miércoles, septiembre 20, 2006

La metedura de pata del Papa.

Nuestro Papa ha metido la pata. No basta con tener buenas intenciones, parece decirnos el caso, también importa saber quién va a escuchar lo que se dice. Se presenta como sabio y erudito, y la calle tercermundista se le echa encima sin contemplaciones. Pensaba hablar desde el púlpito de la cátedra, y resulta que hablaba al montón desde la plaza del mundo, a las masas que nunca pisarán universidad alguna. ¡Curiosa amplificación del mensaje!

Dijo: “Muéstrame también lo que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás sólo cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.

Claro, lo dijo Benedicto XVI pero citando al autor real de las palabras, un tal Manuel II Paleólogo (1350-1425), quién a su vez la pronunció ante un erudito persa musulmán con el que mantuvo doctos diálogos, probablemente en torno a 1391.

Por cierto, dato histórico: al emperador Manuel II Paleólogo le sucedió en la dignidad imperial su hijo Juan VIII; y tras él llegó el último emperador bizantino, Constantino XI, quien murió en combate en las murallas de su ciudad el 29 de mayo de 1453, el mismo día en que fue tomada por los turcos, poniendo punto y final al imperio.

Esto lo dijo el Papa en Ratisbona, en medio de un largo discurso en el que postulaba “un gran logos” dónde las culturas deben encontrar su espacio de diálogo.

Este Papa va de teólogo, mientras que el anterior iba de político. Lo malo es que es un teólogo de los que consideran que la razón moderna sólo puede sustentarse en la fe cristiana. Todo lo demás es “naufragio”. Al ser un gran teólogo –todo el mundo lo dice, y el discurso lo documenta– sabe cómo argumentar estas verdades. Pero en realidad, todos los monoteístas coinciden en que sólo hay un Dios con su “logos” particular, sea éste más o menos racional (en general, menos que más). Los demás “logos” no sirven, o son malos, o están equivocados, o son irracionales, o simplemente, no son ningún “logos”. Esta actitud “logo-esencialista” choca con los otros monoteístas, en este caso islámicos, que no se caracterizan precisamente por un “logo-esencialismo” demasiado sutil. Es la eterna pelea de gallos: mi dios es más verdadero que el tuyo, etc.

El anterior Papa era “político”: le importaba la forma, no el contenido. Era un Papa postmoderno y por eso tuvo el éxito mediático que tuvo y se granjeó tantas simpatías mundiales, como se demostró en su funeral. Y la forma es un asunto de estrategia, de equilibrios de poder, de estética, de lenguaje, que facilita la comunicación. El actual parece despreciar la actitud formalista y opta por la “esencialidad de los contenidos”, pues su gran preocupación y su lucha es contra el “relativismo”, el gran peligro de la actual sociedad formalista de Occidente que lo reduce todo a contenidos sin substancia. Ésta es su causa. Pero el gran peligro que corre es que al ser esencialista, inevitablemente choca con los demás “esencialistas” que también están contra la “decadencia del relativismo occidental” pero desde sus particulares “logos” y puntos de vista. Por ejemplo, los fundamentalistas islámicos. Ya le gustaría a Don Benedicto juntar todas estas esencias en un único “logos” unificador, como él postula, y hacer un gran frente mundial de la “esencialidad logoística”. Menos mal que por el mismo hecho de ser monoteístas, su razón de ser principal es pelearse entre ellos para imponer cada uno su verdadera y única razón.

Pues lo que digo, menuda metedura de pata.

Aunque tal vez no lo sea tanto, y haya aquí una cierta “chulería” teológica (es decir, ideológica) que busca reivindicar la “Racionalidad Cristiana de Occidente” frente a la “Irracionalidad Islámica de Oriente”. Así lo están sugeriendo algunos analistas sagaces. Es decir, practicar lo mismo que Bush hace a lo bestia, pero con los retorcidos e hipócritas lenguajes de la teología vaticanista. ¿Pero acaso no son ambas Esencialidades Monoteísticas (la cristiana y la islámica) igual de irracionales? Sólo falta que se sume a la pareja el Judaísmo para acabar de meternos a todos en el hoyo.

