Todavía recién estrenado el año 2025, y ya estamos todos
traumatizados por la irrupción del nuevo presidente norteamericano, el señor
Trump, con su avalancha de medidas sacadas de la chistera. Los políticos
europeos aparentan tranquilidad, pero la procesión va por dentro. Y en el resto
del mundo, parece que se sienten satisfechos con sus derivas autoritarias
Afín de aclarar las ideas y el desconcierto, acudo a mis
amigos futurólogos, aprovechando el sol esplendoroso que ha salido tras el día
lluvioso de ayer. Los encuentro como siempre paseando por la orilla del mar,
aprovechando el hermoso día.
—¿Habéis visto el tsunami este que nos
llega de América?
Mercadal, siempre atento a mis palabras, es el primero en
responder.
—Desde luego, para nosotros es una parte
del futuro que tiene prisa, y eso ha descolocado a todo el mundo. Por lo visto,
estamos en la era de lo imprevisible, yo creo que durará unos cuantos años, veinte
quizá, mejor estar preparados.
—¿Qué quieres decir con eso de que una parte
del futuro tiene prisa?
—Pues que ha llegado más temprano de lo que
esperábamos. Era algo que tenía que suceder antes o después —dice
Bastides, hoy con ganas de intervenir. —No te creas que lo teníamos previsto,
la verdad, ya quisiéramos tener estas dotes de ver lo inmediato que se nos echa
encima, pero sí sabíamos que llegaría algún tipo de terremoto mundial capaz de
mover las piezas del tablero. Y eso es lo que ha ocurrido, más temprano de lo
que esperábamos.
—De acuerdo, moverá las piezas en el tablero,
pero los resultados pueden ser devastadores…
—No te precipites, Rumbau. Es evidente que el
mundo está patas arriba, y damos la culpa a Rusia, China, y ahora a Estados
Unidos. Los europeos nos queremos ver como los buenos de la película, y la mala
suerte es que además nos vemos como los más débiles e indefensos, embargados en
una impotencia que se arrastra desde hace años. Queremos intervenir, pero no
tenemos las estructuras operativas para ello. De hecho, siempre he pensado que
nuestra debilidad es nuestra fuerza, pero eso me parece que no lo piensa nadie
más. Además, todavía es temprano para estas sutilezas, que tendrán su momento
más adelante. Las inteligencias europeas protestan, alzan la voz, escriben
libros y artículos, pero carecen de fuerza alguna. Se quedan como ‘voces de la
cultura’, que es lo que menos vale hoy en día. Humo que se lleva la brisa cada
noche.
—Pues si que estás pesimista, Bastides…
—En absoluto, Rumbau, yo siempre he sido un
optimista irredento, lo sabes muy bien, y Mercadal creo que estará de acuerdo conmigo.
Nuestras predicciones de futuro son optimistas, pero no en el corto plazo.
Antes hay que pasar por unas cuantas turbulencias.
—Hombre, si solo fuera eso…
Mercadal, que escuchaba atentamente las
palabras de su amigo, dijo entonces:
—Tienes razón, Bastides, pero vale la pena
matizar algunas cosas para que nuestro amigo entienda lo que estamos diciendo.
Se pararon un instante para ver el sol y el
brillo de las olas en el mar, y continuó diciente el doctor retirado y
astrólogo aficionado:
—Si lo miras de lejos, verás que las cosas
tampoco están tan mal. De momento no entremos en los detalles, los cuales bien
sabemos que encierran el meollo de los problemas. Bien se dice que en los
detalles se esconde el demonio. Pero para entender algo de lo que está
ocurriendo, debemos observar el asunto desde la distancia.
—¿Y qué veis?
—Una mancha roja ocupa lo que es Ucrania. Pues
bien, tarde o temprano tenía que parar esta matanza absurda. Perderá
territorio, pero más o menos quedará como el que ambos contendientes tenían
antes de la guerra. Es evidente que ganar militarmente a Rusia era imposible y
que la única solución es que alguien diera un golpe fuerte sobre la mesa. Lo ha
hecho Trump, y espera, que los de Estocolmo todavía le darán el Nobel de la
Paz. La fobia antirrusa bajará como por encanto en toda Europa, y si los
políticos que vendrán ahora lo hacen bien, puede que empiece el indispensable
acercamiento entre Rusia y Europa. Claro, esos políticos serán de corte más
autoritario, pero con suerte no en su faceta más acusada sino en la más o menos
moderada.
