a un árbol, o con las dos patas de atrás sujetas por unas cuerdas a modo de argollas, o una de adelante atada con la de atrás, etc.

Pero también es verdad que junto al mal trato, ha coexistido siempre un curioso apego al burro, fiel compañero de viejas culturas, que tanto nos ha ayudado en nuestros traslados y transhumancias, y en el día a día del campo y los cultivos. Hay mil anécdotas, cuentos e historietas que hablan de este amor singular de los humanos con el burro, un amor muy distinto al del perro (mucho más emotivo y dependiente éste, incluso a veces demasiado sentimental) o al del gato (al que sólo la modernidad ha dado categoría de verdadero amigo) o al del caballo (que, como hemos dicho, se basa más en la admiración y el orgullo de identificarse con su fuerza). El amor burro-hombre es un amor adulto y profundamente moderno, que parte del respeto de la doble individualidad, pues ambos saben muy bien que el otro tiene su carácter y que hay que respetarlo. Se miran con confianza pero siempre con un velo de desconfianza, al comprender los dos que el interés a veces prima por encima del amor: el uno para haraganear y comer sus zanahorrias, y el otro para llevar cargas de un lugar al otro, o para hacer girar la noria todo el santo día. No hay pues engaños sino pacto, guardando cada uno su independencia.

Es lógico que, en un ambiente rural, dónde lo que más importa es el día a día del plato de garbanzos, estas consideraciones sobre el burro interesen poco. Pero en un ambiente urbano, y desde la perspectiva que nos dan la Historia y los siglos, creo que tendríamos que atrevernos a reivindicar al burro como el futuro animal de compañía de la especie humana. Para ser concretos, resumiré las razones en los ocho siguientes argumentos:

1- a diferencia del perro, al que consideramos como un animal de raza menor aunque muy amigo nuestro, el burro es un animal noble, de una presencia impactante, elegante a su manera, lo que nos permite efectos de proyección más poderosos que los del perro;

2- ya antes lo hemos diferenciado suficientemente del caballo, pero es importante indicar que su tamaño más chico lo hace más “humano”, más cercano a nosotros, está, digamos, “más a nuestra altura”;

3- en este sentido, sería una buena idea proponer a los pintores imágenes de caballeros montados en burros: seguro que del tono romántico e idealizado de la dualidad hombre/bestia de los cuadros de Rubens y Tiziano, pasaríamos a un tono mucho más interesante de tipo psicológico y realista de las mismas dualidades;

4- muy importante insistir en que el burro sólo admite proyecciones de “realidades” y no de “fantasías”. Nos conecta pues con lo real, con el suelo que pisamos, no con ideales ni mistificaciones;

5- efecto vacuna o de neutralización: deriva del punto anterior. Al tenerlo como animal de compañía, nos vemos siempre reflejados en su rostro, lo que nos vacuna a diario de los delirios de grandeza y otras enfermedades similares;

6- es un animal simpático, exótico y divertido, uno nunca se cansa de mirarlo, pues parece patoso y eso le da un aire juguetón aunque a veces es demasiado caprichoso. En este sentido, es muy importante educarlo bien en lo de las coces;

7- el rebuzno es una auténtica delicia dotada de una originalidad apabullante, pues no hay nada que sorprenda más al urbano que oir como el asno arranca a rebuznar. Lo hace con arte y donaire pero, a diferencia del perro que puede llegar a ponerse muy pesado cuando se obsesiona en ladrar horas y horas, el burro es muy comedido en su rebuznar: Lo hace pocas veces al día y en general a horas fijas, lo que le otorga una cualidad añadida de marcador del tiempo. Respecto a la calidad del rebuzno, yo lo definiría como un canto que parece salirle del alma, a causa del esfuerzo que se le supone, algo así como un grito desgarrado que arranca de las entrañas, muy a lo flamenco. En este sentido, si alguna vez se consiguiera que los burros rebuznaran en concierto, siguiendo las indicaciones de algún director o maestro cantor, con el acompañamiento tal vez de alguna guitarra, los resultados podrían ser realmente espectaculares, aunque muy sui generis, eso si.