Lo que hace sospechar esta “chulería” es su insistencia en asociar Europa al Cristianismo. Dice en el mismo discurso de Ratisbona: “Considerado este encuentro (entre la fe bíblica y el interrogarse a nivel filosófico del pensamiento griego), no es sorprendente que el cristianismo, no osbtante su origen e importante desarrollo en Oriente, haya encontrado su huella histórica en Europa. Podemos expresarlo también al contrario: este encuentro, al que se une sucesivamente el patrimonio de Roma, ha creado Europa y permanece como fundamento de aquello que, con razón, se puede llamar Europa”. O sea que el fundamento de Europa es el cristianismo. Borra de un plumazo la Grecia presocrática, dónde nació la razón filosófica, la Roma pagana, el bizantinismo oriental, la escuela de traductores de Toledo, el aristotelismo islámico que trajo la razón helenística a la Cristiandad, el Renacimiento que bebió tanto de Oriente, así como la lucha heroica contra la Iglesia que la Ilustración, la ciencia, las vanguardias y los políticos laicos hicieron para construir la Europa moderna.

Para él, jamás Turquía podría entrar en Europa, ni por supuesto Líbano, ni ningún otro país del sur del Mediterráneo. Pero bueno, ¿no nació Europa en Tiro (Fenicia), no era una princesa hija del rey de esta ciudad, Agenor? ¿No fue raptada por Zeus y llevada a Creta, poseída allí por el dios y madre de tres personajes todos ellos levantinos: Minos, rey de Creta, Radamanto y Sarpedón, que fue rey de Licia, en Asia Menor? Para el papa Benedicto todo esto no existe, lo importante es la cohesión que la Iglesia Católica dio a Europa. A base de guerras de religión, claro, con sus “racionales logos” armados hasta los dientes.

Este Papa parece querer cargarse toda la política universalista de sus antecesores y poner a los cristianos de nuevo en una trinchera. Es el camino más directo al desastre. Si se sale mínimamente con la suya –y tal como está el patio, seguro que encuentra a sus voceros en las derechas emergentes europeas, tan ansiosas como están de esencialidades monoteísticas–, el final de la Religión Católica está a la vuelta de la esquina. Rendiría pues un gran servicio al mundo, aunque en su empeño se llevara no pocas vidas humanas.

Ante este panorama, nada más urgente que defender a países como el Líbano, cuna legendaria de Europa, símbolo vivo de la concordia de lo diferente, del “consenso contradictorio”, aún estando todos metidos en tan pequeño territorio. Su lucha por la supervivencia ante la irracionalidad militarizada de los “logos fanaticus” de Israel/Estados Unidos, sumada a la irracionalidad de los no menos fanáticos “logos geoestratégicus” de Irán y Siria, es en estos momentos única y heroica. Europa debería regresar a su tierra de origen, abrazar a su madre natural e integrar a este país en su seno, para protegerlo y convertirlo en modelo y en paradigma del futuro. Aunque antes, claro, debería el Líbano solucionar ciertas “cositas” interiores suyas…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

EL PAIS - 20-sept-2006

TRIBUNA: JUAN JOSÉ TAMAYO
El discurso de Ratisbona

El discurso de Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona, que ha irritado a tirios y troyanos, se sitúa dentro de la lógica de su pensamiento desde que iniciara el giro conservador en la década de los setenta del siglo XX. Como presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger condenó a varios teólogos que estaban elaborando una teología del pluralismo religioso en diálogo con otras religiones. El ceilandés Tissa Balasurya fue suspendido a divinis y posteriormente rehabilitado. El jesuita belga Jacques Dupuis, profesor de Teología durante casi cuarenta años en la India, sufrió un largo calvario por su obra Hacia una teología del pluralismo religioso, acusada de graves errores contra principios fundamentales de la fe divina y católica. También fueron condenadas algunas obras del jesuita indio Tony de Mello. Pero los tres tuvieron defensores de lujo: la conferencia de provinciales jesuitas de Asia se pronunció a favor de Tony de Mello; el arzobispo de Calcuta, Henry d' Suoza, y el arzobispo emérito de Viena, cardenal Franz König, se definieron a favor de Dupuis; numerosas instituciones teológicas del mundo se colocaron del lado de Tissa Balasuriya.

