Anteayer hubo Huelga General en España, y Barcelona respondió a la llamada con una buena presencia de público en las manifestaciones convocadas, lo que indica que el momento que se vive en la ciudad y en el país está calentito y que empieza a haber reacciones ante lo que parece ser una “inevitabilidad histórica”, por llamarlo como se le está vendiendo a la población. La situación es tan compleja, que hoy, día 31, no he podido resistir y me he dirigido a la playa para encontrarme con mis dos amigos futurólogos, con los que suelo comentar la actualidad cuando el tiempo y el trabajo me lo permiten.
Los hallé dónde solemos, atrapándolos cuando volvían ya del Hotel Vela y estaban a punto de alcanzar el monumento de los cuatro cubos superpuestos. Mis amigos pasean cada día por la orilla del mar, mojándose los pies dónde las olas rompen en la arena.
- Supongo que acudiríais a la manifestación –les lanzo, tras los saludos correspondientes, pues hacía mucho tiempo que no nos encontrábamos.
- Por supuesto, no me iba a perder algo así –responde Mercadal, que de los dos es el más dicharachero y el que sabe de astrología, mientras que Bastides, su inseparable amigo, basa sus indagaciones del futuro más en la intuición y en su capacidad visionaria.
- Y qué os parece, ¿servirá de algo?
- Desde luego que sí, aunque no para que el gobierne cambie de política. Para eso hay que esperar otros acontecimientos, pero al menos el ambiente ha empezado a caldearse y lo importante es que los motores estén en marcha.
- ¿Y a qué motores te refieres?
- Fíjate, Rumbau, cómo ruge hoy en día la actualidad. Los del capital y los responsables de las grandes corporaciones han puesto todos sus motores en marcha para aprovechar el momento e hincar con fuerza el diente a la yugular del sistema. Su instinto vampírico es brutal, a su lado, Drácula era un angelito. Y cuando unos motores se ponen en marcha, hacen que los demás les imiten, de modo que el siglo que nos espera promete ser uno de los más movidos que hayamos conocido. El día de huelga de ayer no fue más que eso, un simple arrancar de pequeños motores que sin embargo empiezan ya a roncar junto a los monstruosos de quiénes nos quieren gobernar.
- Está bien lo que dices, Mercadal, pero el poderío de los que controlan la situación es tan apabullante, que francamente, por muchos motorcitos que arranquen, no le van a alcanzar para nada.
- La cosa no es tan clara como parece. De hecho, esta política de dominio del capital financiero tiene sus días contados, por mucho poderío que muestren ahora. ¿Y sabes por qué? Pues porque responde a un delirio, y los delirios, como bien sabes, delirios son y acaban estrellándose contra la realidad.
Bastides, que escuchaba muy callado, interrumpió de pronto, aquejado por alguna súbita inspiración, como le suele suceder a menudo:
- En verdad, en verdad os digo, que tienes toda la razón del mundo, Mercadal. Ahora lo veo claro y nítido. Los delirios que burbujean con el capital lo tienen tan mal como lo tuvieron en su día los nuevos ricos españoles que se lanzaron a la especulación inmobiliaria con tanta alegría. Lo que pasa es que los ciclos son diferentes. La piedra pesa más y cae con más rapidez, mientras que lo intangible tarda en bajar al suelo, pues por algo es intangible. Pero gracias a la locura de tanto delirio acumulativo, lo intangible se densifica, coge peso y acaba cayendo como todo en este mundo. Su caída será estrepitosa, eso te lo puedo asegurar, pero es evidente que al capital le llegará también su día de San Martín.
- Entonces, estas políticas de recortes, ¿adónde pretenden llevarnos?
- El problema no son los recortes, Rumbau. Creo que en eso estaríamos todos de acuerdo: el despilfarro de los políticos y de las administraciones españolas ha sido de sainete en las últimas décadas. Y aquí tienen mucha razón los alemanes de pedir un poco de racionalidad y de honradez a nuestros políticos. El problema es que de pronto nuestros representantes se han quedado sin ideas. Recortan pero no proponen nada. Se han quedado mudos, atrapados por sus tijeras, como si recortar fuera una panacea, algo que nos va a aportar grandes cosas. ¿Has visto alguna idea nueva? Los catalanes se han puesto a la defensiva: recortan porque los malos de siempre, el estado central, les obligan a ello. Y es verdad. Pero con eso no basta. La solución que se han inventado es el independismo. No digo que sea malo, ya sabes que Mercadal y yo hemos pronosticado la independiencia de Cataluña hace ya mucho tiempo. Pero el camino no es ése. Para conseguirlo, hay que ser creativos y usar la imaginación, y de eso parece que los políticos catalanes de hoy en día no tienen ni pizca. Ni los de Madrid, claro. Ahora, ser político significa saber interpretar muy bien los mensajes que llegan cifrados de los grandes periódicos financieros. Bueno, de algo sirve, no digo que no, pero se quedan en sólo eso. Fíjate en el señor Mas Colell: una eminencia, un profesor que sabe leer como nadie los oráculos financieros que vienen de la City y del Financial Time. Bueno, está bien que ocupe un puesto de observador y de intérprete, pero de ideas nuevas, ni una. O talvez me equivoque y simplemente se lo callan entre ellos.
- ¿Pero acaso hay que esperar muchas ideas nuevas de ellos? –les pregunto, sumándome a esta impresión general crítica respecto a nuestros políticos.
- Éste es el problema. Que no nos pueden aportar nada, porque simplemente no tienen margen alguno para hacerlo. Una situación patética y terminal. Por eso es importante que los motores autónomos de la misma sociedad se pongan en marcha, pues son los únicos que pueden aportar aire fresco.
- Pero eso, ¿cómo se hace?...
- Una manera es anticipar el futuro, como nosotros intentamos desde hace años. Tal vez nos equivoquemos, pero al menos aportamos modelos, y se abren espacios dónde antes no había nada. Hay que incorporar el futuro a nuestro presente, Rumbau. No hacerlo es vivir de espaldas a nuestras responsabilidades y contentarse con un hoy atrapado sin remedio por el pasado. Pero un futuro meditado y muy pensado, con criterios científicos y contrastados, como hacemos nosotros desde la astrología y la visión clarividente de Bastides.
Decido dejarlos en este punto. No quiero entrar en discusiones con ellos. Prefiero escuchar a estos dos locos imaginativos que a nuestros políticos cuerdos que sólo saben de recortes y de cobrar a fin de mes.
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