lunes, octubre 14, 2013

Cronos y Plutón, cambio y destrucción

Plutón, de Agostino Carracci.
Pensaba el otro día cómo la actualidad nos tiene cogidos por el pescuezo, obligándonos a pisar realidades que nos llegan impuestas y de las que parece que no hay escapatoria alguna. Sensaciones que producen desazón y que incitan a replantear no pocas cosas. Por ello, cuando el otro día decidí acercarme a la playa para visitar a mis amigos los futurólogos, lo primero que les solté fue preguntarles cómo veían el momento actual. Y al acto contestó Bastides:  

- Los Tiempos, Rumbau, los Tiempos son los que mandan, ahora y siempre, pero hoy más que ayer.

Vaya, pensé, lo he pescado en un buen día. El adivino de la Barceloneta está últimamente más inspirado y hablador que nunca, lo que quizás indique que se halla atravesando una buena veta de futuro, según su propia terminología, mientras que Mercadal, que trabaja con la Astrología, se muestra más taciturno y apagado, como si no le gustara demasiado lo que muestran las estrellas. Le pregunto a qué tiempos se refiere.

- Permíteme que descarte primero el tiempo de los relojes. Lo hemos dicho muchas veces, el tiempo de las horas, los minutos y los segundos gobierna el engranaje de las cosas y marca nuestras vidas, pero no es el nuestro, quiero decir, no es el que nos interesa.  Sí, es el tiempo del trabajo, de la televisión, de los viajes en tren o en avión, pero poco más hay que decir de él.

- Un tiempo cada día más omnipresente, decisivo y “profundo” –apunto yo-, todo hay que decirlo, Bastides, y en un sentido casi literal de la palabra, pues el uso que los especuladores financieros hacen de los minutos y de los segundos, por no decir ya de los micro y de los nanosegundos, no sólo estira el tiempo hacia adentro, sino que produce descalabros financieros y la ruina de países y sociedades enteras.

- Tienes toda la razón del mundo, Rumbau, pero a mí, me interesan los otros tiempos, esos que van a su aire. Si el primero de los tiempos abusa de nuestras limitaciones, esos otros nos desbordan y nos confunden, y por eso me atraen.

- Francamente, no sé a qué tiempos te refieres….

- A los bandazos de Cronos. Yo los llamo así. Aunque en realidad Cronos lo único que hace es dejar en libertad a todos los tiempos. Fíjate que cuando Zeus venció a su padre el Titán, lo encerró en el Tártaro, que es como decir que puso a Cronos y a sus huestes en un saco, pues eran muchas las fuerzas que gobernaba el viejo dios. Zeus cuidó de los humanos largo tiempo, hasta que los viejos dioses amigos de la Humanidad se durmieron y se olvidaron de sus protegidos. Gea, la arrugada Tierra, indignada de ver cómo los humanos se alzaban en el vacío dejado por los dioses, bajó al Hades, despertó a Plutón y abrió el saco donde Cronos dormía encorvado. Así irrumpió la cólera del Titán sobre la Tierra y con él las furias que le acompañan. Una tempestad de Tiempos feroces asola desde entonces la tierra. Y nosotros somos sus víctimas más evidentes.

Tiempos. Imagen de Bnei Baruch. Copyright ©1996-2013
Me encantó aquel relato de dioses y furias en desbandada, como si fuera un cuento al que Bastides daba mucho significado.

- Todo eso te sonará a cuento chino, y lo es en cierto modo, pero explica muy bien la situación actual. Fíjate que cuando los dioses amigos gobernaban la Tierra, todo tenía un orden, es decir, un tiempo. Las culturas de los pueblos vivían en tiempos cerrados, con los ritmos y las secuencias muy bien marcados por los ritos y las tradiciones. Pero al relajarse las religiones e imponerse el mundo de la razón y de la ciencia, los humanos abandonamos los cuentos colectivos y establecimos un tiempo nuevo, el considerado como propio, que marcamos con el reloj. Desde entonces, la civilización humana vive sometida al reloj, al nuevo tiempo de la mecánica. Y en nuestro delirio de grandeza, creemos gobernar con él al mundo.

- Y en esas estamos…

- Sí, pero no. Aun no hemos comprendido que Cronos ha despertado y que al abrir su saco, ha liberado a todas las furias que están con él y que representan a todos los tiempos del universo. Acuden en tropel y el caos está servido. ¡Llegan tiempos de destrucción, Rumbau, no te quepa la menor duda!