El mayor ataque de Ratzinger contra el diálogo interreligioso fue la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe Dominus Iesus, de 2000, que abrió una brecha profunda entre las iglesias cristianas, al tiempo que dinamitó todos los puentes que veníamos tendiendo teólogos y teólogas de las diferentes religiones, líderes religiosos, intelectuales y políticos. Ratzinger afirmaba allí que la Iglesia católica es "la Iglesia verdadera" y que las "Iglesias particulares" (ortodoxas) y las comunidades eclesiales (protestantes y anglicanas) "no son Iglesia en sentido propio" (n. 17). El tono era igualmente excluyente en relación con las religiones no cristianas. "Si bien es cierto -decía- que los no cristianos pueden recibir la gracia divina, también es cierto que, objetivamente se hallan en una situación gravemente deficitaria si se compara con la de aquellos que, en la Iglesia, tienen la plenitud de los medios salvífica" (n. 22, subrayado mío).

La denuncia de la "dictadura del relativismo" es una constante en el pensamiento de Ratzinger. En la Dominus Iesus condenaba las teorías de tipo relativista que tratan de justificar el pluralismo religioso, "no sólo de facto, sino de iure", el subjetivismo, el indiferentismo, etcétera. Todavía resuenan en mis oídos las severísimas críticas lanzadas contra el relativismo en la misa previa a la celebración del cónclave en el que sería elegido Papa. Críticas hechas desde la conciencia de poseer la verdad en exclusiva, no desde la búsqueda conjunta.

La crítica del relativismo lleva derechamente a la simplificación, deformación y falseamiento de las posiciones del contrario. Esas desviaciones son las que se dan en el discurso de la Universidad de Ratisbona del 12 de septiembre, a partir de una cita, a mi juicio desafortunada, del emperador bizantino Miguel II Paleólogo, que ofrece una idea beligerante de la religión musulmana y una imagen violenta del profeta Mahoma. La propia cita, independientemente de que se comparta o no, no es casual, revela ya la tendenciosidad del discurso y, objetivamente, sitúa el discurso del Papa en el horizonte de la teoría del choque de civilizaciones de Huntington, para quien el islam es "la civilización menos tolerante de las religiones monoteístas", y en el planteamiento etnocéntrico de Sartori, que califica al islam como religión totalitaria e incompatible con la sociedad pluralista, ya que, dice, sigue pensando en la espada. "Debe quedar claro -afirmaba Ratzinger en 1996- que

no se inserta en el

espacio de libertad de la sociedad plural".

Benedicto XVI podía haber elegido otros testimonios de la época más respetuosos con el islam como los de Francisco de Asís, de Raimon Llull en El gentil y los tres sabios o de Nicolás de Cusa en La paz de la fe. Francisco de Asís se mostraba partidario del diálogo islamo-cristiano y contrario a la cruzada contra los musulmanes por considerar que el Evangelio manda amar a los enemigos y no hacerles la guerra. Una vez convocada la cruzada, se dirigió al campo de batalla y se entrevistó con el sultán. Los dos dialogaron en un clima pacífico y rezaron juntos. Estos testimonios hubieran sido más conformes al objetivo del diálogo de las culturas que el Papa decía proponerse.

Por lo demás, la violencia no pertenece a la esencia del islam, ni la guerra santa es uno de sus pilares y, menos aún, un deber de los creyentes musulmanes. Constituye, más bien, una perversión, una patología de la religión musulmana, como lo es también del cristianismo. Como se han encargado de demostrar los estudiosos del islam, resulta incorrecto y tendencioso traducir yihad por guerra santa. Su verdadero significado es esfuerzo.

Según Sayyid Abul al' Mawdudi (1903-1979), escritor y político musulmán indio, yihad es ante todo una lucha moral en el interior de la comunidad islámica orientada a su reforma, que consiste en el cambio tanto personal como social. Sin cambio personal en las motivaciones, los puntos de vista, los objetivos y la personalidad de cada individuo no sirven de nada los cambios políticos y económicos. Cambio que ha de llevarse a cabo de manera gradual y a través de la educación, no por la fuerza. Junto al cambio personal hay que luchar contra las injusticias y por las reformas sociales, fomentando la cooperación para el logro de mejores condiciones de vida para todas las personas, con atención especial a las personas más necesitadas, como las viudas y los huérfanos, los lisiados e incapacitados.

