viernes, noviembre 19, 2010

Las dos almas del PSC

Últimamente se habla mucho de las dos almas del PSC. Incluso los periódicos teorizan sobre el tema, y los humoristas muestran a Montilla desgarrado al tirar los de la barretina de un brazo, y los de la rojigualda del otro. Y ciertamente parece que aciertan en el diagnóstico: un partido desgarrado por dos pulsiones que se presentan como contradictorias u opuestas. Parece ser que así es y así ha sido, y que el desgarro consecuente va a provocar una hecatombe electoral.

Sin embargo, creo que es en este tema dónde los del PSC podrían recuperarse (o podrían haberlo hecho), si comprendieran que este desgarro no es un lastre ni una desgracia, sino una condición sana y natural de la realidad catalana. Lo prueba el hecho de que aún sin carismas y con la opinión mediática en contra, consiguieron en los últimos años situarse en el centro sociológico del país, motivo por el cual capitalizaron tantos éxitos y concentraron tanto poder.

Aceptar la contradicción no a la defensiva –como hasta ahora se ha hecho, con complejos y justificaciones, con dejaciones, entregas y renuncias– sino desde su afirmación positiva es lo que ha esperado en vano el electorado que le hubiera podido ser fiel. Es decir, defender la catalanidad sin complejos y a la vez defender una españolidad cultural, lingüística y social con la que tantos catalanes se sienten identificados. ¿Tan difícil es poder defender ambas posturas a la vez? Parece ser que sí…

Por lo visto, uno no puede ser catalán, defender su lengua, y a la vez defender la lengua de una gran parte de la población catalana que es el castellano. Esto sí que es absurdo: si un presidente lo tiene que ser de todos, no hablará sólo con la lengua de una parte. Desde luego que el catalán debe tener el apoyo necesario ante la fuerza de las demás lenguas, siendo como es una lengua minoritaria, y hasta hace poco hubo consenso en el tema. Pero precisamente siendo un tema de los llamados “delicados”, hay que actuar con delicadeza, sin llamamientos excitados, en el tratamiento de las diferencias y en la susceptibilidad de los hablantes. El catalanismo que no lo hace, divide a Cataluña y se divide a si mismo, con lo que pierde fuelle y empuje. De ahí el gran error –o la gran mentida– de los partidos que han jugado con la tensión lingüística con fines populistas o electoralistas dirigidos a su clientela: han reducido sociológicamente el catalanismo a una parte o tal vez a una minoría.

El PSC ha sido hasta ahora el partido ideal para defender esta posición. Pero lo ha hecho a la defensiva, con complejos y con la boca pequeña, lo que ha provocado divisiones internas, desconfianza y reproches de los demás. ¿Por qué no defender con fuerza la postura doble que no es más que defender un catalanismo de banda ancha y aliento estratégico, cuyo objetivo es conseguir más apoyo social, más autonomía y más desenganche de Madrid, más autogobierno en definitiva? El PSC lo tenía en las manos, el mismo Montilla era el paradigma de la dualidad integrada de un catalanismo nuevo capaz de aceptar las diferencias sin por ello renunciar a la ambición del autogobierno y al enfrentamiento con Madrid. Una dualidad que tiene que ver con la oposición global/local, de la que tanto se teoriza hoy en día. Sin embargo, el miedo a la complejidad y a la contradicción ha pesado en demasía, y los partidarios del pensamiento único, de uno y otro signo, han ganado la partida, al empujar con toda la fuerza del monolitismo.

Pero habría que preguntarse: ¿acaso la complejidad y la asunción del pensamiento dual y paradójico no es infinitamente más fuerte que el infantilismo de las verdades únicas? Estoy convencido que sí lo es, siempre y cuando se haya asumido de verdad, al integrarse la dualidad no como pose ni pirueta, sino como realidad incontestable y profunda de la cultura y de la psique humana. Y creo que éste es el problema: que esta asunción no existe. Seguramente la razón está en el retraso civilizacional que llevamos todos en este asunto, más el “amor al poder” que define lo político y a la partitocracia en la que vivimos: un monolitismo que have imposible cualquier asunción de dualidad. ¿Cómo mantener profundas dualidades cuando aprieta el monolitismo de los intereses puros y duros de poder y de partido? Y si no hay integración fuerte de la complejidad, el resultado es la impotencia o la desbandada.

Exigencias, las comentadas, que no son de fácil asunción, pues nada hay más difícil y complicado que meterse por estos terrenos de la dualidad y del pensamiento complejo: de fácil pontificación, pero de muy difícil realización -a pesar de su infinita urgencia. Pero es una lástima no haber aprovechado una situación tan interesante, compleja y contradictoria como la que ha vivido el PSC en los últimos años. El candidato Mas, mientras se friega las manos de contento, parece que va aprendiendo la lección y asume posturas contradictorias y complejas, menos chillonas y unilaterales, que sus enemigos tachan de ambiguas y blandengues. ¿Se quedará en pose electoralista, en simple ambigüedad, en una exigencia de cálculo táctico, o comprenderá que sólo con un catalanismo profundamente abierto y complejo puede representar al país y conseguir más autogobierno? Ya que no lo han hecho los socialistas, le tocará a él intentarlo…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un buen análisis, si señor, creo que tiene bastante razón en lo que dice. Fíjese como todos los otros partidos le disputan ese centro que habían alcanzado y no supieron desarrollar ni darle fuerza y vuelo. Espero que el PSC aguante con dignidad y que el esfuerzo de los que mantienen esta dualidad de la que habla en su texto tenga algún reconocimiento.
P.

Anónimo dijo...

Estic completament d'acord. No ho havia pensat d'aquesta manera, i per això m'agrada el seu plantejament. Pensar en dualitat és essencial, i els catalans ens hem negat sempre a veure aquesta altra alteritat que tenim a casa nostra: l'espanyola. Caldia distingir-ho de l'espanyolitat que defensa el PP, la qual posa tot el seu èmfasi en la dependència i la submissió. La diferència del PSC era que afirmava una catalanitat sincera, és a dir, que buscava més autogovern i autonomia. Però també crec que estem a anys llum de poder pensar d'una manera complexa com vostè diu. Tant de bò m'equivoqui i veiem aviat mutacions.