lunes, agosto 27, 2018

Reflexiones críticas desde la playa. El presente continuo de Cataluña y el Futuro que se nos echa encima

Pasqual Maragall y Cobi. Foto: Antonio Espejo / El País
Pasó agosto volando como suele hacer este mes, que gusta llevar la contraria a sus usufructuarios que lo quieren siempre largo por no decir eterno. Es decir, se acaban las vacaciones y se acerca el otoño que nos llama al redil. Un redil peliagudo aquí en Cataluña, del que muchos querrían escapar hartos de la tensión nacionalista. Se lo digo a Mercadal, el único de mis amigos futurólogos que hoy ha acudido a la playa, y que se ríe al escuchar mis palabras.

- Exageras como siempre, Rumbau. Por muy mal que vayan las cosas, recuerda que siempre tenemos la playa y la Barceloneta, un barrio cada día más entretenido como habrás comprobado si te has leído los periódicos. Lo del Procés está de capa caída, por mucho que clamen al cielo sus convencidos, que ya no saben qué hacer para mantener la tensión. Por supuesto que van a apretar todos los aceleradores y que habrá follones en la calle, pero alguna válvula de escape tienen que tener, para que no les coja a todos un infarto.

- Sí, todo lo que quieras, Mercadal, pero el peligro es que la frustración los conduzca a la violencia. Las ansias de radicalizarse están en auge y los cosidos sociales empiezan a reventar. Cualquier chispa puede provocar un incendio o un muerto. Y ya sabes que los nacionalistas lo buscan desesperados, imagínate el provecho que le podrían sacar.

- Sí, sí, todo lo que quieras y tienes toda la razón del mundo, ¿pero qué se le va a hacer, si quiénes podrían rebajar la tensión no quieren bajar del burro? Vale la pena, en situaciones de este tipo, mirar algo más allá y saltarse los sucesos del presente continuo, ese que se estira obsesivo, para ver qué pasará en unos cinco o diez años. ¿Hacia adónde vamos? Esta es la pregunta pertinente, la única que a la larga nos puede sacar del embrollo.

- ¿Pero acaso sabéis vosotros adónde vamos?

- Que seamos futurólogos no significa que seamos a adivinos. Intentamos discernir lo que nos cae encima y algunas ideas tenemos, en efecto, pues por algo nuestro cometido es mirar el futuro, por muy borroso que lo veamos.

- Te veo muy cauto hoy, Mercadal…

- Lo hemos hablado estos días con Bastides, que hoy tenía dentista, y lo que hemos visto es que se acercan bastos.

- ¿Qué quieres decir?

- Las derechas se están imponiendo y muy nos tememos que en España están al caer.

- ¿No confías en Sánchez?...

- Ojalá se saliera con la suya, pero lo tiene crudo. Pero aun suponiendo que vaya a elecciones y que gane y pueda gobernar, no podrá hacerlo desde la izquierda, pues los nacionalistas catalanes se lo van a impedir. Lo mejor sería que la oleada derechista nos llegue de la mano de los socialistas, siempre sería más tranquila y benigna, pero si la polarización en Cataluña se dispara, tendrán las de ganar Ciudadanos y el PP. Y ya sabemos lo que nos espera. Con el tiempo, veremos a Rajoy como uno de los presidentes más tranquilos, pacíficos y civilizados del país, aunque eso no le sirviera en su día para solucionar las cosas.

- O sea, que según vosotros, nos esperan años de oscuridad represiva y mano dura.

- Sí, es una manera de decirlo. Fíjate cómo está Europa. Los más moderados de los países importantes, que en estos momentos son Macron y la Merkel, ocupan posiciones claramente de derechas, y para mantener el control, no tendrán más remedio que tranquilizar a las poblaciones europeas atemorizadas con algo de mano dura y autoritarismo. ¿Qué podrán hacer las izquierdas? Nada de nada. Fíjate que allí donde gobiernan, se dedican a lo simbólico, porque en lo económico y en lo que importa, aplican políticas de derechas. Los que mejor lo hacen, que son los portugueses, intentan pasar desapercibidos, pues por algo son los europeos más inteligentes del momento. No cómo las izquierdas españolas, empeñadas en resucitar el franquismo y en caer en el enfrentamiento entre las dos Españas. Aquí hacen teatro, sobreactuaciones que buscan el conflicto, porque por lo visto es lo único que saben o pueden hacer, mientras que allá callan y hacen política de verdad: hablan, negocian, acuerdan y aplican.

- Pues sí que lo ves crudo… Igual exageras un poco, Mercadal...

- Pero tampoco es tan desesperante la situación. Fíjate que mientras se mantengan unos ciertos niveles de formalismo democrático, esos vaivenes de menor a mayor autoritarismo son el pan nuestro de cada día de la Historia. De hecho, lo singular y lo excepcional son los momentos laxos. Hoy prima la pendencia, los políticos europeos se han convertido en chulitos de barrio, a ver quién la dice o la tiene más gorda. Y los españolitos no podíamos  ser menos. Y los que más gallean, son los catalanes, lanzados a encarnar los arquetipos de la chulería hispana por excelencia hasta el delirio. Unos lo llaman rauxa, pero yo disiento: la buena rauxa es la creativa, porque cuando es destructiva, como está sucediendo ahora, yo lo llamaría más bien delirio patriotero o mera excitación infantil.

