Querido bloguero, este título no es una ironía ni una paradoja para sorprenderte. Es una afirmación defendida por mis amigos Bastides y Mercadal, los adivinos de la playa, con los que gusto tanto de intercambiar opiniones de todos los colores. Normalmente hablamos de política internacional, pero los últimos días, debido a la actualidad nacional, nos hemos centrado en el tema del etarra ése a quién se ha mandado a casa y de la reacción del PP y la derecha ultra española.
Parece del todo evidente, para cualquier persona con dos dedos de juicio, que la decisión tomada por el gobierno de Zapatero es la menos mala, como se la ha venido definiendo. Ante la responsabilidad de la vida de este reo decidido a dejarse morir, creo que no se podía hacer otra cosa, por muy aasesino que fuera el reo en cuestión. Sobretodo porque cumplió con la ley y sólo le faltaba un año de su última condena por un delito de expresión.
Pero la derecha ha reaccionado como si se hubiera tocado el corazón de la mismísima España. Y esa reacción, a mi entender desproporcionada, representa una radicalización de sus posturas que pone en peligro la convivencia cívica del país. Se lo dije a mis amigos de la playa, y he aquí la respuesta de Bastides:
- Tienes toda la razón, cómo no, sobretodo porque sé que estás informado por leer los periódicos, cosa que yo hago sólo de vez en cuando, y la verdad es que los gritos en las calles de Madrid no llegan hasta la playa de la Barceloneta. Pero debo decirte que tus alarmas, con ser naturales, no responden a una situación de gravedad tan gorda como la que pintas.
Se quedó parado mirando el mar y prosiguió diciendo:
- Que unos chillen y se radicalicen contra el gobierno, no deja de ser una reacción normal que, la verdad, dudo sea tan rentable como esperan sus mentores. Pero, ¿acaso no tienen derecho a chillar y a protestar? Que lo hagan, que se desfoguen. Con ello no pararán la desmembración cantada del país, ya te lo he dicho mil veces. Mira, Rumbau, lo más probable es que gane de nuevo Zapatero, sólo porque ha demostrado ser una persona normal y educada, y con sentido de la responsabilidad. Pero suponiendo que perdiera, acorralado por los acosos, ¿acaso el PP no pactaría con los nacionalistas catalanes para poder gobernar? Y si no pactan, lo que sí es seguro es que necesitarán sus votos. ¿Y cómo se los darán ésos si el PP se mantiene en sus trece cerriles antiautonomistas? No, Rumbau, esto no hay quién lo cambie. En cuanto gobierne la derecha, el peligro separatista catalán desaparecerá como por encanto, y el nuevo Estatut recibirá la bendición de unos y de otros.
- ¿Pero y si ganan con suficiente mayoría?
- Bueno, lo dudo, pero si así fuera, el proceso sólo se pararía una temporada. Además, lo más seguro es que el PP en el gobierno espolearía los deseos separatistas no sólo de catalanes, sino de vascos, gallegos y unos cuantos más, hartos de la prepotencia centralista y pepera. A la larga, la derecha acabaría perdiendo su mayoría, pues aunque a la población le gusten de vez en cuando las calenturas, no se dejará llevar a enfrentamientos mayores. Entonces las cosas volverían a su cauce, y España, a su desguace.
Intervino Mercadal, que escuchaba con atención las palabras de su amigo zapatero y adivino:
- Ya sabes que hemos estudiado este tema con mucha profundidad. Claro que nos podemos equivocar, pero todo parece indicar que nos dirigimos a una situación de Reinos de Taifas que al principio generará una cierta sensación de desasosiego, pero que a la larga desarrollará unos mecanismos de coordinación federalista de una eficacia integradora superior al sistema actual. Y esto es imparable. España tiene por misión iniciar este camino, explorarlo y trasladarlo luego a otros países. De hecho, el país entero se dedicará a exportar los sistemas descentralizadores por el mundo, pues los problemas de la gobernación de regiones y minorías serán unos de los más importantes por resolver en el siglo XXI. Y si España se atreve a abrir la brecha y a situarse en la vanguardia del movimiento descentralizador, podrá sacar de su situación grandes beneficios económicos y una extraordinaria influencia en los asuntos internacionales del futuro. O dicho en otras palabras, España debe morir para renacer con más fuerza y sosiego.
- ¡Exacto! –exclamó muy entusiasmado Bastides tras escuchar las palabras de Mercadal– Piensa, Rumbau, que el mundo necesita los conflictos como nosotros el agua para beber. Y los conflictos, hoy en día, no tienen solución. Los Rajoyes y los Aznares podrán ganar unas elecciones, pero sólo empeorarán la situación, pues su receta es la del palo sin zanahoria y en la actualidad nadie se pliega al palo a secas. Lo único que conseguirán es acelerar la resistencia y exaltar los sentimientos patriolocales.
- Debes tener en cuenta –añadió Mercadal–, que Zapatero tiene en contra no sólo al PP, sino a toda la derecha mundial, empezando por Bush, el Vaticano y a toda la curia romana y española, más los grandes poderes que lo ven como un modelo que podría extenderse a otros países y por ello mismo como un gran peligro a erradicar. Un presidente que rompe con la tradición excluyente de la política y se empeña en incluir la diferencia como un valor al alza, por rara e incomible que sea (cómo el mismo reo de Eta, cuya vida ha querido respetar), es algo que el mundo necesita con urgencia, y por ese motivo ha despertado tantos futores en su contra. Pueden acabar con Zapatero, descuartizarlo en la plaza pública, pero lo único que conseguirán es convertirlo en un héroe mundial y, a la larga, en un modelo que tendrá imitadores en otros lugares. Históricamente, Rajoy y Aznar no tienen nada que hacer. Podrán durar más o menos, pero caerán pronto en el olvido pues representan el pasado, y lo que triunfará será la línea Zapatero, aunque sea con otro nombre.
Pensé que aquellos dos viejos hablaban así porque no veían la televisión y sólo leían de vez en cuando La Vanguardia. Aunque tal vez no les faltara parte de razón. Lo que más me admiraba era su calma: no les molestaba para nada que la derecha saliera a la calle ni se inmutaban por ello. Incluso a veces simpatizaban con opiniones muy españolistas y gustaban, por ejemplo, de ir a los toros, sin importarles lo más mínimo las polémicas recientes sobre este tema. Mientras pudieran vivir el presente a su aire y sin molestar a nadie, con esto ya tenían bastante. Me dije que había aquí mucha sabiduría. Al estar preocupados por asuntos que deberían resolverse a muy largo plazo, lo que ocurría en el presente les importaba relativamente poco, y sólo lo veían como un juego capaz de prefigurar con mayor o menor justicia sus líneas maestras del futuro.
¡Qué suerte!, pensé. Me dije que debería acompañarlos más veces en sus paseos por la playa, a ver si así me embebía de sus preocupaciones filosóficas y encaraba los dramas de la actualidad y sus conflictos irresolubles sin asustarme ni inquietarme tanto por ellos. Cómo si los conflictos fueran el pan nuestro de cada día, el alimento que nos nutre y nos obliga a generar nuevas fuerzas, hasta que nos inventemos un marco capaz de aceptar las diferencias de todo tipo y calibre, así como las grandes contradicciones que parecen ser el sino de nuestro movido siglo XXI.
Un deseo del que te hago partícipe, querido bloguero, a través del retablo de este Blog.
1 comentario:
Lo mejor del artículo, el título. Luego, los dos personajes de la playa, que son encantadores.
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