—No sé qué decirte, Mercadal, pero me parece un
poco ilusorio lo que dices.
—Desde luego, los ‘buenos’ de la película
deberán descansar una temporada y reponer fuerzas, pues los van a dejar en
babia. Pero pueden ser años de barbecho y penitencia muy aprovechables para
ellos. Y Europa nunca dejará de ser Europa, por algo estamos divididos en
tantos países.
—¿Quién crees que va a liderar este cambio?
—Podría ser Alemania, tras las elecciones.
Ellos son los que más han sufrido las consecuencias de la guerra, aparte de los
de Ucrania, claro. Y no nos olvidemos que entre los ucranianos y los americanos
le sabotearon aquella conducción subterránea de la que tanto esperaban. El fin
de la guerra y la llegada de gas ruso serán un consuelo al menos momentáneo.
—¿Pero no temes que Rusia haga de las suyas y
decida expandirse por el norte o por el sur?
—Podría ser, aunque no lo creo, al menos por el
momento. Quizá más tarde. El belicismo de los países fronterizos, entendible
cuando tenían el apoyo americano, bajará, inclinándose por una aceptación de la
realidad geopolítica y un entendimiento negociado con Rusia. Y Europa lo
apoyará obligada a hacerlo.
—¿Entonces no piensas que Putin sea un peligro
real para el mundo?
—Creo que en estos momentos, Trump le supera en
cuanto a peligroso. Quizás cuando se apague la estrella del nuevo gobierno
americano, lo que un día u otro sucederá, vuelva Putin a las andadas, pero no
debemos olvidar su dependencia de China, que está jugando la baza de ser la
potencia colchón con políticas exteriores de buenismo a la europea. Por
supuesto, un nuevo encaje de las potencias no siempre será pacífico, pero
siempre ha sucedido así en la historia, y no creo que ahora sea diferente.
Nuestro modelo es la tierra, que no duda en hacer temblar el suelo cuando le da
la gana, sin contemplación alguna. En este sentido, el XXI puede llegar a ser
el siglo de los Titanes, como alguien dijo, en el sentido real mitológico de la
palabra. Y ya sabes que eran unos dioses más bien cretinos, poco dados a la
empatía y a la compasión.
—¡Caracoles, Bastides, me dejas patitieso!
—Ja, ja, ja…, ya puedes decirlo, pues todos
estaremos patitiesos durante estas décadas tan peligrosas…
—¡Pero es que lo de Gaza es muy fuerte! ¿Cómo
se va a permitir esta limpieza étnica que promueve Trump y sus secuaces?
—Nadie se opondrá, y por una razón muy simple:
no hay alternativa. Fíjate que destruir, matar, para luego dejar que los
palestinos se instalen de nuevo, ya se ha hecho repetidas veces y siempre con
los mismos resultados: migajas que los palestinos han aprovechado para
rearmarse y hacer túneles, aceptando el dinero que viene de sus propios
enemigos: los Estados Unidos y Europa, más algunos países de Oriente para que
se dejen manipular cuando les convenga. ¿Tú crees que eso puede repetirse
siempre? Ni Europa está para estas labores, pues antes deberá reconstruir
Ucrania, ni a los Estados Unidos les interesa el asunto. Claro, los países
árabes podrían ofrecer alguna solución, pero lo único que harán es plegarse a
las exigencias del nuevo amo, ofreciéndoles bonitos campos de concentración.
—O sea, ¿van a sacrificar a los palestinos una
vez más?