Me extraña esta afirmación, cuando mis amigos suelen ser siempre optimistas respecto al futuro. Se lo digo y Mercadal, hasta ahora callado y pensativo, interviene en la conversación:

- Sé lo que estás pensando y sé que te extrañan las palabras de Bastides. Pero las entenderás cuando te muestre que sus visiones se ajustan a la pura realidad. ¿Acaso no vivimos una época de fragmentación y de conflicto constante, en la que las partes, antes unidas en conjuntos más grandes, disputan al todo el derecho a ser libres y autónomos, a marcar sus propios tiempos y ritmos? La pretensión de imponer a las partes tiempos únicos, según intereses parciales, ha perdido fuerza y se ha convertido en un delirio del que los poderes son víctimas. Y ya sabes cómo acaban los delirios. La fragmentación de las partes es también un delirio, pero que va en la dirección correcta marcada por Cronos. Este dios gusta de la libertad ácrata y soberana de los múltiples tiempos. Aunque debo decir que mi manera de ver las cosas es algo diferente a la de Bastides.

Nos paramos para dejar pasar a un patín del Club Natación Barcelona, que iba rezagado respecto a los demás que ya habían partido hacía rato, el cual salió disparado surcando las olas del mar.
Bastides, intrigado por las palabras de su amigo, se detuvo un largo rato escuchando lo que le decía Mercadal:

Hades y el Can Cerbero.
- Tú hablas de Cronos, y entiendo perfectamente tus palabras. E incluso te digo que comparto al cien por cien lo que dices. Pero ya sabes que los astrólogos hablamos de Saturno, el tiempo de los romanos, y que es el nombre de uno de los planetas más antiguos del Sistema Solar. Para nosotros, Saturno es el planeta de los impedimentos, de la lentitud, muy diferente a la significación que tiene Cronos para ti, más referido al tiempo desbocado de los Titanes. ¿Significa  eso que estamos hablando de dos dioses, o acaso de dos planetas diferentes? Podría ser. Pero también hay otra explicación: el Saturno romano de la vieja Astrología es el Titán encerrado en el Tártaro por Zeus, y de ahí que simbolice lo impedido, lo maniatado y lo que no avanza. Mientras que el Saturno de hoy, según la nueva mitología de la que estamos hablando, sería un Saturno liberado que acogería el significado más real del tiempo creativo, es decir, del que cambia las cosas. La emergencia y la visibilidad del despiadado Plutón, el invisible hijo de Saturno, significa la primera abertura del Tártaro, pues bien sabido es que tenía su reino en este lugar oscuro y maloliente, donde Zeus encerró a sus enemigos. Plutón abrió el camino a la transformación de Saturno. Éste, al salir en pos de su hijo, desplegó su gran potencialidad destructiva y creadora. Destruir y crear, ¿no es eso lo que hace el tiempo? Padre e hijo se pusieron a la labor. Lo que cambia no pocos significados de la vieja interpretación astrológica, desde luego…

Y se quedó callado y pensativo Mercadal, como si hubiera entrado en terrenos inhabitados en los que se sentía inseguro.

- Has dado en el clavo, Mercadal. Si los tiempos cambian, ¡cómo no va a cambiar el mismo Tiempo, que es sinónimo de cambio! Ya sabes que no sé nada de Astrología, pero tus palabras me suenan muy sensatas.

Escuchar a aquellos dos viejos hablando de mitología como si estuvieran hablando de personajes reales a los que veían cada día, me llenó de admiración. Decidí terciar a ver si sacaba algo en claro.

- Pero bueno, todo este asunto del tiempo y de los dioses en qué se traduce, según vosotros, a la realidad del día a día…

- ¡Son las noticias del periódico, Rumbau! ¿Has visto la manifestación de los que se sienten también españoles además de catalanes? Han llenado la Plaza de Cataluña, eso es verdad, pero se han quedado a mucha distancia del despliegue  colectivo independentista del último 11 de septiembre.

- ¿Y eso qué tiene que ver con el tiempo?

Arco de Triunfo de Barcelona. Foto de
Josep Renalias (Wikipedia)
- La pulsión fragmentadora está representada, hoy y aquí, por el independentismo. El tiempo español ya no interesa ni seduce a los catalanes. Esos se han inventado un tiempo nuevo, diferente, ni mejor ni peor, simplemente distinto, y lo han llamado Independencia. La rutina española, con la excusa de los agravios, de la economía y de la historia, se ha hecho vieja y antipática para ellos. Los catalanes se han inventado un tiempo propio del que quieren ser soberanos, y cuando una idea de este tipo entra en la mente de los individuos, es muy difícil cambiarla. ¿Por qué lo han hecho? Pues seguramente porque tocaba hacerlo o porque estaban hartos del otro tiempo. ¿Acaso han oído en sus sueños los clarines de Cronos y los ímpetus de Plutón, y acuden a su llamada? Podría ser. Los pueblos despiertos y con ganas de cambio son los más sensibles a estos redobles del Titán. Todos se escandalizan: el poder de la vieja España y los poderes de la vieja Europa. Pero cuando los clarines suenan, todo salta por los aires. Fíjate que el anarquismo cuajó en Cataluña, una tierra que siempre ha gustado de ser muy soberana, sobretodo sus individuos aisladamente. Mira a Gaudí: tan loco y singular que no sólo está considerado un genio, sino que se ha convertido en la principal industria de Barcelona!

