miércoles, julio 02, 2008

GANÓ ESPAÑA

(Foto de Jordi Sanvisens, publicada en La Vanguardia, la fiesta en Tarragona)

Curiosa reacción la suscitada por la final de la Copa de Europa entre España y Alemania. Por lo visto, ha tocado cuerdas sensibles que ha disparado el entusiasmo colectivo. Acostumbrados a comentar los partidos de la Liga en nuestros paseos por la playa –ni yo ni Bastides somos muy aficionados, pero Mercadal sí–, se entiende que hoy el tema haya sido el de la victoria de la Selección Española.

- ¡Un partidazo! –decía Mercadal regodeándose con las palabras–, lo más difícil, aunar frescura, oficio e inteligencia, sin pretensiones de genialidad pero sí con el tesón y la entrega que exigen los grandes momentos. ¡Qué equipo de primera!

- La verdad es que vi el partido y lo disfruté mucho –dije yo, que no suelo ver nunca fútbol.- ¿Cómo explicáis la reacción?

- Normal, una inyección de autoestima para los españoles, y una perfecta excusa para sentir una unión de país a pesar de las diferencias. Creo que lo español ha ganado puntos y los nacionalistas periféricos han bajado unos peldaños más en su ensimismamiento –dice Bastides muy serio.

- ¿Y no os preocupa, cómo catalanes, esta subida de la españolidad?

- En absoluto, Rumbau –responde Mercadal muy convencido–. Hay que huir de los planteamientos exclusivistas, incapaces de sentirse catalán y español a la vez. ¡Qué ridículos esos políticos tribales que deseaban la vistoria de Alemania! Parece mentira que hayan caído en un grado tal de pueblerismo y bisoñez… Fíjate que no sólo se ganan más antipatías que las que ya tienen, sino que además se ponen en conflicto con gigantes a los que jamás podrán vencer. Incumplen todas las reglas de la política inteligente y de la más elemental diplomacia. Se aseguran poderes tribales de campanario pero a costa de suicidarse como proyecto político de más vuelo y enjundia.

- Tienes razón, Mercadal –dice Bastides–, esos políticos incapaces de ser dos cosas a la vez, españoles y catalanes en este caso, no tienen futuro alguno. Si el catalanismo cae en manos de estos pirómanos, te puedo asegurar que el declive del catalán será rápido y nítido. El mayor peligro que tiene ahora Cataluña como proyecto de región pudiente y país diferenciado, se encuentra en esos mismos políticos nacionalistas de tres al cuarto, que no entienden la dinámica de nuestra época.

- ¿Pero cual es esta dinámica? –le pregunto sorprendido a Bastides, aprovechando que el futurólogo de la Barceloneta se ha puesto serio esta tarde.

- Pues la marcada por la complejidad, llena de contradicciones y de paradojas que deben resolverse sin simplicismos maniqueístas. Estamos en la época de la globalización y de la conciencia planetaria, que exige la defensa de lo local dentro de coordenadas de responsabilidad colectiva, una contradicción como una casa, y eso requiere dosis altísimas de entender y aceptar determinadas paradojas, hasta ahora consideradas imposibles. España es un país ideal para iniciarse en estas laboras, pues aquí lo local periférico y lo estatal centralista compiten y luchan ferozmente entre si. Los nuevos políticos que marcarán el futuro serán aquéllos capaces de atreverse a ser dobles y plurales de verdad, defensores férreos del autonomismo y a la vez responsables serios del conjunto. Y de momento, no veo a muchos…

- Tienes toda la razón del mundo, Bastides –repuso Mercadal cada vez más entusiasmado–, el otro día seguro que la mayoría de los jolgoristas que salieron a la calle en Barcelona, envueltos en banderas españolas con el toro estampado eran forofos del Barça que simplemente se sumaban al carro ganador y a la ola de entusiasmo compartido. Pues sabes qué te digo, que esos forofos de doble cara, un día del Barça i el otro de la Selección Española, son los que más se han avanzado al futuro, aunque ellos ni lo sospechen, por supuesto. O tal vez sí, y miren con retintín a esos políticos de rostro único, tan sólo capaces de entusiasmarse por una simple teta, cuando hay tantas de las que alimentarse, ¿no crees?