—Esto está cantado. El nuevo orden mundial que
está naciendo solo responde a intereses muy concretos, de poder y económicos, y
lo humano ha desparecido del mapa. Fíjate que la situación en Oriente Medio se
estaba pudriendo ante la falta de ideas y de propósitos claros y serios. Todos
dejaban que los hechos se fueran sucediendo sin decir nada ni intervenir, a
parte de los que realmente tenían intereses, como los israelitas, los rusos,
los turcos o los mismos americanos, cada uno a lo suyo. Esperaban que alguien
diera un puñetazo al tablero de juego, pero Biden se hacía el sueco, y ha sido
Trump quien ha visto la jugada y la ha llevado a cabo. El puñetazo lo ha hecho
temblar todo y ahora cada uno intenta salvar los muebles, dejando a los
palestinos una vez más en la estacada. Terrible pero real.
—E Irán, ¿qué va a hacer?
— Nada, disimular y mirar de soslayo. Seguro
que ya han pactado con Rusia y los Estados Unidos, para que no se les mueva el
sillón a los viejos ayatolás que allí gobiernan. Con Putin, Trump debe estar
repartiéndose Siria, Líbano, Gaza, seguramente el norte africano del Mar
Mediterráneo, y todo el tema de Centroeuropa. Y los países árabes vecinos
acatarán las órdenes del jefe sin chistar, al menos de entrada. Luego ya
veremos...
—¿Pero no crees que China puede salir ganando?
—Esta es la otra cuestión, todo dependerá de
las actuales negociaciones y del savoir faire de los chinos. Si son
listos, sabrán aprovechar bien la ocasión. Finalmente, también tendrán que
repartirse las influencias con los americanos.
—Es muy fuerte lo que estás diciendo, Mercadal.
¿Y esto no será el final de Europa?
—Aquí es donde el Futuro aún no ha dicho nada.
Se ha callado esta parte del devenir. Y ha hecho bien en callarse, para no
despertar falsas expectativas ni poner sobre aviso a los que quieren aguarle la
fiesta.
—A quien, ¿al Futuro o a Europa?
—A los dos, pues para nosotros es obvio que el
Futuro sigue siendo Europa, aunque ahora nadie dé dos duros por ella.
—Creo que esto ya lo indicasteis en vuestras
cartas de futuro del 2005…
—Sí, así me parece. Y aquí es donde los
peninsulares tendremos mucho que decir, si sabemos jugar bien nuestras cartas.
Por de pronto, la actual derecha del PP debería separarse de Vox y abrazar las
políticas de sus colegas europeos. Y los socialistas deberían dejarse de
tonterías y entender que la única solución de Europa, para salir del
atolladero, es hacer frente común con esta derecha menos autoritaria.
—Oye, ¿y los independistas qué pintarán en todo
eso?
—Bueno, ya han empezado a situarse más a la
derecha, a ver si pescan algo por este lado. Desde luego, tendrán que descansar
un poco en sus trabajos de hacer la Independencia, pues nadie estará por la
labor en Europa. Pero si son listos, deberían aprovechar el momento para sacar
nuevas ideas, abandonar las viejas, y proponer miradas de futuro desde otras
perspectivas.
—¿A qué te refieres?
—A jugar con la fragmentación desde otros
presupuestos: olvidarse de los nacionalismos y de la política sentimental e ir
al grano con las otras comunidades que aspiran a lo mismo. La palabra clave es
fragmentación y autonomismo de nuevo cuño. Ir hacia la FEAA, como ya prefijamos
hace tiempo: la Federación Españolas de Autonomías Autodeterminadas.
—¡Pero esto nunca lo aceptarán las otras
autonomías! La palabra autodeterminación es tabú en España.
—No si esa federación se llama española y si
son todas las autonomías las autodeterminadas. ¿Me puedes decir qué diferencia
habría? Ninguna. Pero satisfaría a los hambrientos de la palabreja. Y todas
serían felices gozando de sus queridas diferencias singularizadas.
—Estás soñando, Mercadal…
—En absoluto. ¿Acaso alguien se hubiera
imaginado la situación actual como posible? Pues ha llegado por la puerta de
atrás, para quedarse y sin que a nadie le haya extrañado ni importado un pito.
Y todos van a comulgar con lo que consideran impío y nefasto.