8- la otra gran ventaja del burro respecto al perro, visto como animal de compañía, es que, además de simbolizar una amistad basada en el respeto y en la independencia de cada uno, el burro es también animal de carga y de transporte. Es decir, nos hace compañía, nos sorprende y nos distrae, pero permite además desplazarnos de un sitio para otro, o llevar nuestros bultos en sus espaldas. Esto, que puede parecer baladí y hasta una excentricidad a los urbanitas actuales, puede que un día llegue a ser de un interés supino, obligados como estaremos, tarde o temprano, a desprendernos de nuestros carricoches con sus motores a combustión. Sí, ya sé que todo el mundo habla de los coches eléctricos o de coches a energía solar o de otras cosas aún más raras y avanzadas (que si alas en los pies, motorcitos en la espalda...), pero cuando la realidad nos obligue de verdad a bajar de la higuera y a morder el polvo, quizás entonces veremos al burro como la solución. Tal vez no la mejor, pero sí la más humana y la más amiga.

jueves, marzo 23, 2006

A DUES MANS a La Puntual

ATENCIÓ! Recordo a tothom que el dijous 30 i el divendres 31 de març, a les 9h del vespre, actuaré a La Puntual amb A Dues Mans.

Per a tots aquells que encara no l’han vist, una bona ocasió de veure aquest espectacle que m’ha permès girar per mig món i que encara segueix en actiu. I per als qui encara no han estat a la Puntual, també una ocasió de veure aquest petit i entranyable teatre obert per l’Eugenio Navarro.

Com diu la publicitat: Utilitzant el llenguatge propi del teatre de titelles popular i especialment inspirat en la tradició mediterrània el millor exponent del qual seria el Pulcinella napolità, A DUES MANS pretén desenvolupar una expressió contemporània del llenguatge dels titelles populars mitjançant l'ús del joc de la paradoxa, la contradicció, les sorpreses i l’acudit surrealista. Una temàtica que es podria dir centrada en els conceptes antagònics vida/mort, alegria/tristesa, home/dona… Per a més informació, vegeu la meva web.

Ah, i els dies 27 i 28 de març, també a les 21h, Pepe Otal estrena a La Puntual junt amb Pep Gómez "La Divina Comèdia". No sé de què va (bueno, sí, suposo que sobre la Divina Comedia), però segur que serà genial.

Preu: 8 Euros (impossible invitacions. Aforament de 50 espectadors justos)
Adreça de La Puntual:
Allada Vermell 15 - 08003 Barcelona.
Per a més informació i reserves: Tel 639 305 353
E-mail eugenionav@eresmas.net

lunes, marzo 20, 2006

El titiritero y el principio de identidad

Querido bloguero, cómo ya te habrás percatado, y de acorde con mi condición titiritera, uno de lo temas más tratados en este blog es la inducción a desdoblarnos propia de nuestra tiempo: ser a la vez uno y dos, sujeto y objeto, titiritero y títere, actor y máscara. Una dualidad que de alguna manera, al ser asumida, ensancha nuestro espacio interior, de modo que parte de lo que antes proyectábamos fuera y nos inventábamos para ubicar lo proyectado, ahora se queda dentro. Esta dualidad, que al ser interior se vuelve intercambiable, exige la presencia de un tercero, un ojo espectador, un observador de nostros mismos, personaje neutro pero perspicaz de nuestro engranaje cognitivo: su función no sería tanto la de controlar o dirigir como la de observar. Practica pues la no-acción, y deja el actuar para el par sujeto/objeto, actor/máscara, más proclives a ello.