- Cierto, Mercadal, así es, y me extraña que no hayan salido todavía abanderados en los partidos políticos o en las asociaciones civiles defensores de este tipo de dualidades aparentemente contradictorias. Creo que en eso llevamos un cierto retraso y es una pena que no sea Cataluña, que en el siglo pasado fue delantera en tantas cosas, la encargada de defender estas nuevas posturas hoy por hoy minoritarias pero que marcarán las senda del futuro, sin duda alguna.

Se iban entusiasmando en sus palabras los dos adivinos, por lo que decidí preguntarles:

- ¿Pero creéis que en algún lugar del mundo se practica esta dualidad contradictoria de la que habláis?

- No lo sé, Rumbau –contestó Mercadal muy serio–, es difícil precisarlo, pero ya sabes que nuestros enfoques miran hacia el Levante español: Valencia y Murcia, y aunque hoy por hoy no pueda asegurarse nada, ciertos destellos de dualidad he visto en algunos políticos regionales, del PP para más señas. Ese Camps es más listo que un zorro y no tiene reparos en codearse con unos y otros. Muy amigo de Madrid, pero planta cara a los centralistas con disimulo, enarbolando la bandera española, mientras planea corredores mediterráneos, intenta seducir a los Montilla de turno y busca capitales internacionales para invertir en el terruño. Aunque seguramente será del otro Levante, me refiero a Turquía, Siria y Líbano, dónde finalmente nazcan formas duales y múltiples de identidad. De entrada, una mayoría de turcos quiere sentirse europea, y se da la paradoja de que los políticos que allí gobiernan, siendo islamistas, aplican reformas y defienden la laicidad europea, mientras median entre Siria e Israel… Y en Líbano, acostumbrados ya a ser varias cosas a la vez, crecen cada día los que se sienten “libaneses”, algo insólito en este reino de Taifas que es la vieja Fenicia.

- Por eso es importante que Turquía entre en Europa –dijo muy pedagógico Bastides–, pues aportarían una sacudidas contradictorias que desuntemecerían la rigidez europea que tanto daño está haciendo a las mentes de los ciudadanos y, de paso, a cuantos llegan de allende sus fronteras.

Se quedaron en silencio, impresionados ellos mismos por aquellas palabras que hablaban con tanta contundencia de futuros y de “sacudidas” civilizacionales.

- El Levante, Rumbau, el Levante…. De uno y otro extremo del Mediterráneo, busca por aquí y algo encontrarás…

Se callaron los dos adivinos, cómo si temieran romper el hechizo de sus visiones con más palabras. El mar estaba tranquilo y limpio, y el sol caía con justicia. Y para terminar aquella charla que había empezado con fútbol y acabado en reflexiones de alta incumbencia estratégica, decidimos darnos un chapuzón nadando hacia la boya, allí dónde las olas se encrespan unos centímetros más y la temperatura del agua es todavía más fresca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Penso que l'espectacle als carrers de Barcelona va ser deplorable, però no més que quan guanya el Barça. Pel demés, coincideixo bastant amb els seus amics de la platja: jo em sento tant català com espanyol, i no se m'estripa la samarreta.
Felicitats pel seu blog, que llegeixo sempre que puc.
Cordialment
Felip Sanjuan

Redacción Blog dijo...

Gràcies, senyor Felip, pel seu comentari.
Veig que coincideix, sí, amb els senyors Mercadal i Bastides. Haig de confessar que les seves opinions també em meravellen a mi, tot i que fa temps que els conec.
M'alegro que siguin ben rebuts.
Molt cordialment
Toni Rumbau

Anónimo dijo...

¡Qué rarezas dicen sus amigos de la playa! ¡Sentirse catalanes y españoles a la vez! ¡Algo que parece imposible! Y sin embargo, resulta que un 40% de la población de Cataluña no tiene reparos en sentirse tan catalán como español. Creo que sus amigos dan en el clavo. Nuestros políticos hace tiempo que sólo ven la realidad que les gusta inventarse, la que venden a sus socios y simpatizantes, sin entender que hay más gente en el país...
¡Qué les costaría defender lo catalán sin meterse con lo español! Ganarían puntos y obtendrían mejores resultados.
Bueno, saludos de un cabreado crónico como yo
A.M.