—Pero esto por si mismo no arregla nada…
—Es verdad, pero aquí es cuando intervienen los
detalles. El futuro depende de los detalles, Rumbau, del pequeño día a día de
las personas en singular, y Europa es muy rica en eso, y por supuesto España. Y
Cataluña podría adaptarse a la nueva realidad sin prisa y buena letra, si
consigue reciclar sus juventudes extraviadas con tanto cachondeo
independentista. Aunque creo que los mejor preparados son las provincias del
sur, empezando por el País Valencià, por Murcia, y las ciudades andaluzas. Más
Zaragoza y Palma, por supuesto. De hecho, la antigua Corona de Aragón es la más
preparada para esta nueva emergencia. Y no hay que descartar Galicia ni, por
supuesto, Madrid, pieza fundamental, que querrá decir la suya en estas lides. Por
aquí asomará pronto el Futuro. Aunque primero, debemos bajar un poco más en
nuestras desdichas geopolíticas…
—Caracoles, Mercadal, no sé por donde coger lo
que me dices…
—Cógelo por donde mejor te vaya, pero cógelo y
piensa en ello, pues por aquí corren los tiempos presentes y futuros en su
carrera diabólica.
—Otra cosa, me preocupa lo de los funcionarios.
¿Crees que Elon Musk se saldrá con la suya de despedazar la administración
americana? ¿Tendrá esto sus consecuencias en Europa?
—No lo dudes, Rumbau. Esto también está
cantado. Y nosotros lo hemos predicho con muchos años de antelación.
—No me digas…
—Por supuesto. Lo de los funcionarios es un
tema muy importante. Nosotros lo dábamos para mucho más tarde, pero las prisas
que tienen hoy las empresas de la Inteligencia Artificial lo están precipitando
todo. Quieren el poder ya, sin tener que esperar los años de decadencia que
serían necesarios para al final conseguir lo que quieren: gobernar desde los
algoritmos, indicando a cada persona lo que busca, quiere, pide, necesita o
debería necesitar. Control absoluto de la población como ya están ensayando en
China. Y para ello, necesitan una casta de funcionarios bien preparada y que
sean todos empleados de las empresas en cuestión. Por eso quieren despedir a
los actuales funcionarios, que no sirven para nada.
—Bueno, aquí en Europa parece que esto no está
sobre la mesa.
—Pero pronto lo estará. Y bien haría nuestro
país en avanzarse y proponer una alternativa innovadora y ágil a la inutilidad
funcionarial de hoy en día. Lo dijimos hace años: solo cuando las nuevas
presidentas de la Generalitat Catalana y Valenciana (serán todas mujeres a
partir de las próximas décadas) hayan despedido a todos los funcionarios, las
cosas empezarán a ir bien por aquí. Pero antes deben preparar los reemplazos. Y
aquí es donde habría que abrir ya con rapidez las nuevas escuelas de Reus,
Belchite y Alcañiz, donde se ubicarán en el futuro próximo las escuelas de administradores
creativos, que ya no serán llamados funcionarios sino que serán todos doctores
para arriba. De aquí saldrán los famosos Llampecs de Reus, cuyas fórmulas
revolucionarán las administraciones locales, provinciales y estatales. Y lo
harán respetando la libertad de las personas, sin afanes de control ni de
manipulación alguna.
—Es verdad, Mercadal, no me acordaba de estas
predicciones vuestras, ¡los Llampecs de Reus…!
—Si los de aquí no espabilan, acabarán
abrazando las soluciones de Elon Musk y destrozando la creatividad social de
nuestras poblaciones. Por eso urge que se inicien ya estos espacios de
previsión del Futuro.
—¿Y por qué Reus, Alcañiz y Belchite?
—Porqué serán las nuevas zonas emergentes al
alza, puntos clave de la innovación ibérica, que deberán aliarse con el grupo
de los Sebastianistas portugueses y los Oteadores gallegos, más los nuevos
grupos que vayan saliendo por la geografía ibérica.
Llegados a este punto de nuestra charla, decidí dejarlos y dirigirme a las duchas del Club, para no alterar todavía más mis neuronas, ya bastante agitadas después se semejantes revelaciones de los futurólogos de la Barceloneta.