jueves, mayo 04, 2006

Lyon: ciudad doble.


¿Es posible decir que una ciudad es doble? Creo, querido bloguero, que podemos responder afirmativamente a esta pregunta, sobretodo después de haber estado unos días en la ciudad francesa de Lyon.

En primer lugar, por un hecho casual pero muy “sui generis” y para el caso, muy cabal: disponer de una figura de desdoblamiento (un títere) que la representa a efectos prácticos y simbólicos: Guignol

Hay bastantes ciudades que disponen de esta característica (pienso en Nápoles con Pulcinella, Londres con Punch, Barcelona con Titella o Malic) pero en ninguna de ellas existe un vínculo tan estrecho entre el personaje y la ciudad que lo acoge o le ha dado vida, como en el caso de Lyon y Guignol. Un personaje que aún siendo conocido en el mundo entero, sigue asociado íntimamente a Lyon, su ciudad natal.

Curioso fenómeno cuyo conocimiento me fascina cada día más, al ilustrar como un simple personaje local, fiel representación del titiritero que lo creó a principios del siglo XIX (un tal Laurent Mourget, sacamuelas que complementaba su cháchara con funciones de títeres, y que acabó siendo titiritero profesional, convertido más tarde por los lioneses en uno de los prohombres de la ciudad, cuyo rostro es reconocible en la inmortalizada cara de Guignol), puede llegar a convertirse en un mito. Pequeño mito callejero al principio, símbolo de la clase popular de los “canuts” (los trabajadores de la seda, principal industria de la ciudad en aquel entonces) para de ahí extenderse a la ciudad entera, traspasar las fronteras de ésta, alcanzar otros rincones del país, instalarse en el mismo corazón de París, y acabar expandiéndose por el mundo entero, al menos el europeo, como una etiqueta que denota al títere de filiación política, que gusta de reírse con descaro y aguda brillantez de los ostentadores electos –y no electos– del poder.

En Lyon, además de los titiriteros que mantienen viva su estirpe (como es el caso de mis amigos de la compañía Zonzons, magníficos manipuladores e “improvisadores” de Guignol, con su fantástico teatrillo situado en el número 2 de la Rue Louis Carrand, muy cerca de la Gare Saint Paul), se suele encontrar a Guignol en las tiendas de souvenirs, es decir, ocupando las estanterías de su imaginario mercantil. Recomiendo especialmente la que se encuentra en el número 6 de la Rue Saint Jean, dónde el visitante encontrará títeres, figuritas, imanes para la nevera de su casa o coche, pañuelos, copas, vasos, tazas y mil objetos distintos todos con Guignol como protagonista. Igualmente, en el interior de la tienda encontrará un pequeño y simpático museo, “Le Petit Musée Fantastique de Guignol”, algo casero pero bien organizado, dónde se explica al turista los orígenes del personaje.

Una ciudad pues que se deja desdoblar y representar por este personaje inteligente y bufonesco, com si quisiera desdramatizarse acogiéndose a una máscara titiritesca, tal vez para relativizar la máscara oficial y más pomposa del León con la que a veces parece querer representarse.

El otro desdoblamiento de la ciudad responde más a una intervención hecha desde arriba, aunque deriva de una costumbre popular muy asentada en la ciudadanía. Me refiero al énfasis que la ciudad de Lyon ha puesto en la iluminación nocturna, de modo que calles, plazas, puentes y edificios se desdoblan por la noche en otros diferentes que maravillan y enriquecen la percepción que los ciudadanos tienen de su ciudad.

Se trata de un fenómeno realmente insólito, que proviene de una vieja costumbre religiosa de la ciudad: la de poner velas encendidas la noche del 8 de diciembre en las ventanas de las casas. Ante la originalidad del caso, el alcalde de la ciudad quiso dar más relieve a la fiesta, y animó a los ciudadanos a aumentar la presencia lumínica en puertas, balcones y ventanas. Finalmente, y ante el éxito conseguido, se decidió atacar el tema a lo grande, y aquella fiesta que empezó con discretas velitas ha acabado convirtiéndose en un verdadero festival de la iluminación, promocionado por los cuatro vientos mediáticos y motivo de visita de miles de turistas.

Por desgracia, sólo he visto proyecciones y fotografías de algunas de las transformaciones que tienen lugar en las calles, plazas y edificios emblemáticos de Lyon, realmente espectaculares, durante estos días de diciembre. Pero en cambio, sí tuve la suerte de conocer, en el coloquio sobre títeres y sombras, a uno de los factòtums de este fenómeno lionés: al iluminador Laurent Fachard, que nos “iluminó” con una extraordinaria presentación de su trabajo. Palabras que me abrieron las puertas para una “percepción doble” de la ciudad de Lyon, iluminada con estudiado primor por la noche, sin abuso de los kilovatios, dejando que las sombras den realce a la plasticidad nocturna de los edificios. Un ejemplo típico es la Place des Terreaux, situada en el corazón de la ciudad, dónde sólo tres de sus lados aparecen iluminados para resalzar sus arquitecturas (los correspondientes al Hotel de Ville, el Museo de Arte y unos viejos Almacenes), iluminando de rebote el cuarto lado (de pisos privados) y la misma plaza en si, aparentemente oscura pero con luz de sobra para ver, dejarse ver y gozar. Otro ejemplo es el nuevo metro de la ciudad, con una muy estudiada iluminación que carece de la agresividad que busca desesperadamente la luz diurna, como es propio que ocurra en la mayoría de los metropolitanos del mundo, y que en cambio modela los espacios con el uso de los colores y los puntos de luz indirecta.

La dualidad básica entre el día y la noche queda así resaltada y apoyada por la iluminación nocturna, que juega a su favor y permite este juego de desdoblamiento. Desdoblamiento que abre espacios interiores de la ciudad, espacios nuevos de percepción doble y, por lo tanto, de encuentro y de cruce entre sus perceptores, locales y visitantes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es interesante lo que dice de la ciudad doble. En realidad, bien pensado, todas las ciudades son dobles o triples, pues en ellas confluyen muchas ciudades diferentes. Seguramente, a mayor cantidad de niveles superpuestos, mayor interés tiene una ciudad. No hablemos ya de las ciudades que juntan épocas distintas en el tiempo. Cómo Roma, ciudad doble y triple, pues a la romana, se superpone la renacentista y luego la moderna, con las correspondientes transiciones. O París, con sus diferentes épocas. Berlín también es interesante en este sentido, pues coincide en ella la memoria reivindicada de la segunda guerra mundial y su desastre nazi, con la voluntad actual de modernidad. En fin, todas las ciudades tienen estas capas constitutivas que las hacen dobles y triples, cuando no cuadruples o quintuples. Complejas sería la palabra. Nada. Sólo unos apuntes para completar su siempre tan interesante aportación. Por cierto, no conozco Lyon, deberé investigar a ver si es verdad lo que dice. Cordialmente
Gerardo Rodríguez

Anónimo dijo...

Me ha interesado mucho su descripción de esta ciudad francesa. Intentaré visitarla algún día. Lo que dice de la luz es curioso, nunca lo había pensado.
Adelante con su retablo bloguero!

Anónimo dijo...

Es usted un poeta de la dualidad, ya lo veo. Me gusta su blog, un poco denso a veces, por lo visto no teme ser pesado. Tiene mérito. No se si tendrá muchos lectores. Los temas son variados, más o menos. Lo mejor, cuando habla de la ciudad. A ver si se anima a pasear un poco más!