Hay que agradecer las excusas de Benedicto XVI y valorar positivamente la aclaración de que no se identifica con el testimonio de Miguel II Paleólogo. Pero el problema no está en una cita o en un párrafo de la alocución del Papa. Es el discurso en sí, en su conjunto, cristiano-céntrico y euro-céntrico, el que hay que revisar en profundidad, porque no contribuye al diálogo. Y optar por el paradigma intercultural, interreligioso e interétnico en sintonía con la teología liberadora de las religiones y en convergencia con las distintas iniciativas de paz en el plano internacional.

Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Fundamentalismos y diálogo de religiones (Trotta, Madrid, 2005).

Artículo publicado en El País, 20 de septiembre de 2006

P.O.

Anónimo dijo...

¡Hola Toni!, creo que debo rebatirte la idea de que el "PAPA METIÓ LA PATA"...¿Tu crees de verdad que lo hizo?...Piénsalo por unos instantes antes de continuar leyendo mi comentario...
El discurso que hizo en la universidad alemana de Ratisbona, además de ser largo, cansino, aburrido y tedioso para los no conocedores del tema tratado, estaba milimetradamente medido; dijo lo que dijo con toda claridad y en ese punto que estamos tratando todavía mas; es decir: NI SE EQUIVOCÓ NI METIÓ LA PATA, para meter la pata ¡Tienes que dar tal resbalón que te caes por los suelos con un batacazo enorme! y además tienes que estar equivocado en las citas y en fondo de la cuestión.
No deseo enumerar todos los desmanes que han hecho los papas con su boca y lengua, a veces han sido demasiado lenguaraces, el propio Juan Pablo II entendió en ciertos momentos la pena de muerte ¡Horror de los horrores!.
Vivo en un país y en una sociedad donde la LIBERTAD DE EXPRESIÓN es vital para nuestro desarrollo en libertad, y nosotros los que andamos entre la literatura, el teatro, la poesía, ¡Los títeres! y todas las artes en general no la deberíamos de cuestionar en ningún momento, aunque a veces hay ciertas opiniones que nos escuecen.
El país en el cual vivo hay un medio de comunicación que me escuece...escuece...escuece...escuece mucho y que pertenece precisamente a un apartado del papado CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA...y que no deseo decir el nombre porque lo he borrado de mi léxico, y eso si que se merece una denuncia formal a través de los otros medios de comunicación porque no hace uso de su libertad de expresión, si no que niega a los demás la facultad de intelecto ¡Nos creen tontos! Y eso nó ¡Por supuesto que nó!.
En el punto que estamos tratando creo que es una evidencia que doy la razón al Benedicto ¡En veinte siglos de existencia del papado ha sido lo mas sensato que se ha dicho! "No se puede llevar a Dios bajo la amenaza de la espada"...Y yó...digo lo siguiente: ¡De ninguna espada, sea de los cruzados o de la guerra santa!.
Ya nadie se acuerda de que en los años cincuenta-sesenta hubo un intento de crear una idea panarábiga de contenido laico y socialista (Nasser fue asesinado)...por desgracia, por las intervenciones occidentales, por la creación del estado de Israel, por la guerra Irak-Irán, mas tarde por la del Papá Bush y por esta última la del hijito Bush; el partido BAAS se ha venido abajo ¿Hasta cuando podrá aguantar Siria?.
Aquí tenemos derecho a discrepar, a decirlo, a ironizar ¿Podemos ironizar y criticar lo mas mínimo al Islam?...porque te puedo asegurar que aquí hemos criticado, nos hemos reído hasta de lo mas sagrado para los religiosos y ¡No pasa nada
¡ alguna rasgadura de vestiduras por los CAÑIZARES de turno pero nada más.
¡La que se armó por las caricaturas de Mahoma!, ¡La que se está armando por el discurso de Benedicto!, ¡La que se nos puede venir encima si la presión islámica llega a triunfar en Europa!.
Europa ha tenido que soportar dos guerras mundiales, y España una guerra civil y cuarenta años de dictadura para llegar a la libertad que ahora tenemos ¡Que nos hemos otorgado todos!, para que de la noche a la mañana nos la pongan en cuestión.
¡Hasta siempre!, amigo Toni

-Y...Una simple mirada-