¿Dónde está, en este contexto, la identidad? No será ese ojo observador del que antes hablábamos: al no actuar, no es visible ni se exhibe, de modo que difícilmente se le puede dar título identitario (motivo por el que goza de la libertad de no tenerlo). Lo normal sería dárselo al polo “actor” de la dualidad, pero el problema es que no suele manifestarse como tal sino a través de sus máscaras o títeres, es decir, de los personajes que se inventa. Son esos personajes los que actúan en sociedad, se comunican, establecen relaciones, etc. ¿Son, pues, nuestras máscaras las que determinan nuestra identidad? Eso parece, pero si así es, ponemos el principio de identidad muy por los suelos, en manos de algo que cambia, que es más un rol que una sustancia. Más que de Identidad, tendríamos que hablar de identidades para referirnos a esa pluralidad de máscaras con las que nos comunicamos con los demás.

Los actores que se dedican a los culebrones conocen bien este tema: la gente de la calle suele confundirlos con los personajes que representan cada día en la televisión, y suele pasar que más de uno recibe alguna reprimenda y a veces algún tortazo por cualquier fechoría que no ha hecho él sino su personaje. En la vida normal, lo propio es identificarse con alguno de los personajes en el que más destacamos, que no es necesariamente ni el mejor ni el peor, sino por lo general el que más encaja con lo que los demás esperan de nosotros. A los demás personajes, los guardamos como buenos titiriteros en el cuarto de atrás de nuestro teatrillo. Lo malo es que la mayoría lo ignora, y en vez de tenerlos entre bastidores listos para actuar cuando la situación lo requiere o cuando ellos lo desean, nos dedicamos desde el inconsciente a proyectarlos en los demás, creando este típico cuadro hecho de atracciones y repulsiones que caracteriza nuestra vida social: amar a los buenos que encarnan lo positivo de nosotros, y odiar a los malos objeto de nuestras proyecciones negativas.

El principio de identidad única se asienta en esta archisobada patología: nuestro gran Yo es esa máscara a la que damos el rol de único protagonista. Es normal que al llegar a los cincuenta años, y ante la perspectiva actual de durar otros treinta o cincuenta años más, esos Yos impostados se caigan de cansancio, agotados de tanto actuar. También se entiende que pisando su cadáver surjan algunos de los demás personajes hasta entonces amordazados, dispuestos a decir la suya y mandando al infierno el edificio hasta entonces construído por el anterior.

Desde el punto de vista titiritero, habría que hablar pues de “principio de identidad múltiple”, lo que no deja de ser una contradicción y una curiosa novedad. Ya estamos en el tema de la “paradoja” y del “consenso contradictorio”, del que tanto se habla hoy en día, seguramente porque es una manera de expresar en términos unitarios la complejidad contradictoria de la que estamos hechos.

Si encajamos estas consideraciones con el tema de las identidades colectivas, rápidamente se desmoronan las pretensiones monopolizadoras de éstas. Al ser nuestros yoes distintos y contradictorios entre si, se entiende que cada uno de ellos busque su afinidad colectiva por sus propios fueros, creando una superposición de identificaciones diferentes y a veces opuestas. De modo que a una identidad individual múltiple le corresponde una pluralidad de identidades colectivas.

Reflexiones de un titiritero hechas desde el retablo de su blog.

viernes, marzo 17, 2006

La Marioneta y el Doble

Con este título ataco un tema que siempre me ha fascinado: el doble y su encarnación en figuras que nos representan y en las que nos proyectamos. Las marionetas son el nombre que toman estas figuras cuando se convierten en objetos animados, a los que manipulamos para darles vida.

Esta definición explica que desde los albores de la cultura humana encontremos testimonios de este empeño desdoblador: máscaras, figuras, estatuas y muñecos. El meollo del teatro de marionetas se encuentra pues en la misma esencia del fenómeno de la conciencia y de su despliegue en la cultura. Una manera de ver la historia de las sociedades y sus culturas, es observar la forma como en cada época nos hemos desdoblado: dime con quién vas y te diré quién eres. A la mono-identidad le buscamos siempre un socio con el que discutir y pelearnos. Este salir de si mismo se ha hecho desde siempre proyectándonos en lo de afuera: plantas, animales, espíritus, héroes, dioses, diablos y enemigos. Para ello se ha inventado el Otro, la Metafísica y el Más Allá, un espacio dónde ubicar a estas figuras que nos representan fuera de nosotros.

