jueves, octubre 19, 2006

Abstracción


Querido bloguero, me gustaría hoy reivindicar esta palabra, muy usada por los artistas de una época y por ello también muy injustamente denostada por los enemigos de aquéllos –me refiero al “arte abstracto”–, por considerar que designa una de las cualidades más importantes y necesarias de nuestros tiempos actuales.

Lo opuesto a lo abstracto es lo concreto. No vamos a denigrar uno para ensalzar el otro. Reconozcamos de entrada que tanto monta monta tanto, lo abstracto como lo concreto. Pero cuidado, son dos opuestos que se repelen. Por eso es tan frecuente que los que viven en lo concreto, abominen de la abstracción, y viceversa, los que viven suspendidos en lo abstracto, ven lo concreto con horror.

Lo normal es vivir en lo concreto. Es evidente: el cuerpo no vive de ideas sino de materias primas convertidas en alimento. Los hombres y las mujeres somos muy bonitos en sueños, pero a la hora de satisfacer nuestros deseos e instintos, no nos bastan las imágenes: necesitamos carne. Lo concreto prima sobre lo abstracto, obligados por las leyes de la selección natural y de la supervivencia.

Aquí nos encontramos con los grandes amantes de la “butifarra” y el “pà amb tomàquet”, quiero decir, los que van al grano y no se están de “ostias”, que gustan y aman de los sabores concretos naturales y abominan de las alambicaciones remilgadas de los abstractos. De acuerdo, hay que reconocer que los de la “butifarra” tienen razón en lo que dicen.

Pero cuidado, sin lo abstracto, aún seríamos monos esteparios o viviríamos en los árboles comiendo frutas y hormigas. Utilizar un día una piedra en concreto, cualquier animal puede hacerlo. Pero llegar a utilizarla cada día es hacer una abstracción de la piedra, de modo que no importa la forma en concreto que tenga, mientras se acerque a la forma ideal o abstracta que de ella tenemos. Y si un día además nos dedicamos a fabricar piedras en serie útiles para su uso, lo que hacemos es ejercitar a diario nuestra capacidad de abstracción. Desde el momento, pues, en que los monos empezaron a usar y a fabricar útiles de piedra, apareció en la tierra lo abstracto, mal les pese a los amantes de la “butifarra”.

Se dice que los Sapiens, nuestra propia especie, tuvo como característica básica y diferencial la capacidad de hablar y contar cuentos, es decir, de usar un lenguaje simbólico –signos orales abstractos. Los Neandertales, que convivieron unos quince mil años con nosotros, por lo visto hablaban e incluso enterraban a sus muertos. Pero lo que no sabemos es si podían explicar cuentos. Lo más probable es que no o que muy poco. Tendrían un lenguaje limitado de signos muy concretos o muy elaborados, pero su capacidad de abstracción sería poca. Eran mucho más “concretos” (fuertes, altos y machotes, capaces para la caza gracias a su fuerza bruta), pero sucumbieron ante los más débiles y “abstractos” Sapiens. Éstos suplieron la fuerza por el ardid, ¿y qué es un ardid sino el uso de lo abstracto como arma?

El invento de la agricultura y de la ganadería, aunque debilitó a los humanos (comían menos proteínas que sus antepasados cazadores, mucho más altos éstos, y apuestos) significó un elevado grado más de abstracción: las hierbas que se consumían al azar, de pronto se convierten en una categoría abstracta que permite que se las plante y se conviertan en cultivos. Los animales dejan de ser los concretos que se cazaban uno por uno, y se convierten en una categoría abstracta de “muchos” que se pueden criar y guardar en cercos y rebaños. Los Sapiens de la Revolución Neolítica se hicieron más débiles y bajitos, pero elevaron su capacidad de abstracción hasta alturas impensables. De esta capacidad nacieron las pirámides físicas y humanas, la canalización de los ríos, las grandes cosmologías mitológicas, las organizaciones sociales complejas, la revolución urbana, los avances tecnológicos en el tejido, la cerámica y los metales, el arte, la literatura...

El Politeísmo representó un alto nivel de abstracción pero todavía mantenía lo divino agarrado a la naturaluza: por eso había dioses cocodrilo, dioses vaca, etc. Tal vez fueron los egipcios los que llegaron más arriba en su capacidad abstracta al poner en la cúspide de la jerarquía divina a un dios único, pero que seguía identificándose con el sol. Y según creen algunos entendidos, los judíos copiaron la idea monoteísta de los egipcios: sacaron toda la paja zoológica, y se quedaron con lo abstracto, como es lógico que haga un pueblo acostumbrado a vagar por los desiertos y a creer en los espejismos, es decir, en lo que no existe.

En la corta historia que va del invento monoteísta al día de hoy, el estudio y la literatura descriptiva de los dominios abstractos ha sido apabullante. Estos conocimientos tuvieron tanta relevancia y verosimilitud, que se convirtieron en dogma al que la mayoría debía someterse. Aglutinaban a las colectividades, les daban un “más allá” en el que ubicarse, les protegían de la muerte. Esta protección se pagaba con obediencia: la debida a unas élites o iglesias iniciadas en los secretos del dios, de lo abstracto.

Estos profesionales de lo abstracto tuvieron tanta fuerza, que acabaron substituyendo lo concreto real por “concretos” seleccionados y muy condicionados por los ritos, las morales y las creencias de estas élites. Aquí los de la “butifarra” tendrían toda la razón de protestar y reivindicar el “·pà en tomàquet”. Dirían:

- ¡Por favor, que me dejen en paz con tanta abstinencia y tantas prohibiciones! ¡Lo concreto es lo concreto, y lo que yo quiero es una “butifarra”, “cuixa” i “pà amb tomàquet”!...

