Cómo no podía ser de otro modo, el tema de la victoria del Barça en París, consiguiendo el “Bichampions”, como lo llamaba el periódico La Vanguardia, es y será noticia de muchos litros de tinta y de no pocas toneladas de papel impreso. Vi el partido, pues no verlo hubiera sido un insulto y un agravio a mi responsabilidad moral de buen ciudadano, y me emocioné como buen catalán que soy con los goles de Eto’o y de Belletti. Luego maldije durante un par de horas a un coche con altavoces que sin parar emitía el himno del Barça y el himno nacional catalán dels Segadors uno detrás de otro, como si se trataran de himnos siemeses. Me dormí maldiciendo el fútbol, la patria y a los patriotas, pero pronto me olvidé del tema.
Al día siguiente, bajé a Plaza Cataluña y Canaletas para observar como habían dejado los hinchas eufóricos el mobiliario urbano de la zona. Me extrañó ver sólo un par de farolas arrancadas, otras cuatro torcidas en algún extremo, un puesto de venta de cupones de la ONCE quemado, más tres o cuatro papaleras caídas por el suelo. Vaya, me dije, hubo contención emocional, a pesar del tumulto. No habían derribado ningún árbol ni arrancado de cuajo las cabinas telefónicas de la zona o los semáforos de la plaza, como ha sucedido en otras ocasiones. La fuente seguía en su sitio, y las estatuas de la Plaza Cataluña y los quioscos de la Rambla también. Tampoco habían roto los cristales ni saqueado Habitat o el FNAC. Un éxito de civismo, en una ciudad que ha padecido grandes ataques de incivismo durante los últimos meses. Aunque sí es verdad que por el suelo se veían muchos charcos sospechosos y los rincones y no tan rincones olían abundantemente a cerveza y a orín.
La victoria del Barça ha resultado ser un verdadero alivio para los políticos y para los que somos partidarios del Sí al Estatut. Una derrota hubiera despertado más ansias de venganza de las que ya existen contra el sainetismo político catalán. ¡Menos mal! La población perdonará a los administrativos los fallos del largo proceso estatutario, y los partidarios del No quedarán como unos pajarracos depresivos con ganas de aguar la fiesta. Una verdadera carambola.
Creo que lo tienen mal los del No. La gente quiere optimismo, imágenes felices de futuro, y sobretodo, no recordar las miserias del pasado. Y los de Esquerra Republicana, empeñados en su negatividad despechada, lo tendrán difícil para sacarse de encima su máscara agorera. ¡Qué error descomunal han cometido! ¡Con lo fácil que era sumarse al equipo anti PP! Además, ellos siempre han crecido en oposición a este partido. Y ahora, que lo tienen a favor, ¿cómo movilizarán a sus bases? ¿Qué problema! Se perderán en las disquisiciones y en los matices sutiles. Los socialistas han sido más listos, y basan su campaña en el antipepismo. Normal y lícito: lo mismo hicieron los del PP en las últimas elecciones que perdieron, atacando al Tripartito, origen de todo el mal de las Españas, y a la diabolizada ER. Ojo por ojo y diente por diente. Piqué se hace ahora el ofendido, pero en su momento, ¡qué partido sacaron a la entrevista del sagaz Carod con ETA! Ahora les toca a ellos pagar: el boicot al cava y la campaña andaluza contra Cataluña. Cómo niños, vaya… Aunque yo votaré que Sí.
En fin, banales comentarios de política local tras la resaca colectiva del triunfo del Barça.
Postdata: escribí este texto ayer, día después de la victoria, y hoy he leído en el periódico que hubo más destrozos de los que pensaba en la zona de los tumultos. Por lo visto, a la Fuente de Canaletas le faltaban las farolas, y sí que arrancaron una cabina telefónica, que usaron de ariete para romper los cristales de una tienda de ropa que fue eficazmente saqueada, amén de otros varios pillajes y destrucciones. El coste global de los desperfectos es de unos 100.000 euros, según primeros cálculos aproximativos. Aunque bien pensado, es lógico que las catarsis colectivas tengan su precio. Debería instaurarse para paliar sus efectos un seguro urbano relacionado con los Grandes Logros y las Victorias: el Barça y el Ayutamiento se harían cargo del mismo. Y es que yo me pregunto, ¿qué son 100.000 euros para un futbolista de éxito, para el mejor equipo del mundo o para una ciudad de fama mundial que a cada victoria del Barça suma más y más activos? Pura calderilla. Sobretodo si a la victoria puramente deportiva del Barça le sumamos la más estatutaria del Sí…
6 comentarios:
los destrozos de la final,son directamente proporcionales a los destrozos del estatut.
la gente esta asta los cojones de los politicos i sus mierdas de politicas por eso a la minima oportunidad se desaogan.
en japon existen salas profesionales de desestresarse rompiendo platos en habitaciones..........esto es españa...perdon catalunya.
VIsca el Barça!!!
Creo que debemos tener paciencia con los políticos. Demasiado fácil criticarlos. Aunque haya motivos. No sé si siempre podríamos decir "nosotros lo haríamos mejor". ¿Será verdad? Respecto a mi, tengo mis dudas. Es tan fácil dejarse llevar por las emociones en vez de usar la cabeza... Y a la gente, al público, lo que le va es eso, emociones, grandes decisiones, grandes gestos. Por eso, cuando los políticos dudan, se equivocan, trampean, zozobran, etc, eso no gusta nada, aquí no hay grandes gestos. Demasiado humano... demasiado cercano a lo nuestro... Por eso digo, mejor tomárselo con calma, y aceptar que ser político no es demasiado envidiable... Lo que sí molesta es el cinismo. Pero por desgracia, parece que los políticos maduran cuando consiguen mostrar signos maduros de cinismo... ¿Habrá algún día una nueva generación de políticos no cínicos? ...
Ya veremos.
Salud!
T.R.
Coincideixo amb vostè que la vistòria del Barça ajudarà a l'Estatut. Crec que és evident. Potser cert jovent es deixarà portar pel No d'Esquerra, porò no crec que tinguin tanta tirada que en altres ocasions. A més a més, m'ha semblat veure que els d'una certa edat estan fins els nassos de fer el ridícul, i votarán amb ganes pel Sí. A mi em sembla que el Montilla ho pot tenir bé, i en Zaapatero també
Lluc Garriga
El cinismo, señor Rumbau, ai, qué tema ha tocado... Lo más curioso es que la gente alardea de ser cínico. Como si fuera un mérito. Como si demostrara tener por ello mucha inteligencia. No, no creo que un día vivamos este sueño de una generación de políticos no cínicos. No sé porque, pero me inclino por pensar que política y cinismo van juntos. Demasiado bonito pensar lo contrario...
Confieso, señor anónimo, que tiene toda la razón del mundo, y que la condición de política es inseparable de la práctica del cinismo. No sé porqué me dejé llevar por esa tendencia a la crítica fácil, en fin, todos tenemos derecho a equivocarnos. Gracias por su corrección. Atentamente, T.R.
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