En la época del individualismo, lo que se lleva es el desdoblamiento dentro de uno mismo: aceptar que la conciencia es algo de dos. Pero esta obviedad no es tan fácil de asumir como parece. Un truco sería aplicar la imagen del teatro de marionetas: nuestra conciencia individual no sería más que un teatrillo desde dónde títere y manipulador se comunican con el exterior. Lo normal es que pongamos el teatro afuera y consideremos a los demás como nuestras marionetas: hechas para ser manipuladas, para satisfacer nuestros deseos, necesidades, etc (de ahí que se hable de Gran Teatro del Mundo). Lo difícil, en cambio, es meter la marioneta adentro, y aceptar que somos títere y titiritero a la vez. Dicho en otras palabras, yo y mi máscara. Pero hablar de marionetas en vez de máscara es más dinámico y esclarecedeor: requiere aprender un oficio, tanto para la creación de los títeres como para su manipulación, y las relaciones entre ambos son mucho más complejas e interesantes.

Ser títere y titiritero al mismo tiempo tiene otra consecuencia: permite responder con corrección a aquella típica pregunta que surge siempre cuando se habla de marionetas: ¿quién manipula a quién? La respuesta correcta (el títere manipula al manipulador) sólo se permite como metáfora. En cambio, cuando el teatrillo está dentro de nosotros y no sacamos a nuestros personajes dobles del espacio de las interioridades subjetivas, podemos afirmar con corrección que ambos, títere y titiritero, son categorías intercambiables: tanto monta monta tanto, el muñeco como el titireando.

En este caso, se plantea también la siguiente pregunta: ¿para quién hacemos la función?, o ¿quién es y dónde está el verdadero espectador de este teatro que se hace puertas adentro? Cabe aquí postular un triple desdoblamiento, el del Observador que ve como sucesivamente somos títere y tiriritero, como construímos nuestros mundos imaginarios con sus decorados, sus personajes y sus argumentos. Esta tercera figura interior no hace más que traer misterio y complejidad al fenómeno de la conciencia –a la vez que nos convierte en una especie de demiurgos autosuficientes, pues si nosotros somos nuestros propios espectadores de las funciones y de la creación de los mundos que se nos antoje, no necesitamos el aplauso ni la aprobación de nadie de afuera…

De igual manera, la responsabilidad de lo que somos y hacemos está más cerca de lo que parece. En realidad, la tenemos en nosotros mismos: si somos títere y manipulador a la vez, no hay que echar la culpa ni pedir explicaciones a nadie. Ya se encargará de ello nuestro Observador que somos nosotros mismos convertidos en nuestro Espectador. Y como la gracia es hacer una función buena y original, tampoco se trata de ir copiando a los demás. De ahí que el titiritismo sea tan útil para estos menesteres del arte individual. Una disciplina y metáfora ideal para la comunicación creativa –ese gran tópico del siglo XXI sólo concebido hasta ahora como márketing. El títere-titiritero que lo desmarketingzará, buen titiritero-títere será.

martes, marzo 14, 2006

A DUES MANS a La Puntual

ATENCIÓ! El 30 i 31 de març a les 21:00 actuaré a La Puntual amb A Dues Mans. Per a tots aquells que encara no l’han vist, una bona ocasió de veure aquest espectacle que m’ha permès girar per mig món i que encara segueix en actiu. I per als qui encara no han estat a la Puntual, també una ocasió de veure aquest petit i entranyable teatre obert per l’Eugenio Navarro. Com diu la publicitat:

Utilitzant el llenguatge propi del teatre de titelles popular i especialment inspirat en la tradició mediterrània el millor exponent del qual seria el Pulcinella napolità, A DUES MANS pretén desenvolupar una expressió contemporània del llenguatge dels titelles populars mitjançant l'ús del joc de la paradoxa, la contradicció, les sorpreses i l’acudit surrealista. Una temàtica que es podria dir centrada en els conceptes antagònics vida/mort, alegria/tristesa, home/dona…

Preu: 8 Euros (impossible invitacions. Aforament de 50 espectadors justos)
"A DUES MANS" de Toni Rumbau.
Titelles i direcció de Mariona Masgrau.
Adreça de La Puntual: Allada Vermell 15 08003 Barcelona.
Per a més informació i reserves: Tel 639 305 353
E-mail eugenionav@eresmas.net

Uso y abuso de la Pontificación

Regreso al tema de la pontificación, que se me quedó corto el otro día.

¿Pontificar para qué?, se preguntarán muchos, y yo el primero. Todos quieren decir la suya. Curioso este fenómeno. Los analistas no se cansan de calificar el actual cacareo de “ingentes toneladas de basura”, puro spam sociológico. Todo el mundo lo sabe, y sin embargo, nadie se calla. ¿Qué compulsión nos ha picado a los mortales humanos? La más banal de las vidas de la ciudad encuentra su caso interesante, ilustrativo, único, incluso ejemplar. El más tonto de los señores nos quiere dar lecciones (sin ir más lejos, aquí un servidor…). Los programas de radio y televión no dan abasto en su empeño de recoger opiniones, afirmaciones, comentarios… La oferta de pontificadores supera la demanda que hay de ellos, aunque curiosamente los espectadores parecen estar encantados de atender, escuchar, opinar y a su vez, criticar y reopinar…

Antes la gente estaba más callada. Lo más normal era aceptar que no se sabía nada y que sólo los entendidos, sabios, médicos, curas y ricos tenían razón y derecho para expresarse. Hoy, nadie duda en agruparse en asociaciones de defensa del derecho a expresarse, aunque sea para decir nada, hola, qué tal, muy bien, aquí estoy, viva la Pepa, yo creo que... ¿Es eso positivo o negativo? Es difícil tomar partido, aunque yo me inclino por lo primero. Lo confirma el hecho de que la pontificación se ha convertido en negocio. Incluso los chinos se suman al cacareo. La publicidad y sus canales televisivos serían, en este contexto, pontificación empresarial. Por eso hay tantos actores, personas que quieren aprender a cacarear en público y a vivir del cuento. En cuento de contar cuentos, de expresarse, de decir lo que se piensa, de convertirse en una voz. Pontificio de bolsillo. Banalidad mitral. La multiplicación de los púlpitos.

Ejecutantes de un concierto poli-cacofónico, eso es lo que parece que somos, la individualización masificada, cada uno con su cetro de plástico que hemos comprado al supermercado de la esquina. Esto es para muchos una pesadilla. Para otros, una liberación, un estallido de posibilidades. Tampoco es verdad que todo sea puro spam. Pues los mensajes se cruzan cual hierbajos que una vez podridos se convierten en humus fértil, pasto para los rumiantes del futuro. En todo caso, abono-spam. Aquí nos situamos a nuestras anchas, blogueando como locos, incontinentes retóricos de un barroco vacío, insipidez desacomplejada, etc.

El pontificio, pues, se masifica y se expande (se ex-spam-de) acallando los púlpitos pontificiales de antes, que se ven cubiertos y desbordados por este vocerío que ya no los respeta, como si cada persona de este planeta tuviera su propio Vaticano. Bueno, como suele ocurrir en estos casos, el vacío que dejan unos raudo corren a llenarlo otros: los Googles, Yahoos, Microsoft y demás compañías se reparten el negocio con el beneplácito de todos. Esos Vaticanos tienen la virtud de ser menos papales y sobretodo algo más efímeros que el de Roma. A mar revuelto, ganancia de los pescadores más avispados. Pues sí, por qué no, en ésas estamos...