Los griegos de Mileto, burgueses enriquecidos con el comercio, se partían de la risa al escuchar los viejos cuentos de las mitologías propias o circundantes. Hombres prácticos y audaces, sólo creían en lo que veían, y desde esta base, se inventaron las primeras cosmologías fieles a las sensaciones, sin que hubiera dioses por en medio. Se dice que copiaron muchos mitos y muchas explicaciones, tanto egipcias, como persas y babilónicas, pero el punto de vista era nuevo: aplicar el “sentido común” de la observación independiente, no condicionada por los discursos míticos.

Así nació la razón filosófica en Grecia, un importante paso hacia la abstracción. Aristóteles ordenó todas las teorías y clasificaciones y dejó las herramientas “lógicas” para que durante los siguientes siglos, se procediera a pensar según criterios “racionales”, es decir, según las convenciones de un ordenamiento abstracto.

Tras el judío, llegó el monoteísmo cristiano. Jesús democratizó el principio abstracto del Uno creador y universal, trasladando al pueblo llano hacia las alturas de una abstracción mayor. Al unificar por arriba, se unificaba por abajo, y los humanos de pronto quedaron “igualados”: frente al dios único, todos somos iguales. Cómo no, la Iglesia institucionalizada estableció el Dogma frente a la “barbarie” de los que no eran “iguales que ellos”, de modo que el espíritu igualitario se derrumbó.

El Islam llegó más tarde como tercer monoteísmo destinado a competir con los otros dos. Las tres religiones, que teóricamente y por principio filosófico son igualitaristas, establecieron sus cotos de influencia y no tardaron en hacerse la guerra. Lo concreto de las diferencias, la “butifarra” y el “pà en tomàquet” de cada religión en particular, se impuso sobre lo abstracto del principio igualitario, situación que incluso hoy vemos perpetuarse.

La ciencia subió aún más los peldaños de la abstracción. Bloqueado el pensamiento por prejuicios “concretos” (la lógica conceptual aristotélica y los dogmas religiosos) que no tenían nada que ver con la realidad, el Renacimiento y más tarde la Ilustración deciden ceñirse en la observación de los hechos para extraer principios abstractos aplicables ya no al caso concreto estudiado, sino a todos los que se le parecen.

La revolución científica de los últimos siglos es el último y gran salto hacia lo abstracto, hecho desde bases laicas que intentan no estar condicionadas por prejuicios míticos, sociales o religiosos. Para ello, se dota de una herramienta indispensable que le permite abrir todas las puertas del desarrollo científico: la matemática, lenguaje abstracto por excelencia, convertida en la nueva “metafísica” de los tiempos modernos. Una metafísica de contenidos abstractos (a diferencia de las anteriores metafísicas, de contenidos concretos, útil para la poesía pero obsoleta para la vida) que dispara “ad infinitum” las posibilidades de abstracción de la especie.

Fruto del uso de las matemáticas es el desarrollo de la nueva física y de la nueva cosmología, que intentan explicar el origen y la estructura del Universo y de la materia, desde lo más grande hasta lo más pequeño. La informática es el otro gran invento de la matemática, que permite la aceleración del cálculo y la cuantificación de los contenidos, a través de la digitalización.

Gracias al invento de Internet, la capacidad de abstracción se instituye y desarrolla un segundo espacio paralelo al real, de modo que todo lo existente en la tierra dispone ya de una doble versión en un espacio inexistente pero que podemos ver, intercambiar, modificar... Incluso los de la “butifarra” y el “pà en tomàquet” disponen de sus websites desde dónde citarse para sus comilonas, intercambiar marcas, aconsejar tocinos de mejor calidad, etc. Dicho en otras palabras, los obsesos de lo concreto no dudan hoy en día en doblarse en abstractos, pues eso les garantiza un mayor goce y alcance de lo concreto.

La modernidad, o más bien el futuro, avanza pues en una curiosa doble dirección que va en paralelo y a la vez en intersección, satisfaciendo por un igual a los amantes de lo concreto y a los de lo abstracto, gracias a este acceso universal a la abstracción que posibilita la ciencia y el pensamiento matemático.

¿Hacia dónde nos llevará esta aceleración de las actuales tecnologías en conjunción con la ciencia y las nuevas teorías matemáticas de la complejidad? ¿Hacia qué cumbres aún de mayor abstracción podremos llegar? ¿Qué nueva especie va a surgir de este cruce entre lo concreto y lo abstracto, cada vez más fecundo, complejo, “galático” y universal?

Preguntas que esperamos poder contestar de aquí a veinte o trenta años –en éste u otro blog.

3 comentarios:

Hijo del Trueno dijo...

...y si seria bueno, pero creo que cada ves se pierde mas, y solo pocas personas al ver pinturas asi se les remueve el alma al igual que escuchar una cancion con armonias magicas que te liberan, en realidad vamos por otro camino, felicitaciones amigo buen blog,a te recomiendo leer algo de la cosmologia andina en Bolivia, bye

Anónimo dijo...

me gusta vivir en lo concreto, de hecho lo hago, seimrpe soy muy practica, sin embargo soy casi adicta a la abstraccion...de todo, incluso de mi misma en este mundo de locuras, y si, parece incoherente, pero no creas que camino llena de esta contradiccion de ser concreta a ciegas o viceversa, porque me complemento a diario.

Anónimo dijo...

uuy, muy buena explicacion,, me gustaria un poco de bibliografia...
jaja, soy concreto y abstracto.. a veces soy cursy pero otras veces digo "cojamos ya!!!" jajajaja