Acuciado por
la insólita situación en la que vivimos a un día de las elecciones en Cataluña,
publico esta entrada de contenido altamente dramático tras la curiosa conversación
mantenida con mis amigos de la playa, cuyas mentes dedicadas a los tema del
futuro hierven estos días como verdaderas ollas a presión.
¿Vamos
realmente hacia la independencia de Cataluña?, les pregunto sorprendido por el
rápido desarrollo de los acontecimientos. Mercadal, siempre atento a mis
requerimientos, me contesta con entusiasmo:
- Vamos a ver
mañana, Rumbau, vamos a ver mañana. Ya sabes que nuestras indagaciones del
futuro son más difíciles en los términos cortos, mientras que cuando miramos el
largo alcance, solemos afinar más. Por eso lo mejor es esperar a ver qué ocurre
mañana. Pero lo que sí puedo asegurarte es que vamos irremediablemente hacia la
fragmentación general del país. Lo venimos diciendo desde hace tiempo, pero
ahora las cosas están cada vez más claras. Bastides ha tenido visiones últimamente…
Contesta el
aludido, con su mirada distraída siempre puesta en el horizonte del mar:
- He visto
estos días el cuerpo de España retorcerse con dolores. Pensaba al principio si
serían de parto, pero pronto descubrí que eran de desmembración. Y de ahí el
desgarro que vemos en estas elecciones. Un desgarro mayúsculo que se manifiesta
poco en la calle, pero que gruñe y grita en sus zonas más sensibles. Lo veo día
a día… Y cuando hay desmembración de un cuerpo, lo es de todas sus partes. Se
pierde la cabeza, pero también las manos, los pies, los brazos, las piernas… De
ahí los intensos dolores y los grandes exabruptos que se generan. Todo el mundo
pensaba que sería el País Vasco el primer miembro en desmembrarse, pero ya hace
tiempo que nosotros hablamos de la profunda españolización de los vascos,
mientras que los catalanes se hallan mucho más lejos de lo que es el pensamiento
común español…
Se detuvo,
como si estuviera viendo el cuerpo del que hablaba y sintiera sus dolores
desmembratorios…
- Pero la diferencia
entre España y un cuerpo es que España no es un cuerpo, sino un país o un
territorio, un estado o una nación, llámalo como quieras, de ahí que si se desmiembra,
lo será en un sentido real pero también simbólico. Y bien sabido es que las
desmembraciones simbólicas son típicos procesos de transformación que conducen
a nuevas recomposiciones del todo. La separación de Cataluña es y será un
proceso tan traumático para el todo que es España, que producirá una nueva
redistribución del conjunto para adaptarse a la nueva realidad. Y cuando más se
tarde en aceptarlo, más fuertes serán sus dolores…
Mercadal
escuchaba absorto las inspiradas palabras de Bastides y no pude menos que
estremecerme ante las muecas que hacía el futurólogo de la Barceloneta. Éste
parecía estar en una de sus venas visionarias y continuó explorando el futuro
con sus palabras:
- Pero como siempre
dice Mercadal, no hay bien que por mal no venga, y lo que se presenta como
traumático será una bendición para el conjunto español, pues la recomposición
del todo en un nuevo organismo distintamente conjuntado, con comunidades
autodeterminadas y nuevamente coordinadas en nuevos procesos de hermanamiento
federativo, es y será la mejor alternativa al caduco sistema centralista de lo
vetusto español. Y aquí veremos si el conjunto de los españoles damos la talla
en intuición geoestratégica. Quiero decir, si somos capaces de ver las ventajas
de nuevas vertebraciones según realidades marcadas por la geografía, que es lo
que manda cuando fallan las voluntades humanas. En este sentido, creo ver un regreso
a los conglomerados medievales, un repunte de los viejos dominios de la Corona
de Aragón, del Reino de Castilla y León, de un Ándalus de nuevo cuño gracias a
una buena implantación musulmana de origen turco y marroquí, a un nuevo
ensamblaje federativo entre Portugal, Galicia y Asturias, mientras veo al País
Vasco aliarse con Navarra para encerrarse en sus fueros y mantener así sus
altos niveles de vida los cuales menguarán debido a su cerrazón hasta que se
reactiven sus activos turísticos, profundizando en la Fiesta Taurina, los vinos
y las ciudades artísticas de suelos móviles…
Me quedé de
piedra escuchando aquellas predicciones que actualizaban otras viejas ya realizadas
por los futurólogos de la Barceloneta en años anteriores.