- ¡Caramba, Bastides, me has dejado de piedra!

- ¡Pero cuidado! Los catalanes se han metido en una situación tal de cambio y de novedad, que sólo a través de una poderosa inventiva podrán salir adelante. Lo viejo ya no sirve para quién se adentra hacia lo desconocido, a no ser que quiera descarrilar. La única manera de inventarse un Tiempo nuevo, que es en definitiva lo que pretenden, es crearlo de verdad, es decir, inventar formas nuevas en los temas de la organización, de la convivencia y de la representación política. Están obligados a ello, y si no lo hacen, la aventura no dará fruto alguno. He aquí el reto en el que se han metido.

- Muy alto pones el listón, Bastides…

Saturno
- Lo es. Pero los retos están para eso, para enfrentarse a ellos. Nosotros ya hemos marcado algunas pautas, como las ideas neomonárquicas o el regreso de la Corrida de Toros, muy catalanizada, eso sí, algo de trascendental importancia en un futuro próximo. Pero hay que dar tiempo al tiempo para que las cosas cuajen y sucedan. Nunca las prisas han sido buenas, aunque el nuevo tiempo catalán parece que tiene mucha, de prisa. Pero lo que sí puedo garantizarte, es que las sorpresas están garantizadas.

- No sé si todo el mundo lo ve tan claro. El embrollo es considerable y las posiciones muy encontradas. Yo lo veo muy complicado…

- Mira, poco importa eso. Si alguien me pregunta: ¿es todo eso bueno o malo?, yo le diría que ni lo uno ni lo otro. Cuando las fuerzas que se desatan pertenecen a estas dimensiones que escapan de las personas individuales, no hay nada que decir, simplemente contemplar y admirar el desarrollo de la historia. De todas formas, aquí vivimos en una balsa de aceite. Fíjate en Siria: ¡allí sí que están desatadas las furias de Plutón y de Cronos al cien por cien! Mientras aquí parece que las cosas se encarrilan hacia lo creativo, allí la destrucción está servida. El todo sostenido por el dictador Assad ha saltado por los aires. Y los intereses cruzados se han apoderado de la región, utilizando los fragmentos y las partes según sus conveniencias, unos contra otros. Parece una diana marcada por varias cruces que indican hacia donde disparar: la religiosa con el choque entre sunitas y chiitas, las regionales entre los conglomerados Irán-Siria-Líbano-Irak y Arabia-Israel- EEUU-Turquía… Todas las pendencias se juntan para que las partes divididas se enfrenten entre sí. Cambio y destrucción. Cronos y Plutón. ¿Quieres más ejemplos? Cada país tiene los suyos, y hoy la lucha de las partes con los todos es una regla tan general como inevitable.

- Y vosotros, que os centráis en el futuro, ¿sabéis donde está la solución?

- ¿Qué solución quieres que haya? Deja a los tiempos hacer su labor. Nosotros a lo máximo que podemos aspirar es a postular etapas. Y parece evidente que una de las visiones a la que tarde o temprano se llegará, es la perspectiva planetaria. Cuando el Todo es todo el planeta: podemos fragmentarlo lo que queramos, pero los intereses de este Todo ya no son parciales sino los de todos. Acaso el día que haya colonias en Marte o en la Luna, podamos hablar de otros Todos e intereses otros, pero desde luego las perspectivas serán muy diferentes. Fíjate que las épocas más largas de paz siempre han sido bajo los imperios. Porque eran Todos que garantizaban, en mayor o menor grado, la salvaguarda de la variedad del conjunto. Europa ya funciona de algún modo así, y por eso los catalanes buscan su amparo. Respecto al Todo planetario, sería como un imperio del planeta. ¿Significa eso que se habrán acabado las peleas? En absoluto, pues las partes siempre serán díscolas y querrán ser más grandes unas que las otras, pero al menos los poderes deberán estar repartidos desde una perspectiva de intereses globales en relación con los particulares. Pero esta utopía difícilmente será realizable. El conflicto está en el ADN de nuestro planeta, Rumbau. A no ser que entremos en los detalles…

- Tienes mucha razón en lo que dices, Bastides –interviene de pronto Mercadal muy excitado-, lo nuestro es el detalle, ¡sí señor! Las generalidades están muy bien y sirven a veces de referencia, pero es en el detalle donde están los datos importantes del futuro. Y es aquí a donde debemos ir. Hay muchos puntos a discernir en estos planteamientos, por ejemplo los de la organización política. Aquí debemos ser estrictos: sólo una poderosa inventiva puede hacer evolucionar las cosas con un mínimo de éxito.  Ya lo dijo antes Bastides en el caso catalán. Quién quiera cabalgar los Tiempos, deberá crear con ellos, tal sería el lema de nuestra época. Y para ello, lo que importan son los detalles, Rumbau, las personas y los detalles…

Los dejo convencido de que sus delirios mitológicos de futuro contienen más verdad que muchas de las voces que pretenden explicarnos el presente…

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