- Ui, si te oyeran… Pero, ¿por qué la llamas destructiva?

- Porqué se están cargando al mismísimo catalanismo, que es la base de esta oscilación que va del seny a la rauxa y viceversa. El catalanismo ha sido hasta ahora este globo de civilización peninsular que ha permitido avanzar y asentar, asentar y avanzar, en sucesivos períodos de expansión y concentración, pero sin perder un punto de gravedad fundamental, que es el respeto a la población mayoritaria del país. Esta sístole y esta diástole, algunos lo han llamado el corazón de la España contemporánea, al haber sido uno de las pulsiones fundamentales que ha hecho avanzar y cambiar al país. El respeto y la admiración que hasta hace poco tenían las inteligencias españolas hacia todo lo catalán han sido inmensos. Todo esto se ha venido abajo. El independentismo ha frivolizado su relación con España, ha jugado a la deslealtad pensando que ellos siempre son los más listos y avanzados, y que por lo tanto, siempre acabarían ganando. Pero en su despropósito, han menospreciado a la mitad de los catalanes, acostumbrados como estaban a su sumisión durante los largos años de Pujol. Los han menospreciado y humillado. Y ahora claman al cielo porque se sienten injustamente perseguidos por la justicia. Todo eso es por haber aplicado una rauxa de signo destructivo. La rauxa creadora es siempre inclusiva y busca, desde la locura o desde el arrebato de la genialidad, lo que avanza en la dirección civilizadora del conjunto. La rauxa de verdad entusiasma al pueblo, pero no a una mitad de él, sino a todo el mundo.  Un ejemplo claro fue el caso de Pasqual Maragall, que consiguió entusiasmar a toda la población de Barcelona y de Cataluña en su proyecto de país, y que tuvo en las Olimpiadas su punto álgido y ejemplar, en lo que se refiere a la aceptación y participación del público. Él tenía un proyecto de futuro y por eso entusiasmaba a la gente. Por supuesto, el nacionalismo de Pujol y el independentismo de Esquerra Republicana pusieron los correspondientes palos a las ruedas de su proyecto hasta que consiguieron neutralizarlo y absorberlo.

- Eso es una verdad como un templo, desde luego.

- Ahora, lo que el independentismo ha conseguido es caer en lo peor del espíritu revanchista español, el de las dos Españas, el de los buenos y los malos, en el desprecio de los que no piensan como tú, en lo que unos llaman el guerracivilismo. Poner a estas alturas a Cataluña contra España jugando además a desenterrar los agravios de la Guerra Civil, es de una insensatez y de una perversidad difíciles de superar. Para mí, es una traición al catalanismo: ni seny ni rauxa, un puro suicidio colectivo.

- ¡Caramba, Mercadal, me dejas patitieso!

- Por eso te digo, Rumbau, que por mucho jolgorio que nos otorguen los próximos años, no conducirán a nada bueno ni nuevo, sino que habrá que esperar unos lustros para ver los cambios de tendencia.

- ¿Y hacia adónde apuntan estos cambios?

- Nosotros seguimos pensando en la FEAA, ya sabes, la Federación Española de Autonomías Autodeterminadas, una forma como cualquier otra de indicar una evolución natural hacia la máxima potencialidad civilizadora de las regiones ibéricas, basada en una descentralización radical junto a una coordinación de lealtad peninsular de nuevo cuño. Cataluña podría haber sido la avanzada de esta evolución, si hubiera mantenido el rumbo del catalanismo histórico integrador e inclusivo, pero al romper la baraja, se ha auto-excluido de este proceso, que promete ser rico y fecundo en vicisitudes de progreso avanzado de lo colectivo. Otras regiones tomarán el relevo. Aragón, Valencia, Murcia, Galicia y parte de Andalucía serán las encargadas de tirar del carro. Estamos viendo muchos síntomas de que esto ya está sucediendo. Fíjate el auge que ciudades como Zaragoza, Valencia, Castellón, Alicante, Murcia, Almería y Málaga están tomando. También Palma de Mallorca si saben mantener el rumbo adecuado. Y Madrid parece querer tomar nuevas direcciones. La alcadesa Carmena es un ejemplo de sensatez, aunque esté rodeada de partidos que no valen un pito. El futuro está aquí, Rumbau.

- Por lo que dices, habrá que esperar bastante para ver la realidad de estos cambios…

- No creas, las cosas hoy cambian tan deprisa que cuando menos te lo esperas, canta el gallo. Pero fíjate la paradoja: Cataluña, que iba en primera posición, de pronto decide, motu proprio,  llevada por sus élites descarriadas, ponerse a la cola. Cuando los catalanes se den cuenta del despropósito, querrán pedir explicaciones. Y aunque esto parece lejos, el futuro hoy, Rumbau, está que arde y, literalmente, ¡se nos echa encima!

Dejé a mi amigo proseguir su paseo por la playa, mientras yo me dirigía a las duchas de mi Club, con el fin de calmar el incendio de sus palabras en mi cabeza.

1 comentario:

rosi dijo...
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