- Veo que habéis
avanzando mucho en vuestras predicciones ...
- Es lógico,
Rumbau. Piensa que el momentum en el que
vivimos es insólito y único, y que si no te agarras a él para ver los
horizontes del futuro, te puedes quedar para siempre en la cuneta de las visiones.
- En verdad
en verdad os digo –dijo súbitamente Bastides, en un arrebato visionario– que
jamás como ahora había visto tan clara esta redistribución del suelo ibérico. Y
el turismo será de nuevo la salvación de la nueva Iberia que ya no será la
vieja España ni el viejo Portugal sino otra cosa mucho más interesante, pues en
ella confluirán realidades renovadas y distintas, siendo la más importante la
aceptación de la multiplicidad interior, un paso revolucionario en el
pensamiento planetario, cuyo origen vendrá de las viejas ideas sebastianistas portuguesas
que cuajarán en Cataluña y sobretodo en Aragón, convertida en la comunidad más literariamente
autodeterminada de la Península Ibérica. Sabido es que surgirán en Jaca, Zaragoza,
Teruel y Alcañiz nuevas universidades de retórica y creación literaria que
revolucionarán las viejas ortodoxias e inaugurarán caminos inéditos de vertebración
de las dualidades interiores, apostando por subjetividades múltiples de nuevo
cuño, algo absolutamente original…
Mercadal, que
escuchaba absorto, y viendo que el chorro visionario de su amigo se detenía,
vino en su auxilio:
- Creo que ya
has comprendido, Rumbau, a lo que se refiere Bastides en sus predicciones. No
cabe duda que su visión de España como un cuerpo coincide con la idea que
tienen los españoles de si mismos, para quiénes es inconcebible ver una España
sin Cataluña, pues mientras para los catalanes es fácil imaginarse
independientes, pues hace tiempo que muchos sueñan con ello, no lo es en
absoluto para el resto de los españoles, acostumbrados y convencidos de que el
todo en el que viven es indivisible, de modo que si se encuentran de pronto sin
Cataluña, no entenderían ni se reconocerían en su nuevo cuerpo desmembrado. Será
entonces cuando no tendrán más remedio que repensarse como un todo diferente,
lo que significa reorganizarse de otra manera. La pregunta es: ¿cómo repensarse
en una forma de organización capaz de integrar una Cataluña independiente? Y ahí
es donde procede la pauta geográfica de las nuevas conglomeraciones estratégicas,
conformando un nuevo todo, ibérico en este caso, capaz de seguir jugando un
cierto papel unitario en el conjunto europeo. Aunque para ello serán necesarias,
como muy bien ha explicado Bastides, nuevas formulaciones pluri-identitarias, que
serán la gran aportación civilizatoria del conjunto ibérico, de fabricación
aragonesa gracias a sus futuras universidades de retórica, y que encontrará la
complicidad y una natural alianza en los países mediterráneos, especialmente con
Italia, Grecia, Turquía, Líbano, Egipto y, a la postre, Marruecos.
Alucinado por
sus palabras, escuchaba absorto como iban dibujando con tanta seguridad el
futuro, como si lo estuvieran viendo en las aguas del mar Mediterráneo que rompían
en suave oleaje sobre nuestros pies.
- ¿Quieres
decir que habrá una pugna entre el norte y el sur europeos?
- Por
supuesto, ya está ocurriendo ahora, pero todavía no es algo explìcito. Hacen
falta más desgarramientos, empezando por el de Cataluña y continuando por el
ahogo financiero y social, que no tardará en mostrar sus terribles consecuencias.
El norte, bien capitaneado por Alemania, Holanda e Inglaterra, intentará
redibujar el mapa según sus intereses y su visión del mundo, y el sur no tendrá
más remedio que encontrar otras formas y pensamientos si no queremos convertirnos
en simples esclavos y peones de los primeros. Y aunque nuestro destino sea el
de ser los camareros del mundo, pues tal es el destino económico del Mediterráneo,
basado en el turismo como es bien sabido, eso no significa que no elaboremos nuestras
propias ideas civilizacionales, las cuales serán mucho más importantes de lo
que nos pensamos. Tiempo al tiempo, Rumbau, tiempo al tiempo, y verás como las
nuevas realidades que apunta Bastides estarán pronto a la vuelta de la esquina…
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